Ella correspondió el beso, de manera apasionada, sentía como si una llamarada de fuego ardiera en su interior, el calor era sofocante, se besaban como si no hubiera un mañana, como si el resto del mundo hubiera dejado de existir y solo fueran ellos dos.Luego ella se separó y lo miró a los ojos. Él estaba maravillado por el beso y más aún porque no había esperado que su esposa reaccionara de esa manera, pensó que ya no tenía ningún sentimiento por él, pero ahora podía comprobar que el amor seguía allí. Erika quiso levantarse para poner distancia entre ellos, sin embargo, Julián no se lo permitió y le habló en tono suplicante.—Por favor mi amor, no me rechaces, permíteme demostrarte cuánto te amo y todo lo que te he extrañado, tú eres mi único amor Erika, nunca te he olvidado, porque te he tenido grabado en cada poro de mi piel.La pasión entre ellos se sintió palpable en el aire, el aroma de los cuerpos de ellos se mezcló con la fragancia dulce y floral de Erika, enloqueciendo a Jul
Ella se quedó pensativa con una mano en el mentón, mirándolo como si estuviera decidiendo qué responderle. —No estoy muy segura… primero estabas en evaluación para ver si te dejaba ingresar a mi vida… te he aprobado —él estaba a punto de celebrar contento cuando ella lo detuvo—, pero espérate, no celebres aún, todavía el puesto no es tuyo, porque a partir de hoy inicia el período de prueba, veremos si cumples las expectativas ¿Tú crees que lo hagas? —dijo mientras extendía sus brazos y lo rodeaba por el cuello.De inmediato él asintió y correspondió a su abrazo, con una sonrisa y la besó, sabiendo que aunque ella se estuviera haciendo la dura lo había perdonado, la levantó y la recostó en la cama con cuidado, dispuesto a darle otra hora de placer, cuando escuchó unos golpes en la puerta.—Mamá ¿Dónde estás? ¿Mi papá está contigo? —interrogó Salva—, es que necesito que vea lo que está sucediendo, es una situación muy urgente.Ella le había dicho a Julián que no hablara, pero al oírlo d
Gerardo y Nardo al darse cuenta de la presencia de Julián se pusieron de pie, sorprendidos de que pudiera llegar allí burlando la seguridad del internado y que la secretaria no les hubiera avisado. Enseguida detrás de Julián, entró la secretaria con una expresión de preocupación. —Lo siento, señor Ramírez, él ni siquiera se anunció, pasó como perro por su casa —pronunció en un tono de angustia la mujer. —No se preocupe, señorita, a mí nadie me detiene ¿Acaso no sabe quién soy yo? —le dijo con cierto aire de soberbia. —¡Salga de aquí, señorita! Después usted y yo hablamos —pronunció el director con severidad. Enseguida el director Ramírez, intentó recuperar la compostura mientras se levantaba de su silla. —¿Cómo ha entrado aquí? No puede presentarse en mi oficina sin mi autorización ¿Qué es lo que quiere? —preguntó con voz temblorosa. Julián sonrió con suficiencia mientras se acercaba al escritorio, ignorando las preguntas del director. —A usted no debe importarle de qué manera
Aníbal se quedó en silencio, es que sentía que las palabras que pudiera pronunciar no tenían sentido, estaba derrotado, nada le estaba saliendo bien. Se dio cuenta que haberse entregado había sido una gran estupidez, en el mismo momento cuando supo que su lucha no sería justa. Se arrepintió una vez más de no haberle hecho caso a Julián y a Erika, porque a solo minutos de ser llevado hasta la estación policial, el oficial que lo detuvo y quien se había comportado con amabilidad, le notificaron que sería trasladado a otro lugar y a partir de allí todo se convirtió en un caos para Aníbal.No había podido contactar con nadie porque le prohibieron incluso hacer la llamada que por derecho le correspondía.Ese mismo oficial, antes de irse, alcanzó a decirle que se cuidara, que trataría de contactar con Julián, para decirle que lo habían traslado de la estación, y que aunque intentó encontrar ayuda para él, nadie estaba dispuesto a ayudarlo, porque lamentablemente allí, solo les importaba e
Aníbal se preparó para lo peor. Él no era dado a las peleas, aunque eso no significaba que no supiera pelear, porque desde temprana edad su madre lo había inscrito en artes marciales, así que no tenía miedo, sabía que tenía que defenderse, aunque también sabía que no podía perder el control. Tomó una respiración profunda y antes de que los hombres atacaran, él se levantó de la cama y arremetió en contra de uno con tanta fuerza que terminó estrellándolo contra la reja de la celda.El hombre se sorprendió con el ataque, de hecho no se lo esperaba, mientras tanto los otros comenzaron a lanzarle golpes, él comenzó a moverse, con celeridad se agachó y terminó pasando por debajo de la pierna del hombre más alto y que estaba más cerca de él, luego se levantó con rapidez y golpeó al hombre con el codo directamente en la mandíbula, justo en el mismo momento que un gemido de dolor salió de la boca del hombre.Mientras este caía al suelo, retorciéndose del dolor, el primero que había golpeado s
—No, no estoy loco… aunque sé que es una locura, pero necesito que me denuncies por bigamia.—No lo entiendo, ¿Para qué quieres que te acuse de bigamia, si sabes que no es cierto? Yo mandé a falsificar ese papel para que te casaras y meterte a la cárcel, pero eso era cuando te creí culpable… pero no voy a hacer eso y menos cuando me acabas de decir que los Del Pino nos quieren hacer blanco de sus maquinaciones ¿Quieres que les dé cartucho para que nos ataquen? ¡Nooo!—Escúchame por favor, no te cierres, Aníbal está en riesgo… tengo alguien que me va a ayudar, todo va a salir bien, tenemos algunos aliados, aunque no de tanto peso para ir contra el comandante —alegó el hombre tratando de convencerla.—¿Y por qué esa persona que te quiere ayudar, no ayuda a Aníbal a salir? Esa me parece la solución más razonable —declaró ella molesta.—No puede, porque la orden del comandante de la policía es no dejar salir a Aníbal, y nadie va a arriesgarse… en cambio, en mi caso, accionarán con una den
Al final, gracias al ojo morado que le dejó al hombre, Julián terminó siendo trasladado a una de las celdas de castigo, y ese día el destino estaba de su parte, porque terminaron de ubicarlo al lado de donde estaba Aníbal.Cuando estuvo seguro de que los guardias no estaban por allí, empezó a nombrarlo.—¡Aníbal! —llamó, pero como no recibió respuesta, repitió el llamado—, ¡Aníbal! ¿Me escuchas? ¿Estás allí? —preguntó golpeando la pared, para luego quedarse en silencio para ver si escuchaba algún ruido al otro lado de la pared.La respuesta que recibió primero, fue un largo suspiro, seguido del sonido de alguien moviéndose incómodamente en la celda vecina. Finalmente, la voz de Aníbal llegó en un susurro bajo.—Julián, ¿Eres tú? —preguntó Aníbal con una clara sorpresa en su voz.—Sí, soy yo. ¿Cómo estás? —interrogó preocupado.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? —indagó en tono más alto.—Me dejé encerrar por ti, para que no digas después que no me interesas... es solo que hemos descubie
Erika se quedó mirando fijamente a su hijo, un poco contrariada e incrédula. Había estado segura de que Salva aceptaría hacer lo que le pedía sin ningún tipo de reparo. Había sido Aníbal quien le había enseñado todo lo que sabía sobre la tecnología y el hackeo, y aunque le dijo que eran herramientas a utilizar cuando fuera absolutamente necesarias, no pensó que ahora cuando se requería para salvar al mismo Aníbal, el pequeño Salva se negara.—¿Qué quieres decir con que no vas a hacerlo? —preguntó Erika, tratando de ocultar su enfado y su sorpresa. —Mamá, exactamente eso. No puedo hacer algo así —ella lo miró contrariada e iba a expresar su molestia cuando él la detuvo—, antes de que me reprendas escucha mis razones, si hackeo sus cuentas y le dejo el mensaje allí mismo, va a darse cuenta de que alguien ingresó en sus cuentas de redes sociales, lo vamos a poner sobre aviso, cambiará cuentas, o armará escándalos diciendo que fue objeto de hackeo y le sembraron mensajes para causarle d