Duermo plácidamente hasta que mi celular suena notificando una llamada entrante de un número que no tengo registrado, ¿ahora qué se traen que me llaman tanto? Dudo, sin embargo, por la insistencia, contesto de muy mala gana —Si no es una emergencia como algo que se está incendiando te aseguro que voy a untar tu cuerpo en miel y se lo daré a comer a las hormigas. — Su voz ronca resuena detrás de la línea. —Buenos días para ti también, cuñada. —¿Alessandro? —Emm, si ¿cuál otro cuñado tienes? —Lo siento, es que… Oye, ¿Quién te dio mi número? —bostezo. —Sam, no quise pedírselo a mi hermano, lleva días que anda de un humor demasiado pesado. —¡Vaya! Así que también contigo, dime ¿a qué se debe el honor de tu llamada? —Ni siquiera te molestas en ocultar tu sarcasmo. —Que te puedo decir, es un don. —Ahora entiendo muchas cosas. —No entiendo. —Olvídalo, dentro de pocos días será el cumpleaños de Virginia, sé que lo recuerdas y necesito me ayudes a escoger un regalo para ella, ¿tien
Cuando llego a casa, guardo el regalo que le he comprado a mi hermana, ella está con Alessandro en el cine así que aprovecho para empacarlo y guardarlo. Me siento muy agotada, mi día ha sido tan ajetreado, no tengo sueño así que me dispongo a guardar mis cosas de la clase en el dichoso cuarto. Sí, logré abrir la puerta que está sin cerradura, por esa vez que la destrocé con el b**e de beisbol para desaparecer la pintura que había creado. La original era una fotografía que venía como marca de agua en las invitaciones de la boda, hice una réplica de esa fotografía donde Rodrigo estaba de traje negro y yo vestida de novia mientras él me sujetaba por la cintura. Amaba esta imagen no voy a negarlo, era el hombre que amé con toda mi alma y al que odié con la misma intensidad. El reloj marca las cinco de la tarde, después de torturar a Fabrizio, vengo dispuesta a hacer de ese sitio, mi lugar de refugio y hacer lo que me gusta, pintar. Tomo un enorme respiro y enciendo el interruptor, el c
Dos años y medio antes… Me siento impaciente, esa palabra es la que me define en este momento. Estoy en la limusina junto a mis padres esperando el auto donde se supone, llegará mi novio para esperarme en el altar. Tecleo un mensaje a Virginia, quien está dentro de la iglesia. Yo ¿Vino? Vir Lo siento Di, Valentino no está aquí. Yo Quizás venga más tarde. Vir Quizás… —¿Cómo que no ha venido? Debería estar dentro. No, ella no hará ese recorrido sola. —Levanto mi cabeza para ver a mi padre hablando por teléfono, frustrado y molesto al mismo tiempo. Otra notificación llega a mi celular, pienso que es mi hermana anunciando que Valentino, ha llegado. Mis manos tiemblan al ver el contenido de las imágenes que han llegado a mi celular. Dejo caer el aparato el cual no deja de sonar por la llegada de muchas más notificaciones. Mis padres me ven con intriga, mi padre recoge mi celular y se da cuenta del porqué de mi reacción. Le quito el aparato de entre sus manos y marco el número
En la misma línea de tiempo… Me despierto, estiro mis músculos y tengo la sensación de estar liviana, son las 10:00 de la mañana por lo que imagino estaré sola, ya que Virginia estará en el trabajo, veo el celular y la bandeja de W******p está llena de mensajes recibidos, eso no me extraña en nada, quieren saber si aún sigo viva, no me molesto en abrir ninguna conversación. Me siento en la orilla de la cama viendo mis pies descalzos, suspirando con pesadez. Anoche igual que las demás noches, lloré hasta quedarme dormida, hasta que las malditas pastillas hicieron su efecto. Veo el yeso que cubre mi mano derecha firmado por mi hermana, mi mejor amigo, mis padres, los gemelos y el tío Edmu. La última firma es de mi amiga Valeria y su esposo Fernando. Estos seis meses han sido muy difíciles para mí. Siento que llevo una terrible y pesada carga. El celular suena con una llamada entrante. Valentino, se lee en la pantalla, la foto de contacto que aparece es de ambos haciendo caras grac
De vuelta a la actualidad… La tortura de Fabrizio. Después de salir del restaurante, Fabrizio me deja conducir mientras él duerme muy tranquilo sigo las indicaciones del GPS que con antelación él preparó para que pudiese llevarlo a su destino. Vuelvo mi vista de vez en cuando hacia él, reposa con los ojos cerrados, el cinturón alrededor de su cuerpo, su respiración es pausada y se ve tan tranquilo que no quiero despertarlo. Cuando el aparato anuncia nuestra llegada, dudo en hablarle. Me quito el cinturón de seguridad y me acerco a él, lo muevo un poco para desabrochar su cinturón. —Fabrizio —susurro en cerca de su oído para no espantarlo—, Fabri… —en un rápido movimiento, me toma de la cintura levantándome, y en el proceso doy un golpe seco en el techo del vehículo y me quejo al instante— ¡Merde! —levanto mis manos y me sobo la coronilla, me percato de que estoy sobre de él. Trago grueso, tanta cercanía me pone nerviosa, sus manos aprisionan mi cintura, abre los ojos y sonríe. —
Tengo los dedos entrelazados, y mis codos apoyados en el escritorio jugando con un lápiz en mi boca saboreándolo, como si fuera un delicioso manjar, ¡qué asco! Al final es el limbo en el que me mantengo. —No sabía que podías mover con la mente los informes en la computadora… Fabrizio aparece detrás de mí susurrándome al oído, sobresaltándome tanto, que tiro al piso mi taza de café favorita de los Minions, con mi café favorito dentro, haciéndose en pedazos. —¡Ups! —lo escucho murmurar. Me inclino a recoger los pedazos de mi taza favorita. —Asesino. —susurro. —Es solo es una taza. —Lo fulmino con la mirada y le señalo su oficina para que se largue, es mi jefe, pero a veces es un idiota, un muy sexi y guapo idiota. Bufo muy molesta y vuelvo a mi trabajo, lo veo pasar rápido apartando su mirada de la mía, deseando que fuesen misiles para acabar con su idiota vida. Asesino… pero muy sexi y delicioso porque no hay que negar que besa exquisito. El resto de la tarde la paso con tranqu
Doy vueltas en la cocina con el celular en la oreja mientras busco algo para desayunar. —¿Estas segura?—pregunta Fabrizio detrás de la línea. —No… —Suspira con pesadez. —¿Cómo pretendes hacerlo si no estás segura? —Esos chicos me necesitan—le he contado todo, es fácil hacerlo, me escucha y eso es una de las cosas que me encanta de Fabrizio, me gusta hablar con él de todo. —Diana, estoy frente a mi computadora, el tipo está sobrepasando el precio de esos apartamentos, es demasiado caro comprarlo. —El alquiler no es una opción. Quizás pueda negociar con él. —¡Ja! Sobre mi cadáver verás a Elías Miller a solas. —¿Por qué no? Si eso ayuda a que bajé el precio, estaré encantada. —Yo voy a negociar con él, no te acerques a ese tipo. —Bien, eres peor que Valentino. —Valentino, y yo tenemos diferentes intereses, Diana. —¿Diferentes intereses? —Volviendo a tu propuesta, es fácil hacerlo tomas unas cuantas fotos, buscamos a algún periódico que le interese y listo, el problema eres tú
¿Cómo llegué a estar en una situación tan deprimente y dolorosa? Me cité con Elías Miller, esa misma tarde, después del evento donde todo fue un éxito, me gustaría repetirlo mejor planeado, por supuesto. Llego en taxi a la dirección de la tarjeta que me extendió, se encuentra cerca de un restaurante de comida italiana, me parece muy bien, quizás lo invito a cenar por aquí y de esa manera cerrar un buen trato. Tengo todo visualizado, ganaré su confianza y lograré que nos rente por un precio más bajo los departamentos. Voy con esa meta fija y concentrada, y sobre todo confiada de que aceptará, tan emocionada y feliz que no me percato de cuan solitaria esta la oficina, aunque no me extraña porque es domingo por la tarde, miro mi reloj y en efecto, son las cinco para ser exacta. Dejé a Fabrizio con su ceño fruncido, no le dije hacia dónde me dirigía, de lo que me provoca una punzada de arrepentimiento, en fin, toco la puerta y me encuentro a un muy animado Elías, me hace pasar a su ofi