47. ITALIA

MARTÍN. 

—¡Despierta! ¡Despierta maldita sea! —siento un chorro de agua fría cayendo sobre mi rostro— ¡Mueve el trasero, Martín! —empiezo a reconocer la voz, pero parece más un eco, intento abrir la boca, pero no lo logró. —Voy a golpearte tan duro, que vas a lamentar haberme sacado del calor de mi hogar. 

Abro mis ojos, la bofetada que me dio mi hermano Cristobal, me sacó del lugar oscuro en el que estaba sumido, luego de varios días de estar mentalmente ausente. Y físicamente.

Los meses venían pasando y luego de esa última llamada de Ana, fui incapaz de volver a valerme por mí mismo, la carta, me dejo muchas cosas en claro, pero la más importante es que jamás voy a me

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