156: Maldita escuelaAl día siguiente, Samuel y Gabriel bajaron al comedor para desayunar. Pero, para su sorpresa, se dieron cuenta de que eran los únicos despiertos y el desayuno no estaba hecho. La casa estaba silenciosa, probablemente todos estaban agotados por la celebración del día anterior.Gabriel, viendo la situación, sonrió y se dirigió a la cocina.—Parece que hoy nos toca a nosotros preparar el desayuno. —Dijo Gabriel, con un tono animado.Samuel asintió, agradecido por la iniciativa de Gabriel. El castaño no podía contener su amplia sonrisa, generada por la gran noche que tuvieron.—Sí, tenemos que darnos prisa. No queremos llegar tarde a la escuela. —Respondió Samuel, mientras se acercaba a la cocina para ayudar a pesar de no saber ni hacer hielo. —¿Seguro de que no te aburre ir a la escuela conmigo? —Preguntó.—Ya te dije que no, soy nerd. Amo estudiar y más cuando lo hago para estar contigo. —Respondió el pelinegro, dedicándole una cálida sonrisa a su novio.—Por eso te
157: Round unoDespués de salir de la escuela, Samuel y Gabriel se dirigieron al gimnasio donde Gabriel solía entrenar. Al llegar, se encontraron con Lara, quien estaba lista para ayudarlos a comenzar el entrenamiento. Samuel, emocionado por la oportunidad de aprender, se mostró muy receptivo y rápidamente demostró que tenía un talento natural para el entrenamiento.Lara y Gabriel comenzaron enseñándole a Samuel los conceptos básicos, y para sorpresa de ambos, Samuel aprendía a una velocidad impresionante. Parecía que el combate cuerpo a cuerpo estaba en su sangre, y cada movimiento que le enseñaban lo dominaba con facilidad.Después de varias sesiones de práctica, Gabriel decidió que era hora de poner a prueba las habilidades de Samuel. Lo retó a un round amistoso en el ring del gimnasio. Samuel, confiado en lo que había aprendido, aceptó el desafío con entusiasmo.Al inicio del round, Samuel tomó la delantera, utilizando las técnicas que había aprendido para mantener a Gabriel a ray
158: DesheredadoAlice escuchó el escándalo y rápidamente subió a ver que estaba ocurriendo.—Dalia, cariño. Ve a jugar con Lara en el jardín. Mamá irá a ver que estas bestias no derrumben la casa. —Dijo mientras miraba a Lara en petición de apoyo.—Claro, vamos pequeña. Juguemos a las princesas silvestres. —Sugirió mientras le tomaba la mano para llevársela.—¡Sí! —Exclamó la pequeña castaña emocionada. —¡Yo seré Blanca nieves y tú serás Aurora! —Canturreó mientras salían de la mansión.Alice subió las escaleras rápidamente, atravesó el pasillo y cuando puso la mano en el pomo de la puerta, escuchó las palabras de Dalton, “No me toques, me das asco”.Al abrir la puerta, se encontró con una atmósfera cargada de tensión. Su mirada se encontró con la de Dalton, que parecía un volcán a punto de erupcionar.—¿Qué está ocurriendo aquí? —Preguntó, su voz llena de preocupación.Pero antes de que pudiera recibir una respuesta, Dalton la empujó suavemente hacia afuera, como si temiera que su p
159: DesahogoEsa noche, Samuel no podía dormir recordando lo que su padre le había dicho y aunque tenía ganas de llorar, se negaba a hacerlo, así que se escurrió lentamente para zafarse del abrazo de Gabriel y cuando estuvo libre, salió de la cama y posteriormente de la habitación. Sin nada que hacer, comenzó a explorar el enorme departamento de Lara hasta que encontró una habitación que estaba convertida en gimnasio, con un saco de boxeo en el medio y unos guantes colgados de él, así que decidió boxear un poco para desahogarse.Se adentró en el pequeño gimnasio, la luz tenue iluminaba el espacio con un tono suave, creando un ambiente casi íntimo. El silencio de la noche lo envolvía, interrumpido solo por el sonido de su respiración y el leve crujir de sus pasos sobre el suelo de madera. Se acercó al saco de boxeo, sintiendo la textura del material frío bajo sus dedos.Con un suspiro profundo, se puso los guantes, sintiendo cómo la presión de la tela le daba una sensación de segurida
Dalton, sintiendo la presión de la situación, se encontraba en su oficina, rodeado de documentos y notas. La pérdida de la mayoría de sus clientes había dejado un vacío significativo en la compañía, y estaba decidido a hacer todo lo posible para recuperarlos, y después de los acontecimientos del día anterior, necesitaba ahogarse de trabajo para olvidarse de la imagen de su hijo teniendo sexo.Con determinación, comenzó a llamar a sus antiguos clientes, uno por uno. Sus conversaciones eran sinceras y llenas de promesas de mejora y transparencia. Explicó la situación por la que había pasado la compañía y cómo estaban trabajando arduamente para recuperar la confianza de todos. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, la mayoría de sus antiguos clientes ya habían encontrado otras empresas con las que trabajar. Algunos expresaron simpatía por la situación, pero dejaron en claro que no regresarían. Otros fueron más directos, indicando que habían perdido la confianza en la compañía.Ca
La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, llenando la cocina con un cálido resplandor. Gabriel y Samuel se miraron, sonriendo al ver a Lara en acción, moviéndose con gracia entre la estufa y la mesa. El aroma del café recién hecho y las tostadas dorándose llenaban el aire, haciendo que sus estómagos rugieran de anticipación.—¡Buenos días, chicos! —Saludó Lara con una sonrisa radiante, mientras giraba para verlos. —Espero que tengan hambre, porque estoy preparando mi desayuno favorito: huevos revueltos con espinacas y un toque de queso. —Añadió alegremente.Samuel se acercó a la mesa, sintiendo una oleada de gratitud hacia Lara. —¡Huele increíble! Gracias por hacerlo. —Dijo mientras se servía un vaso de jugo de naranja.Gabriel se acomodó al lado de Samuel y le dio un pequeño codazo.—Si. Ella es excelente alimentando chicos sin hogar, me preparaba ese desayuno todos los días cuando nos conocimos. —Comentó Gabriel. —¿Listo para enfrentar el mundo hoy? —Preguntó con un tono
Samuel se sentó en la silla frente al jefe de la agencia, su corazón latía con fuerza. La habitación estaba decorada con un aire sobrio y austero, pero el poder que emanaba del jefe era palpable. Samuel nunca había imaginado llegar a este punto, y ahora estaba a un paso de convertirse en agente.—Me presento. Soy el jefe superior de la Agencia de Seguridad Privada en la base de Estados unidos. Mi seudónimo es Alfa, desde ahora me llamarás así. —Declaró el hombre en tono serio.—Es un placer, señor. Mi nombre es Samuel Monroe, aunque supongo que eso ya lo sabe. —Respondió el castaño con nerviosismo.—Samuel. —Comenzó el jefe, su tono era serio. —Has demostrado ser un candidato excepcional para la División de Agentes Adolescentes. Sin embargo, hay una condición que debes cumplir: necesitas ser emancipado. Sé que Lara ya te habló sobre eso, pero no te lo puedes tomar a la ligera, porque de esto dependerá tu entrada a la agencia.Samuel sintió un nudo en el estómago. La palabra “emancipac
Dalton abrió la puerta de su hogar, sintiendo la familiaridad del lugar, pero al instante se dio cuenta de que algo no estaba bien. El ambiente era pensado y cargado de una energía que le resultaba ajena. Alice, su amada, estaba en la sala, rodeada de cajas y maletas, empacando las cosas con una determinación que lo dejó helado.—¿Alice? ¿Qué está pasando? —Preguntó Dalton con su voz llena de confusión y preocupación. Ella levantó la vista, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y firmeza.—Dalton, he tomado una decisión. —Dijo, sin apartar la mirada. —Voy a mudarme con Dalia al hotel Monroe. Ya no puedo seguir así.Dalton sintió como si el suelo se le desvaneciera bajo los pies. —¿Mudarte? ¿Por qué? No entiendo... ¿Qué pasó? —Indagó alzando la voz.—Ya lo sabes. Samuel se fue de la casa por tu decisión. Respondió Alice con un tono que dejaba claro que había estado dándole vueltas a esto durante todo el dia desde que le pidió el divorcio esa mañana. —Y yo no puedo quedarme aquí