Hace ya más de un mes que Dante se desligó de su familia; no porque él así lo decidiera, sino, porque su padre comenzó a cerrarle todas las puertas cuando se negó a continuar con el compromiso que le habían arreglado... Desde entonces, Dante ha estado trabajando en un pequeño bar; uno ubicado en un pueblo no tan concurrido por turistas y donde cobra un sueldo que a duras penas le alcanza para cubrir sus gastos al fin de mes. Definitivamente no es la vida a la que él está acostumbrado, pero por el momento, no le queda de otra más que adaptarse y conformarse.Un suspiro profundo se escapó de su garganta cuando se vió al espejo; él nunca antes había usado un uniforme, y mucho menos había tenido que trabajar para mantenerse. Era consciente de que esa es la realidad de la gran mayoría de las personas, pero nunca imagino que un día esa también sería la suya.«¡Demonios!, tengo que hallar la manera de solucionar las cosas con papá» —pensó después de palmear sus mejillas con un poco de perf
—¿Te sientes bien? —susurro Gabriella mientras entrega una botella de coñac a uno de los meseros del VIP.—E-Eh... Si si. Estoy bien —respondió Dante intentando esconder la emoción que revoloteaba en la boca de su estómago como pequeñas e inquietas mariposas.—ahhh... ¿Y la cara de tonto a qué se debe?—Porqué mejor no te pones a trabajar en lugar de estar molestandome.— Es que ya me quiero ir.—Dile a Theo.—mmmm... Mejor no.Dante rie antes de agarrar un vaso para llenarlo de cerveza. —¿De que te ríes, tonto?—De ti —se encoge de hombros.—Que simpático —le da una palmada malintencionada en la espalda que lo hace derramar un poco de cerveza en el suelo. —¡Gabriella!—¡Dante! —exclama imitandolo.Dante rueda los ojos, limpia el vaso, repone lo perdido y se lo entrega a la chica que esperaba con una sonrisa tan amplia que parecía dolorle. Dante le devuelve la sonrisa por compromiso y está le pagó la bebida junto con una generosa propina.—Gracias.—Avísame si quieres mi número.—C
Dante y Stella seguían allí, parados a la orilla de la acera frente al Kelly's bar; seguian tomados de la mano, no obstante el silencio de ambos se estaba volviendo muy incomodo. —Nunca he tenido una cita... Pero si tengo tres gatos esperándome en casa —solto Stella de la nada con una sonrisa tonta que solo buscaba romper con el molesto silencio. Dante la miró extrañado, si le sonrió en respuesta, pero eso no borró la confusion de su cara. —En mi mente sonó más gracioso — expresó Stella con un rostro completamente sonrojado cuyo ojos esquivaban desesperadamente la mirada curiosa de Dante. —¿Espera... Acabas de decir que esta será tu primera cita? —S-Si... —levanto su vista al cielo nocturno carente de estrellas. —¡Ajá, como no! —Es en serio, Dante —lo miró sería. —No creas que me vas a ver la cara de tonto... ¡jajaja! —¿Qué ganaría con eso? —No lo sé. —Mejor olvida que lo dije —sacude su mano para obligar a Dante a soltarla. —Stella... —¿Qué? —gruño bajo. A Dante le
—Señor, dejenos por aquí por favor ——Muy bien.El conductor se detiene frente a una pequeña tienda de viveres y Stella mira a su alrededor no muy convencida con la elección de Dante para la cita—¿Estas seguro de que es aquí donde nos tenemos que bajar?—Si.—No te parece que le falta como... ¿Algo?—No deberías juzgar antes de tiempo.—Es cierto, pero es que — señala la pequeña tienda de víveres con ambas manos— me la pones difícil.*Dante sonrie*—Dejame sorprenderte.—Creeme, sorprendida ya estoy.Dante, no pudo evitar reír por lo bajo después de descifrar lo que pasaba por la cabeza de Stella: ¿Una cita en un minimercado? ¿A quien se le ocurre semejante cosa?—Stella.Ella, que estaba perdida en sus pensamientos, al escuchar su nombre despega sus ojos del vidrio de la ventanilla y lo voltea a ver, otra vez. —Recuerda que te prometí una cita que no podrás olvidar —rie burlesco.—Si... Difícilmente podré olvidar que mi primera cita fue en un minimercado —tambien rie.La complici
LOS ANGELES, CALIFORNIA.VERANO DE 1985.Stella Camacho es una joven muchacha de veinticinco años de edad, notablemente hermosa, alegre, carismática y con un gran sentido de la justicia. Este último lo tiene tan marcado que hace unos pocos meses atrás, justo después de titularse como licenciada en contaduría, decidió dejar su profesión de lado para unirse a la fuerza policial local. Por supuesto, recibió muchas criticas y hasta consejos que nunca solicitó, y aunque los escucho a todos, se mantuvo firme en su decisión.No fue un paso facil de dar, y mucho menos el adaptarse a las exigencias de su nueva vida. Aún así, ella intentaba no darle demasiada importancia a los cambios. Ni siquiera al hecho de que su compañero se aprovecha de su condición de novata para dejarle todo el trabajo.Por supuesto que la situación le molesta. Pero, ¿Qué otra cosa puede hacer desde su posición?, como ella lo ve, su única opción es cumplir con la orden y en silencio.—¡Vaya!, eso sí que es tener las ojer
Stella permaneció un largo rato dentro de su auto y seguía estacionada frente al bar de la familia Johnson. No fue hasta que Elvira se asomó por la ventana del mismo cuando finalmente se decidió a encender el motor y poner el auto en marcha sin atreverse a mirar por el retrovisor mientras se alejaba del lugar.Manejó sin tomar descansos a pesar de que sus ojos picaban. No estaba segura si lo hacían por el sueño o por el llanto que le tenía los párpados hinchados; De lo que si estaba consciente es de lo mucho que necesitaba llegar a su departamento, asi que piso el acelerador sin ningún temor, y como consecuencia, se ganó una multa por sobrepasar la velocidad permitida, además de pasarse un semáforo que no vió que seguia en rojo.Finalmente llegó a su casa y su cuerpo no le permitió más que caminar hasta llegar a su departamento, y de allí, hasta su habitación. arrastro los pies como si de ellos colgarán cadenas y se dejó caer boca abajo sobre su cama.Se sentía tan cansada, física y e
UN AÑO Y MEDIO MÁS TARDE.Ha pasado más de un año desde la última vez que Stella y Nathaniel se vieron. Un año en el que ambos han mantenido su respectiva promesa: Stella dejo de llamar, escribir y buscar a Nathaniel cada vez que se sentía agobiada. Dejo de hacerlo su confidente y se limitaba a responder los esporádicos mensajes que él le enviaba con la débil excusa de saludarla. No ha sido una promesa fácil de cumplir para ella, incluso hubieron días donde el dolor causado por la ausencia de Nathaniel se sentía peor que las contadas balas que han logrado perforan diferentes partes de su cuerpo. Aún así, su determinación es mucho más fuerte, y de a poco, se ha ido acostumbrando a una vida donde Nathaniel no puede ser su principe de brillante armadura. Nathaniel, por su parte, cumplió con lo que se esperaba de él: se casó y desde entonces no se ha despegado del lado de Sofia. Él se ha convertido en el apoyo incondicional de su esposa pasando innumerables noches en vela, ya sea por c
Stella y Erica llegaron al centro comercial más conocido de la ciudad después de pasar como unos veinte minutos en la carretera.El lugar es enorme, moderno e iluminado hasta el techo con luces led de diferentes tamaños. No obstante, su mayor atractivo es un tragaluz de vidrio y estructura de acero que le da ese toque vintage que a muchos les parece atractivo; el ambiente es bastante agradable y el lugar es bonito a la vista, aún así, Stella no tiene muchas ganas de estar en ese espacio tan bullicioso, sin embargo, no dijo nada y se limito a seguir los pasos de quien se ha convertido en una gran amiga para ella. —¡Woooow! Mira esos vestidos —expresó Erica totalmente extasiada con la vista que le dejaban unos maniquíes exhibidos detrás de la ventana panoramica de la pequeña tienda frente a ellas— ¡están hermosooos!Stella arruga el ceño y sus labios hacen un mohín que deja en claro su completo desagrado por las prendas delante de sus ojos.—No pongas esa cara.—Es que son...—El último