Un par de días después.
La camisa negra se deslizó sobre sus hombros como una segunda piel, los botones ascendiendo uno a uno bajo sus dedos ágiles. Brad se miró al espejo, el reflejo de un hombre decidido lo encara con ojos que destellan una determinación feroz.—¿Estás seguro de esto? —pregunta su amigo Jayden, apoyándose en el marco de la puerta, las cejas fruncidas tejiendo una expresión de duda.—Más que seguro, le voy a dar a Minerva donde más le duele —expresó con tranquilidad—, ahora deberías irte, porque cuando la pequeña llegue no quiero que se cohíba y mucho menos que sospeche de nada.—Brad… —empezó a decir su amigo titubeante.—¿Qué quieres? Habla de una vez —exige y su amigo hizo un gesto de irritación.El tono de su amigo sugiere una advertencia, pero Brad solo escucha el llamado de la venganza, ese antiguo susurro en su sangre.—Quizás a Minerva no le importe mucho, después de todo, no la veo buena madre, además,Los hijos no son responsables de los errores de sus padres… ella es inocente, ingenua, además, eso que harás de…—antes de que su amigo siguiera hablando lo detuvo.—¡No me importa! A veces deben pagar justos por pecadores, si eso es todo lo que tenías que decir ya puedes irte —expresó sin ningún ápice de remordimiento, su voz era la de un lobo antes de la caza —Nadie me va a detener.La discusión es corta, como la mecha de una dinamita.—Entonces, que sea lo que debe ser —dijo su amigo antes de darse media vuelta y desaparecer. Su partida deja un silencio pesado, cargado de presagios.Solo, Brad respira hondo; puede sentir cómo algo se agita dentro de él, su lobo interno incitándolo a la acción.De pronto un aroma dulce y floral invade la habitación, lavanda fresca, mezclado con Gardenia, llenan sus fosas nasales y su animal interior se revuelve inquieto, casi aullando en reconocimiento.“Corre, búscala, es nuestra compañera”, expresó Leo con una mezcla de emoción y turbación.Abrió la puerta y allí encontró a Yara con los ojos verdes y sus rizos mirándolo como si fuera el centro de su universo, en su interior su lobo se emocionó, pero lo detuvo, mientras ella sostenía una tarta de aspecto casero en las manos, una sonrisa tímida adornando sus labios.“Leo, me niego a tener algo que ver con ella más de lo que tengo planeado, una chica tan insignificante como ella no puede ser nuestra compañera, es que solo es una pobre humana, Jamás me involucraría con alguien así, solo haría débil a mi manada!”Antes de continuar discutiendo con su lobo, ella habló.—¡Hola, Brad! —saludó con entusiasmo, interrumpiendo sus pensamientos oscuros.—Hola, Yara. Puedes pasar —respondió ocultando su verdadero propósito detrás de una fachada serena.Tomó la bandeja y la colocó en la mesa mientras sus ojos se posaban en ella con desdén. ¿No podía creer que se iba a involucrar con una chica como ella?Una humana, sin lobo, sin poderes sobrenaturales. Pensaba que no era digna de su tiempo ni de su atención, pero allí estaba, con su sonrisa inocente y su olor dulce, adentrándose en su espacio personal sin tener idea de lo que se le avecinaba.—¿Pruébalo? Lo hice yo misma —expresó ella con emoción, señalando el pastel.Asintió, sin mucho interés, la haló hacia él golpeándola contra su pecho, ella lo mira con los ojos abierto de par en par.—Prefiero probarte a ti —le dijo.Sus labios se encontraron con los de ella en un beso arrebatador, impetuoso como la tormenta.Ella se sorprendió por su repentina muestra de afecto, pero pronto se dejó llevar por el beso. Él sintió su cuerpo temblar en sus brazos y su corazón latir con fuerza en el pecho. Yara apenas tiene tiempo de reaccionar, perdida en la vorágine que es Brad. Él la besa con una intensidad desesperada, cada roce es un intento de borrar sentimientos que no quiere admitir.—Yara —murmura entre besos, pero no hay ternura en su voz, solo el eco de una batalla interna.Cuando finalmente se aparta, su respiración es irregular y su corazón late con la furia de la tempestad que acaba de desatar.La sensación que ella le producía le gustaba, aunque estaba decidido a no involucrarse emocionalmente con ella, así que intenta desechar esa extraña conexión, justificándola en que su inocencia, su dulzura, y su perfume embriagador, era lo que estaba provocándola.Deja de besarla y la mira a los ojos. Nota que su mirada está llena de confusión y antes de que ella pueda protestar la vuelve a besar.Yara se dejó llevar por el beso, sus manos se enredaron en su cabello mientras el lobo de Brad se agita en su interior, sintiendo la electricidad que recorría su cuerpo al estar con su pareja destinada.Pero, a pesar de ello, no puede quitarse la sensación de desprecio que siente hacia ella. ¿Cómo podía alguien como Yara ser su compañera?No obstante, a medida que el beso avanza, empezó a sentir un extraño cosquilleo en su estómago. Era una sensación rara, que no había experimentado antes, dejó de pensar y se centró en retener las sensaciones, sus labios eran suaves y dulces.Mientras seguía besándola, su lobo se agitó en su interior, como si quisiera salir y reclamarla como su compañera. Pero él no podía permitirlo, no podía dejar que una m*****a humana débil, se convirtiera en luna cuando el fuera el alfa de la manada.Después de un rato, la llevó a la habitación, la recostó en la cama, mientras la besaba y con una mano tomó el mando, apretó un botón y lo volvió a colocar en su lugar.Saboreó el sabor de su labio inferior en su boca. Yara lo miró con los ojos brillantes, parecía extasiada.Se separó y la miró con desdén. Ella no tenía idea de lo que estaba por venir. Su dulzura e inocencia solo la hacían más vulnerable a sus planes.—¿Qué pasa, Brad? —preguntó ella con una voz suave.—No pasa nada —respondió con una sonrisa falsa—. Solo estoy pensando en nuestro futuro juntos y en las ganas que tengo de hacerte mía.Ella sonrió con inocencia, sin darse cuenta de que sus palabras ocultaban sus malas intenciones, la besó de nuevo, desnudándola lentamente, recorrió con sus labios cada parte de su cuerpo, hasta que se acomodó dentro de sus piernas y la poseyó con fuerza y desenfreno.Ella gimió y lloró bajo su cuerpo, sus tímidas manos tocando su espalda, sus ojos cerrados y su cuerpo arqueándose hacia él. Pero Brad estaba centrado en no sentir nada por ella, solo la pulsante necesidad de venganza que lo guiaba.Sabía cuál era su propósito, la simple humana frente a él, era su llave para conseguir su ansiada venganza.Rato después, Yara yacía inmóvil, un bulto tembloroso en la vastedad de las sábanas desordenadas. Los ecos del silencio pesaban sobre ella como una losa. Debajo de su pecho, el corazón latía frenético, buscando alguna señal de Brad que no llegaba ¿Será que no la quería en su vida?La luz del sol se filtró a través de las cortinas de encaje, proyectando un cálido resplandor sobre la hoja que Yara tenía en sus temblorosas manos. Desplegó la carta con un tacto casi reverente, sus ojos escudriñaron la escritura, emocionada porque Brad le había enviado una carta."Queridísima Yara", empezó la carta, y ella casi podía oír la voz de Brad acariciando cada palabra. "Mi corazón está decidido; late únicamente por ti. Esta noche, bajo el halo de estrellas de la gran velada, en mi casa, proclamaré al mundo que eres la reina de mi corazón". Se quedó sin aliento, las palabras encendieron un fuego en su pecho. Una declaración tan audaz, tan pública, era todo lo que había anhelado en secreto. El amor de Brad, sería ahora tan innegable como la luna en el cielo nocturno. —¿Podría estar ocurriendo de verdad? —murmuró a la habitación vacía, con una sonrisa en los labios. Su reflejo en el espejo le devolvió el gesto, con los ojos llenos de posibilidades. En un arrebato de excita
El corazón de Yara, antaño un recipiente ardiente de amor y esperanza, ahora estaba en ruinas entre los fragmentos destrozados de su confianza, el dolor le laceró el alma. Cada respiración entrecortada era un paso, cada pulso un martillazo contra su voluntad. "Basta", se susurró a sí misma, su voz apenas se elevaba por encima de su tormenta interna. Sus ojos recorrieron la habitación en busca de una salida. El ruido de la fiesta era abrumador, las risas y el parloteo se mezclaron en una sinfonía caótica. Cuando intentó levantarse, las piernas se le doblaron y cayó al suelo. Sus dedos se agarraran a la alfombra y sus nudillos se pusieron blancos mientras luchaba por ponerse de pie.Oyó el ruido ensordecedor de la fiesta a su alrededor, las risas mezclándose con la música en un caos abrumador. Decidió que debía alejarse de allí, aunque sólo fuese por un momento. La fuerza volvió a sus miembros como el primer deshielo de la primavera, y comenzó a caminar, luchando contra las lágrima
Brad está dudoso después de lo que pasó Leo no lo deja en paz, martirizándolo por lo que le hizo a Yara."Debes buscarla porque está en peligro, y reconocer que actuaste mal con ella, los hijos no deben pagar por los errores de sus padres, si no me haces caso te vas a arrepentir".Las recriminaciones de Leo eran constantes, si algo tenía su lobo era su persistencia, así que sin poder aguantar más ordenó a su beta organizar la búsqueda de Yara, y él decide también hacerlo, solo por aliviar la furia e intensidad de su lobo, pero mientras va caminando, se encuentra con Rosalinda quien al verlo termina desplomándose, sin embargo, antes de que toque el piso, el corre hacia ella y la sostiene llevándola al consultorio médico de la manada.Despues de llevarla, se queda a esperar impaciente el diagnóstico médico, cuando este por fin sale, le pregunta por la condición de su amiga. —¿Qué le pasó doctor? ¿Por qué se desmayó? —interrogó con preocupación, porque ella se había criado con él, además
Habían pasado parte del día anterior y toda la noche buscando a Yara, y en ese momento entró al despacho de la casa de la manada.Tuvo la impresión que el espacio se hizo más pequeño al entrar, el olor a cuero viejo y pino se mezcló con los rastros persistentes de su propio malestar. Se dejó caer en la silla, con el peso de sus acciones, presionándole como una fuerza física. —Parece que has perdido el gusto por la caza —dijo Jayden, su amigo, apoyándose en el marco de la puerta con una ceja levantada. Su voz era ligera, pero había un trasfondo de desaprobación que Brad no podía pasar por alto. —¿Es realmente una caza cuando la presa no sabe que está jugando? Brad se frotó el puente de la nariz, con la imagen del inocente del que se burlaban brillando en su mente. —Yara es solo una víctima más en esta historia, de su madre y ahora tuya ¿Puedes si quiera darte cuenta el daño que le causaste? Mientras hablaba le lanzó un informe en la mesa.—Lee lo que está allí para que te des cuent
La luz de sol se filtró a través de las ramas retorcidas, lanzando un juego de sombras sobre la figura imponente del alfa Jacob, cuya mirada reflejaba determinación mezclada con pesar. Mientras que la revelación caía sobre Yara como una cascada helada, inquietante y revitalizante y esperanzadora al mismo tiempo. Pero antes de que su padre siguiera contándole, sintió un agudo dolor mientras sus dientes comenzaron a brotar dolorosamente. La mirada de Yara se volvió agitada mientras un escalofrío recorrió su espina dorsal. Un dolor punzante se apoderó de ella, y sus dedos temblorosos se aferraron a su pecho. Sus sentidos se agudizaron repentinamente, como si una fuerza desconocida la empujara hacia algo más allá de su comprensión. —¡Padre, algo está pasando! ¡¿Qué es esto?! ¡Duele mucho! —exclamó Yara, entre jadeos y luchando por mantener la compostura. Jacob se acercó rápidamente, su rostro mostraba preocupación mientras observaba cómo el cuerpo de su hija comenzaba a cambiar. Un mie
Yara, luego de la conversación con su familia, de la sorpresa al darse cuenta de su verdadera naturaleza y el profundo dolor de su transformación, ahora yacía convertida en una impresionante loba blanca plateada. El bosque se volvió testigo del recorrido vertiginoso de la loba Yara, ahora encarnando a Kira, su loba interior. Corrió a través de los árboles, el viento acariciando su pelaje plateado. Sus patas ágiles dejaban huellas profundas en el suelo del bosque. Una ráfaga de determinación la impulsaba mientras se dirigía hacia el territorio donde residía su manada, Niebla plateada. Cuando llegó a la manada de su padre, compuesta por lobos poderosos y leales, la observaron en silencio desde la distancia, atentos a cada movimiento. Jacob y su hijo, transformados en lobos, al igual que los miembros de su manada, se mantuvieron a su lado, mostrando un respeto reverencial a la majestuosidad de la loba Yara en su forma alfa, su sola presencia era una promesa de una nueva era de prosperi
El aire de la noche estaba cargado de un olor a pino y a tierra húmeda que se impregnaba por la nariz, el bosque que bordeaba el territorio de la manada estaba vivo, parecía un concierto nocturno de los grillos y el susurro de las hojas. Había enviado a uno de sus hombres a reforzar a investigación sobre Yara y lo que le dijo lo dejó aún más con esa terrible sensación de angustia y culpa en su pecho. Descubrió que aunque Yara era hija de Minerva, esta la abandonó a su suerte con tan solo un año de edad, y fue su padre quien la crió en el mundo humano y habia sido apenas hace un par de años que Minerva la buscó, y lo hizo porque quería usarla cuando su loba saliera, pero al darse cuenta que Yara era solo una humana, su interés por ella se disipó. Dentro de él, su lobo agitado le reclamaba."Te dije que era nuestra compañera y que no debías hacerle daño y te negaste a escuchar, y Jayden también te lo dijo, pero ni siquiera quisiste escucharlo, ahora debes buscarla y darle su lugar en
La furia y el conflicto se desvanecieron momentáneamente. Las lobas, con expresiones de sorpresa y temor, se apartaron unas de otras, reconociendo la orden de su Alfa.Brad caminó con determinación hacia el centro del claro, su mirada recorriendo a cada una de las lobas allí presentes. La tensión en el aire era palpable mientras las miradas se cruzaban entre las integrantes de la manada y su líder.—Esto no es lo que somos. No es así como resolvemos nuestras diferencias. Somos una manada, una familia. No nos enfrentamos entre nosotros —declaró con voz firme, su mirada severa, pero cargada de preocupación.Al escuchar las palabras de su Alfa, las lobas bajaron su cabeza en señal de sumisión, avergonzadas por su comportamiento. Sabían que habían desafiado las normas y la autoridad de Brad.Enseguida volvieron a su forma humana. —Pido disculpas, Alfa —dijo una de las lobas con tono apenado, representando el sentir del grupo—. Nos dejamos llevar por la tensión y la incertidumbre.Brad exh