4:00 AM.El reloj marcaba las cuatro de la madrugada y la oscuridad aún cubría la ciudad mientras Alice y Dalton se dirigían al aeropuerto. Las luces de la camioneta iluminaban el camino, y el silencio entre ellos era cargado de una mezcla de ansiedad y determinación.Dalton miró a Alice, su expresión una mezcla de preocupación y amor.—Alice, sé que esto haces esto creyendo que es lo mejor, pero no puedo evitar sentirme intranquilo. No sé cuánto tiempo estaremos separados.Alice le devolvió la mirada, tratando de infundirle calma.—Lo sé, Dalton. Pero debemos ser fuertes por nosotros, por Samuel y por todos los que dependen de nosotros. Esto solo es algo temporal, y prometo que haré todo lo posible para resolver esto rápido y estar juntos de nuevo.Dalton asintió, apretando suavemente la mano de Alice.Llegaron al aeropuerto, donde Malek ya estaba esperando junto al jet privado. La pista de aterrizaje estaba iluminada, y el aire fresco de la madrugada les envolvía.—Todo está listo.
Antes de que Dalton pudiera reaccionar, Damián se abalanzó sobre él, y comenzaron a forcejear. Dalton luchó con todas sus fuerzas, pero Damián era implacable. El ruido de la pelea alertó a Malek, quien corrió hacia la parte trasera del avión.—¡¿Pero qué carajos?! —Gritó Malek, lanzándose al enfrentamiento.La lucha continuó, con gritos y sonidos de golpes resonando en la cabina. Damián parecía tener la ventaja, pero Malek y Dalton luchaban con una determinación feroz. La situación era desesperada, y sabían que tenían que detener a Damián antes de que fuera demasiado tarde.Finalmente, con un esfuerzo combinado, lograron inmovilizar a Damián. Malek respiraba con dificultad, pero su mirada era firme.—No vas a salirte con la tuya, Damián. —Dijo Malek, su voz llena de determinación.Damián, exhausto y derrotado, miró a Dalton y Malek con una mezcla de odio y resignación.—Esto no ha terminado. —Dijo Damián, su voz un susurro.De repente, un sonido metálico resonó en la cabina cuando el
Alice condujo de regreso a la ciudad, con la vista puesta en el camino, pero su mente perdida en sus pensamientos sobre todo lo que estaba sucediendo. Aunque tenía el apoyo de los Colman y su familia, sentía que había quedado totalmente sola.Dalton iba rumbo a Turquía y Malek también se iba con él, los únicos dos hombres dispuestos a luchar por ella se habían marchado y ahora todo lo que seguí estaba en sus manos. El futuro de Monroe´s Company, la custodia de Samuel y la reputación de Dalton.Alice suspiró profundamente, intentando ahogar la sensación de desasosiego que la invadía. Las luces de la ciudad comenzaban a aparecer en el horizonte, un recordatorio de la vida que le esperaba y las responsabilidades que debía afrontar. Su teléfono vibró en el asiento del copiloto, sacándola de su ensimismamiento. Era un mensaje de Dalton:“Te amo, preciosa. Prometo que regresaré pronto”Alice sonrió con tristeza, mientras se le salían las lágrimas. Agradecía mucho tenerlo en su vida a pesar d
Dalton y Malek sacaron el paracaídas y se miraron mutuamente, preguntándose qué harían, pero no había más opciones, solo uno podía salvarse y el otro debía sacrificarse.Dalton tomó una respiración profunda, sintiendo el aire helado de la altura. Miró a Malek, cuyos ojos reflejaban el mismo miedo y la misma incertidumbre. Las nubes se arremolinaban a su alrededor, como si la misma naturaleza estuviera observando su dilema.—No puedo dejarte aquí —Dijo Dalton, su voz temblando. —No estarías en esta situación de no ser por mi culpa. No puedo ser yo quien viva sabiendo que tú no lo hiciste. Alice jamás me lo perdonaría.Malek se pasó la mano por el cabello, frustrado. Sabía que era una elección cruel, pero también comprendía que, si uno de ellos no tomaba la decisión, ambos podrían perderse.—Escucha, Dalton. —Comenzó Malek, su tono más firme. —Si hay alguna posibilidad de que uno de nosotros sobreviva y regrese a casa son Alice, debe ser tú. Tienes más que perder. Tienes familia, un hijo
—¡Espera! —Pidió Dalton alzando ambas manos en son de paz. —¡Tengo una idea que podría funcionar! —Exclamó mientras intentaba mantenerse en pie con las turbulencias.—¡Vete ahora, ya no queda tiempo para ideas! —Ordenó Malek sin bajar el arma.—¡Claro que sí! —Insistió el castaño acercándose a uno de los asientos en el que vio un rollo de cuerda que había caído de uno de los estantes de servicio. —Te ataré a mi cintura, me abrazaras como si tu vida dependiera de ello, porque es así y ambos saltaremos…Dalton sujetó firmemente la cuerda y la ató alrededor de su cintura. Luego se acercó a Malek, que seguía apuntándole con el arma.—Confía en mí —Dijo Dalton, mirándolo a los ojos.Malek dudó un momento, pero finalmente bajó el arma y permitió que Dalton lo atara a su cintura. Cuando estuvieron listos, Dalton asintió y ambos se dirigieron a la puerta del avión.—A la cuenta de tres —Dijo Dalton, tomando una profunda respiración.Malek asintió, su expresión una mezcla de miedo y determinaci
Una semana antes de que Malek fuera encontrado, él y Dalton habían logrado salir ilesos del accidente. Sin embargo, la suerte no estaba de su lado. Habían caído en una playa privada, propiedad de “La Garduña” Mafia española. Dalton fue reconocido de inmediato por los guardias que patrullaban la zona, quienes los interceptaron y llevaron ante su líder.En un oscuro y lúgubre almacén cerca de la playa, Dalton y Malek fueron sometidos a torturas e interrogatorios. Los guardias no mostraron misericordia, querían obtener toda la información posible. Dalton, a pesar del dolor, intentaba proteger a Malek y mantener su compostura.Finalmente, el líder de la mafia, un hombre de mirada fría y calculadora, se acercó a Dalton.—Tenemos una propuesta para ti. Liberaremos a tu amigo y le permitiremos regresar a salvo, pero a cambio, tú te quedarás trabajando para nosotros.Dalton levantó la cabeza, con sus ojos llenos de determinación.—¿Y qué pasa si me niego?El líder de la mafia sonrió sin humor.
Deuda saldada Dalton no sabía lo que había aceptado al cumplir el trato con el jefe de La Garduña, si antes tenía un lado oscuro, ahora ya no existía ese lado porque la oscuridad estaba hecha de él y él estaba hecho de la oscuridad. Al inicio le costaba cumplir con sus trabajos en el crimen organizado y los asesinatos limpios, sin ningún rastro, pero ya después se convirtió en una leyenda de las masacres, asesinando a más de trescientas personas en diez años. A medida que la lluvia golpeaba las ventanas del viejo apartamento, Dalton se miró en el espejo. Los ojos que lo devolvían la mirada eran fríos y vacíos, un reflejo de las incontables vidas que había arrebatado. El teléfono sobre la mesa vibró, rompiendo el silencio ensordecedor. Al otro lado de la línea, la voz áspera de su contacto resonó con una mezcla de urgencia y temor. —Tenemos un nuevo encargo. El jefe quiere que lo manejes personalmente. Dalton no respondió de inmediato. Cerró los ojos por un instante, tratando de re
RenacerDiez años más tarde.Dalton respiró profundamente y cerró los ojos, tratando de calmar el torbellino de pensamientos y emociones que lo asaltaban. Mientras la limusina avanzaba por las calles de la ciudad, su mente regresaba una y otra vez a los rostros de Samuel y Alice.Samuel, su hijo, debía haber crecido mucho en su ausencia. Dalton se preguntaba si el niño habría heredado su determinación y su fuerza. Si lo recordaría como el padre que lo abandonó o como el hombre que luchó para protegerlos a todos.Alice, la mujer que alguna vez fue el centro de su universo, ahora se sentía como un sueño distante. Había pasado tanto tiempo, y la incertidumbre de no saber si ella había encontrado a alguien más lo carcomía por dentro.El traqueteo del vehículo sobre los baches de la carretera lo sacó de sus pensamientos. Abrió los ojos y miró por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad parpadeaban como un recordatorio de la vida que había dejado atrás. Finalmente, se permitió un