La loba de color azabache, cubrió su cabeza con sus patas delanteras mientras lloriqueaba, la presencia de ese Alfa la atemorizaba, creía que iba a ser asesinada, en ese momento se arrepintió de haber salido a escondidas de la ceremonia, nadie vendría a salvarla, este era su finIsabella y Dairyn esperaban sentir el dolor de las garras de la bestia con los ojos cerrados cuando escucharon el feroz rugido y su pequeño cuerpo tembló, pero el dolor no llegó en cambio unas fuertes manos la le anotaron del sueño y la acomodaron en su lado derechoEl aroma inconfundible del Alfa Luciano Salvatore llegó a las fosas nasales de la loba, era su rey quien había venido a por ella, era por eso que lo sentía tan molesto, él probablemente la castigaría por tratar de escaparEl Alfa salió del bosque con la pequeña loba en brazos, ella movía sus patas traseras intentando zafarse del fuerte agarre de su esposo, chillaba, gruñía, y trataba de arañarlo o morderlo — ¡Si no te pones quieta lo vas a lamenta
Luciano jamás había experimentado sensaciones tan intensas, entonces así era como se sentía encontrar a tu alma gemela, era un deseo incontenible, un amor fuera de la cordura y la razón, un deseo de proteger a esa hembra que significa todo para tiEl Alfa sacó a su luna de la bañera envolviéndola en una toalla para después secarla parte por parte, sentirla tan cerca era tanto delirante como agonizante, la tomó de la mano llevándola a la cama, ella se sentó mientras que el permaneció unos momentos de pie — ¿Tú... tú vas a tomarme? — Isabella respiraba — Es nuestra noche de apareamiento, eres mi esposa y mi luna, ¿por qué no te tomaría? creés que me puedo resistir a hacerte mía, tu loba sabe que somos almas gemelas, ¿por qué te sigues resistiendo a aceptarlo?— Tú... dicen que no eres un buen lobo, que eres cruel, sanguinario, loboriego, no quiero vivir con un Alfa así— Esos son solo rumores, conóceme, trátame, ámame, que sea todo por ti misma, así comprobarás si lo que se dice de mi
En la mansión Velcan, Artemisa recibía una visita, se trataba de Lautaro Salvatore, el primo lejano de Luciano, había llegado hacía unos meses a vivir a la manada Luna de Plata, ambicionaban el trono, ser un Alfa, solo que la línea de sangre no lo llevaba a ser el monarca, eso lo había llenado de resentimiento en contra de sus primos, nadie en la manda savia que había sigo él quién ayudó a que emboscaran al antiguo sucesor, el prometido de Artemisa — ¿Qué haces aquí Lautaro? sabes que no me gusta que nos vean juntos, si tus visitas llegan a oídos de Luciano, vas a arruinar mis planes— ¿Todavía sigues con esa idea de convertirte en su luna? eso no va a pasar nunca, Luciano le es leal a la memoria de su hermano, no te tocaría ni con el palo de una escoba, además él ya ha encontrado a su luna, y por lo visto lleva dos días en errado en su recamara con ella, incluso los sirvientes están la mayoría de descanso, el rey no quiere que se le moleste— ¡Esa m@ldita intrusa ha venido a quitarm
Por un momento Isabella pensó que la estaba echando a ella, estaba a punto de correr hacia la habitación cuando la voz gruesa del lobo la llamó— Ven aquíLa luna dudó un poco pero al final caminó hacía el escritorio de su Alfa, el no parecía estar de muy buen humor que digamos— ¿Qué... qué vas a hacerme? — Isabella sintió como las fuertes manos de Luciano la tomaban de la cintura para sentarse la en las piernas— ¿Te has dado cuenta como bajaste vestida? ¿por qué estás por la mansión mostrando lo que es solo mío? ¿quieres hacerme enfadar a propósito? — rugió bajó el Alfa mientras pasaba sus gruesos labios por el cuello de Isabella— No, yo... no me dí cuenta, me siento un poco mareada, tengo mucha hambre, el estómago me está doliendo — Isabella se deshacía en explicacionesLuciano se sintió mal consigo mismo, había agotado a esta mujer hasta su límite y no había procurado que se alimentará apropiadamente— Lo siento, he sido poco considerado, no volverá a pasar, vamos, te llevaré al
Artemisa recorrió la figura de Isabella, la odiaba más que a nada en el mundo, creía que si no fuera por ella, habría podido seducir a su cuñado y así él la habría convertido en su luna, la loba trató de disimular, más su furia interna era intensa— Bienvenida a la manada Isabella, soy Artemisa, Luciano y yo somos muy... cercanos, él me cuida y me protege de todo, algunos lobos de nuestra manada supusieron que seríamos pareja en el futuro...— Que tontería, fuiste la prometida de mi hermano, jamás le faltaría a su memoria ni en mil años — Eso mismo les respondía, aunque entre el anterior heredero al Alfa y yo no pasó nada por qué queríamos esperar a estar casados, la manada es muy conservadora — Artemisa por supuesto que mentía, ella si se había acostado con su Alfa incluso había quedado embarazada de él, pero con la ayuda de su madre lo había abortado pensando en que Luciano podría convertirla en su luna y así le daría cachorros solo a él — ¿Entonces ustedes son cuñados, menos mal q
Los días pasaban, el Alfa Luciano Salvatore y su luna pasaban los momentos del día después de sus actividades dándose cariño, Isabella, estaba conociendo más a fondo a ese lobo que se imponía en dónde quiera que se parara Isabella pasaba el día en el hospital, Artemisa, no la perdía de vista mientras la luna ayudaba directamente con los lobos heridos, la inconforme Artemisa, se la pasaba en la dirección, ella se encargaba de ordenar todo desde ahí, cosa que no le correspondía a ella si no a la reina — Luciano, ¿a dónde Vas? todavía no hemos terminado de revisar este último reporte de tus bienes, ganancias y pérdidas — el beta Camilo estaba con documentos en mano llamando a su Alfa — Es la hora de salida de Isabella, del hospital, ¿qué quieres? ¿qué se regrese caminando a casa? teniendo coches, carruajes y caballos, no lo voy a permitir, iré a por ella Mientras tanto Isabella se despedía de sus compañeras, las lobas sabían que era su reina, pero la luna era tan amable que a veces s
Isabella detuvo su caminar, esa era una pregunta demasiado fuerte, pero sí, si la quería, quería su alma, su corazón, su pasión, ella quería todo de Luciano Salvatore La bella luna tenía en su corazón y su mente sentimientos demasiado intensos, a veces sentía que la sobrepasaban, sentía que no podía con tanto amor dentro de ella por ese Alfa malhumorado y de expresión temible — A ella le gustas, siempre está tratando que yo piense que entre ustedes hay algo más que una simple relación de cuñados, como si ella quisiera ser tu luna, no le creo ninguna de las sonrisas que me da, las siento falsas — explicaba Isabella, de espaldas al lobo — Son figuraciones tuyas, es normal que sientas celos por otra loba y más si es algo cercana a mí, pero te aseguro que ella y yo no tenemos nada romántico, la cuido solo por qué fue pareja de mi hermano — Eso espero Luciano, si me llego a enterar de que me mientes, no lo voy a tomar nada bien y sobre aviso no hay engaño Los esposos regresaron a la ma
La noche llegó, Isabella no habló con su Alfa porque apenas puso la cabeza en la almohada se volvió a quedar dormida, Luciano salió de la ducha para hablar con su luna y hacerle el amor pero ella ya estaba dormida y cobijada— Si no fuera por qué sé que en verdad estás dormida, me comenzaría a preocupar por qué no quieres hablar conmigo — murmuró el apuesto Alfa antes de meterse a la cama y abrazar a su mujer, aspiró su aroma lo que lo tranquilizó a él y a Jhon*Mañana sí o sí debemos hablar con ella* — dejó Jhon como mensaje para Luciano antes de dormirseIsabella llegó al hospital al día siguiente, se preguntaba por qué se había sentido tan cansada el día anterior, Raquel, una de las enfermeras, acompañaba a Isabella al área de maternidad, había por lo menos quince cachorros que recién habían nacido, entre ellos un par de gemelos— Por la diosa luna, que cachorritos tan hermosos, hoy pasaremos el día con ellos, los vamos a bañar y a poner guapos para llevarlos con sus madres — a Isa