RESÚMEN
¿Qué pasa cuando las estructuras mentales que amoldan la realidad que conoces se derrumban por completo? ¿Que sucede si descubres que lo que crees ser es un espejismo, una fachada de una realidad inimaginable a los ojos de la humanidad? ¿Cuales serían tus pensamientos si tuvieras la certeza que la vida, tal como la conoces, es un sueño del cual despertarás en cualquier momento, que la muerte no existe y supieras, con toda seguridad, que solo es un juego que tu mismo creaste y planificaste desde antes de nacer?
Por medio de estas líneas quiero que conozcan la historia de Adrián, un hombre particular que conocí en mi estadía como pasante universitario y que cambió mi forma de ver el mundo por completo y para siempre. Al principio tuve miedo, me estaba enfrentando a un conjunto de hechos que estaban fuera de toda lógica racional y que tenían a gran parte de los habitantes del domicilio, donde me hospedaba, desconcertados y at
AL OTRO LADO DEL VELOEl despertarPor: MANUEL L.Copyrignt 2018. MANUEL L. Todos los derechos reservadosAl silencio que, a veces, puedo oírCONTENIDOPROLOGO DEL AUTORPRIMERA PARTE: DE COMO CAMBIÓ MI VIDASEGUNDA PARTE: EL DIARIOLA PRIMERA EXPERIENCIANOCHE DE ABRILLA TRAGEDIAENSOÑACIÓNLA DESPEDIDAALUCINACIÓNESDEMENCIAEL DESPERTAREPÍLOGOEPILOGO DEL AUTORREFERENCIASLa realidad que conoces puede ser tan sólo un sueño.PROLOGO D
PRIMERA PARTE: DE COMO CAMBIÓ MI VIDA No pude evitar el temblor en mis manos y algunas gotas de sudor frio empezaron a correr por mi frente. Estaba ansioso, en las cuatro paredes de mi cuarto, bajo la tenue luz de una lámpara y acompañado por mis latidos de corazón. Pero en contraste, me sentía muy feliz, aliviado, y con una gran expectativa. Lo había logrado, después de algún tiempo de desventuras y decepciones, pude descifrar la clave que en mis manos puso el enigmático señor Adrián; que, según él, me llevaría a la respuesta de la pregunta número once y ultima que le formulé. La llave giró con una facilidad que se diferenciaba con lo duro que habían sido aquellas noches de desvelo ante lo que se convirtió en una obsesión: revelar el criptograma que permitía abrir el cofre en el cual acababa de girar la llave. –––Es el secreto que me permite hacer lo que h
SEGUNDA PARTE: EL DIARIODespués de todo lo que ocurrió, me hice una pregunta: ¿qué es la realidad?Los seres humanos estamos saturados de etiquetas mentales, juicios y conceptos que condicionan el sistema de cosas donde nos desenvolvemos y al cual denominamos “realidad”.Lo invito a hacer un ejercicio mental: imagine que esas etiquetas, conceptos y juicios desaparecieran de la mente colectiva de la humanidad de un momento a otro, ¿Qué quedaría? ¿A qué llamaríamos realidad?Desde el mismo minuto en que nacemos empezamos a adquirir los paradigmas implantados en los habitantes del planeta a lo largo del tiempo. Nuestros padres, consciente o inconscientemente, son los primeros en enseñarnos su forma de ver el mundo; luego, es la sociedad quien toma la antorcha.Estos paradigmas se amoldan a las diferentes épocas a través de los filtros mentales de cada person
LA PRIMERA EXPERIENCIAEran la 5:24 pm cuando miré el reloj de pulsera. El tiempo se había ido, como siempre, mirando las nubes pasar.«A esta hora mis padres ya habrían de haber llegado de su viaje, seguro estarán esperándome»«Algunas piedras más» ––pensé.Tomé un puñado de piedras pequeñas como acto final en aquella tarde agonizante y las lancé al río. Su suave corriente me relajaba profundamente y el silencio de aquel refugio desolado, producía, en mí, una atracción magnética. Arriba, en la distancia, un lucero cómplice de mis reflexiones me observaba y, de cuando en cuando, me indicaba con su luz la proximidad de la noche.Apenas contaba con doce años.Pasaba muchas horas en aquel lugar acompañando al sol ha
NOCHE DE ABRILTras la multitud, en aquella fría noche, pocos minutos después de haber abandonado la búsqueda, se asomaron los ojos azules causantes de las palpitaciones aceleradas de mi joven corazón. El nerviosismo emergió como un barco que creía hundido. Tendría la oportunidad de cumplir mi promesa y eso me aterraba.Desde los primeros años de primaria en mi pueblo natal, esas mismas destellantes pupilas, que ahora aparecían como dos titilantes estrellas, habían aprisionado a mis pensamientos con los lazos sutiles del amor.La procesión había terminado y la gran cantidad de gente que asistió al evento religioso empezaba a dispersarse por el pueblo. Las mariposas en mi estómago consumieron todo el aire y empecé a respirar de manera acelerada en un intento de llevar oxígeno a la sangre. Jazmín caminaba entre la muchedumbre a unos veinte metros de distancia de donde m
LA TRAGEDIAHabían pasado cuatro meses desde aquel beso. Las primeras luces de la mañana no tardarían en llegar.Estábamos cansados tras las emociones vividas en ese día inolvidable. Antonio, mi hermano, tenía en sus manos el esfuerzo, la constancia y la sabiduría adquirida, reflejada en un pergamino que lo acreditaba como un nuevo profesional de la psicología. Mi hermano, cuatro años mayor que yo, a sus veinte siete primaveras, era y sigue siendo una de esas personas cuyas características se pueden conocer con tan sólo observar sus ojos. Su mirada es pacífica, serena, lo que denota su carácter regio y a la vez despreocupado. Con su contextura más o menos delgada y su metro ochenta de estatura, se ganó el apodo de “flaco” entre sus compañeros de estudio.Antonio, más que un hermano es mi confidente. Desde la muerte de nuestros padres en un accidente de tránsito, nos h
ENSOÑACIONEl mundo cayó con todo su peso en mi alma destrozada, mis manos palidecieron y comenzaron a temblar.El dolor punzante en la cabeza regresó y arremetió con toda su fuerza mientras la culpa empezó a golpear mi corazón, quizás, con más potencia que las punzadas. Nada de lo ocurrido debía estar pasando; si no se me hubiera ocurrido esa maldita idea de encontrarme con Jazmín, cuando todo estaba en nuestra contra, ella estaría viva.«¡Todo fue mí culpa!»Los pensamientos destrozaron la poca cordura que me quedaba, mis piernas flaquearon y me dejé caer arrodillado en el suelo. En medio de mis alaridos, el doctor trató de calmarme.Fue inútil.Me revolqué en el piso con las manos en la cabeza en un gesto desesperado de despertar de aquella pesadilla endemoniada. Cuando la situación empezó a ser insostenible, algo sucedió: las luces penetrantes em
LA DESPEDIDALas hojas de los árboles descendían y, arrulladas por el regazo de la brisa, se posaban dócilmente en la tierra de aquel gigantesco camposanto. Un grito desconsolado irrumpía en el silencio deshaciendo la intensa paz del lugar. Débiles pasos avanzaban bajo un sol temeroso que presagiaba la noche. La tristeza golpeaba con fuerza los corazones, y sobre todo el mío que se mecía nervioso en la lúgubre y maltratada pared de mi pecho.Ya no podía hacer nada, el amor de toda una vida se había marchado para siempre.Me encontraba allí, en la morada de los mortales para despedirme por última vez. Centenares de rostros bañados en lágrimas se observaban atónitos en todo el lugar. Antonio, prediciendo mis movimientos, detuvo mis pasos con firmeza.—–No debes acercarte —–me previno, tomando con seguridad mi brazo derecho—–. Todos te odian, pueden hacerte daño, q