La desesperación se apoderó de Dayana mientras veía a Salvador luchar por salvar a su hermano. Los minutos parecían eternos, y cada segundo que pasaba sin respuesta era un tormento para ella.Finalmente, la ambulancia llegó y los paramédicos tomaron el control de la situación. Salvador no se separaba de Santiago ni un instante, le tomaba la mano con fuerza y suplicando que volviera en sí.―¡Te prohíbo que te vayas! ¡Estás loco! ¿Tienes idea de lo que haría yo sin ti? Sin tus bromas, risas, tu sentido del humorDayana se acercó a Salvador, su rostro lleno de preocupación y tristeza. Quería consolarlo, pero no sabía cómo. Se sentía impotente ante la situación, deseando poder hacer algo más.Los paramédicos continuaron con las maniobras de reanimación mientras llevaban a Santiago en camilla hacia la ambulancia. Salvador subió rápidamente, sin soltar su mano ni un segundo.Dayana decidió ir con ellos, pero la voz y expresión severa del chico la detuvo.―¡Tú no vienes con nosotros! Vete a t
Dayana se quedó en el suelo, aturdida y dolorida por la caída y el trato agresivo de Salvador.―¡Desaparécete! Nuestras vidas iban perfectas, hasta que te acercaste a mí ¿Qué querías decirme? ¿Qué yo te gustaba? ―dijo con una expresión de rabia en su rostro―, ¡Tú a mí no me gustas! ¿Crees que me puede gustar una mocosa fastidiosa que ha estado detrás de mí desde que empezó a caminar? ¿No te has visto nunca? Eres una chiquilla insignificante, a mí me gustan las mujeres completas, no un espectro de ella ¡Eres insoportable! Y no hay nada que me agrade de ti, me molesta tu risa, tu cara y tu expresión de niña buena.Después de decir eso, él la miró una vez más con desprecio, Dayana sintió las lágrimas corriendo por su rostro mientras observaba a Salvador cerrar la puerta de la habitación de Santiago, dejándola afuera.Sentía el peso de la tristeza, la impotencia y un profundo dolor se instaló en su corazón. Se sentía atrapada en una pesadilla de la cual no podía escapar. El dolor de perde
Dayana se quedó sin palabras, sintiendo cómo el mundo se derrumbaba a su alrededor. Las lágrimas seguían brotando de sus ojos, pero esta vez era un llanto silencioso y desgarrador.―¿Qué estás diciendo, Salvador? ―preguntó con voz temblorosa―. ¿Santiago está enamorado de mí?Salvador asintió con tristeza, sin apartar la mirada de Dayana.―Sí, lo está. Desde hace mucho tiempo ha sentido algo por ti, desde que era un chiquillo, pero nunca tuvo el valor de decírtelo.Salvador cerró los ojos recordando ese momento cuando su hermano le confesó sus sentimientos, estaban descansando luego de haber pasado horas jugando, y como a su madre no le gustaba que entraran sudados a la casa, se tiraron en el jardín para refrescarse, se acostaron boca arriba, sin dejar de observar el brillante cielo azul y de repente su hermano Santiago sacó la conversación.“―Salva ¿Alguna vez te has enamorado? ―interrogó. Salva dio un largo suspiro y su hermano soltó la carcajada―, hay hermanito, tu suspiro lo dice t
Pasaron dos días desde el accidente de Santiago, y Dayana no lo había abandonado, no quería separarse de su lado porque se sentía culpable. Cada día, entraba a la habitación del hospital con el corazón lleno de esperanza y miedo. Hablaba con suavidad, acariciaba su frente y tomaba su mano, esperando que de alguna manera pudiera sentir su presencia y saber que ella estaba allí.Esa tarde, mientras Dayana se encontraba sentada junto a la cama de Santiago, su amiga Lucero entró en la habitación. Lucero también había visitado a Santiago todos los días desde el accidente, pero no había tenido la oportunidad de hablar a solas con Dayana.Lucero llevaba consigo un sentimiento inquieto en el corazón, ella había escuchado la conversación de su amiga con Salvador, y sabía que Santiago estaba enamorado de ella. Ahora, viendo a Santiago postrado en la cama y luchando por su vida, su dolor se intensificaba, quería que él fuera feliz y si no la amaba, quizás pudiera ser feliz con Dayana su verda
Julián se acercó rápidamente a la cama de su hijo para comprobar su estado y tranquilizarlo, lo ayudó a recostarse de nuevo.―Tranquilo Santiago, todo estará bien ―el hombre suspiró para tomar aliento―, escúchame hijo, esto es normal después del tipo de lesión que sufriste. Con la caída te lesionaste un poco la columna vertebral, y la sensación en tus piernas puede tardar en regresar.Santiago abrió los ojos con asombro, tratando de entender la gravedad de su situación.―¿Lesión en la… columna vertebral? ¿Significa que no podré... volver a caminar? ―inquirió con temor. Julián suspiró, tratando de calmarse para poder calmar a su hijo, porque si él se desesperaba y su hijo lo veía así, se pondría peor y no quería más sufrimiento para Santiago.―No podemos decirlo con certeza, el médico quiere hacerte unas pruebas más, pero no debes angustiarte ni anticiparte a lo que pueda ocurrir. Debes tener paciencia y darle tiempo a tu cuerpo para recuperarse.Las lágrimas de Santiago seguían cayen
Con ese beso, Lucero sintió emociones contradictorias, por un lado, la alegría de haber dado un paso adelante y recibir una respuesta positiva de Salvador. Por otro lado, la culpa por fingir sentimientos y engañar a alguien que no lo merecía, sin embargo, estaba decidida a seguir adelante y apoyar a Santiago en su recuperación.Por su parte, Salvador no tuvo ninguna emoción, no sintió corrientes eléctricas, ni fuegos artificiales, ni ningún deseo se agitó dentro de ella, era como besar a una hermana, tanto así que terminó separándose y dando un paso atrás.Entretanto, Dayana observó la escena con una mezcla de sorpresa y decepción, aunque ella sabía que él estaba enamorado de Lucero, porque el mismo se lo había dicho, una parte de ella se había negado y esperaba que terminara diciéndole que fue una confusión, pero ahora que los había visto juntos, sabía que no tenía esperanza alguna.Aunque había regresado para decirle a su amiga que pasaría por su casa buscando las cosas que había de
Luce con las manos temblorosas marcó el número de su amiga, era una de las cosas más difíciles que le había tocado hacer en la vida, dejar al hombre que amaba en manos de su mejor amiga.Al segundo repique, Dayana le atendió.“Hola, nena, ¿Cómo estás?”, interrogó Dayana con voz contenida.―Hola, Dayana. ¿Estás ocupada? ―preguntó Lucero, intentando mantener la calma.―No, no estoy ocupada. ¿Pasa algo?―Es sobre Santiago, quiere hablar contigo, quiere pedirte algo importante, no puedo decirte más, pero tienes que venir ―respondió Lucero tratando de ocultar su tristeza y dolor.“¿Acaso tiene que ver con una relación?”, preguntó Dayana, al otro lado de la línea, sin poder evitar ese nudo en el estómago, cuando escuchó su móvil repicar, sabía lo que significaba esa llamada y se preparó para afrontar la situación.―Es eso amiga ―respondió Lucero con aparente tranquilidad, aunque en su interior se sentía demasiado angustiada.Dayana guardó silencio por un momento, sabiendo que este era el mo
Cuando la vio alejarse, Santiago, que había estado recostado en la cama, se dejó caer abrumado por la tristeza y la decepción. Había depositado todas sus esperanzas en esa confesión, pero ahora se encontraba enfrentando un rechazo doloroso.Mientras tanto, Dayana caminaba por el pasillo con el corazón apretado. Se sentía culpable por haber lastimado a Santiago, pero sabía que no podía forzar sus sentimientos, eso probablemente los haría infelices. Se detuvo cerca de la escalera y se apoyó en ella, dejando escapar un sollozo contenido.Lucero, que había estado esperando ansiosa la aparición de su amiga a un extremo del pasillo, cuando la vio se levantó y se acercó lentamente a Dayana, por un momento se miraron.―¿Lo aceptaste? ―interrogó su amiga.Justo en el momento que Salvador abría la puerta de la habitación y escuchaba la conversación.Dayana negó primero con la cabeza y luego le respondió.―Lo siento, pero no pude hacerlo, yo no lo amo y no me parece justo engañarlo, no me voy