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Sensaciones Extrañas

Capítulo 

 Sensaciones extrañas 

Eva estaba loca… sí, eso, no había otra explicación lógica para decirlo.

Es que a ver, estaba con un hombre que no conocía y de paso parecía de lo más siniestro y peligroso. Y le gustaba 

Aunque a su lado no se sentía insegura en lo más mínimo. 

Más bien se sentía cálida y segura, no recordaba haberse sentido así con alguien, jamás.

Y era extraño porque sentía como si se conocieran de toda la vida o por lo menos una parte de ella sentía que estaban… unidos. 

En poco tiempo tendría que irse porque bueno… habían salido a escondidas, Pero quería quedarse con él todo el tiempo posible por si no volvía a verlo nunca.

Se excitó rápidamente al oler su perfume, era tan masculino y tan… tan… no sabía cómo describirlo, ese hombre desprendia virilidad por cada celula de su piel.

―Tu amiga no debería haberte abandonado ―dijo Dorian. El timbre

grave de su voz se oyó por encima del estruendo de la pista de baile, unos

metros más allá.

―Mi prima es un espíritu libre. 

La expresión de él se volvió casi amenazadora.

―¿Hace esto con frecuencia?

―No lo sé. Casi nunca salimos juntas.

―Si no vas a bares, ¿qué haces normalmente? ―Dorian estaba interesado en hablar con. Ella cualquier estupidez que quisiera . 

―Soy artista―dijo Eva  con vacilación. 

Ese era el momento en el que

normalmente la gente entornaba los ojos haciendo suposiciones sobre «la

gente creativa».

―¿Cuál es tu medio favorito para trabajar? ―La expresión de Dorian se mantuvo seria. Ni rastro de algo que sugiriera que la estaba tomando el pelo.

―En realidad prefiero trabajar con carboncillo. ― Eva no sabía qué más decir―. Mi padre no me toma

realmente en serio, pero he expuesto algunas obras en galerías locales y se

han vendido.

―En el mercado del arte no es fácil empezar ―dijo―. Si has vendido

alguno de tus trabajos, ya estás muy por delante del artista promedio.

―Gracias ―dijo con el calor concentrándose en sus mejillas. Le gustaba oír comentarios positivos por una vez―. Creo que mi padre está molesto de

que nunca haya mostrado interés en el negocio.

Él sonrió.

―No te imagino en una sala de juntas y te acabo de conocer.

―Sí, supongo que soy bastante fácil de leer.

A Eva le habían enseñado desde niña a mantener los negocios familiares en familia por esa sentía la necesidad de cambiar de tema. Las personas ajenas no eran bienvenidas.

Nunca.

―¿Hay un tema en concreto que te guste dibujar o bosquejar? ―le preguntó Dorian.

Él… Él sería el tema perfecto. Había algo en el casi mítico.

 

Tenía una belleza más allá de lo anormal, su cabello negro hacía un contraste perfecto con sus ojos oscuros, su boca tenía una forma de corazón que provocaba lamerla y su barbilla tenía una pequeña endidura que se veía de lo más sexi en su mandíbula cuadrada. 

Solo pudo imaginarselo como Ares, el Dios de la guerra, peligroso y atractivo. 

Aún no le había respondido. Un rubor le cubrió las mejillas al darse cuenta de que aún estaba esperando lo que debería haber sido una respuesta sencilla.

―No, realmente, lo que me inspire está bien — Debes de pensar que soy ridícula.

―No,Para nada.

Algo en su expresión la encendía, como si él pudiera ver más allá del exterior que ella le mostraba al mundo. Para la mayoría de la gente ella era Eva Gil  hija de Alejandro  Gil, a quien tenían que tratar como una muñeca de porcelana. 

Casi al punto de ignorarla. 

Y ahora venía él, un completo desconocido que parecía importarle lo que le decía.

Bueno lo más probable era porque no la conocía ¿Cierto? Es lo más lógico, porque si conociera a su padre, no sería lo mismo.

Al otro lado de la abarrotada sala, Eva oyó a alguien gritar. 

Tuvo el horrible presentimiento de que se trataba de Victor. 

Su guardaespaldas había desaparecido cuando ella y Emma  llegaron al bar. 

Eva  sospechaba que seguramente se acababa de dar cuenta de que ya no estaba con Emma. 

El pánico de Victor era inevitable, puesto que su padre literalmente lo mataría

si a ella le pasaba algo.

Dorian se puso alerta al ver el alboroto del lugar y ella lo noto,  entendiendo que era un hombre que sabía trabajar desde las sombras pero normalmente esos hombres trabajaban par su padre. 

―¿Qué está pasando? ―le preguntó, ladeando la cabeza para poder ver mejor su

mirada desdeñosa y desconfiada.

Giró el cuerpo, colocándose eficazmente entre ella y la pista de baile.

―No sé. No estoy seguro.

.

.

.

Su instinto salvaje le exigía que sacará a Eva de lugar o mejor aún que la hiciera suya en medio del bar Lara que todos supieran que era de su propiedad.

―¿Vives cerca? ―Dorian intentó mantener un tono calmado. No quería

asustar a esa mujer tan bonita e inocente.

―En realidad no. ―Miró a su alrededor―. Tengo que encontrar a mi prima y comprobar si nuestro chófer está aquí.

―¿Vuestro chófer?

Algo en su forma de comportarse le puso sobre aviso. Allí estaba ocurriendo algo más.

―Emmm si bueno… Verás, tengo un… ―Un hombre musculoso apareció de repente entre la muchedumbre de bailarines a pocos metros de distancia―. Vaya, ahí está.

―¿Ahí está quién?

Dorian  la sujetó aún más cerca. No le gustaba para nada ese hombre no parecia amigable. 

―¡Quítale las manos de encima!

El hombre estiró el brazo intentando agarrar a Eva.

 

Pero Dorian era muy ágil y fácilmente lo esquivó.

―¿Quién es este, Eva? 

―Victor es mi guardaespaldas. Es el chófer del que te hablaba.

Victor soltó una serie de maldiciones  en ruso que dejaban bien clara su opinión sobre Emma y sus antepasados.

Dorian  miró al exagerado guardaespaldas. Que el guardaespaldas fuera ruso probablemente significaba que Eva también era rusa.

Eva le habló a Victor en ruso, enfurecida. 

Dorian pensó que era curioso que no se le hubiera ocurrido que él hablaba el mismo idioma.

Interesante.

―Un baile ―le dijo a Victor―. Me vas a permitir un baile o le diré a mi padre todo lo que ha pasado esta noche mientras tú estabas por ahí haciendo quién sabe qué.

Dorian ocultó una sonrisa. Vaya, vaya el ángel tenía garras.

Si antes se sentía simplemente atraído, ahora estaba completamente cautivado. Era la mujer más fascinante con la que se hubiera cruzado.

Eva agarró a Dorian de la mano y lo arrastró a la pista. Normalmente él no bailaba, pero haría una excepción por ella. 

Solo por ella

Utilizó su cuerpo para protegerla mientras entraban entre la gente para ir a la pista de baile, aprovechando de pegarla más a él.

Cuando finalmente ella se giró y empezó a moverse al ritmo de la música, Dorian se olvidó por un momento de lo que estaba haciendo. 

Era como si el cerebro se le hubiera apagado. La risa de ella lo trajo de nuevo al presente.

Aún estaba inmóvil en el medio de la pista de baile, parecía Un idiota.

La forma en que se movía era seductora y muy sensual mientras movía los brazos y las caderas al ritmo de la música. 

La sonrisa de su rostro era una invitación.

Nadie habría reconocido al gran asesino Ruso en ese momento.

Se olvidó de su alrededor y  le agarró las caderas con las manos y dejó que los movimientos de ella guiaran los suyos.

Se movieron juntos; sus cuerpos se rozaban ligeramente. La fricción entre

ambos hizo que la sangre se le fuera a su miembro. 

El pene se le endureció y alejó la cadera de la de ella por temor a que supiera exactamente el gran efecto que tenía en él. Y eso no era bueno. 

Ella deslizó los brazos por el cuello de él. 

Fue la cosa más natural del mundo envolverla en su abrazo y dejar que el ritmo los guiara. Se sentía… bien. 

Hacía décadas que no bailaba así. 

Ni en su vida personal ni por supuesto en la profesional. 

Ella entrelazó los dedos en su pelo y se puso de puntillas. En esa postura,

sus pechos se aplastaron contra él  y lo beso, sin mucho miramiento, era lo que quería y lo hizo.

Su mundo se tambaleó como buscando encajar en el lugar que siempre le había pertenecido, supo en ese momento que nada sería igual. 

Alguien le agarró por el hombro.

―¡Basta!

Sus reflejos y su instinto se apoderaron de él por completo. Dorian rodeó a Eva con un brazo y colocó su cuerpo entre ella y la amenaza que había percibido. Agarró la mano que tenía en el hombro, apretó con fuerza y la retorció. 

Dorian ya tenía al hombre de rodillas cuando se dio cuenta de que

era Victor.

 Pobre idiota.

―Creo que eso te enseñará a tener las manos quietas— dijo ella riéndose sinceramente 

Dorian soltó a Víctor. El hombre cayó al suelo quejándose de dolor. 

Dorian suspiró, esa era una señal. Era hora de que se fuera y lo sabía. Dar espectáculo en público cuando estaba en la ciudad por trabajo era la estupidez más grande.

―Tengo que irme ya ―le dijo Dorian a Eva. Le sostuvo la cara con las

manos y la besó con suavidad.

―No te he dado mi número de teléfono ―murmuró. Descaradamente deslizó la mano en el bolsillo de los pantalones de él y sacó su teléfono. Marcó un número en la

pequeña pantalla táctil.

―Llámame.

Dorian permaneció en silencio y decidió irse en lugar de responder. 

¿Qué más daba sí la llamaba o no?

Eva  siempre estaría con él. Nunca

olvidaría la sensación de tenerla entre sus brazos o el sabor de sus labios.

Pero Eva  estaría mejor si él caminaba en sentido contrario.

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