MARTÍN.
—Otro trago —ya no soy consciente, ni del lugar de mala muerte en el que estoy, ni del día, ni de la hora, ni de a quién acabo de pedirle un trago más.
Hace tres días me enteré que Ana salió del hospital, intenté ingresar a su viejo apartamento, pero me enteré que su padre lo había vendido, quise buscarla, pero recordé la promesa que me había hecho, alejarme de ella.
Llevo tres días sin celular, pues lo regale, creo, no he vuelto a hablar con nadie, no he vuelto a mi apartamento tampoco, pero tampoco recuerdo muy bien donde he estado durmiendo.
Sólo recuerdo el cuerpo golpeado de Ana, solo recuerdo el sufrimiento de Ana, solo recuerdo que dañe nuestra familia. Quisiera reemplazar esos pensamientos, por todas las cosas lindas que viví junto al amor de mi vida, pero no puedo evitar que esos recuerdos s
ANA.—Papá —intento que mi voz suene firme.—Ana.—Ayu…ayuda…ayudame —esta vez, no puedo ocultarme, tras mi cortina de humo de mujer fuerte, simplemente estalló en lágrimas.Tirada sobre el piso frío del apartamento de Martín, abrazada a mis piernas, en una posición deprimente, llamo a mi padre. lo necesito más que nunca, lo necesito más que siempre.No se cuanto tiempo paso, pero se que no fue demasiado, no he parado de llorar, este dolor de haber sido abandonada por Martín, cuando más nos necesitábamos, no se compara con el dolor de los golpes, esto arde por dentro, esto quema y esto debilita. El alma no se recupera con medicamentos o terapia.me alzan y el olor de mi hermano Stephen, invade mis intranquilidad, me aferro a su cuello y lo abrazo tan fuerte, que siento que lo voy a partir en mil pedazos.<
MARTÍNPor dentro estaba gritando, de manera desesperada, que la amaba, que íbamos a hacer hasta lo imposible por alejar a Xiomara de nosotros, por dentro estaba jurando el mismo amor que le juré hace tiempo, por dentro. Todo se había quedado por dentro.Cuando la vi partir, acompañada de sus padres, supe que no tenía remedio, que yo había tomado una decisión, la más estúpida de todas y la más cobarde.Había tomado la decisión de huir, de dejarla, de abandonar, de desistir, de mandar todo por la borda, pero sobre todo la había dejado ir.“Si algún día llegas a extrañarme Martín, recuerda que nunca me quise ir”.Tres días después y todavía seguían sonando esas palabras en mi cabeza,tres días después y todavía podía escu
Martín, mi amado Martín.Hoy siento que las palabras no son suficientes, para todo lo que quiero decirte, en especial porque me gustaría encontrar una solución para sacar este dolor, pero estas muy lejos de mi.Voy a ser tan honesta contigo, respecto a todo esto y justo como lo merecemos. Se que nuestra relación no era perfecta, pero contigo, Martín, contigo lo quería todo y ahora no tengo nada. Por momentos mi mente m e juega una mala pasada y empiezo a considerar que hubiese sido más sabio de mi parte, quedarme sola que sentirme en esta soledad.Pero no te equivoques, jamás sería capaz de decir que esto no valió la pena. Este mundo que construimos, sólo para los dos, se acabó, pero
ANA.—Señorita Ana, estamos por aterrizar. Debe colocarse el cinturón de seguridad.El sueño se había apoderado de mí, luego de mucho tiempo, por alguna extraña razón, sentí que había logrado descansar. Había logrado conciliar el sueño, como si estuviera en brazos de Martín. Tal vez de alguna manera lo esté.De todas las partes del mundo a las que mi padre me pudo haber enviado, jamás esperé llegar a Cuba, en realidad estaba más cerca de nosotros de lo que creía, lo que no era algo malo, pero tampoco sabía que podía esperar o hacer en la pequeña isla.El primer día, me dediqué a distraer mi mente, mientras organizaba mis objetos personales, desempacar mis maletas y acomodaba todo en la habitación del hotel que se iba a convertir en mi hogar, quién sabe por cuánto ti
Van cinco golpes en la puerta, el último con mucha más fuerza que el primero, la joven adentro sabe perfectamente de quién se trata, pero a lo que realmente le teme, es a que su pequeño compañero desde hace dos años, esos golpes lo despierten.Ella sabe que si abre, puede arrepentirse, pero sin explicación racional, cada segundo que pasa se encuentra más cerca de la puerta.—¡Abreme! —la voz ronca de Wilson, como siempre va cargada con un aire de superioridad.La castaña se echó a un lado temiendo que en algún momento, los golpes de Wilson lograran romper la puerta.—Tienes que irte, este no es lugar para alguien como tú —replica la hu
—¡Ah! más, por favor, m…más Ju…Julián.—No, de rodillas —la mirada del hombre casi daba miedo—. De rodillas, no me gusta repetir.El pelo de la joven caía por la espalda y en medio de esta, una incipiente gota de sudor rodaba hasta el inicio de su prominente trasero. Sus labios rodearon lentamente el miembro erecto del hombre que había hecho con su pelo un nudo alrededor de sus grandes manos.—Vamos a parar cuando yo lo ordene. ¿Entendido? —la pregunta en forma de susurro, puso los pelos de punta en la rubia y sólo pudo afirmar con un movimiento de cabeza y sus ojos llenos de placer.Una hora de actividad física, no parecía ser suficien
ANA.—Camina despacio, te vas a caer —me siento como una niñera.—No…no puedes dar orrrdenes a tu jefe. —Llevar a Julián a cuestas, ha sido el peor error que he cometido, desde que lo conozco.Por alguna razón, el 2 de Noviembre es una fecha especial y dolorosa para él, no me quiso decir nada, no quiso hablar con nadie y su jovial asistente solo me explicó que cada dos de Noviembre, él se aísla y no trabaja.Sólo no esperaba que me llamara en medio de la noche, para sacarme de mi habitación, porque se había dado de golpes en un club nocturno de Londres, ciudad donde nos encontramos hoy.El lugar puedo decir que aunque soy bastante abierta de mente, me trastornó un poco. Ver parejas teniendo relaciones sexuales sin ningún tipo de pudo y tan abiertamente, no estaba dentro de mis planes para la noche.—¿Qué
MARTÍN.—¡Despierta! ¡Despierta maldita sea! —siento un chorro de agua fría cayendo sobre mi rostro— ¡Mueve el trasero, Martín! —empiezo a reconocer la voz, pero parece más un eco, intento abrir la boca, pero no lo logró. —Voy a golpearte tan duro, que vas a lamentar haberme sacado del calor de mi hogar.Abro mis ojos, la bofetada que me dio mi hermano Cristobal, me sacó del lugar oscuro en el que estaba sumido, luego de varios días de estar mentalmente ausente. Y físicamente.Los meses venían pasando y luego de esa última llamada de Ana, fui incapaz de volver a valerme por mí mismo, la carta, me dejo muchas cosas en claro, pero la más importante es que jamás voy a me