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80. MIEL Y DEFINITIVAMENTE AMOR

Nunca había salido del pueblo, y ahora estamos tan lejos que, si Pablo me dejara aquí, no tendría la menor idea de cómo regresar. Primero fue un largo y agotador viaje en carruaje; Luego, pasamos la noche en un barco. Debo admitir que fue una experiencia fascinante. Pablo dice que, en otra vida, quizás habría sido marinero. Descubrió que le gusta el mar.

La brisa salada acaricia mi rostro, trayendo consigo aromas intensos y desconocidos. Ahora estamos cerca de una playa. Pablo alquiló una pequeña casa junto al mar, un refugio apartado del mundo. Desde la ventana de la habitación, el paisaje se despliega como un cuadro en movimiento: las olas rompiendo contra la orilla, las aves bailando en el cielo, y en el horizonte, algún barco lejano. Es un lienzo vivo que cambia de colores según la posición del astro rey.

Estuve tentada a pedirle a Pablo que aplazáramos el viaje mientras Rosalba tomaba confianza en la casa, pero incluso ella, insistió en que no era necesario. Espero que entienda
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