Esa noche, Dalton y Alice estaban completamente bajo los efectos del alcohol, y respectivamente, todos decidieron “Explorar sus límites”.Dalton y Alice subieron a su habitación, y con solo cerrar la puerta, las cosas se salieron de control, después de tanto tiempo, finalmente estuvieron solos. Caminaron hacia la cama y comenzaron a desvestirse.—Cariño, no sabes cuánto te extrañé. —Confesó Dalton con voz profunda y su mirada ensombrecida.—Yo te extrañé aún más. —Respondió la castaña mientras se desabrochaba el vestido, para luego dejar que este se deslizara hacia el suelo.Dalton al verla en ropa interior, sintió como la temperatura de su cuerpo comenzó a elevarse.Cuando estuvo en España, pensó que jamás volvería a tenerla así frente a él, pero se equivocó. Relamió sus labios y se acercó a ella, sujetó sus caderas y la pegó a su cuerpo, hábilmente sujeto su cabeza con ambas manos y la atrajo hacia sus labios.Sus labios se unieron, reencontrándose por primera vez en años, embonand
Su primera vezSamuel gimió ligeramente, dejando caer su cabeza hacia atrás, mientras Gabriel se apoderaba de su cuello delicadamente, temiendo hacerle daño, pero el joven ni se inmutaba, ni resistía. Para él es como si estuviera en las nubes.—Ah… Gabriel… —Musitó el castaño poniendo sus ojos en blanco.Samuel no podía explicar lo que sentía, nunca antes había experimentado algo así e incluso lo veía un poco raro, pero le encantaba y no quería que terminara.Gabriel volvió a buscar los labios del castaño, mientras escurría una de sus manos por debajo de su camiseta.—Quítamela. —Pidió Samuel a media voz.—¿Por qué mejor no vamos a la ducha? Me gustaría lavarte. —Sugirió el pelinegro dedicándole una cálida sonrisa.Samuel asintió y Gabriel se puso de pie, se inclinó rápidamente para levantarlo entre sus brazos, lentamente se dirigió al baño sin dejar de mirarlo a los ojos y al llegar al cuarto de baño, bajó a Samuel y acto seguido, cerró la puerta detrás de él, colocándole el seguro.
156: Maldita escuelaAl día siguiente, Samuel y Gabriel bajaron al comedor para desayunar. Pero, para su sorpresa, se dieron cuenta de que eran los únicos despiertos y el desayuno no estaba hecho. La casa estaba silenciosa, probablemente todos estaban agotados por la celebración del día anterior.Gabriel, viendo la situación, sonrió y se dirigió a la cocina.—Parece que hoy nos toca a nosotros preparar el desayuno. —Dijo Gabriel, con un tono animado.Samuel asintió, agradecido por la iniciativa de Gabriel. El castaño no podía contener su amplia sonrisa, generada por la gran noche que tuvieron.—Sí, tenemos que darnos prisa. No queremos llegar tarde a la escuela. —Respondió Samuel, mientras se acercaba a la cocina para ayudar a pesar de no saber ni hacer hielo. —¿Seguro de que no te aburre ir a la escuela conmigo? —Preguntó.—Ya te dije que no, soy nerd. Amo estudiar y más cuando lo hago para estar contigo. —Respondió el pelinegro, dedicándole una cálida sonrisa a su novio.—Por eso te
157: Round unoDespués de salir de la escuela, Samuel y Gabriel se dirigieron al gimnasio donde Gabriel solía entrenar. Al llegar, se encontraron con Lara, quien estaba lista para ayudarlos a comenzar el entrenamiento. Samuel, emocionado por la oportunidad de aprender, se mostró muy receptivo y rápidamente demostró que tenía un talento natural para el entrenamiento.Lara y Gabriel comenzaron enseñándole a Samuel los conceptos básicos, y para sorpresa de ambos, Samuel aprendía a una velocidad impresionante. Parecía que el combate cuerpo a cuerpo estaba en su sangre, y cada movimiento que le enseñaban lo dominaba con facilidad.Después de varias sesiones de práctica, Gabriel decidió que era hora de poner a prueba las habilidades de Samuel. Lo retó a un round amistoso en el ring del gimnasio. Samuel, confiado en lo que había aprendido, aceptó el desafío con entusiasmo.Al inicio del round, Samuel tomó la delantera, utilizando las técnicas que había aprendido para mantener a Gabriel a ray
158: DesheredadoAlice escuchó el escándalo y rápidamente subió a ver que estaba ocurriendo.—Dalia, cariño. Ve a jugar con Lara en el jardín. Mamá irá a ver que estas bestias no derrumben la casa. —Dijo mientras miraba a Lara en petición de apoyo.—Claro, vamos pequeña. Juguemos a las princesas silvestres. —Sugirió mientras le tomaba la mano para llevársela.—¡Sí! —Exclamó la pequeña castaña emocionada. —¡Yo seré Blanca nieves y tú serás Aurora! —Canturreó mientras salían de la mansión.Alice subió las escaleras rápidamente, atravesó el pasillo y cuando puso la mano en el pomo de la puerta, escuchó las palabras de Dalton, “No me toques, me das asco”.Al abrir la puerta, se encontró con una atmósfera cargada de tensión. Su mirada se encontró con la de Dalton, que parecía un volcán a punto de erupcionar.—¿Qué está ocurriendo aquí? —Preguntó, su voz llena de preocupación.Pero antes de que pudiera recibir una respuesta, Dalton la empujó suavemente hacia afuera, como si temiera que su p
159: DesahogoEsa noche, Samuel no podía dormir recordando lo que su padre le había dicho y aunque tenía ganas de llorar, se negaba a hacerlo, así que se escurrió lentamente para zafarse del abrazo de Gabriel y cuando estuvo libre, salió de la cama y posteriormente de la habitación. Sin nada que hacer, comenzó a explorar el enorme departamento de Lara hasta que encontró una habitación que estaba convertida en gimnasio, con un saco de boxeo en el medio y unos guantes colgados de él, así que decidió boxear un poco para desahogarse.Se adentró en el pequeño gimnasio, la luz tenue iluminaba el espacio con un tono suave, creando un ambiente casi íntimo. El silencio de la noche lo envolvía, interrumpido solo por el sonido de su respiración y el leve crujir de sus pasos sobre el suelo de madera. Se acercó al saco de boxeo, sintiendo la textura del material frío bajo sus dedos.Con un suspiro profundo, se puso los guantes, sintiendo cómo la presión de la tela le daba una sensación de segurida
Dalton, sintiendo la presión de la situación, se encontraba en su oficina, rodeado de documentos y notas. La pérdida de la mayoría de sus clientes había dejado un vacío significativo en la compañía, y estaba decidido a hacer todo lo posible para recuperarlos, y después de los acontecimientos del día anterior, necesitaba ahogarse de trabajo para olvidarse de la imagen de su hijo teniendo sexo.Con determinación, comenzó a llamar a sus antiguos clientes, uno por uno. Sus conversaciones eran sinceras y llenas de promesas de mejora y transparencia. Explicó la situación por la que había pasado la compañía y cómo estaban trabajando arduamente para recuperar la confianza de todos. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, la mayoría de sus antiguos clientes ya habían encontrado otras empresas con las que trabajar. Algunos expresaron simpatía por la situación, pero dejaron en claro que no regresarían. Otros fueron más directos, indicando que habían perdido la confianza en la compañía.Ca
La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, llenando la cocina con un cálido resplandor. Gabriel y Samuel se miraron, sonriendo al ver a Lara en acción, moviéndose con gracia entre la estufa y la mesa. El aroma del café recién hecho y las tostadas dorándose llenaban el aire, haciendo que sus estómagos rugieran de anticipación.—¡Buenos días, chicos! —Saludó Lara con una sonrisa radiante, mientras giraba para verlos. —Espero que tengan hambre, porque estoy preparando mi desayuno favorito: huevos revueltos con espinacas y un toque de queso. —Añadió alegremente.Samuel se acercó a la mesa, sintiendo una oleada de gratitud hacia Lara. —¡Huele increíble! Gracias por hacerlo. —Dijo mientras se servía un vaso de jugo de naranja.Gabriel se acomodó al lado de Samuel y le dio un pequeño codazo.—Si. Ella es excelente alimentando chicos sin hogar, me preparaba ese desayuno todos los días cuando nos conocimos. —Comentó Gabriel. —¿Listo para enfrentar el mundo hoy? —Preguntó con un tono