Aníbal se quedó en silencio, es que sentía que las palabras que pudiera pronunciar no tenían sentido, estaba derrotado, nada le estaba saliendo bien. Se dio cuenta que haberse entregado había sido una gran estupidez, en el mismo momento cuando supo que su lucha no sería justa. Se arrepintió una vez más de no haberle hecho caso a Julián y a Erika, porque a solo minutos de ser llevado hasta la estación policial, el oficial que lo detuvo y quien se había comportado con amabilidad, le notificaron que sería trasladado a otro lugar y a partir de allí todo se convirtió en un caos para Aníbal.No había podido contactar con nadie porque le prohibieron incluso hacer la llamada que por derecho le correspondía.Ese mismo oficial, antes de irse, alcanzó a decirle que se cuidara, que trataría de contactar con Julián, para decirle que lo habían traslado de la estación, y que aunque intentó encontrar ayuda para él, nadie estaba dispuesto a ayudarlo, porque lamentablemente allí, solo les importaba e
Aníbal se preparó para lo peor. Él no era dado a las peleas, aunque eso no significaba que no supiera pelear, porque desde temprana edad su madre lo había inscrito en artes marciales, así que no tenía miedo, sabía que tenía que defenderse, aunque también sabía que no podía perder el control. Tomó una respiración profunda y antes de que los hombres atacaran, él se levantó de la cama y arremetió en contra de uno con tanta fuerza que terminó estrellándolo contra la reja de la celda.El hombre se sorprendió con el ataque, de hecho no se lo esperaba, mientras tanto los otros comenzaron a lanzarle golpes, él comenzó a moverse, con celeridad se agachó y terminó pasando por debajo de la pierna del hombre más alto y que estaba más cerca de él, luego se levantó con rapidez y golpeó al hombre con el codo directamente en la mandíbula, justo en el mismo momento que un gemido de dolor salió de la boca del hombre.Mientras este caía al suelo, retorciéndose del dolor, el primero que había golpeado s
—No, no estoy loco… aunque sé que es una locura, pero necesito que me denuncies por bigamia.—No lo entiendo, ¿Para qué quieres que te acuse de bigamia, si sabes que no es cierto? Yo mandé a falsificar ese papel para que te casaras y meterte a la cárcel, pero eso era cuando te creí culpable… pero no voy a hacer eso y menos cuando me acabas de decir que los Del Pino nos quieren hacer blanco de sus maquinaciones ¿Quieres que les dé cartucho para que nos ataquen? ¡Nooo!—Escúchame por favor, no te cierres, Aníbal está en riesgo… tengo alguien que me va a ayudar, todo va a salir bien, tenemos algunos aliados, aunque no de tanto peso para ir contra el comandante —alegó el hombre tratando de convencerla.—¿Y por qué esa persona que te quiere ayudar, no ayuda a Aníbal a salir? Esa me parece la solución más razonable —declaró ella molesta.—No puede, porque la orden del comandante de la policía es no dejar salir a Aníbal, y nadie va a arriesgarse… en cambio, en mi caso, accionarán con una den
Al final, gracias al ojo morado que le dejó al hombre, Julián terminó siendo trasladado a una de las celdas de castigo, y ese día el destino estaba de su parte, porque terminaron de ubicarlo al lado de donde estaba Aníbal.Cuando estuvo seguro de que los guardias no estaban por allí, empezó a nombrarlo.—¡Aníbal! —llamó, pero como no recibió respuesta, repitió el llamado—, ¡Aníbal! ¿Me escuchas? ¿Estás allí? —preguntó golpeando la pared, para luego quedarse en silencio para ver si escuchaba algún ruido al otro lado de la pared.La respuesta que recibió primero, fue un largo suspiro, seguido del sonido de alguien moviéndose incómodamente en la celda vecina. Finalmente, la voz de Aníbal llegó en un susurro bajo.—Julián, ¿Eres tú? —preguntó Aníbal con una clara sorpresa en su voz.—Sí, soy yo. ¿Cómo estás? —interrogó preocupado.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? —indagó en tono más alto.—Me dejé encerrar por ti, para que no digas después que no me interesas... es solo que hemos descubie
Erika se quedó mirando fijamente a su hijo, un poco contrariada e incrédula. Había estado segura de que Salva aceptaría hacer lo que le pedía sin ningún tipo de reparo. Había sido Aníbal quien le había enseñado todo lo que sabía sobre la tecnología y el hackeo, y aunque le dijo que eran herramientas a utilizar cuando fuera absolutamente necesarias, no pensó que ahora cuando se requería para salvar al mismo Aníbal, el pequeño Salva se negara.—¿Qué quieres decir con que no vas a hacerlo? —preguntó Erika, tratando de ocultar su enfado y su sorpresa. —Mamá, exactamente eso. No puedo hacer algo así —ella lo miró contrariada e iba a expresar su molestia cuando él la detuvo—, antes de que me reprendas escucha mis razones, si hackeo sus cuentas y le dejo el mensaje allí mismo, va a darse cuenta de que alguien ingresó en sus cuentas de redes sociales, lo vamos a poner sobre aviso, cambiará cuentas, o armará escándalos diciendo que fue objeto de hackeo y le sembraron mensajes para causarle d
Con todas sus fuerzas, el hombre levantó al joven y lo cargó en sus hombros mientras corría por el pasillo pidiendo auxilio, al mismo tiempo que se dirigía a la enfermería.—Por favor ¡Ayuda! Este hombre está muy mal —decía sin poder evitar sentirse preocupado, temiendo por la vida del muchacho.La respiración del joven era débil y su piel estaba ardiendo con fiebre, lo que indicaba que necesitaba atención médica de inmediata, de lo contrario su vida peligraba. El hombre estaba desesperado por salvar al joven.En ese momento llegaron otros guardias.—¿Para dónde lo llevas? No puedes sacarlo de aquí, nos vamos a meter en problema —expresó uno de ellos molesto.—Está inconsciente, no puedo dejarlo allí, ¿Saben lo que nos puede pasar si muere bajo nuestra custodia? —los otros se quedaron callados—, nos van a acusar de su muerte, puede que ustedes quieran manchar su carrera así, pero yo no.Llegó a enfermería y dejó a Aníbal en la camilla, cuando el doctor lo vio se levantó corriendo a at
Erika escuchó las palabras de Julián con atención, sabía que él estaba muy afectado por lo que le había pasado a Aníbal y deseaba hacer justicia, pero a pesar de todo, ella estaba un poco recelosa, no le convencía la idea de atacar al comandante de la policía de manera directa, porque aún estaba en el poder y temía que tomara repercusiones, pero como si Julián le leyera el pensamiento, respondió. —En algún momento alguien debe accionar, si no lo hice antes fue porque Aníbal estaba dentro y estaba bajo su cuidado, ahora estamos del lado de afuera, y cuando esto explote no podrá hacer nada… confía en mí —declaró y ella aceptó. “Está bien Julián” declaró entendiendo cómo se sentía “le diré a Salva que filtre las fotografías para que todo el mundo conozca como maneja el comandante de la policía, su institución” respondió Erika con determinación. Después de colgar el teléfono, Erika caminó a buscar a los niños que se encontraban jugando con Rayito, ella se montaba en la espalda de Salva
Erika sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras del médico. Miró a Julián, quien le sostuvo la mirada con preocupación. Los niños se levantaron y aferraron a ella, buscando consuelo en su abrazo, se sentían conmovidos por lo que estaba pasando. La mujer respiró hondo y preguntó con voz temblorosa: —¿Y cuál es la solución, doctor? ¿Qué podemos hacer para que Aníbal se recupere? —Lo primero que debemos hacer es realizar la operación lo antes posible. Por desgracia existe el riesgo de que la cirugía no tenga éxito o que Aníbal no sobreviva al procedimiento. Pero, no hacer nada no es una opción. La situación es crítica y debemos actuar rápidamente. Otro problema es que pareciera como si ese chico no tuviera ganas de vivir. Erika asintió con tristeza mirando a su esposo, sabiendo que el médico tenía razón. No podían quedarse de brazos cruzados, tenían que hacer todo lo posible para salvar a Aníbal. Julián tomó la mano de Erika en la suya y le dio un apretón reconfortante.