«Vaya discusión que traen estos dos» pienso para mí al verlos llegar de esas maneras. Cruzo el pasillo y llamo con suavidad a la puerta de Lesley, está tan cabreada que no quiero ser yo quien pague los platos rotos. —¡Vete! No quiero verte más —la escucho gritar, desde el pasillo. —Lesley, querida... ¿Quieres abrirme? Por favor —Estoy tan preocupado por ella que, casi le suplico desde el otro lado de la puerta. —Dame un segundo, solo eso. No quiero que me veas así —responde, creo que desde el baño, supongo que estará lavándose la cara, para refrescarse un poco. —Cariño soy gay, no voy a fijarme en ti por muy mona que estés. —Pasa y siéntate —me pide, tirando de mí para poder cerrar la puerta. —¿Qué ha sucedido? Ya puedes empezar a contarme lo que te haya hecho ese hombre. —le digo, cuestionando si debo o no, llamarle animal a Robert, aunque conociendo a Lesley puede que solo se trate de uno de sus berrinches. Yo la quiero mucho, pero hay veces que se comporta como una niña peq
A medida que va transcurriendo la noche la tensión que existía entre ellos se va esfumando. La pareja va pasando del odio al amor entre broma y broma, para conocerse mejor. Lesley no para de sonreír, y Robert parece que está hipnotizado, no puede dejar de mirarla, le están volviendo loco sus ojos grises, y ese cabello rubio a media melena con los rizos descolocados; le está dejando sin aliento. Cuando terminan de cenar, Robert invita a Lesley a dar un paseo. Llegan a uno de los jardines del hotel, y ella queda impresionada, en él hay más de cien clases de flores diferentes y todas exóticas. El entusiasmo navideño de Robert, se nota mucho cada vez que le enseña a Lesley, alguno de los detalles que adornan el lugar. Le pone todas las ganas del mundo, por explicarla el significado que tienen para él, todas las cosas que hay en su hotel. Desde los jardines, hasta la última piedra que hay instalada. —Es todo muy bonito, quién lo haya decorado lo hizo genial —comenta Lesley, mirando un
Sin decir nada a nadie, Robert se alejó por un momento de Lesley e hizo una llamada telefónica, cuando terminó guardó su teléfono en la chaqueta de su traje y fue a buscar a Lesley de nuevo. Cogida por la mano, Lesley se dejó llevar hasta la puerta del hotel, y allí les esperaba un coche. Había un hombre mayor esperándoles a los dos, el señor abrió la puerta enseguida, para que Lesley y Robert subieran y al cabo de unos veinticinco minutos paró. Robert se bajó, y corriendo se dirigió a la puerta de Lesley para ayudarla a salir. El chofer les había llevado a un edificio no muy grande pero muy coqueto, Robert la volvió a rodear por la cintura y tiró de ella hasta que llegaron a la puerta. —¿Dónde estamos? —pregunta Lesley, boquiabierta, mirando a su alrededor. En realidad, todo es tan bonito que la encanta. —En mi casa, hoy tomaremos la última copa aquí asegura Robert muy decidido, cogiéndola por la mano para que esté más segura. Robert abre la puerta, pasa el primero y enciende
Robert la baja de sus hombros, la coloca en el suelo, y la sostiene entre sus brazos, para que no caiga por la debilidad que tiene. Lesley entierra su cara en el pecho, mientras siente que las yemas de los dedos de Robert rozar su espalda con delicadeza. —Vamos —asegura Robert, acunándola entre sus brazos para echarla en su cama. Lesley asiente, y se deja llevar. Parece que al final Robert se ha hecho el dueño de la situación, y vuelve a besar a Lesley. Pareciera que él lleva el control de todo, hasta que ella se da la vuelta y se coloca a horcajadas encima de Robert. Comienza a rozar su sexo contra el de Robert. Sus caderas se mueven al mismo ritmo, y sus respiraciones se vuelven aceleradas, hasta que consiguen que sus gemidos se alternen entre sí. Lesley se coloca y hace que Robert entre en ella, con las manos puestas en su trasero la hace acelerar el ritmo. Con el contoneo tan efusivo que tienen sus caderas, consiguen llegar al clímax en solo unos pocos minutos. Cuando termin
Cuando llegan, mientras que Lesley busca su tarjeta en el bolso Abraham y Robert intercambian miradas. —Ni de coña me voy a ir. —Gesticula Abraham.—Por favor. —Suplica Robert con las manos, para que le deje a solas con Lesley.—Que no, no me voy a ir a ninguna parte. Abraham se da cuenta de que Lesley le está mirando, y finge una sonrisa, creyendo haber dado su última palabra. —Querido... será mejor que nos veamos mañana, hoy necesito descansar —comenta Lesley, cuando termina de abrir la puerta.—Ves, te lo dije —celebra Robert, intentando entrar con Lesley.—Robert tú tampoco vas a entrar, esta noche... No. —Escucha, cuando ya casi tiene el primer pie dentro de la habitación. Lesley entra en su habitación, y se recuesta sobre la cama, después de una media hora de pensar en lo que Bryan le acaba de hacer, se pone en pie y va al baño. Mientras la bañera se llena de agua templada, ella ordena que la suban una botella de vino tinto. Antes de que llegue el botones del hotel
Cuando llegan, mientras que Lesley busca su tarjeta en el bolso Abraham y Robert intercambian miradas. —Ni de coña me voy a ir. —Gesticula Abraham. —Por favor. —Súplica Robert con las manos, para que le deje a solas con Lesley. —Qué no, no me voy a ir a ninguna parte. Abraham se da cuenta de que Lesley le está mirando, y finge una sonrisa, creyendo haber dado su última palabra. —Querido... será mejor que nos veamos mañana, hoy necesito descansar —comenta Lesley, cuando termina de abrir la puerta. —Ves, te lo dije —celebra Robert, intentando entrar con Lesley. —Robert tú tampoco vas a entrar, esta noche... No. —Escucha, cuando ya casi tiene el primer pie dentro de la habitación. Lesley entra en su habitación, y se recuesta sobre la cama, después de una media hora de pensar en lo que Bryan le acaba de hacer, se pone en pie y va al baño. Mientras la bañera se llena de agua templada, ella ordena que la suban una botella de vino tinto. Antes de que llegue el botones del hotel, va a
CAPÍTULO 18 Entre Robert y su hermano ayudan a Lesley a llegar al despacho. Una vez que ella ya está sentada, el hermano de Robert le ofrece un vaso de agua. —Gracias —dice, cogiendo el vaso para beber—. Perdone señor, ¿cómo se llama usted? —pregunta Lesley, al no saber cómo referirse a él. —Señorita... Me llamo Matciu, Matt para los amigos, y como ya sabe soy el hermano de Robert. Lesley no dice nada más, solo se limita a asentir con la cabeza. Un poco más tranquila pero aún con el cuerpo tembloroso, se acuerda de lo que le dijo Bryan en la puerta. —Robert... ¡Abraham! Él dijo que necesitaba un médico, tengo que ir a verle —comenta muy estresada de nuevo, poniéndose en pie para ir a ver a su amigo. Los tres corren por los pasillos hasta llegar al ascensor, como tarda mucho, Lesley comienza a ponerse aún más nerviosa. Una vez que llegan suben a el, y Lesley aporrea el número cinco con su dedo índice, con la esperanza de que cierre pronto sus puertas. Cuando llegan a la planta, c
Mientras duermen plácidamente, los sentimientos de Lesley hacia Bryan se hacen latentes, Lesley entra en su empresa por la mañana temprano, con un café humeante entre sus manos. Después de dar a sus empleados los buenos días, camina hacia adelante y abre la puerta de su despacho, pero al entrar en su oficina, lo primero que ve son los zapatos de Bryan sobre la mesa.—Holaaa, cariñooo —la saluda nada más entrar, con uno de sus cigarrillos entre los dedos.