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— Esta casa y todo lo que contiene, pertenece ahora a Amalia Gray como parte de la herencia que debió haberle sido entregada desde los 18 años.

— La cifra ascendía a casi medio millón de dólares y es obvio que esta casucha no lo vale, lo siento, pero alguien debe pagar lo que le deben a mi mujer.

Les aviso lo que será su próximo destino, trabajar en una de mis peores minas por un salario que les descontaré, por supuesto.

En un sitio inhóspito, duro para sobrevivir y con todo lo que deben, saldrán de ahí peinando canas, si es que sobreviven.

Veremos si le quedan ganas de seguirle robando a una infeliz para irse de día de spa.

Sonrío con sarcasmo disfrutando del momento.

— ¡Medio millón de dólares! ¡Eso es mentira! ¡Mi marido, él… él es quien malversó todo, nosotros no sabíamos de eso! ¡Cóbrele a él! – me grita la mujer y sé muy bien que miente, su nerviosismo y mirada esquiva me lo dice.

— Claro que se lo cobré, por eso desconté algo del dinero, no creo que su vida valiera mucho