EL REY HECHICEROPero sí era lo que pretendían, extraerían la energía mágica de las piedras para lanzarla en mi contra. Atrapado dentro de este conjuro, sin poder escapar, como una rata, explotaría al recibir ese ataque tan concentrado.— ¡No te lo podré tan fácil! – le rugí y saqué todos mis poderes.Ahora me arrepentía de haber sido tan impulsivo y confiado de sacar lo mejor de primero, no podía invocar a los Numunae y estaba más debilitado.— ¡AAHH! – grité alzando las manos, todo mi cuerpo cubriéndose por llamas que flotaban y nadaban como si tuviesen vida.Me llamaban el General Hechicero del Dragón y era por este ataque que desarrollé desde joven.Veríamos qué sería más fuerte, si mi llama devoradora o su maldito escudo.El Dragón de fuego rugió junto con la furia en mi corazón, abalanzándose sobre esa mujer, rodeando las paredes transparentes que cubría incluso mi cabeza, buscando una vía de escape.¡¡Vamos, Vamos, derrite su magia, derrite su magia!!Gritaba en mi interior, pe
VLADÍMIR— ¡Ya basta de hacer ruidos! – les rugí a los hombres metidos dentro de las mismas prisiones que ellos habían construido en esta mina - ¡Le sigues dando a los barrotes y te cortaré las manos como a aquel!Le dije a uno de esos guardias brujos que me estaban sacando de quicio golpeando las rejas.Enseguida hizo silencio, al ver el cuerpo del que se desangraba a su lado y me quiso atacar con su magia a traición.Mi padre me dijo muy bien a quienes se podía salvar en esta mina, que estaban aquí como él, por necesidad y nunca le hacían daño a las mujeres, solo desempeñaban su trabajo a cambio de las míseras piedras de baja calidad que le daban.Se podían contar con una mano y estaban en una celda aparte, los de aquí, me daba igual, rebanarles el cuello ahora mismo, pero se lo dejaría a la decisión de Rowena.Al menos me reconfortaba saber que mi hermana estaba bien y lo habían logrado del otro lado.“Amor, lo conseguimos, ¡lo conseguimos!”, la voz repentina de mi mate se escuchó
AMALIAEs tan hermosa y solo me mira fijamente, siento las lágrimas quemando en las esquinas de mis ojos.Me juré que sería fuerte para no agobiarla.— Yo… yo soy…— Sé quien eres… — su voz casi en un susurro, su mano se aprieta más fuerte sobre mi brazo como con miedo de que me vaya, de que me aparte de su vista. — Eres mi bebé… eres mi amada hija… lo he escuchado todo Amalia, todo el tiempo los estuve escuchando…Confiesa y es imposible retener mis sollozos. Me inclino y la abrazo, llorando sobre su pecho.¿Cuán impotente debió sentirse?, atrapada dentro de su propio cuerpo, viendo como papá se consumía en la mina para mantenerla con vida, el conocer a mi hermano y luego a mí.Lo ha escuchado todo, las confesiones que hemos hecho ante ella, nuestros miedos y anhelos, nuestros amores y penas, pensando que no nos escuchaba.Después de unos segundos me hice a un lado para darle acceso a mi hermano que también lloró en su pecho como un niño.Incluso él tenía más memorias con ella que y
AMALIANo lo detuve, sé que él necesitaba dar este paso, ganarse por completo la confianza de mi familia y enmendar los malos entendidos.Se inclinó hacia delante frente a ella, aún cargada en los brazos de mi padre, pidiéndole perdón con arrepentimiento.— Incorpórese, por favor, Alfa Ajax – madre le pidió y yo caminé al lado de mi mate para dejar en claro mi postura frente a mi gente – Todos nos equivocamos en el pasado.Le dijo mientras Ajax se enderezaba y pasaba la mano por mi cintura acercándome a él.— ¿Quién soy yo para juzgarlo cuando fui la primera en ser engañada por Alfred? – frunció el ceño— Quiero que quede bien claro, Fergus… digo, Vladímir, el Alfa Ajax, no fue quien me atacó, fue Alfred, el anterior Beta que yo misma coloqué en su puesto. Esa serpiente rastrera aprovechó el caos para intentar eliminarnos y lo maldije. Lo que me quedó de poder lo gasté en ocultarlos a ustedes, de nuestros enemigos.Suspiré aliviada al ver que la última confusión había sido aclarada.—
AMALIA— Sí, me siento culpable por no haberla venido a ver todo este tiempo, pero claro, no podía, sino… — me quedo callada pensando en mis próximas palabras.— Si no tendrías que venir a la manada y te expondrías a mí – termina mi oración suspirando – Ahora me siento tan estúpido, pero te juro que en ese momento solo lo hice para protegerte.— Lo sé, pero igual dolió verte en brazos de otra mujer, que me echaras a patadas de tu vida.*****AJAX— Amalia… — casi detengo el auto a un lado de la carretera.— No hablemos más del pasado, yo también me equivoqué Ajax, ya basta de hacernos daño, ¿sí? – pone su mano sobre mi muslo – Todavía no sé si Elsa me va a odiar.Me dice y mira hacia el cartel enorme que anuncia la entrada a mi manada.Sé que aquí no fue particularmente feliz, pero los momentos que me mantuvieron cuerdo y resistiendo, los viví aquí con ella.Estaciono el auto en la entrada y el guerrero de patrulla sale de la caseta.Se ha quedado algo desprotegida mi manada con la mo
AJAX— Aquí está la caja de cigarrillos Alfa, ¿se la subo? ¿De verdad despertó la Señora Elsa? – me pregunta la enfermera emocionada, asiento y le quito un cigarrillo antes de que suba corriendo por las escaleras.Salgo al porche y avanzo lentamente por el camino de piedras, observando colina abajo mi manada.No soy de fumar mucho, aun así, prendo el cigarrillo y le doy una profunda calada.Aquí nací, estas son mis tierras, mi gente, aquí enterré a mis seres queridos y me enamoré por primera y única vez, también engendré a mis cachorros y pasé sinsabores y malos momentos.¿Por qué me siento tan nostálgico? Miro las volutas de humo elevarse en el viento.La tarde va cayendo. Presiento que las cosas cambiarán, que ya no seré solo el Alfa de Shadow Hunters.Unos suaves brazos rodean mi cintura sacándome de mi ensimismamiento. Parece que me he pasado un rato mirando a la nada.— ¿Por qué estás triste? – la voz de Amalia me pregunta y arrojo lo que queda del cigarrillo al suelo, para luego
AJAX— Quería estar cómoda, no me quedaban bien las cosas que se quedaron aquí, con el embarazo engordé un poco – responde caminado hacia mí.Mis ojos lobunos la devoran. Muestra una gran porción de los muslos al caminar, lleva una de mis camisas, los botones de arriba abiertos dejándome ver sus senos casi al descubierto, las mangas subidas hasta los codos.“Diosa, esta mujer va a acabar con mi cordura, quiero estar encerrado en su misma celda de manicomio” mi lobo suelta una de sus perlas, con la lengua afuera como un pervertido.Espero que de verdad Amalia no lo esté escuchando ahora mismo.— Bien, tengo que comprarte más ropas, o no, mejor te quedas con mis camisas, te quedan muy bien – le digo casi en un gruñido.Tomo su mano y la llevo a su silla a mi lado, yo me siento a la cabeza de la mesa.El olor de sus feromonas se alborota cuando pasa moviendo su cabello platinado, me tiene con la polla tiesa dentro del pantalón.— Yo creo que tú también debes comprarte ropa, te veo apreta
AJAXSiento su espalda temblar contra mi pecho, sus nalgas restregándose contra mi abdomen.Agarro mi falo y comienzo a pasarlo por su vulva, mi glande empapándose arriba y abajo, lubricándola con mi presemen que escurre abundante.— Dime, ¿quién es tu dueño, Amalia?, ¿quién va a poner su marca en tu cuello?, dímelo nena, ¿quién es el único macho que puede joderte el coño? – gruño contra sus labios con los caninos afuera.Siento los cambios en mi cuerpo, mi parte primitiva tomando el control y mi mente nublándose por completo.— Ajax, Ajax es mi hombre, mi dueño, mi pasado, mi presente y mi… futuro… Mmmm – gime sensual empinando las nalgas cuando comienzo a empalarla.Sus suaves pliegues ceden a mi miembro que se sumerge lujurioso, sacándome escalofríos de placer que viajan por mi columna.La pego a la mesa, dominándola con mi mano en su espalda, mientras ondeo mis caderas adentro y afuera, mis músculos se contraen poderosos y el sudor brilla en nuestra piel.La vajilla tintinea y la