154. CURANDO A MI ALFA

AJAX

Pensé y entonces recordé las caritas de dos bebés hermosos. Es cierto, yo tengo dos niños, sí, sí, son míos, míos y de mi…

¿De quién más?

No recordaba, pero esa voz insistente me llamaba, sanando las heridas de mi alma, así que me aferré a ella como un loco, quería verla, hice una promesa, no podía fallarle, no podía fallarle de nuevo a ella…

— Amalia – su nombre salió de mis labios y abrí al fin mis ojos a la luz.

Sobre mí, el rostro más hermoso, la mujer de mi vida, ella era la madre de esos cachorros, esta hembra, es mi mundo entero.

— Nena, no llores, lo lamento, lo lamento tanto – subí mi mano para recoger las lágrimas que bajaban desde sus ojos, llenos de precaución y anhelo.

Me juré nunca hacerla llorar, nunca herirla. He fallado de nuevo.

— Ajax – se arrojó a mi pecho y la estreché contra mí, con fuerza, intentando incorporarme y cargarla sobre mis piernas.

Pensé que todo me dolería, que estaría lleno de heridas, sin embargo, solo la sangre seca permanecía sobre mi piel.
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