UN AÑO Y MEDIO MÁS TARDE.
Ha pasado más de un año desde la última vez que Stella y Nathaniel se vieron. Un año en el que ambos han mantenido su respectiva promesa:Stella dejo de llamar, escribir y buscar a Nathaniel cada vez que se sentía agobiada. Dejo de hacerlo su confidente y se limitaba a responder los esporádicos mensajes que él le enviaba con la débil excusa de saludarla. No ha sido una promesa fácil de cumplir para ella, incluso hubieron días donde el dolor causado por la ausencia de Nathaniel se sentía peor que las contadas balas que han logrado perforan diferentes partes de su cuerpo. Aún así, su determinación es mucho más fuerte, y de a poco, se ha ido acostumbrando a una vida donde Nathaniel no puede ser su principe de brillante armadura. Nathaniel, por su parte, cumplió con lo que se esperaba de él: se casó y desde entonces no se ha despegado del lado de Sofia. Él se ha convertido en el apoyo incondicional de su esposa pasando innumerables noches en vela, ya sea por cuidar de su adolorida mujer o de su inquieto bebé que parece creer que la noche es para jugar y el día para dormir. Muchas veces ha llegado a la oficina con la misma muda de ropa que uso el día anterior y otras tantas ha tenido que llamar a su jefe en medio de la madruga para que lo cubran porque le ha tocado salir corriendo al hospital con Sofia casi inconsciente y con el pequeño Levi colgando de su pecho dentro de su cangurera.Levi, ese es el nombre del hijo de Nathaniel, un bebé regordete de mejillas rosadas, ojos grandes y cabello castaño que le obligó a cambiar todo en su vida, desde su trabajo hasta la más pequeñas cosas que formaban parte de su día a dia. Y aunque lo ama con todo su ser, no puede evitar sentir que ese pequeño ser, que una vez formó parte de él, esta confabulado con su madre para robarle su vida, su juventud y su felicidad...—Nathaniel, cada día Levi se parece más a ti... Es tan hermoso —dijo la señora Johnson con voz suave mientras observa al pequeño dormido en su cuna.Nathaniel no dijo nada, lo único que hizo fue asentir con la cabeza mientras que sus ojos repasaban al pequeño Levi en busca de ese parecido que su madre mencionó con tanta nostalgia.—La verdad es que yo no creo que nos parezcamos mucho, tal vez sea porque esta muy chiquito como para establecer un parecido entre nosotros más allá del color de nuestros cabellos.—¡Ash! —le da un golpecito en el hombro— ¿Cómo es que no lo puedes ver? Está claro que te ha copiado la nariz, los ojos, las orejas, los dedos, hasta la forma de dormir. Es como si el tiempo hubiera retrocedido y en lugar de estar viendo a mi nieto, se siente como si te estuviera viéndote a ti hace treinta años atrás.—Ahhh... Por eso lo miras así.—¿Así como?—Como si estuvieras triste.—suspira— Es que el tiempo pasa demasiado rápido, hijo. Mírate, ya eres todo un hombre y yo ni cuenta me di de cuando fue que creciste —los ojos de la señora Johnson se cristalizaron.Nathaniel sonrió al tiempo que envolvía a su madre en un fuerte abrazo.—Te me estás volviendo una viejita muy sentimental —su madre pellizca su abdomen— ¡Auch! ¿Y eso por qué fue?—Porque te lo tienes bien merecido.Gracias a los ruidos, el bebé empieza a removerse en su cuna por lo que Nathaniel se apresura a mecerlo.—Ya me tengo que ir —susurra la señora Johnson.—¿Tan pronto?—Si. Recuerda que hoy es el acto de grado de tu hermana y si no me voy ahorita no podré llegar a tiempo.—Es verdad. Dile a la novia de Chucky que me perdone por no acompañarla en este día tan importante para ella —musitó cabizbajo.—No te preocupes por eso hijo, todos sabemos que tu esposa no está en condiciones para viajar y Levi está muy chico para llevarlo a un lugar que será demasiado ruidoso par a él.—Si... Aún así...—Sé lo diré, tomaremos muchas fotos y cuando nos revelen los rollos serás el primero en verlas.—Gracias.—Ahora si me voy, despídete de Sofia que no quiero despertarla.—Por supuesto.[...]La tarde avanzo rápido y Nathaniel se hallaba sentado en el jardín, debajo de un árbol de manzana mientras su mente traía de regreso el recuerdo de Stella.—Amor, ¿puedes cambiarle el pañal a Levi? Es que me acabo de tomar el nuevo medicamento y me siento muy mareada como para cargarlo —pidio Sofia desde el umbral de la puerta principal de la casa.Nathaniel no dijo nada, solo se levantó de su silla, se acercó a Sofia y dejó un pequeño beso en la frente de su mujer antes de inclinarse lo suficiente para sacar de la carreola al pequeño bebé de casi seis meses de nacido.Desde el exterior, su vida parecía estar muy cerca de ser perfecta, pero la verdad es que Nathaniel estaba dando todo de sí para no sucumbir al deseo de salir corriendo, sin mirar atrás y rogarle a Stella que se escape con él; porque, aunque lo intentará con todas sus fuerzas, nunca iba a lograr sacar de su corazón a la mujer que amo, ama y amará hasta el fin de sus dias.Por eso respirar dolía. Extrañarla cada día dolía mucho más; con el paso de los meses su vida se ha vuelto tortuosa, y el fingir amar a la madre de su hijo se sentía como un puñal que lentamente se clavaba en el medio de su corazón; se sentía como una traición y dolía tanto que muchas veces se encontraba llorando en medio de la oscuridad de su habitación tras tener pensamientos tan sombríos como el de imaginar que Sofia no sería capaz de ganarle la lucha a su enfermedad. No obstante, el sentimiento que seguían a esos pensamientos tan oscuros era la culpa que no se podía disipar con un "lo siento" que su esposa no entendería.[...]LONDRES,INVIERNO DE 1990Otros cuatro años han pasado y Stella ha logrado perder completamente el contacto con Nathaniel, no ha dejado de amarlo, pero con el tiempo logró continuar con su vida lo más normal posible.También pudo continuar con su carrera como policía y sin el molestó de Elías pululando a su alrededor, y todo porque le aceptaron la transferencia que solicito para el escuadrón de antinarcóticos. Le ha ido también con el equipo que justo hoy acaba de obtener su primer ascenso.Elías también logro ascender, solo que su cargo es de Sargento mientras que el de Stella es de cabo primero. Para Stella se sintió como un trago agridulce, sobretodo porque se lo dieron por mérito, por supuesto que Stella sabía que Elías no se habia ganado el rango con esfuerzo, pero por lo menos dejo de ser su compañero.—¿Todavia sigues intentando atrapar a Elías con las manos en la masa? ¿Aún quieres arruinarle la carrera? —preguntó Erica, la compañera actual de Stella.Ella conoce la historia entre Elias y su amiga por lo que está al tanto del exhaustivo expediente que Stella le ha estado armando a su antiguo compañero y superior desde haces casi media década.—No. Ya no me interesa —mintió sin titubear.—¡Por fin!, entonces, ¿Vamos a celebrar hoy?—¿Celebrar qué?Erica chasqueo su lengua mientras ponía sus ojos en blanco.—¿Qué más? Tú ascenso y que por fin has dejado atrás tu odio por Elías.—Yo no odio a Elías.—¡Si, claro!—En serio...—aja... En realidad a mi no me importa que es lo que sientes por el Sargento, solo quiero que vayamos por unos tragos y cualquier excusa para lograr que me acompañes es buena.—Mmmm... No estoy muy segura de que ir a beber sea una buena idea.Erica agarra la mano de su amiga y hace un ridículo puchero mientras abanica sus falsas pestañas como si fuera una caricatura.—¿Por qué no? Mañana ambas tenemos el día libre. Además, yo necesito un novio, y aunque lo niegues hasta la muerte, tú también necesitas uno y no lo vamos a conseguir si seguimos metidas de cabeza en la estación.—Cierto...Los ojos de Erica brillan al ver que Stella finalmente está contemplando la idea de relacionarse románticamente con un hombre.—¿Por qué me mira así?—Es que finalmente aceptas que necesitas un hombre en tu vida.—Ahhh... Pero no cualquier hombre, yo quiero a un compañero que esté en la misma sintonía que yo, un hombre que...—Amiga, ya tienes casi treinta y no has tenido ni una sola relación que dure más de una noche... Creo que deberías bajar un poco el estandarte.—¿Por qué? No considero que sea mucho pedir que llegue a mi vida un hombre que con una sola mirada me haga tambalear el suelo bajo mis pies.—Es verdad... así que ahora atenemos una nueva misión desbloqueada.—¿De qué hablas? —cuestiona entre risas.— No es obvio —Stella niega moviendo su cabeza de lado y lado con mucha energía— Necesitamos ir a comprar la ropa.—Erica, yo tengo ropa en mi closet.—No amiga, yo hablo de ropa sexy, no de esos trapos viejos que quien sabe a que monjita se los robaste.—Tonta. Mi ropa no es de monja.—Noooo... Y la mia no es nada reveladora.Ambas se ríen antes de tomar sus cosas para salir de casa de Stella sin la mínima sospecha de que esta misma noche Stella conocerá al hombre que pondrá su mundo de cabeza y le cambiará la vida para siempre.Stella y Erica llegaron al centro comercial más conocido de la ciudad después de pasar como unos veinte minutos en la carretera.El lugar es enorme, moderno e iluminado hasta el techo con luces led de diferentes tamaños. No obstante, su mayor atractivo es un tragaluz de vidrio y estructura de acero que le da ese toque vintage que a muchos les parece atractivo; el ambiente es bastante agradable y el lugar es bonito a la vista, aún así, Stella no tiene muchas ganas de estar en ese espacio tan bullicioso, sin embargo, no dijo nada y se limito a seguir los pasos de quien se ha convertido en una gran amiga para ella. —¡Woooow! Mira esos vestidos —expresó Erica totalmente extasiada con la vista que le dejaban unos maniquíes exhibidos detrás de la ventana panoramica de la pequeña tienda frente a ellas— ¡están hermosooos!Stella arruga el ceño y sus labios hacen un mohín que deja en claro su completo desagrado por las prendas delante de sus ojos.—No pongas esa cara.—Es que son...—El último
Todos están en la mesa esperando a que traigan su orden. La incomodidad es más que evidente pero nadie intenta iniciar un tema de conversación hasta que Tabatha arranca a llorar.—Vaya pulmones que se gasta —comenta Erica de la nada.Stella no presta mucha atención a su amiga pues el ver cómo Sofia a pellizcado la piernita de la beba la ha dejado desencantada.—Si. Lo siento. Ella suele ser muy tranquila —responde Sofia mientras mueve un poco el coche para calmar a la bebé —amor, la puedes llevar a agarrar un poco de aire. Siempre se calma contigo.—¿Por qué será? —murmura Stella con molestia.—¿Dijiste algo?—No, Sofia. No dije nada.Stella se cruza de brazos y gira su cara a un lado. Erica no entiende nada de lo que está pasando y Nathaniel se limita a sacar a Tabatha de la carreola para entretenerla un rato fuera del restaurante. —¿Erica. Te molestaría darme unos minutos con tu amiga?—Lo que tengas que decirle hazlo frente a mi —Stella vuelve su mirada a Sofia y al entender de qu
—Stella, ¿No quieres contarme lo que pasó allá?Stella seca las lágrimas que lograron escaparse de sus ojos y sorbe por la nariz antes de poder responder sin que su voz se quiebre.—No es necesario.—Amiga, te ves triste. Me preocupas.—¿triste yo? ¡Nada que ver!—Stella, siempre es necesario desahogarse, de lo contrario, puedes enfermar.—¡Qué va! No me voy a enfermar por algo como lo que acaba de pasar. Además, en este momento lo menos que necesito son oídos que me escuchen. Lo único que realmente preciso es de media hora de práctica en el campo de tiro.—No puedes descargar tu rabia contra un papel de blanco de tiro.—¿Quién dice que no? —sonrie con tal malicia, que por un momento, Erica creyó ver un centelleo en los ojos de Stella.—Eso no es sano, amiga. —Quizás, pero sin duda alguna es mejor opción descargar las municiones de mi armamento en quién tengo en mente... ¿no crees?Erica no necesitó de más referencias para entender de lo que hablaba Stella. También descubrio lo rencor
Hace ya más de un mes que Dante se desligó de su familia; no porque él así lo decidiera, sino, porque su padre comenzó a cerrarle todas las puertas cuando se negó a continuar con el compromiso que le habían arreglado... Desde entonces, Dante ha estado trabajando en un pequeño bar; uno ubicado en un pueblo no tan concurrido por turistas y donde cobra un sueldo que a duras penas le alcanza para cubrir sus gastos al fin de mes. Definitivamente no es la vida a la que él está acostumbrado, pero por el momento, no le queda de otra más que adaptarse y conformarse.Un suspiro profundo se escapó de su garganta cuando se vió al espejo; él nunca antes había usado un uniforme, y mucho menos había tenido que trabajar para mantenerse. Era consciente de que esa es la realidad de la gran mayoría de las personas, pero nunca imagino que un día esa también sería la suya.«¡Demonios!, tengo que hallar la manera de solucionar las cosas con papá» —pensó después de palmear sus mejillas con un poco de perf
—¿Te sientes bien? —susurro Gabriella mientras entrega una botella de coñac a uno de los meseros del VIP.—E-Eh... Si si. Estoy bien —respondió Dante intentando esconder la emoción que revoloteaba en la boca de su estómago como pequeñas e inquietas mariposas.—ahhh... ¿Y la cara de tonto a qué se debe?—Porqué mejor no te pones a trabajar en lugar de estar molestandome.— Es que ya me quiero ir.—Dile a Theo.—mmmm... Mejor no.Dante rie antes de agarrar un vaso para llenarlo de cerveza. —¿De que te ríes, tonto?—De ti —se encoge de hombros.—Que simpático —le da una palmada malintencionada en la espalda que lo hace derramar un poco de cerveza en el suelo. —¡Gabriella!—¡Dante! —exclama imitandolo.Dante rueda los ojos, limpia el vaso, repone lo perdido y se lo entrega a la chica que esperaba con una sonrisa tan amplia que parecía dolorle. Dante le devuelve la sonrisa por compromiso y está le pagó la bebida junto con una generosa propina.—Gracias.—Avísame si quieres mi número.—C
Dante y Stella seguían allí, parados a la orilla de la acera frente al Kelly's bar; seguian tomados de la mano, no obstante el silencio de ambos se estaba volviendo muy incomodo. —Nunca he tenido una cita... Pero si tengo tres gatos esperándome en casa —solto Stella de la nada con una sonrisa tonta que solo buscaba romper con el molesto silencio. Dante la miró extrañado, si le sonrió en respuesta, pero eso no borró la confusion de su cara. —En mi mente sonó más gracioso — expresó Stella con un rostro completamente sonrojado cuyo ojos esquivaban desesperadamente la mirada curiosa de Dante. —¿Espera... Acabas de decir que esta será tu primera cita? —S-Si... —levanto su vista al cielo nocturno carente de estrellas. —¡Ajá, como no! —Es en serio, Dante —lo miró sería. —No creas que me vas a ver la cara de tonto... ¡jajaja! —¿Qué ganaría con eso? —No lo sé. —Mejor olvida que lo dije —sacude su mano para obligar a Dante a soltarla. —Stella... —¿Qué? —gruño bajo. A Dante le
—Señor, dejenos por aquí por favor ——Muy bien.El conductor se detiene frente a una pequeña tienda de viveres y Stella mira a su alrededor no muy convencida con la elección de Dante para la cita—¿Estas seguro de que es aquí donde nos tenemos que bajar?—Si.—No te parece que le falta como... ¿Algo?—No deberías juzgar antes de tiempo.—Es cierto, pero es que — señala la pequeña tienda de víveres con ambas manos— me la pones difícil.*Dante sonrie*—Dejame sorprenderte.—Creeme, sorprendida ya estoy.Dante, no pudo evitar reír por lo bajo después de descifrar lo que pasaba por la cabeza de Stella: ¿Una cita en un minimercado? ¿A quien se le ocurre semejante cosa?—Stella.Ella, que estaba perdida en sus pensamientos, al escuchar su nombre despega sus ojos del vidrio de la ventanilla y lo voltea a ver, otra vez. —Recuerda que te prometí una cita que no podrás olvidar —rie burlesco.—Si... Difícilmente podré olvidar que mi primera cita fue en un minimercado —tambien rie.La complici
LOS ANGELES, CALIFORNIA.VERANO DE 1985.Stella Camacho es una joven muchacha de veinticinco años de edad, notablemente hermosa, alegre, carismática y con un gran sentido de la justicia. Este último lo tiene tan marcado que hace unos pocos meses atrás, justo después de titularse como licenciada en contaduría, decidió dejar su profesión de lado para unirse a la fuerza policial local. Por supuesto, recibió muchas criticas y hasta consejos que nunca solicitó, y aunque los escucho a todos, se mantuvo firme en su decisión.No fue un paso facil de dar, y mucho menos el adaptarse a las exigencias de su nueva vida. Aún así, ella intentaba no darle demasiada importancia a los cambios. Ni siquiera al hecho de que su compañero se aprovecha de su condición de novata para dejarle todo el trabajo.Por supuesto que la situación le molesta. Pero, ¿Qué otra cosa puede hacer desde su posición?, como ella lo ve, su única opción es cumplir con la orden y en silencio.—¡Vaya!, eso sí que es tener las ojer