—Lo siento oficial, pero esta no es la residencia del señor Lemus, debería ir hasta su casa y entregarla allá ¿Por qué tendríamos que ver nosotros con él? —dijo con seriedad Julián.El policía reconoció al hombre frente a él, y suavizó la postura severa que traía cuando llegó.—Señor Del Pino, disculpe la molestia, pero recibimos información de que el señor Lemus se encontraba escondido en esta casa, por eso hemos venido a buscarlo —respondió el agente, con amabilidad, temía provocar la molestia en Julián, después de todo era innegable la influencia que tenía.—Pues quien le dijo eso le mintió, ya ve que no está en esta casa… aquí como sabrá vive la señora Erika Del Pino, mi esposa y mis hijos, no hay nadie extraño a nuestro núcleo familiar —expresó con firmeza.—Lo siento, señor Julián, jamás mi intención fue molestarlo, seguramente alguien se confundió —dijo el hombre apenado.—Seguramente, aunque si usted cree que debe revisar la casa, no tengo ningún problema en que lo haga quien
Ella le dio una mirada intensa y luego lo abrazó con todas sus fuerzas, llorando desconsoladamente.―No, mi amor, te quiero muchísimo, no puedo imaginar mi vida sin ti. No importa como llegaste a mí, eres mi tesoro y te quiero con toda mi alma. ―susurró entre lágrimas, besando sus negrísimos cabellos. ―Yo te amo mucho, mami, eres la mujer de mi vida ―le dijo con una sonrisa tierna que llenó su corazón de emoción.Su hijo la abrazó de regreso, hasta que se quedó dormido en su pecho, le acarició el cabello, con una mirada que traslucía el profundo amor que sentía por él. Recordó la promesa que se había hecho aquel día, jamás contarle la verdad sobre su origen, porque no quería lastimarlo, su hijo era sensible, amoroso, cariñoso, y esa, verdad, podría lastimarlo y sumirlo en una profunda tristeza.Sin embargo, ahora el destino había jugado una mala broma, y secretos del pasado regresaban, no faltaba mucho tiempo para que los rumores sobre su origen fueran cada vez más fuertes, y que el
Aníbal no podía creer lo que Julián le acababa de decir, pero la prueba era irrefutable, era su hijo. Se quedó mudo por varios segundos, no pudo evitar que miles de emociones se desataran dentro de él y no sabía por cuál dejarse dominar. Por una parte, estaba feliz de saber que tenía un hijo, por otra, sabía que si le hacían la prueba terminarían acusándolo de violación, la gente que no lo conocía lo señalaría, incluso ahora, algunos que debían confiar en él, no lo hacían, como el caso de su padre que lo había juzgado, sentenciado sin siquiera escuchar su versión de los hechos.Miles de pensamientos se agolparon en su mente, pensó en todo lo que le dirían a su hijo, cómo lo señalarían “¿Será justo que cargue con el estigma de tener un padre violador? Aunque no recuerde nada de eso y las cosas no hubieran sucedido como la están diciendo, la gente no vería eso y menos si sigo huyendo”, se dijo.Sabía que tenía que hacer lo correcto, enfrentar las acusaciones y tratar de salir lo mejor
Cuando los oficiales lo escucharon lo miraron con incredulidad, como si no pudieran creer que alguien se atreviera a entregarse tan fácilmente. Pero después de unos segundos de silencio, uno de los oficiales tomó las esposas y se acercó a Aníbal.―¿Estás seguro de esto, hijo? ―preguntó el oficial mientras le colocaba las esposas.―Sí, estoy seguro ―respondió Aníbal con decisión.Su padre observaba con una mezcla de orgullo, aunque le pareció también ver una mezcla de preocupación al mismo tiempo. Aníbal lo observó, pero no le dijo nada, solo esperaba que todo saliera bien, enseguida los agentes policiales comenzaron a guiarlo hacia la salida por los pasillos del centro médico, mientras lo llevaban la gente iba saliendo y se aglomeraba para observarlo.No supo cómo, pero enseguida cuando llegaron a la puerta principal del hospital, estaba reunido un montón de gente gritándole.“¡Violador!”“¡Todo el peso de la ley para él!”“¡Es un desgraciado, merece lo peor!” Aníbal tragó saliva, s
A pesar de la situación, Alena intentó razonar con su padre para que se calmará. Porque cada segundo que pasaba, la situación se estaba volviendo insostenible, su padre estaba alterado y Erika no estaba mejor, sentía que iba a terminar mal si no lograban llegar a un punto medio. —Papá por favor, cálmate… y a ustedes, no me van a hacer sentir mal, nosotros no estamos equivocados, estamos haciendo lo correcto al denunciar a ese hombre de violación, y no estoy buscando venganza, sino justicia, si a ustedes les cuesta entender, es su problema. Dicho eso, tomó la mano de su padre y salió allí, dejando a Erika y a Julián con una creciente sensación de molestia. —¡Es una idiota esa mujer! Que no puede ver más allá de sus narices. —No te preocupes, vamos a lograr sacarlo de allí, llamaré al abogado, toma la llave del auto y conduces tú mientras hablo. Así lo hizo, llamó a sus abogados y le pidió presentarse en la estación policial central, cuando cortó la llamada Erika le hizo saber cómo
Erika y los demás, intercambiaron miradas mientras Rayito seguía hablando emocionada. La niña, a pesar de su corta edad, tenía un aire de determinación que les sorprendía, y aunque sabían que era peligroso para ella estar encima de la vitrina, no podían evitar sentir cierta admiración por su valentía y ocurrencias. Finalmente, Erika se acercó a la niña y le tomó de la mano. —Ven vamos a bajar, te puedes caer de allí y te vas a lastimar. —No mami, deben mostrarme el video, soy más grande que ustedes, deben cumplir con su palabra —discutió frunciendo las cejas con seriedad. —Está bien Rayito, haremos como dices, siempre y cuando resulte que en verdad seas más grande que yo, te dejaré ver el vídeo ¿Te parece? —preguntó Julián y ella asintió. —¡Ya gané! —dijo emocionada, pero segundos después abrió la boca sorprendida cuando vio a su padre subirse en la vitrina a un lado de ella —¿Qué haces papi? —Creo que no podrás ver el vídeo porque aún no eres más grande que yo —dijo Julián, mirá
Ella correspondió el beso, de manera apasionada, sentía como si una llamarada de fuego ardiera en su interior, el calor era sofocante, se besaban como si no hubiera un mañana, como si el resto del mundo hubiera dejado de existir y solo fueran ellos dos.Luego ella se separó y lo miró a los ojos. Él estaba maravillado por el beso y más aún porque no había esperado que su esposa reaccionara de esa manera, pensó que ya no tenía ningún sentimiento por él, pero ahora podía comprobar que el amor seguía allí. Erika quiso levantarse para poner distancia entre ellos, sin embargo, Julián no se lo permitió y le habló en tono suplicante.—Por favor mi amor, no me rechaces, permíteme demostrarte cuánto te amo y todo lo que te he extrañado, tú eres mi único amor Erika, nunca te he olvidado, porque te he tenido grabado en cada poro de mi piel.La pasión entre ellos se sintió palpable en el aire, el aroma de los cuerpos de ellos se mezcló con la fragancia dulce y floral de Erika, enloqueciendo a Jul
Ella se quedó pensativa con una mano en el mentón, mirándolo como si estuviera decidiendo qué responderle. —No estoy muy segura… primero estabas en evaluación para ver si te dejaba ingresar a mi vida… te he aprobado —él estaba a punto de celebrar contento cuando ella lo detuvo—, pero espérate, no celebres aún, todavía el puesto no es tuyo, porque a partir de hoy inicia el período de prueba, veremos si cumples las expectativas ¿Tú crees que lo hagas? —dijo mientras extendía sus brazos y lo rodeaba por el cuello.De inmediato él asintió y correspondió a su abrazo, con una sonrisa y la besó, sabiendo que aunque ella se estuviera haciendo la dura lo había perdonado, la levantó y la recostó en la cama con cuidado, dispuesto a darle otra hora de placer, cuando escuchó unos golpes en la puerta.—Mamá ¿Dónde estás? ¿Mi papá está contigo? —interrogó Salva—, es que necesito que vea lo que está sucediendo, es una situación muy urgente.Ella le había dicho a Julián que no hablara, pero al oírlo d