Julián se acercó rápidamente a la cama de su hijo para comprobar su estado y tranquilizarlo, lo ayudó a recostarse de nuevo.―Tranquilo Santiago, todo estará bien ―el hombre suspiró para tomar aliento―, escúchame hijo, esto es normal después del tipo de lesión que sufriste. Con la caída te lesionaste un poco la columna vertebral, y la sensación en tus piernas puede tardar en regresar.Santiago abrió los ojos con asombro, tratando de entender la gravedad de su situación.―¿Lesión en la… columna vertebral? ¿Significa que no podré... volver a caminar? ―inquirió con temor. Julián suspiró, tratando de calmarse para poder calmar a su hijo, porque si él se desesperaba y su hijo lo veía así, se pondría peor y no quería más sufrimiento para Santiago.―No podemos decirlo con certeza, el médico quiere hacerte unas pruebas más, pero no debes angustiarte ni anticiparte a lo que pueda ocurrir. Debes tener paciencia y darle tiempo a tu cuerpo para recuperarse.Las lágrimas de Santiago seguían cayen
Con ese beso, Lucero sintió emociones contradictorias, por un lado, la alegría de haber dado un paso adelante y recibir una respuesta positiva de Salvador. Por otro lado, la culpa por fingir sentimientos y engañar a alguien que no lo merecía, sin embargo, estaba decidida a seguir adelante y apoyar a Santiago en su recuperación.Por su parte, Salvador no tuvo ninguna emoción, no sintió corrientes eléctricas, ni fuegos artificiales, ni ningún deseo se agitó dentro de ella, era como besar a una hermana, tanto así que terminó separándose y dando un paso atrás.Entretanto, Dayana observó la escena con una mezcla de sorpresa y decepción, aunque ella sabía que él estaba enamorado de Lucero, porque el mismo se lo había dicho, una parte de ella se había negado y esperaba que terminara diciéndole que fue una confusión, pero ahora que los había visto juntos, sabía que no tenía esperanza alguna.Aunque había regresado para decirle a su amiga que pasaría por su casa buscando las cosas que había de
Luce con las manos temblorosas marcó el número de su amiga, era una de las cosas más difíciles que le había tocado hacer en la vida, dejar al hombre que amaba en manos de su mejor amiga.Al segundo repique, Dayana le atendió.“Hola, nena, ¿Cómo estás?”, interrogó Dayana con voz contenida.―Hola, Dayana. ¿Estás ocupada? ―preguntó Lucero, intentando mantener la calma.―No, no estoy ocupada. ¿Pasa algo?―Es sobre Santiago, quiere hablar contigo, quiere pedirte algo importante, no puedo decirte más, pero tienes que venir ―respondió Lucero tratando de ocultar su tristeza y dolor.“¿Acaso tiene que ver con una relación?”, preguntó Dayana, al otro lado de la línea, sin poder evitar ese nudo en el estómago, cuando escuchó su móvil repicar, sabía lo que significaba esa llamada y se preparó para afrontar la situación.―Es eso amiga ―respondió Lucero con aparente tranquilidad, aunque en su interior se sentía demasiado angustiada.Dayana guardó silencio por un momento, sabiendo que este era el mo
Cuando la vio alejarse, Santiago, que había estado recostado en la cama, se dejó caer abrumado por la tristeza y la decepción. Había depositado todas sus esperanzas en esa confesión, pero ahora se encontraba enfrentando un rechazo doloroso.Mientras tanto, Dayana caminaba por el pasillo con el corazón apretado. Se sentía culpable por haber lastimado a Santiago, pero sabía que no podía forzar sus sentimientos, eso probablemente los haría infelices. Se detuvo cerca de la escalera y se apoyó en ella, dejando escapar un sollozo contenido.Lucero, que había estado esperando ansiosa la aparición de su amiga a un extremo del pasillo, cuando la vio se levantó y se acercó lentamente a Dayana, por un momento se miraron.―¿Lo aceptaste? ―interrogó su amiga.Justo en el momento que Salvador abría la puerta de la habitación y escuchaba la conversación.Dayana negó primero con la cabeza y luego le respondió.―Lo siento, pero no pude hacerlo, yo no lo amo y no me parece justo engañarlo, no me voy
Lucero bajó la mirada, sintiéndose acorralada por las palabras de Santiago. Su rostro reflejaba confusión y angustia mientras buscaba las palabras adecuadas para responder.―Santiago, eso no te incumbe... eso solo le corresponde saberlo, es a Salvador ―murmuró con voz entrecortada.―Pues que te parece, a mí también, me interesa, por eso quiero tu respuesta, no quiero rodeos, Lucero. Quiero la verdad, sin medias tintas. ¿Lo amas o no? Responde si o no ―insistió Santiago con determinación.Lucero suspiró profundamente.―Si Santiago. Amo a Salvador ―confesó con voz temblorosa.El semblante de Santiago se tornó más serio, porque no se sentía aliviado de escuchar esas palabras.Él asintió y terminó enfurruñándose.―Quiero que me dejes solo, ya no te necesito por hoy, ve a tu cena con tus futuros suegros ―pronunció con un tono de amargura.Ella volteó una vez más a verlo y salió de manera silenciosa. Se sentía extrañada por la actitud de Santiago, si no estuviera seguro de que amaba a Dayan
Dayana no podía creer lo que estaba sucediendo, todo había sucedido tan rápido, pero su cuerpo ardía por el beso apasionado de Salvador. Se dejó llevar por el momento y profundizó el beso, entrelazando su lengua con la de él. Fue un beso lleno de deseo y anhelo, y Dayana se dio cuenta de que por más que quisiera olvidarlo no podía, amaba a Salvador hasta los tuétanos.Después de unos minutos, Salvador se separó de ella y la miró con intensidad. Dayana se ruborizó al sentir su mirada penetrante en ella.―No vuelvas a haces eso ¿Por qué lo hiciste si se supone que amas a Lucero? ―preguntó Dayana molesta, sin dejar de verlo al rostro, de pronto lo vio que palidecía.―Yo… ―comenzó a decir, pero se quedó en silencio apretándose el puente de la nariz y Dayana se dio cuenta.―¡Es mentira! No la amas ¡Eres un idiota Salvador Del Pino! Es que me provoca caerte a chancletazos ―expresó bastante molesta―, ¿Y la engañaste? ¿Le estás haciendo creer que la amas y es mentira?En vez de negarlo, él se
Salvador salió corriendo de la habitación de su hermano sin decir nada, y él estaba tan concentrado que ni siquiera se dio cuenta de su presencia, caminó por los pasillos de su casa con el corazón lleno de angustia. La imagen que acababa de presenciar lo había dejado profundamente herido. No era fácil procesar, ver a tu propio hermano teniendo intimidad con tu prometida. Pero su dolor no provenía del hecho de que Lucero estuviera con Santiago, ya que él no la amaba realmente. Lo que lo lastimaba era el hecho de que su propio hermano hubiera llegado a ese extremo de traicionarlo.Se detuvo en medio de la sala, dejando que las emociones lo abrumaran. Las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos, pero luchó por contenerlas. La sensación de traición y abandono lo invadió. ¿Cómo podía haberse acostado con Lucero cuando supuestamente conocía que él albergaba sentimientos por ella?Los pensamientos se agolpaban en su mente, causando un torbellino de emociones. Se sentía profundamente heri
Dayana se sentía desesperada por la situación. No sabía qué había sucedido entre Salvador, Santiago y Lucero, pero esperaba que él hubiese tenido el valor de conversar. Esperó ansiosamente una llamada de Salvador, pero el tiempo pasaba y no recibía noticias suyas.Finalmente, decidida a tomar medidas, Dayana agarró su teléfono y marcó el número de Salvador. El móvil repicó varias veces, pero él no contesto, respiró profundo y le dejó un mensaje de voz.“Salvador, ¿dónde estás? Estoy preocupada, necesito saber qué está pasando ¿Te decidiste?” dijo Dayana, con su voz cargada de angustia.Cuando vio que el tiempo pasó y no llamó, por fin tomó una decisión, caminó hacia sus padres, quienes estaban en la sala de estar viendo una película muy cerca uno de otro.―Papá, mamá ¿Podemos hablar un momento? ―interrogó la chica con inquietud.Enseguida sus padres posaron su mirada en ella con interés.―¿Qué pasa hija? ―interrogó Aníbal presintiendo que lo que le iba a decir su hija no iba a gustarl