Yara, luego de la conversación con su familia, de la sorpresa al darse cuenta de su verdadera naturaleza y el profundo dolor de su transformación, ahora yacía convertida en una impresionante loba blanca plateada. El bosque se volvió testigo del recorrido vertiginoso de la loba Yara, ahora encarnando a Kira, su loba interior. Corrió a través de los árboles, el viento acariciando su pelaje plateado. Sus patas ágiles dejaban huellas profundas en el suelo del bosque. Una ráfaga de determinación la impulsaba mientras se dirigía hacia el territorio donde residía su manada, Niebla plateada. Cuando llegó a la manada de su padre, compuesta por lobos poderosos y leales, la observaron en silencio desde la distancia, atentos a cada movimiento. Jacob y su hijo, transformados en lobos, al igual que los miembros de su manada, se mantuvieron a su lado, mostrando un respeto reverencial a la majestuosidad de la loba Yara en su forma alfa, su sola presencia era una promesa de una nueva era de prosperi
El aire de la noche estaba cargado de un olor a pino y a tierra húmeda que se impregnaba por la nariz, el bosque que bordeaba el territorio de la manada estaba vivo, parecía un concierto nocturno de los grillos y el susurro de las hojas. Había enviado a uno de sus hombres a reforzar a investigación sobre Yara y lo que le dijo lo dejó aún más con esa terrible sensación de angustia y culpa en su pecho. Descubrió que aunque Yara era hija de Minerva, esta la abandonó a su suerte con tan solo un año de edad, y fue su padre quien la crió en el mundo humano y habia sido apenas hace un par de años que Minerva la buscó, y lo hizo porque quería usarla cuando su loba saliera, pero al darse cuenta que Yara era solo una humana, su interés por ella se disipó. Dentro de él, su lobo agitado le reclamaba."Te dije que era nuestra compañera y que no debías hacerle daño y te negaste a escuchar, y Jayden también te lo dijo, pero ni siquiera quisiste escucharlo, ahora debes buscarla y darle su lugar en
La furia y el conflicto se desvanecieron momentáneamente. Las lobas, con expresiones de sorpresa y temor, se apartaron unas de otras, reconociendo la orden de su Alfa.Brad caminó con determinación hacia el centro del claro, su mirada recorriendo a cada una de las lobas allí presentes. La tensión en el aire era palpable mientras las miradas se cruzaban entre las integrantes de la manada y su líder.—Esto no es lo que somos. No es así como resolvemos nuestras diferencias. Somos una manada, una familia. No nos enfrentamos entre nosotros —declaró con voz firme, su mirada severa, pero cargada de preocupación.Al escuchar las palabras de su Alfa, las lobas bajaron su cabeza en señal de sumisión, avergonzadas por su comportamiento. Sabían que habían desafiado las normas y la autoridad de Brad.Enseguida volvieron a su forma humana. —Pido disculpas, Alfa —dijo una de las lobas con tono apenado, representando el sentir del grupo—. Nos dejamos llevar por la tensión y la incertidumbre.Brad exh
El lamento por la pérdida de Yara se extendió en el interior de Brad como una sombra de tristeza, después del ritual del funeral llevado a cabo con solemnidad y respeto. Pero incluso en medio de su duelo, el conflicto latente volvió a surgir, porque el enfrentamiento entre las lobas se reanudó y el ambiente en la manada se hizo tenso y denso. Por eso al día siguiente de la ceremonia, Brad fue abordado por algunos miembros del consejo de ancianos y mujeres líderes. —Brad, debemos hablar —comenzó a decir Oslo, el padre de Rosalinda, el miembro más influyente del consejo—. Ya te he dichi qur la manada necesita un cambio. La ausencia de una Luna hace más débil la manada, además que como te has dado cuenta ha generado descontento entre las hembras. El Alfa frunció el ceño con desdén, mientras Leo gruñía molesto, su corazón pesándole por la muerte de Yara. Sin embargo, el tono de urgencia en la voz de los ancianos y líderes femeninos era innegable. —¿Qué quieren decir? —preguntó Brad, su
El centro del jardín estaba vivo con un murmullo como el susurro de las hojas antes de una tormenta. Brad estaba de pie en el centro del altar a punto de celebrar la ceremonia de unión entre Rosalinda y él.El lugar estaba llena de expectación y tensión. Los lobos y las personas de la manada reunidos entre los densos árboles del bosque. La atmósfera estaba cargada de emoción y anticipación, pero Brad podía sentir la pesadez de la responsabilidad en sus hombros.Su mirada penetraba a través de la multitud de cuerpos, cada uno irradiando una emoción diferente en respuesta a ese acontecimiento. Las mujeres que antes se regodeaban en la posibilidad de convertirse en su Luna ahora llevaban el corazón en la manga, algunas destrozadas, otras desafiantes.—Alpha Brad —dijo Sienna, acercándosele con un suave gruñido en la voz —has hecho tu elección sin siquiera considerarnos. ¿Tan poco significa nuestra lealtad?—Sienna —respondió Brad, su tono uniforme, una marea controlada contra la tempesta
—¡No vas a salirte con la tuya! —gruñó la voz del padre de Rosalinda, cortando el aire frío como si fuera un cuchillo.Brad lo miró con desdén sus ojos brillando con un reflejo peligroso.—¡¿Estás desafiando a tu alfa?! ¡Esto debe de acabar!—exclamó.—Esto acabará, pero no como lo esperas. Tamaño alfa eres cuando no quieres cumplir tu palabra, tú le habías dado la palabra a mi hija de casarte y no has cumplido… un lobo sin palabra, no tiene derecho a dirigir a la manada Colmillo Plateado. Por eso te desafío. ¡Esto acabará, pero no como esperas!Ante sus palabras, el cuerpo de Brad se tensó como un arco listo para disparar la flecha de su furia.Brad evaluó a su adversario, un líder nato con décadas de dominio sobre la manada. Pero Brad no estaba allí para ceder ante la tradición o el miedo. Ahora “soy el alfa", pensó, sintiendo el poder palpitar en sus venas. Era más que músculo y garra; era voluntad indomable y corazón feroz.—Quieres desafiar las leyes que nos han mantenido a salvo —
Yara miró a su padre y a su hermano, esperando una respuesta clara y coherente a lo que acababan de decirle. Sus ojos reflejaban una mezcla de incredulidad y miedo, pero también una determinación por entender lo que estaba pasando. —Explíquense, ¿A qué se refieren con la maldición? ¿Qué tiene que ver eso con mi embarazo? ¿De qué maldición están hablando? —insistió Yara, con voz temblorosa y un nudo en la garganta. Jacob, su padre, suspiró profundamente, pero no podía hablar, sus ojos reflejaban un pesar que Yara no había visto antes. Fue su hermano quién le tomó la mano con un suspiro y le dijo la verdad. —La maldición, Yara, es que cada hombre de nuestra familia, sin excepción, no logra llegar a anciano. No importa quién sea, cada año los hijos varones, mueren jóvenes, nunca llegan a los cincuenta años, él más que ha durado es nuestro padre. Es una maldición que ha acechado a nuestra familia durante generaciones. Por eso… —dudó, encontrando difícil continuar—. Por eso, Yara, si est
Meses después El horizonte se alzaba, un lienzo infinito de tierras fértiles que se extendían más allá de lo que la vista alcanzaba. Yara, con su vientre abultado como el bulto de semillas que promete vida, se paró firme frente la gran extensión de terreno de su ambicioso proyecto, más de trescientas mil hectáreas. La brisa le acariciaba su cabello, susurrándole dudas y advertencias de aquellos que no compartían su visión.—Es una locura, Yara —dijo uno de los ancianos del consejo, su voz cargada con la pesadez de la tradición —, no creo que deberías destinar tanto territorio para plantar.Un miembro más joven de la manada empezó a negar con la cabeza.—Con todo respeto, pero el futuro no está en la tierra, debemos construir grandes edificaciones, hoteles, centros comerciales, el futuro está allí, no sembrando. Los miembros de nuestra manada quieren modernizarse, estudiar, no andar todos harapientos por tener que estar en el sol sembrando y cosechando como campesino, eso no es progr