Erika se quedó mirando fijamente a su hijo, un poco contrariada e incrédula. Había estado segura de que Salva aceptaría hacer lo que le pedía sin ningún tipo de reparo. Había sido Aníbal quien le había enseñado todo lo que sabía sobre la tecnología y el hackeo, y aunque le dijo que eran herramientas a utilizar cuando fuera absolutamente necesarias, no pensó que ahora cuando se requería para salvar al mismo Aníbal, el pequeño Salva se negara.—¿Qué quieres decir con que no vas a hacerlo? —preguntó Erika, tratando de ocultar su enfado y su sorpresa. —Mamá, exactamente eso. No puedo hacer algo así —ella lo miró contrariada e iba a expresar su molestia cuando él la detuvo—, antes de que me reprendas escucha mis razones, si hackeo sus cuentas y le dejo el mensaje allí mismo, va a darse cuenta de que alguien ingresó en sus cuentas de redes sociales, lo vamos a poner sobre aviso, cambiará cuentas, o armará escándalos diciendo que fue objeto de hackeo y le sembraron mensajes para causarle d
Con todas sus fuerzas, el hombre levantó al joven y lo cargó en sus hombros mientras corría por el pasillo pidiendo auxilio, al mismo tiempo que se dirigía a la enfermería.—Por favor ¡Ayuda! Este hombre está muy mal —decía sin poder evitar sentirse preocupado, temiendo por la vida del muchacho.La respiración del joven era débil y su piel estaba ardiendo con fiebre, lo que indicaba que necesitaba atención médica de inmediata, de lo contrario su vida peligraba. El hombre estaba desesperado por salvar al joven.En ese momento llegaron otros guardias.—¿Para dónde lo llevas? No puedes sacarlo de aquí, nos vamos a meter en problema —expresó uno de ellos molesto.—Está inconsciente, no puedo dejarlo allí, ¿Saben lo que nos puede pasar si muere bajo nuestra custodia? —los otros se quedaron callados—, nos van a acusar de su muerte, puede que ustedes quieran manchar su carrera así, pero yo no.Llegó a enfermería y dejó a Aníbal en la camilla, cuando el doctor lo vio se levantó corriendo a at
Erika escuchó las palabras de Julián con atención, sabía que él estaba muy afectado por lo que le había pasado a Aníbal y deseaba hacer justicia, pero a pesar de todo, ella estaba un poco recelosa, no le convencía la idea de atacar al comandante de la policía de manera directa, porque aún estaba en el poder y temía que tomara repercusiones, pero como si Julián le leyera el pensamiento, respondió. —En algún momento alguien debe accionar, si no lo hice antes fue porque Aníbal estaba dentro y estaba bajo su cuidado, ahora estamos del lado de afuera, y cuando esto explote no podrá hacer nada… confía en mí —declaró y ella aceptó. “Está bien Julián” declaró entendiendo cómo se sentía “le diré a Salva que filtre las fotografías para que todo el mundo conozca como maneja el comandante de la policía, su institución” respondió Erika con determinación. Después de colgar el teléfono, Erika caminó a buscar a los niños que se encontraban jugando con Rayito, ella se montaba en la espalda de Salva
Erika sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras del médico. Miró a Julián, quien le sostuvo la mirada con preocupación. Los niños se levantaron y aferraron a ella, buscando consuelo en su abrazo, se sentían conmovidos por lo que estaba pasando. La mujer respiró hondo y preguntó con voz temblorosa: —¿Y cuál es la solución, doctor? ¿Qué podemos hacer para que Aníbal se recupere? —Lo primero que debemos hacer es realizar la operación lo antes posible. Por desgracia existe el riesgo de que la cirugía no tenga éxito o que Aníbal no sobreviva al procedimiento. Pero, no hacer nada no es una opción. La situación es crítica y debemos actuar rápidamente. Otro problema es que pareciera como si ese chico no tuviera ganas de vivir. Erika asintió con tristeza mirando a su esposo, sabiendo que el médico tenía razón. No podían quedarse de brazos cruzados, tenían que hacer todo lo posible para salvar a Aníbal. Julián tomó la mano de Erika en la suya y le dio un apretón reconfortante.
Alena se sintió acorralada. La lógica de Erika tenía sentido, pero su corazón aún estaba lleno de miedo y dolor. Esas pesadillas que la atormentaban la mayoría de las veces, apenas cerraba los ojos, y aunque antes su atacante no tenía rostro, ahora le había puesto el rostro de Aníbal.Pensó en su hijo, ¿Qué sucedería si en verdad su padre resultaba inocente? ¿Qué explicación le daría? ¿Pero si le daba entrada y resultaba ser culpable? ¿Cómo iba a dejar a un hombre así acercarse a su hijo?, pensó, puede que Erika confiara en él, pero ella no podía serlo, porque en su caso él era ese hombre que abusó de ella y la dejó embarazada,Negó con la cabeza tomando una decisión, era preferible rechazarlo ahora y si estaba equivocada que el tiempo le diera la razón a él, pero solo hasta que llegara ese momento le dejaría acercarse a su hijo, sabía que no les iba a gustar su decisión.—Lo siento Erika, pero no puedo permitir que un violador esté cerca de mi hijo —dijo con firmeza, mientras el rost
El señor Lemus sonrió con ternura al escuchar las palabras de los niños y se agachó para estar a la altura de ellos, sintió un ligero alivio en su corazón, pero sabía que la recuperación de su hijo no sería fácil.—Gracias, niños, tienen razón. Mi hijo es un luchador y estoy seguro de que se recuperará pronto. Agradeció al médico por la información y se dirigió a la sala, a esperar que su hijo despertara, aunque ya tenías horas allí no quería moverse, se sentía culpable por lo ocurrido.—Señor Lemus, yo debo irme, hay cosas que debo hacer para demostrar la inocencia de su hijo… por favor, cuando despierte no se olvide de avisarnos, si no lo hace hoy pasamos en la mañana para ver cómo está —declaró Julián y el señor agradeció.—Gracias por el apoyo dado a Aníbal… después de que vi lo que estaba sucediendo con el comandante de la policía, supe que había cometido el peor error de mi vida… pensé que esas rencillas del pasado habían quedado atrás, pero al parecer fue solo de mi parte, por
Ramírez temblaba de miedo mientras Julián lo sostenía con una mano en el cuello. Sabía que no podía hacer nada contra el nuevo dueño del internado, pero eso no lo detenía de intentar escapar de su agarre, además, no podía evitar sentirse resentido por la forma como lo estaba tratando.—Suélteme, por favor, se lo suplico, lo siento mucho, me equivoqué —suplicó Ramírez con voz ronca y entrecortada.Julián lo soltó de golpe, mientras se sacudía las manos, quitándose un sucio imaginario, al mismo tiempo que el hombre caía de bruces en el suelo, sin dejar de toser para tratar de recuperar el aliento, con su rostro teñido de rojo como si hubiera estado a punto de ahogarse. El hombre lo veía de manera despectiva, sintiendo aún cómo la adrenalina corría por sus venas.—A partir de este momento, tienes prohibido entrar a las instalaciones de este lugar, no quiero volver a ver tu cara aquí, Ramírez. Si vuelvo a verte, te aseguro que no seré tan amable contigo como lo fui ahora, además, mandaré
Cuando Julián llegó a la oficina los abogados lo estaban esperando con un poco de preocupación por sus últimas palabras, antes de llegar allí había llamado a la clínica y le dijeron que aun Aníbal no había reaccionado, sin embargo, eso no le impediría seguir avanzando para lograr su libertad.Apenas entró a la sala de reuniones, Julián conectó el dispositivo extraíble en la pantalla que estaba en la sala de reuniones y sin dar ninguna explicación empezó a transmitir su contenido, cuando terminó posó su mirada en cada uno de ellos.—¿Les parece suficientes pruebas? Si no, muy bien puedo seguir buscando.Aunque sus palabras eran tranquilas y aparentemente no tenían nada malo, encerraban un tono de sarcasmo que los abogados entendieron muy bien.—¿Entonces qué vamos a hacer? Consideraron mis palabras ¿Se puede o no? —preguntó y todos se miraron unos a otro, pero al final asintieron.Los abogados accedieron, sabiendo que Julián tenía razón. Si esperaban a que Aníbal se recuperara, podrían