Mis mejores amigas tenían que irse, pero los dos mellizos iban detrás de ellas, y no las dejaban en paz.
–Catalina ¿Quieres ir a ver mi habitación? –Le dice Dylan de forma pícara.
–Deja de ligar con mi amiga– le digo a mi hermano mientras lo tomo por los hombros intentando apartarlo de mi amiga.
–No estoy ligando, solo estoy siendo amable, Evelyn– pongo los ojos en blanco.
En el momento en el que miro a Valeria, puedo ver cómo está sofocada por las preguntas de Adrian.
– ¿Saldrías con un chico de catorce años?
– ¿Qué? – <<Pobre Valeria>> Pienso al ver tal situación.– ¿Tienes novio? – Sigue preguntando Adrian.
–Se acabaron las preguntas– digo mientras
aparto esta vez a Adrian de Valeria– y si, tiene novio, a si que mantente alejado, Adri– añado. Adrian se cruza de brazos enfadado, pero por fin había conseguido despegar a aquellos dos de mis mejores amigas.Caty y Valeria salen por la puerta, yo me despido de ellas con un fuerte abrazo.
–Ya os vale, siempre igual– me quejo al cerrar la puerta.
–Catalina es guapa– responde Dylan rascándose la nuca.
Yo paso por el medio de mis hermanos dándoles un golpe en la nuca al pasar.
– ¡Oye! –Se quejan a la vez.
Subí a mi habitación dejando atrás a los mellizos, busqué por el fondo de mi armario mi ropa de deporte y me la puse, luego me hice una coleta alta. Antes de salir de casa me miré por última vez en el espejo, todo parecía estar en orden, dejando de lado mis notables ojeras.
Durante todo el verano solo había ido un par de veces al gimnasio. No tenía nada planeado para hoy, a si que no me pareció mala idea ir a hacer pilates.
Salgo de casa mientras ignoro a mis hermanos los cuales iban lanzando datos aleatorios.
– ¡Los ojos hacen más ejercicio que las piernas! –Grita Dylan detrás de mi.
– ¡Los osos panda pueden pasar hasta 12 horas al día comiendo! –Grita esta vez Adrian.
– ¡Las primeras almohadas eran de piedra!
–Oye, dejar de gritar, los vecinos se van a
quejar– les digo mientras espero a que llegue el ascensor.– ¿Pero sabías que el tamaño del pene puede ser proporcional al pulgar? –Sigue hablando Dylan, yo miro a Adrian el cual ahora se estaba mirando los pulgares.
–Confirmo– dice el otro hermano.
–Esta conversación se ha acabado– digo cerrando la puerta de la casa irritada.
El ascensor llega, yo entro y toco el botón de planta cero, este desciende y se para antes de lo esperado, miro en que planta estoy y me sorprendo al ver que estoy en la planta nueve, las puertas se abren y mis ojos se conectan a unos color esmeralda, era el pelirrojo del otro día. El entra y se queda en silencio, el ascensor sigue descendiendo y al llegar a la planta cero las puertas no se abren.
– ¿Qué cojones? –oigo que murmura el pelirrojo.
–Creo que el ascensor se ha estropeado– le digo.
–No, espera ¿Enserio? Que genia– dice con un tono irónico. Él le da un par de golpes a la puerta del ascensor.
–Dudo que así lo arregles, genio– me cruzo de brazos y apoyo mi espalda contra una de las paredes.
Él me mira de una forma fría, como si realmente mi comentario le hubiera molestado.
–Entonces propón algo, genia –yo alzo una ceja, la verdad es que no sabía que tenía que hacer en estas situación, lo pienso por un segundo hasta que lo único que se me ocurre es intentar llamar a mi madre. Busco su contacto y le doy a llamar, resumen de lo que pasó, no me contestó por el simple hecho de que no había cobertura.
–Eres de mucha ayuda– vuelve a decir irónico.
–Idiota– murmuro, por suerte él no me escucha, o tal vez haya ignorado mi comentario, nunca lo sabremos. Veo como empieza a hacer fuerza y intenta abrir las puertas con sus manos.
–No vas a poder.
Él sigue haciendo fuerza hasta que veo como las puertas se van abriendo poco a poco hasta dejar un pequeño espacio por el que poder salir.
– ¿Segura? –Yo no contesto y él sale sin decir nada más.
De camino al gimnasio me quedé pensando en lo borde que había sido aquél chico, no sabía casi nada de él, solo sabía que vivía en la planta de abajo y que es un borde de m****a.
Después de un par de horas en el gimnasio haciendo Pilates, volví a casa, me di una ducha y me cambié la ropa. Hoy el día se me estaba haciendo eterno, a si que aproveche también para ir a uno de mis lugares favoritos, el jardín que había al lado de mi edificio. Había mucho árboles, arbustos, flores y bancos alrededor de todo el jardín, era un lugar fabuloso para leer.
Al llegar empiezo a caminar hacía mi banco favorito, se encontraba en un punto perfecto, no pasaba casi nadie por ahí y te ofrecía una perspectiva preciosa de todo el parque, cuando estoy a punto de llegar puedo ver a alguien sentado en él, y no era una persona cualquiera, era aquel pelirrojo, otra vez.
– ¿Qué haces aquí? –Digo cuando llego al banco.
–Anda, tú otra vez– dice de una forma anodina y sin despegar su mirada del libro.
– ¿Te he de repetir la pregunta?
–Te he escuchado, pesada.
– ¿Y no vas a responder?
–No– yo lo miro con una ceja alzada, pero el parecía totalmente tranquilo mientras leía el libro que tenía entre sus manos.
–Me estás empezando a cansar– digo irritada mientras me siento en el banco dejando un distancia razonable entre él y yo.
– ¿Tan rápido? –Sigue sin despegar su mirada del libro.
–No me provoques niño zanahoria –él por fin despega la mirada del libro y me mira con una ceja alzada.
– ¿Qué me acabas de llamar?
–Niño zanahoria –repito.
–Que gracioso por tú parte– vuelve a utilizar el tono irónico– pero para tu información me llamo Logan.
– ¿Logan que más?
– ¿Es eso importante? –Yo asiento con la cabeza, él antes de responder vuelve su mirada al libro– Logan Meyer.
Yuanfen:
Principio que define esos amores que nacieron predestinados.Era un gran día para no hacer absolutamente nada, para mi mala suerte –que novedad–mi madre acudió a mí para pedirme que fuera a comprar todo lo que tenía ella en la lista de la compra. Según ella, estaba ocupada y no tenía tiempo para ir, mi padre se encontraba en el trabajo, y obviamente, no confiaba en mis hermanos, yo tampoco confiaría en Dylan y Adrian ni aunque tuvieran que vigilar a una piedra, no sé ni cómo lo harían, pero estoy segura de que la acabarían perdiendo.Miro la lista, era bastante larga.No tardo mucho en vestirme y me hago un moño desenfadado, cojo mi cartera y la lista de la compra. Por un momento pensé en utilizar el ascensor (que supuestamente ya estaba arreglado) pero después de la experiencia de ayer, prefería bajar por las escaleras.
POV LOGAN MEYER (CAPÍTULO 3)Un sonido repetitivo se escuchaba por toda mi habitación. Ya estaba acostumbrado a esto, a levantarme temprano aunque no hubiera ninguna necesidad en hacerlo.Me levanto de la cama y apago el despertador, eran las siete y media de la mañana, al ser verano el sol salía más temprano, y me daba la sensación de que era yo el que me levantaba tarde. Perezosamente pero aún así sin detenerme, me voy en dirección a la cocina. Mi hermano aún dormía y mis padres pocas veces estaban en casa, estaban casi siempre de viaje por temas del trabajo, ni en verano se daban un respiro, pero tampoco podía quejarme, es decir, todo lo que era y tenía era gracias a ellos. De todas formas ya me acostumbré a la soledad.
Nuevo día, nuevo despertar, pero nadie me asegura que sea uno tranquilo... En verdad no sé ni por qué aún pienso que puedo tener un despertar normal cuando tengo a dos hermanos como Dylan y Adrian.– ¡No es así! ¡No me estás escuchando! –Se escucha la voz de Dylan desde el salón.– ¡Eres un profesor de mierda! –Le responde Adrian.– ¡Oye Adrian, ese vocabulario! –Aparece mi madre en escena.Me tapo la cara con mi almohada, soñaba con despertar de otra manera, supongo que eso no era posible en esta casa, debía acostumbrarme ya, pero daba igual cuantos años pasaran, de todas formas no lo lograba.
Tal vez ya ni sea necesario explicar cómo fue mi despertar, fue el mismo de siempre, y con decir solo eso, ya os podéis imaginar cómo fue.Bajé al comedor, mis padres estaban conversando cosas que ni entendía, tenían varios papeles esparcidos por la mesa, Dylan y Adrian estaban corriendo de un lado a otro mientras chillaban toda clase de idioteces.– ¡Bola de fuego! ¡Ataca! –Les miro con una ceja alzada sin saber que pensar.–Ya estabas tardando en levantarte, eh –me habla mi padre.–Tampoco es tan tarde –. Ruedo los ojos.–Evelyn, son casi la una de la tarde.
Me estaba empezando a encontrar a Marcos por todos los lugares a los que iba. Volvimos los dos juntos a nuestro edificio, él por el camino me contó varias anécdotas de su vida, de hecho también me avisó de que hoy haría una fiesta en su casa, ya que sus padres no estarían hasta la noche del día siguiente, me dijo que podía pasarme por la fiesta si quería, aunque yo no lo tenía muy claro, es decir, las fiestas no son lo mío, tenía otros planes para hoy, y esos planes incluían a mi cama, a mí, una serie y pizza.Al llegar a casa no se escuchaban tantos gritos como de normal. Para mi sorpresa Dylan y Adrian se encontraban sentados en la mesa con unos papeles en ella, lápices y un libro de lengua castellana. Al cerrar la puerta los dos se sobresaltaron y miraron hacia mi direcci&oa
Al final decidí salir de casa con la intención de contárselo todo a Anthony. Marcos me había abierto los ojos.Caminaba a paso rápido entre las calles, entre la gente, mientras le daba vueltas a todo el asunto, al final llegué a su piso, respire hondo, necesitaba calmarme, mis manos sudaban y sentía una presión en mi pecho.Toqué el timbre, pocos segundos después se escuchó la voz de Anthony desde el telefonillo.– ¿Si?– Soy yo, Evelyn –dije. Hubo un momento de silencio hasta que un ruido me indicó que la puerta se había abierto, inmediatamente la empujé y entré en el piso. Me dirigí hacia el ascens
Dos días antes de un viaje a Italia y ya la había cagado. Intenté pedir disculpas de todas las formas posibles, hasta mis dos hermanos pequeños se habían reído de mí, obviamente las disculpas las ignoraron completamente y el castigo seguía en pie.Mi padre me obligó a ir a hacer la compra, de todas formas yo tampoco quería quedarme en casa, y para tardar aún más tiempo, decidí bajar por las escaleras. Mientras bajaba solo podía pensar en una cosa: "hablaremos con la familia Meyer para ver si ellos te pueden acoger durante todo el tiempo que no estemos nosotros en casa", recuerdo que decía ayer por la noche mi padre.¿Ver todos los días al amargado de Logan? Sin duda de las peores cosas que me podrían pasar,
Había llegado el día. Iba a convivir con Logan, el mismo chico con el que no podía estar ni cinco minutos sin discutir.Estaba haciendo la maleta, no sabía ni que meter en ella, tan solo esperaba que todo esto fuera una broma, y que mi padre apareciera por la puerta con una sonrisa en su cara mientras gritaba que me iba con ellos a Italia.Mis dos mellizos, como siempre, vinieron para molestarme.Dylan entró a mi habitación riéndose como un lunático, yo lo miré con una ceja alzada sin entender que estaba ocurriendo, hasta que detrás de él apareció Adrian, el que tenía todo el pelo teñido de azul. Mire el pelo azul de Adrian sintiéndome aún más confundida que antes.