La misión

Capítulo 

 La misión 

Eva entró pisando fuerte por la puerta principal de la monstruosa casa

de su padre. Victor entró justo detrás de ella. Con arrogancia. 

Su arrogancia la molestaba más que cualquier otra cosa que hubiera ocurrido esa noche, incluyendo el momento en que Victor había interrumpido el beso más

increíble de su vida.

―Tú ―dijo señalando a Victor― eres el guardaespaldas más inútil que se podría contratar. ¡No podrías mantener a salvo ni a un cadáver! Lo peor es que eres vengativo y asquerosamente inoportuno.

―¿Eso crees, princesa? ―dijo de manera burlona 

―¡Sí! ―Se puso las manos en las caderas y lo miró con furia―. ¿Por qué

disfrutas arruinando las cosas que me importan? ¿Acaso estás celoso?

―Ah, por supuesto. Un hombre como yo debe de sentir celos de la famosa princesa Gil — hablaba él con sarcasmo

―Lo siento, ¿interrumpo una discusión privada?

Tanto Victor  como Eva  se quedaron paralizados al oír la voz de su

padre. 

M****a.

―No, papá ―dijo Eva, viendo que aún llevaba traje y corbata, así que al parecer acababa de llegar a casa―. Victor y yo estábamos discutiendo sobre Emma.

Ese era un buen intento por desviar el tema por parte de Eva.

Y ¿Cómo no?  Emma  era descarada, desobediente, para su padre que algún niño de la familia se comportase ase era molesto y vulgar, aunque según Eva era difícil ser rusa cuando en realidad la última vez que había estado en Rusia había

sido… bueno ya ni se acordaba.

―Emma ―dijo molesto y fastidiado— ¿Ahora que ha hecho ahora?

Eva miró a Victor, retándole con la mirada para que no se atreviera a decir nada.

Por suerte, Emma eligió ese preciso instante para entrar en la casa por detrás de Víctor. Dejó que la puerta se cerrara de golpe tras ella.

―Bueno, ya me conoces, tío Alejandro. He encontrado un bar increíble. Quería

que Eva viniera conmigo, ¡pero es una aguafiestas!

Su padre le lanzó un gruñido a Eva, pero no pareció que a su prima le importara lo más mínimo. Él soltó un bufido.

―Mi Eva no va a bares.— si como no pensaba Emma 

Pobre hombre él no tenía idea de lo que ella hacía, y realmente preferiría que siguiera así.

Aunque en cierta parte tenía razón Eva no era de ir a bares, ella prefería salir a escondidas a ver exposiciones de arte. 

―Vamos, prima. ―Emma agarró a Eva  de la mano y comenzó a arrastrarla escaleras arriba hacia su dormitorio―. Creo que es hora de una manicura.

Era una actividad que sin duda les daría intimidad, eso era seguro. Eva se despidió de su padre y de Victor  antes de dejar que tirara de ella por la gran escalera hacia su suite en la tercera planta.

Emma cerró la puerta de la habitación y echó el pestillo.

―¡Madre mía! ¡Creía que no volvería hasta mañana por la noche!

―Yo también.

Eva  se dejó caer en el puf. Su habitación parecía a la de una adolescente, aunque pensándolo bien, no había cambiado

mucho desde entonces. Había convertido la sala de estar anexa en un estudio en el que pasaba la mayor parte del tiempo. 

Cosa que disgustó a su padre, porque bueno… él seguía pensando que ella era su pequeña niña. Por eso su habitación tenía un toque tan… infantil.

―Vale. ―Emma se sentó en el borde de la cama―. No sé de dónde sacaste al hombre sexy con el que estabas, pero estaba muy bueno. O sea, en una escala del uno al diez, era un millón. ¿Tienes su número de teléfono por lo menos?

―No. ―Eva sopesó la evaluación que su prima había hecho de Dorian―. Pero le di el mío.

Dorian estaba bueno. Más que bueno, no iba a mentir  en eso, era un hombre oscuro y sexy. 

―¿Le besaste de verdad? —la miró críticamente 

―Sí que le besé. O a lo mejor me besó él a mí, es difícil saberlo. ―Eva habló pensativa―. Simplemente… ocurrió.

―¿Y, qué más?

―Fue increíble, no hay más que decir.―Anna se encogió de hombros.

Bufó―¡Y una m****a que no hay más que decir! ―chillo Emma―Simplemente no me quieres contar, por favor se te nota en la cara, está bien no me diga, pero tuviste que pedirle su número. Un hombre así es arrebatado por otra fácilmente.

―Ah, ¿cómo tú? ―Eva  resopló recordando como habia actuado Emma esa noche―. Es poco probable. Además, creo que me llamará. Te lo digo yo.— bueno, eso quería creer ella.

.

.

.

Dorian  quería golpearse la cabeza y borrar ciertas cosas que recordaba. Cómo a esa bella mujer de aspecto tan angelical.

Pensar en ella, en su belleza lo estaba volviendo loco.  

Recordar el calor de su cuerpo e incluso el sabor de sus labios lo tenía inquieto. 

Estaba en una habitación de hotel viendo unas extrañas manchas en el techo pensando lo ridículo que era que un asesino a sueldo como él se esté hospedando en un lujoso hotel, para él era mejor los perfiles bajos y no llamar la atención prefería los hoteles así, básicos.

Era mejor porque en esos lugares nadie veía ni escuchaba nada. 

Se oyó un ruido afuera seguido de un grito que se escuchó bastante aterrador. Los instintos de Dorian siempre estaban en desacuerdo en este tipo de situaciones. 

Una parte de él quería salir con su arma en mano y ver qué mierdas estaba pasando. No le gustaba la idea de que estuvieran maltratando a una mujer.

Sin embargo, una parte aún más fuerte de él sabía que interferir no era buena idea, intervenir tenía siempre un alto precio, fuera cual fuera el motivo.

En alguna parte  de la habitación, su laptop sonó anunciando un nuevo mensaje, un nuevo trabajo. 

Se enderezó y se restregó las manos por la cara, preguntándose por enésima vez si había elegido la profesión equivocada. 

Dorian jamás  había imaginado que se

convertiría en… bueno, un asesino a sangre fría. 

Las ganas de ver de qué iba el encargo eran demasiado fuertes para resistirse. Cuanto antes descubriera por qué estaba allí, antes podría terminar con su trabajo y largarse de ahí.

No recordaba cuándo fue la última vez que había estado en su tierra. Rusia. 

Se sentó en la silla vieja y  metió la clave

de su laptop. El expediente de su próximo objetivo apareció en la pantalla.

Frunció el ceño al ver que se trataba de una mujer.  No le gustaba hacer trabajos que estuvieran mujeres involucradas prefería pasar de ellos pero cuando los aceptaba le parecía de lo más deplorables. No era su… estilo. 

Preparándose, leyó por encima los detalles. El objetivo pertenecía a una

familia de la mafia rusa. Su padre era el jefe de la organización, lo cual probablemente era el motivo por el que su cabeza debía ser servida en bandeja a una familia rival. Típico en estos negocios, nada nuevo.

Era joven, no llegaba a los treinta años estaba muy bien protegida por su padre pero para un asesino como el nada le impedía pegarle un tiro a la distancia. 

Seguía leyendo el expediente donde decía que la joven mujer había estado saliendo varias veces por las noches a galerías de artes y museos.

«Galerías de arte».

Sintió un revoloteo en el estómago al recordar a la dulce Eva, Una mujer joven e inocente, probablemente protegida por un guardaespaldas; sin duda no tenía ninguna experiencia en cosas como lo que había ocurrido en el bar. 

Podría haber sido una muy buena  descripción de Eva.

El temor lo invadió y  Dorian tuvo la leve sospecha de que sí era una descripción de ella.

Se desplazó hasta el final de la página donde aparecía la información

personal y las características del objetivo. 

Decía su peso y talla y  se la definía como «extremadamente inteligente» y «con una belleza fuera de lo común». 

Sí, sin duda ambas cualidades encajaban con su Eva.

Espera ¿Que? ¿Su Eva? Estaba loco ya.

Dorian pellizco el puente de su nariz tratando de apartar sus sentimientos por Eva.

No tardó mucho en darse por vencido. 

No solo se tía algo por ella sino que sentía que ella se le había metido bajo la piel haciendo florecer algo dentro de él que desconicia.

Volvió a repasar toda la información que estaba en el expediente. ¿Por qué alguien la querría muerta? ¿Con qué propósito? Su mirada dio con un minúsculo dato incluido en el expediente. El razonamiento empezó a cobrar sentido. 

Su padre era sospechoso de haber ordenado el asesinato de Damian, su hermano pequeño.

Dorian  se levantó y caminó de lado a lado sobre la alfombra desgastada.

Habían pasado dos años desde que encontraron a Damián en el interior de uno de los grandes almacenes de la ciudad.

Lo habían encontrado muerto ahogado con su propia sangre.

El crimen era un negocio familiar para Dorian, al igual que lo había sido

para Damián. 

Si hubiera sido por el tan ves hubiera dejado el negocio atrás pero no era posible su jefe era su padre. 

No era una opción marcharse. El asesinato de Dorian  cambió a Dorian, pensando en la corta vida que tivo su hermano y no pudo disfrutarla.

Y ahora le pedían a Dorian que cometiera el mismo crimen, si no peor, ya que por lo que veía, Eva no formaba parte del negocio de su padre. 

Eva  era una artista que no quería más que dibujar la belleza de lo que veía a su alrededor.

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