El corazón de Yara, antaño un recipiente ardiente de amor y esperanza, ahora estaba en ruinas entre los fragmentos destrozados de su confianza, el dolor le laceró el alma.
Cada respiración entrecortada era un paso, cada pulso un martillazo contra su voluntad."Basta", se susurró a sí misma, su voz apenas se elevaba por encima de su tormenta interna.Sus ojos recorrieron la habitación en busca de una salida. El ruido de la fiesta era abrumador, las risas y el parloteo se mezclaron en una sinfonía caótica.Cuando intentó levantarse, las piernas se le doblaron y cayó al suelo.Sus dedos se agarraran a la alfombra y sus nudillos se pusieron blancos mientras luchaba por ponerse de pie.Oyó el ruido ensordecedor de la fiesta a su alrededor, las risas mezclándose con la música en un caos abrumador. Decidió que debía alejarse de allí, aunque sólo fuese por un momento.La fuerza volvió a sus miembros como el primer deshielo de la primavera, y comenzó a caminar, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos.—¿Por qué tuve que ser yo? —, se preguntó en voz baja, sintiendo cómo la rabia y la tristeza se mezclaron en su interior.Cada paso era un esfuerzo, cada respiración un recordatorio constante del dolor que sentía. Pero siguió adelante, decidida a encontrar una salida, un lugar donde pudiera estar sola por un momento hasta recuperarse.—¡Maldit4 sea! —escupió cuando un grupo de hombres se cruzaron en su camino, riendo y empujándose unos a otros.Los miró fijamente, preguntándose cómo podían ser tan insensibles ante su dolor.Finalmente encontró un rincón tranquilo detrás de un seto y se dejó caer contra él, cerrando los ojos.—¿Cómo he llegado hasta aquí? —se preguntó sintiendo como la tristeza la invadía de nuevo —¿Cómo dejé que me hicieran esto".Pero no tenía respuestas, sólo vacío y dolor. Yara se abrazó a sí misma mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.Tuvo intención de ir a buscar a su padre, pero antes de que pudiera ir por él, dos hombres la agarraronSintió sus garras en los brazos mientras buscaba la manera de liberarse.—¡¿Qué ocurre?! —gritó, desesperada por escapar.Su corazón latió con fuerza mientras luchaba contra ellos.—¡Suéltenme! —exigió con feroz determinación.Sabiendo que no podía permitirse caer en manos de esos hombres.Sus pensamientos se volvieron hacia su padre, preguntándose dónde estaría."Debo encontrarle", pensó, buscando una salida.Pero los hombres no cedieron, sujetándola con mayor firmeza.—¿Quiénes son? —preguntó, intentando averiguar qué querían.Pero no hubo respuesta, sólo silencio y el sonido de la fiesta a lo lejos, mientras la arrastraban al exterior.La capucha que le pusieron en la cabeza holía a sudor rancio. Sintió su aliento caliente en el cuello mientras la conducían por un sendero con ramas que le arañaraban la piel.—¿Dónde me llevan? —preguntó, pero ellos guardaron silencio.Caminaron por un buen tiempo, hasta que finalmente, se detuvieron y le quitaron la capucha. Yara parpadeó, intentando adaptarse a la repentina luminosidad.—Por favor ¿Qué quieren de mí? ¿Por qué me hacen esto? —preguntó—.Déjenme ir.—Lo siento, señorita—, se burló uno de ellos —, son órdenes del alfa Brad. Te necesitan por tu sangre poderosa.—¿Alfa Brad? ¿Sangre poderosa? —murmuró, desconcertada: ¿por qué él?—Como su prometida es híbrida, necesitamos tu sangre para alimentarla —, continuaron.—¡No, no lo haré! —gritó ella, intentando liberarse.—Lo harás —dijeron los hombres, estrechando su agarre—, y no te dejaremos marchar hasta que consiga lo que quiere."Mi padre me encontrará", se dijo a sí misma, resistiendo al miedo y tratando de encontrar una esperanza en ella."Todo saldrá bien", se repitió una y otra vez, luchando contra las lágrimas que amenazaban con salir.—Déjenme ir —dijo, sintiendo que su cuerpo se debilitaba.—No te irás hasta que Rosalinda tenga hasta la última gota de tu sangre.El corazón de Yara pareció detenerse ante la terrible realidad a la que se enfrentaba."Debo escapar", pensó frenéticamente.Pero sabía que era inútil, estaba atrapada en las garras de esos hombres.La dejaron en otra parte de la choza, mientras un médico, intentaba introducirle una aguja gruesa, no sabia de qué material está hecho, pero solo sintió un profundo dolor, que la hizo doblar, lágrimas de desesperación empañaron su mirada mientras el médico la insertaba en su brazo. Cada gota de sangre que fluía hacia el recipiente significaba su debilitamiento, pero también el sostén vital de Rosalinda, la prometida de Brad.—¡Deténganse! ¡Por favor! —clamó Yara, luchando por liberarse, pero su voz resonó débil en la choza.Los hombres permanecieron impasibles ante su sufrimiento, mientras el médico continuaba con su labor sin el menor indicio de compasión. Yara se aferró a la esperanza de que alguien acudiera en su auxilio, que su padre o alguien llegara en su rescate, pero nada sucedió, nadie llegó.Cada sacudida de dolor se convirtió en un eco de su resistencia interior. Sintió cómo su fuerza iba menguando, pero su espíritu se mantuvo firme, una mezcla de rabia y desesperación bulló en su interior y la rabia se abrió paso peligrosamente en su interior.Las palabras de los hombres retumbaron en su mente: " Son órdenes del Alfa Brad” “Rosalinda necesitaba hasta la última gota de tu sangre". El propósito de su sufrimiento era para sostener a la prometida del hombre que ella habúa aprendido a detestar y que odiaba con toda su alma.Incapaz de soportar más la agonía, Yara dirigió una mirada desafiante hacia el médico y los hombres que la custodiaban. En sus ojos se reflejó una mezcla de miedo y valentía, una lucha interna entre la rendición y la determinación de no ceder ante ellos..El rostro pálido y los temblores se intensificaron mientras el médico continúo extrayendo bolsas tras bolsa de sangre. Cada segundo era una lucha contra la pérdida de conciencia, pero se negaba a ceder.En un momento de audacia, con lo poco que le quedaba de fuerzas, Yara lanzó un manotazo, logrando derribar una bandeja metálica cercana.El ruido metálico llamó la atención de los hombres, quienes la sujetaron con mayor firmeza, y le propinaron un golpe brutal que la hizo perder el sentido.El sonido de sus propios latidos se desvaneció lentamente, el zumbido en sus oídos la arrastró a una vorágine de desespero, el mundo se oscureció mientras se sumergía en un abismo de inconsciencia, su última resistencia ante la tiranía que le había arrebatado la libertad y la dignidad.Brad está dudoso después de lo que pasó Leo no lo deja en paz, martirizándolo por lo que le hizo a Yara."Debes buscarla porque está en peligro, y reconocer que actuaste mal con ella, los hijos no deben pagar por los errores de sus padres, si no me haces caso te vas a arrepentir".Las recriminaciones de Leo eran constantes, si algo tenía su lobo era su persistencia, así que sin poder aguantar más ordenó a su beta organizar la búsqueda de Yara, y él decide también hacerlo, solo por aliviar la furia e intensidad de su lobo, pero mientras va caminando, se encuentra con Rosalinda quien al verlo termina desplomándose, sin embargo, antes de que toque el piso, el corre hacia ella y la sostiene llevándola al consultorio médico de la manada.Despues de llevarla, se queda a esperar impaciente el diagnóstico médico, cuando este por fin sale, le pregunta por la condición de su amiga. —¿Qué le pasó doctor? ¿Por qué se desmayó? —interrogó con preocupación, porque ella se había criado con él, además
Habían pasado parte del día anterior y toda la noche buscando a Yara, y en ese momento entró al despacho de la casa de la manada.Tuvo la impresión que el espacio se hizo más pequeño al entrar, el olor a cuero viejo y pino se mezcló con los rastros persistentes de su propio malestar. Se dejó caer en la silla, con el peso de sus acciones, presionándole como una fuerza física. —Parece que has perdido el gusto por la caza —dijo Jayden, su amigo, apoyándose en el marco de la puerta con una ceja levantada. Su voz era ligera, pero había un trasfondo de desaprobación que Brad no podía pasar por alto. —¿Es realmente una caza cuando la presa no sabe que está jugando? Brad se frotó el puente de la nariz, con la imagen del inocente del que se burlaban brillando en su mente. —Yara es solo una víctima más en esta historia, de su madre y ahora tuya ¿Puedes si quiera darte cuenta el daño que le causaste? Mientras hablaba le lanzó un informe en la mesa.—Lee lo que está allí para que te des cuent
La luz de sol se filtró a través de las ramas retorcidas, lanzando un juego de sombras sobre la figura imponente del alfa Jacob, cuya mirada reflejaba determinación mezclada con pesar. Mientras que la revelación caía sobre Yara como una cascada helada, inquietante y revitalizante y esperanzadora al mismo tiempo. Pero antes de que su padre siguiera contándole, sintió un agudo dolor mientras sus dientes comenzaron a brotar dolorosamente. La mirada de Yara se volvió agitada mientras un escalofrío recorrió su espina dorsal. Un dolor punzante se apoderó de ella, y sus dedos temblorosos se aferraron a su pecho. Sus sentidos se agudizaron repentinamente, como si una fuerza desconocida la empujara hacia algo más allá de su comprensión. —¡Padre, algo está pasando! ¡¿Qué es esto?! ¡Duele mucho! —exclamó Yara, entre jadeos y luchando por mantener la compostura. Jacob se acercó rápidamente, su rostro mostraba preocupación mientras observaba cómo el cuerpo de su hija comenzaba a cambiar. Un mie
Yara, luego de la conversación con su familia, de la sorpresa al darse cuenta de su verdadera naturaleza y el profundo dolor de su transformación, ahora yacía convertida en una impresionante loba blanca plateada. El bosque se volvió testigo del recorrido vertiginoso de la loba Yara, ahora encarnando a Kira, su loba interior. Corrió a través de los árboles, el viento acariciando su pelaje plateado. Sus patas ágiles dejaban huellas profundas en el suelo del bosque. Una ráfaga de determinación la impulsaba mientras se dirigía hacia el territorio donde residía su manada, Niebla plateada. Cuando llegó a la manada de su padre, compuesta por lobos poderosos y leales, la observaron en silencio desde la distancia, atentos a cada movimiento. Jacob y su hijo, transformados en lobos, al igual que los miembros de su manada, se mantuvieron a su lado, mostrando un respeto reverencial a la majestuosidad de la loba Yara en su forma alfa, su sola presencia era una promesa de una nueva era de prosperi
El aire de la noche estaba cargado de un olor a pino y a tierra húmeda que se impregnaba por la nariz, el bosque que bordeaba el territorio de la manada estaba vivo, parecía un concierto nocturno de los grillos y el susurro de las hojas. Había enviado a uno de sus hombres a reforzar a investigación sobre Yara y lo que le dijo lo dejó aún más con esa terrible sensación de angustia y culpa en su pecho. Descubrió que aunque Yara era hija de Minerva, esta la abandonó a su suerte con tan solo un año de edad, y fue su padre quien la crió en el mundo humano y habia sido apenas hace un par de años que Minerva la buscó, y lo hizo porque quería usarla cuando su loba saliera, pero al darse cuenta que Yara era solo una humana, su interés por ella se disipó. Dentro de él, su lobo agitado le reclamaba."Te dije que era nuestra compañera y que no debías hacerle daño y te negaste a escuchar, y Jayden también te lo dijo, pero ni siquiera quisiste escucharlo, ahora debes buscarla y darle su lugar en
La furia y el conflicto se desvanecieron momentáneamente. Las lobas, con expresiones de sorpresa y temor, se apartaron unas de otras, reconociendo la orden de su Alfa.Brad caminó con determinación hacia el centro del claro, su mirada recorriendo a cada una de las lobas allí presentes. La tensión en el aire era palpable mientras las miradas se cruzaban entre las integrantes de la manada y su líder.—Esto no es lo que somos. No es así como resolvemos nuestras diferencias. Somos una manada, una familia. No nos enfrentamos entre nosotros —declaró con voz firme, su mirada severa, pero cargada de preocupación.Al escuchar las palabras de su Alfa, las lobas bajaron su cabeza en señal de sumisión, avergonzadas por su comportamiento. Sabían que habían desafiado las normas y la autoridad de Brad.Enseguida volvieron a su forma humana. —Pido disculpas, Alfa —dijo una de las lobas con tono apenado, representando el sentir del grupo—. Nos dejamos llevar por la tensión y la incertidumbre.Brad exh
El lamento por la pérdida de Yara se extendió en el interior de Brad como una sombra de tristeza, después del ritual del funeral llevado a cabo con solemnidad y respeto. Pero incluso en medio de su duelo, el conflicto latente volvió a surgir, porque el enfrentamiento entre las lobas se reanudó y el ambiente en la manada se hizo tenso y denso. Por eso al día siguiente de la ceremonia, Brad fue abordado por algunos miembros del consejo de ancianos y mujeres líderes. —Brad, debemos hablar —comenzó a decir Oslo, el padre de Rosalinda, el miembro más influyente del consejo—. Ya te he dichi qur la manada necesita un cambio. La ausencia de una Luna hace más débil la manada, además que como te has dado cuenta ha generado descontento entre las hembras. El Alfa frunció el ceño con desdén, mientras Leo gruñía molesto, su corazón pesándole por la muerte de Yara. Sin embargo, el tono de urgencia en la voz de los ancianos y líderes femeninos era innegable. —¿Qué quieren decir? —preguntó Brad, su
El centro del jardín estaba vivo con un murmullo como el susurro de las hojas antes de una tormenta. Brad estaba de pie en el centro del altar a punto de celebrar la ceremonia de unión entre Rosalinda y él.El lugar estaba llena de expectación y tensión. Los lobos y las personas de la manada reunidos entre los densos árboles del bosque. La atmósfera estaba cargada de emoción y anticipación, pero Brad podía sentir la pesadez de la responsabilidad en sus hombros.Su mirada penetraba a través de la multitud de cuerpos, cada uno irradiando una emoción diferente en respuesta a ese acontecimiento. Las mujeres que antes se regodeaban en la posibilidad de convertirse en su Luna ahora llevaban el corazón en la manga, algunas destrozadas, otras desafiantes.—Alpha Brad —dijo Sienna, acercándosele con un suave gruñido en la voz —has hecho tu elección sin siquiera considerarnos. ¿Tan poco significa nuestra lealtad?—Sienna —respondió Brad, su tono uniforme, una marea controlada contra la tempesta