ALFREDTenía la esperanza de que Vivianne hiciera algo así, poder dominar a estos animales para que nos protegieran, curar a quien quisiéramos, no a todos, mantener esa decisión exclusivamente para las personas que lo pagara bien y nos trajera beneficios, ahora esta puta es quien tiene el control.— Yo diría, que deshacerme de una escoria como tú, es hacer la mejor acción para la raza – me respondió con una sonrisa sarcástica de autosuficiencia.Ver su rostro me recordaba tanto a Astrid y sus aires de superioridad.— ¡Debí asesinarte cuando tuve el chance, estrangular a una arpía como tú desde la cuna! – me abalancé corriendo hacia ella.No podía vencer a tantos Renegados, sería asesinado, pero si me la llevaba por delante, moriría feliz.— ¡AAAhHHH! – Caí de rodillas a solo unos metros de la Sacerdotisa, grité de dolor al sentir como si llamas abrazadoras quemaran mi cuerpo entero.Bajé las manos y me abrí la camisa a tirones para ver esa pudrición de venas negras contaminar casi tod
AJAXMiré la matanza sin pizca de remordimiento, convertido ya en mi forma humana.Abracé por la espalda a mi hembra con fuerza y quise colocar la mano sobre sus ojos, pero ella la retiró.— No, es horrible, pero quiero mirar, esto se lo debo a mi madre, a mi hermano, a mí misma – me dijo en voz baja, recostándose más contra mi pecho y recordé el sótano donde vivía como una sirvienta de esos humanos.El remordimiento y el arrepentimiento siempre en mi interior, yo fui la lanza que Alfred esgrimió en contra de la familia real, fui un idiota y solo me quedaba amarla y darle todo lo que quité en mi absurda venganza.— Se terminó, Amalia, yo me encargaré de lo que queda de Alfred – le susurré besando su cabello, deseaba tanto finalizar esta guerra y regresar con mis cachorros, con mi familia.— Aún no he terminado, me queda una promesa más por cumplir – respondió saliendo de la protección de mis brazos y caminando hacia el centro del claro.— Amalia… — la llamé preocupado intentando agarr
AJAXSé lo que sientes, es como si una energía fría y poderosa, rebuscara por todas tus arterias y tus órganos, tu cuerpo entero, buscando el gen defectuoso, para luego destruirlo en un instante de agonía, pero a la vez, liberador.— ¡Aaaagggr Aaahhhhh! – gruñidos animales comenzaron a convertirse en gritos roncos de voces humanas.El pelaje caía al suelo, las garras querían arrancarse las pieles de bestias, los caninos volvían a ser humanos mientras rugían al cielo y el cuerpo entero cambiaba y se transformaba a su forma original.— ¡SAÚL! – el primer grito se escuchó de una mujer que sin miedo al peligro, corrió hacia uno de los cuerpos que había arrojados ahora en la hierba, débil y vulnerable, temblando por el esfuerzo.La señora se arrodilló abrazándolo, llamándolo hijo y que pensaba que había muerto hace mucho tiempo.Así, increíblemente, algunos de esos hombres encontraron aquí a sus familiares.Se levantaban aturdidos y perdidos, sin poderse creer que pudieron lograrlo al fina
EL REY HECHICERO— Solo puede pasar usted sin acompañantes – me dijo el pulgoso del guardia de la mina.— Retírense y espérenme aquí, si no regreso, ya saben qué hacer – les dije a los dos magos que me acompañaban y llevaba más para intimidar que para otra cosa.Sabía muy bien que no sería tan sencillo, no era tan idiota como Alfred, que de seguro ya estaba enterrado con los gusanos.El Alfa Ajax no me daría así como así parte de esta preciada mina, ya conocía muy bien el valor de las piedras, incluso para su raza, que los ayudaba a sanar y fortalecer los poderes de su espíritu de lobo.Me guiaron a través de los oscuros pasillos excavados, en un carrito de minería moderno.Mis ojos destellaban con emoción al sentir la energía poderosa contenida en las entrañas de esta mina.Recordaba muy bien el video, pero nada le hizo justicia a lo que encontré cuando estuve dentro de la primera caverna.— Magníficas, son perfectas – acaricié codiciosamente la pared resplandeciente de poder.— Nues
REY HECHICEROPodía sentir su miedo flotando en el aire, estaba acostada sobre el suelo como una conejita indefensa agarrada por las muñecas con fuerza.Había perdido el control de la ilusión haciéndose pasar por su padre, posiblemente por el terror en su alma.Miraba horrorizada a los rostros sin forma de las sombras que se cernían sobre ella, riendo, burlándose, apresándola, solo esperando una orden para despedazarla.Me incliné complacido sobre su cuerpo.— Sabes Rowena, sí que has crecido muy bien durante estos años, ¿quién iba a decir que esa pesada mocosa se convertiría en una mujer tan sensual? – le dije acariciando su cuello y bajando mis dedos por su piel hasta el encuentro de sus senos, en el inicio del cuello de su camiseta.— ¡No me toques maldit0 enfermo! ¿Qué es esto? ¡¿Cómo te atreves a conjurar magia oscura prohibida?! ¡La Diosa te va a castigar! – me gritó retorciéndose en el suelo y eludiendo mis manos.— Qué lástima que sigas siendo la misma estúpida, ese gen recto
KANE — Ssi, si madre, tranquila, ya hicimos nuestra parte… — ¡¿Por qué tomaste todo el peso del hechizo?! ¿Por qué, niña tonta? ¡Si te hubiese sucedido algo, si algo hubiese fallado…! — Nada sucedió, mamá, si no te apoyaba tu sola no ibas a poder. Fue… horrible… — escucho su conversación y parece que lo que sentía a través de nuestro vínculo de mates fue apenas una muestra. Tendré que castigar a esta brujita más tarde, no me importa el mundo entero si a ella le sucede algo. Cuelgan después de un tiempo. La madre de Emily está a salvo en la villa costera, pero ellas se enlazan de alguna manera con magia y pueden hacer estos hechizos en conjunto a distancia. — Me mentiste Emily, me dijiste que no habría riesgos, dime, ¿qué hiciste exactamente? – la giré y tomé su rostro a pesar de que sus ojos me miraban esquivos. — Es un hechizo que puede hacer mi madre, pero no lo usa casi porque está rayando en la hechicería prohibida y además, consume demasiada energía – me explica al fin susp
EL REY HECHICEROPero sí era lo que pretendían, extraerían la energía mágica de las piedras para lanzarla en mi contra. Atrapado dentro de este conjuro, sin poder escapar, como una rata, explotaría al recibir ese ataque tan concentrado.— ¡No te lo podré tan fácil! – le rugí y saqué todos mis poderes.Ahora me arrepentía de haber sido tan impulsivo y confiado de sacar lo mejor de primero, no podía invocar a los Numunae y estaba más debilitado.— ¡AAHH! – grité alzando las manos, todo mi cuerpo cubriéndose por llamas que flotaban y nadaban como si tuviesen vida.Me llamaban el General Hechicero del Dragón y era por este ataque que desarrollé desde joven.Veríamos qué sería más fuerte, si mi llama devoradora o su maldito escudo.El Dragón de fuego rugió junto con la furia en mi corazón, abalanzándose sobre esa mujer, rodeando las paredes transparentes que cubría incluso mi cabeza, buscando una vía de escape.¡¡Vamos, Vamos, derrite su magia, derrite su magia!!Gritaba en mi interior, pe
VLADÍMIR— ¡Ya basta de hacer ruidos! – les rugí a los hombres metidos dentro de las mismas prisiones que ellos habían construido en esta mina - ¡Le sigues dando a los barrotes y te cortaré las manos como a aquel!Le dije a uno de esos guardias brujos que me estaban sacando de quicio golpeando las rejas.Enseguida hizo silencio, al ver el cuerpo del que se desangraba a su lado y me quiso atacar con su magia a traición.Mi padre me dijo muy bien a quienes se podía salvar en esta mina, que estaban aquí como él, por necesidad y nunca le hacían daño a las mujeres, solo desempeñaban su trabajo a cambio de las míseras piedras de baja calidad que le daban.Se podían contar con una mano y estaban en una celda aparte, los de aquí, me daba igual, rebanarles el cuello ahora mismo, pero se lo dejaría a la decisión de Rowena.Al menos me reconfortaba saber que mi hermana estaba bien y lo habían logrado del otro lado.“Amor, lo conseguimos, ¡lo conseguimos!”, la voz repentina de mi mate se escuchó