MARTÍN.
—¡Despierta! ¡Despierta maldita sea! —siento un chorro de agua fría cayendo sobre mi rostro— ¡Mueve el trasero, Martín! —empiezo a reconocer la voz, pero parece más un eco, intento abrir la boca, pero no lo logró. —Voy a golpearte tan duro, que vas a lamentar haberme sacado del calor de mi hogar.
Abro mis ojos, la bofetada que me dio mi hermano Cristobal, me sacó del lugar oscuro en el que estaba sumido, luego de varios días de estar mentalmente ausente. Y físicamente.
Los meses venían pasando y luego de esa última llamada de Ana, fui incapaz de volver a valerme por mí mismo, la carta, me dejo muchas cosas en claro, pero la más importante es que jamás voy a me
—¿Lista?—Lista.—¿Es la primera vez que sales desde…?—Desde que salí de mi país. Llevamos dos meses en Italia, Julián ya es hora de ver las luces —Ana, sonríe casi con picardía— de un club nocturno.—Bien, aunque te voy a acompañar solo un rato, tengo…planes.—Deja en paz a tu asistente.—Aún no, primero voy a obtener lo que quiero de ella y…—¿Si sabes que te va a decir que no? —la carcajada que da Ana, eriza los pelos de Julián es casi cruel.—No veo razones para que eso pase, soy yo —la arrogancia de Julián es descomunal y se siente en su modo de hablar.—Y ella se ha juntado conmigo, más tiempo del necesario —la mirada de Julián es no solo de sorpresa, va cargada de algo parecido al miedo.&nb
ANA.El baile fue lleno de sensualidad, quería sacar de adentro todo lo que siento por Martín, no tenía idea de lo que hacía en ese lugar tan lejos de casa, pero era evidente que su aspecto estaba mucho mejor que la última vez que lo vi.Sus ojos brillaban, pero sinceramente no mucho más que los míos.Estaba feliz, muy feliz de verlo.Poner sus manos alrededor de mi cuerpo, casi ardió, quería sentirlo más cerca y quería sentirlo como mío de nuevo.Mi traje era un poco diferente a lo que se acostumbraba a llevar en una noche de club, copas y baile. Una chaqueta blazer negra, sin nada debajo más que mi piel y un elegante pero poco ostentoso collar, un pantalón a mi cintura, pero ancho, era una fusión perfecta entre sensualidad y comodidad.Pude sentir como Martín se tensiono, cuando prácticamente lo obligue a
MARTÍN.Los recuerdos atacan mi mente como una rafaga de balas, su cuerpo desnudo, sus caderas suplicantes, mis labios y dientes esparciendo besos por su blanca piel, mis manos apretando sus caderas. estoy casi seguro que las marcas que debe tener Ana nunca se las había hecho, ni en nuestros encuentros más pasionales.Fue una noche bastante agradable para mí, en medio de todo lo que sucedió y sobre todo de lo que pudo suceder, básicamente porque pude mantenerme alejado del alcohol y las drogas que veía pasar como si de frutas en un mercado local se tratara.Toda la noche estuve cuidando de Ana, estaba bebiendo de manera descontrolada, empezó a bailar con todos los idiotas que querían aprovecharse de ella y justo cuando estaba a punto de besarlos, los quitaba de su lado.Estuve atento y vigilante toda la noche, lo suficientemente lejos, para no incomodarla y lo suficientemente cerca
Los meses pasaron y Ana no cedió ante Julián, no le ayudó ni por un segundo con sus intenciones por conquistar a su asistente a pesar de que las ganas por saber qué había sucedido esa noche en Italia, las marcas de su cuerpo se habían borrado, pero los recuerdos borrosos que parecían ilusiones o sueños, seguían presentes y martillado sus deseos carnales y más profundo con un solo nombre presente.Martín.Ana estaba siendo atormentada noche tras noche, por pequeños sueños que parecían una realidad pasada. Se levantaba sudando en medio de la madrugada con el pecho agitado y deseosa por que esos sueños fueran realidad.Su trabajo se hizo más arduo cada día, en especial porque la rubia se esforzaba en demasía porque Kikki, como dulcemente llamaba a la asistente de Julián, aprendiera de su trabajo pues consideraba que aqu
MARTÍN.—¿Cuándo piensas regresar? Entiendo que necesitas tu tiempo y esas cosas, pero hermano…—Lo sé, tienes mucha presión, manejar mis hospitales y fundaciones, más lo tuyo…—Sorprendentemente Katerina, a pesar de estar con la bebé ha sido de mucha ayuda, pero es abrumador, la asistente de Ana tomó las riendas del cargo y es excelente, su hermano Wilson, entró hace poco y también ha sido de gran ayuda, pero me siento incompleto. Sabes que no me gusta trabajar a media marcha.—¿El hermano de Ana? —La sorpresa en mi voz es indudable.—Si, el mismo es excelente y visionario, aunque es obvi
Luego del candente y deseoso encuentro en el baño del lugar donde se celebró el bautizo de la linda Isabella, Ana no sabía qué pensar, tenía su cabeza llena de rabia y lo primero que quería hacer al ver a Martín era reclamarle.Si, reclamarle por el beso, la foto y la chica, pero al mismo tiempo su cabeza le decía que no tenía derecho alguno de reclamar por absolutamente nada, que ellos ya no tenían una relación y que Martín estaba en la libertad de pasar su vida a su modo, después de todo él también tenía la tonta idea en su cabeza de que ella estaba con Julián y la había reforzado con esas fotos del aeropuerto.Ahora se encontraba en su vieja habitación en la casa de sus padres, estaba justo como la recordaba, simple y en colores neutros, nunca la decoró con posters de ídolos musicales o cartas de amigos, ni fotograf&iacut
MARTÍN.Una hora y quince minutos, llevo de pie frente a la ventana del café. Es un lugar sencillo, pero en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, Ana no se ha percatado de mi presencia, a pesar de que a los demás comensales se les empieza a volver incomoda mi presencia.Mi paciencia estalla justo cuando veo que el tipo que está acompañándola en el lugar, toma su mano de manera cariñosa y ella sonríe y le corresponde. ¡Maldita sea! Ana le correspondió.Sabía que no estaba con Julián, porque ebria me lo confirmó y luego él que también estaba ebrio lo hizo, a pesar de la estúpida foto del aeropuerto que había causado revuelo en las redes y los noticiarios, sabía que era algo
ANA.—Hija, no tienes porqué irte.—Madre, tengo que irme, porque mi destino no está junto a ustedes, debo seguir mi propio camino.—Lo sé y quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti, lamento mucho no haber estado contigo cuando más me necesitaste, pero nunca fui una buena madre con ninguno. Siempre he apoyado a tu padre como si nada más existiera y hoy…—No debes sentirte mal por eso, somos fuertes y estamos bien.—No, no lo están, mi hijo es prácticamente un paria, por que a tu padre no le gusta su pareja. Tampoco está feliz con la persona que decidiste amar y Stehpen, mi pobre hijo, ni siquiera sé qué es lo que realmente lo hace feliz —veo la tristeza claramente en sus ojos.—Madre, a veces tomamos malas decisiones y estoy segura que ni yo, ni mis hermanos te juzgamos o desaprobamos tu r