ANA.
Han pasado dos días desde que Martín salió del apartamento, no me ha llamado, no se ha comunicado conmigo y sería una mentirosa si dijera que yo he intentado establecer comunicación alguna con él.
—Necesito que este informe quede bien redactado, no puedo entregarle esto a Cristobal.
—Ana, lo hemos corregido dos veces —Los ojos de mi asistentes se ven cansados, son cerca de las 10 de la noche.
—No me interesa, esto debe quedar perfecto, sabes que no tolero las mediocridades —La joven suspira en frustración y da la vuelta para irse.
Sigo metida de lleno entre el computador y escucho la puerta abrirse nuevamente, sin levantar mis ojos de la
—¡Ana corre! —escuche el grito ahogado de Martín, proveniente de la cocina. Miro a mi alrededor y todo es confuso, veo el material de los trabajadores, todo revuelto, todo el apartamento es un caos. por instinto empiezo a correr y entró a nuestra habitación, pongo el seguro y enciendo la luz, mi mente va a mil, busco mi celular, pero recuerdo que quedó entre el bolso, en el recibidor. Busco con los ojos, el teléfono fijo y caminó hacía él, marcó a la policía, pero el teléfono no tenía tono. No entiendo como diablos lograron entrar al apartamento, tiene un excelente sistema de seguridad. Estoy congelada en el lugar, no se que hacer, por instinto mis manos van a mi abdomen y escucho que la puerta del baño se abre. —Aquí estás, linda Ana —La veo con rabia y
MARTÍN.Intente hacer razonar a Xiomara, me reuní con ella y quise negociar, quise explicarle todo, quise hacer tantas cosas, pero logré todo lo contrario, ella estaba más que furiosa, me coloco una única condición, dejar a Ana, alejarme de ella y eso era algo que no estaba dispuesto a hacer, bajo ninguna circunstancia. Solo no me imagine que esa bruja maldita, me acorralaría de una manera tan cruel.Durante la época en que la conocí y que mi tiempo lo desperdiciaba con ella, sabía que no tenía límites cuando se trataba de algo que ella quería, pero jugar con la vida de las personas, no pensé que entrara dentro de sus posibilidades.Sin embargo, aquí estaba yo, frente a la camilla donde el cue
ANA.—Hija, hola, abre tus ojos, pero lentamente —la voz de mi madre parece casi distorsionada —, la luz es fuerte aquí.—¿Despertó? —la voz ronca de mi hermano Stephen retumba—, lo siento madre, me quedé dormido, anoche entrene hasta muy tarde.Me cuesta abrir los ojos, me ataca un dolor de cabeza muy fuerte, intento mover mis manos pero no puedo, es como si estuviesen atadas a la cama. MARTÍN—Si, ya despertó, tuvieron que ponerle sedantes la primera vez y luego despertó un poco aturdida, pero se quedó conversando con su padre —Lucilda, estaba relatando cada cosa que había pasado con Ana—, no quiso hablar con los investigadores, se colocó histérica de nuevo, pero es, Ana, ¿sabes? —la escucho soltar el aire de sus pulmones—. Hablo firme y fuerte, pidió que la dejaran sola, necesitaba estar sola, uno de sus hermanos nos sacó a todos, inclusive en contra de la voluntad de su padre y desde ese momento no ha cerrado los ojos, así que aún no puedes entrar.—Tengo que verla Lucilda, no puedo dejarla sola, menos en este momento, ella necesita saber porque no estoy con ella, necesita saber que la he visitado cada noche, la he visto d37. DESOLACIÓN.
ANA.—Te juro que estuvo la noche aquí —Mi voz es cada vez más audible, pero mi padre parece no escucharme.—No Ana, es imposible, entiende que él…—Lucilda, tú debes saber —casi gritó, cuando la veo entrar a la habitación con las manos en una bandeja llena de medicamentos—, Martín estuvo anoche aquí, sostuvo mi mano, me acarició, me besó…—Estás alucinando, es el medicamento —Mi padre es tajante en sus palabras.—Mi niña…—Nadie está pidiendo su opinión, remítase a su trabajo —mi padre
MARTÍN.—Otro trago —ya no soy consciente, ni del lugar de mala muerte en el que estoy, ni del día, ni de la hora, ni de a quién acabo de pedirle un trago más.Hace tres días me enteré que Ana salió del hospital, intenté ingresar a su viejo apartamento, pero me enteré que su padre lo había vendido, quise buscarla, pero recordé la promesa que me había hecho, alejarme de ella.Llevo tres días sin celular, pues lo regale, creo, no he vuelto a hablar con nadie, no he vuelto a mi apartamento tampoco, pero tampoco recuerdo muy bien donde he estado durmiendo.Sólo recuerdo el cuerpo golpeado de Ana, solo recuerdo el sufrimiento de Ana, solo recuerdo que dañe nuestra familia. Quisiera reemplazar esos pensamientos, por todas las cosas lindas que viví junto al amor de mi vida, pero no puedo evitar que esos recuerdos s
ANA.—Papá —intento que mi voz suene firme.—Ana.—Ayu…ayuda…ayudame —esta vez, no puedo ocultarme, tras mi cortina de humo de mujer fuerte, simplemente estalló en lágrimas.Tirada sobre el piso frío del apartamento de Martín, abrazada a mis piernas, en una posición deprimente, llamo a mi padre. lo necesito más que nunca, lo necesito más que siempre.No se cuanto tiempo paso, pero se que no fue demasiado, no he parado de llorar, este dolor de haber sido abandonada por Martín, cuando más nos necesitábamos, no se compara con el dolor de los golpes, esto arde por dentro, esto quema y esto debilita. El alma no se recupera con medicamentos o terapia.me alzan y el olor de mi hermano Stephen, invade mis intranquilidad, me aferro a su cuello y lo abrazo tan fuerte, que siento que lo voy a partir en mil pedazos.<
MARTÍNPor dentro estaba gritando, de manera desesperada, que la amaba, que íbamos a hacer hasta lo imposible por alejar a Xiomara de nosotros, por dentro estaba jurando el mismo amor que le juré hace tiempo, por dentro. Todo se había quedado por dentro.Cuando la vi partir, acompañada de sus padres, supe que no tenía remedio, que yo había tomado una decisión, la más estúpida de todas y la más cobarde.Había tomado la decisión de huir, de dejarla, de abandonar, de desistir, de mandar todo por la borda, pero sobre todo la había dejado ir.“Si algún día llegas a extrañarme Martín, recuerda que nunca me quise ir”.Tres días después y todavía seguían sonando esas palabras en mi cabeza,tres días después y todavía podía escu