Una vez más acepté que no sentía nada por Mariana. Aun sabiendo que me engañaba a mí mismo. Parte de lo que decía Sebastián era verdad, jamás le dije mis sentimientos, pero es que, a decir verdad, aún no estaba seguro de ellos. La nota que había dejado Ana, había sido como mi maldición y me seguirá por siempre por haberla puesto en tal peligro.
A pesar de no quererlo aceptar, Sebastián tenía razón, el ahora se encontraba con Mariana, y sea cual sea la historia entre ellos no me compete. Decidí seguirla ayudando, como un amigo, como esa persona que le tiene mucha estima, pero una vez más fue casi imposible. Una de las noches cuando iba para mi casa, me encontré a alguien en la entrada. Los guardas no estaban y la sombra de aquel individuo se me apareció de repente. –Jamás te había visto tan frágilLlegué a casa y me tendí en la cama, con la única preocupación de que ese hombre estaba detrás de una de las personas que más quería, Mariana, y lo más detestable es que su único objetivo era lastimarme, ¿Como advertirle? Mariana ya me odiaba, saber que ahora estaba en la mira de uno de mis enemigos, la haría odiarme más. Me quedé ahí pensando en todo y a la vez en nada, hasta que un impulso de mi cuerpo me hizo levantarme de la cama, me senté en el escritorio de mi habitación y abrí la última gaveta, levanté el forro, ese que había pedido que me hicieran con toda discreción para ocultar cosas secretas. Saqué un papel amarillento, los años habían hecho que perdiera poco a poco el color.“Querido Erick, quiero agradecerte el haberme hecho la persona más popular y a la vez más miserable
La sensación de que alguien me perseguía me atormentaba constantemente, no lograba ver la vida con tranquilidad desde aquella noche, el hombre estaba ahí, frente a mi apartamento, yo lo miré, estoy segura de eso.Por días he tratado de pensar que aquello solo fue parte del sueño, una pesadilla quizás, pero el sentimiento de miedo sigue conmigo, siento su presencia en todo lugar, no logro dormir tranquila a pesar de contar con la compañía de Sebastián, me he sentido paranoica y casi demente de tener ese sentimiento tan constante. ¿Algún día me dejará en paz? Quiero estar tranquila y hasta este momento es lo menos que he conseguido.–Mariana, me preocupas, no te veo bien ¿de verdad lo estás? –preguntó Sebastián esa mañana–.–No sé qué me pasa–dije, no logré contener las l&aacut
El día de la mudanza había llegado y mi corazón latía tan emocionado y feliz como nunca antes.–Bienvenida a tu nuevo hogar Mariana–dijo Sebastián recibiéndome–.Realmente me sentía muy afortunada. Tenía un par de días libres, así que los aproveché mudándome a mi nuevo hogar. Sebastián tenía lista la habitación con un nuevo closet para mí, el espacio era enorme y lo había adornado como parte de la sorpresa.–No es mucho, pero espero te guste –dijo apenado–.Lo abracé con tanta emoción, era la primera vez que podría caminar en un closet y que pudiera considerar mío. Pasé todo el día arreglando mi espacio, mis atuendos, mis libros, en fin, no era mucho, pero quería mantenerlo todo en orden.–¿Cómo te sientes? &nd
–No esperaba verte tan bien, pensé que te estarías revolcando en algún callejón, sin ganar ni un centavo, pero al parecer las cosas no salen como uno las planea–dijo Eliot, con esa cara tan burlesca que lo caracterizaba–.–¿De que hablas? –pregunté–.–Qué bien–dijo ignorando mi pregunta. –Pensé que no tendrías oportunidad en otro lugar, después de la quiebra tan desastrosa de tu negocio, es una lástima y bueno, después de eso también perdiste a tu amiga, que cosas más terribles las que te han pasado–.–¿Desea algo o solamente necesita a alguien a quien dañar? –pregunté, con una mirada desafiante y enfurecida–.–Tu lugar es en un burdel, quizás también en un Night club, pero de esos no muy finos o bien la calle, ¿crees que, por vestirte bien y tener un trabajo, tu pasado se ha borrado? Para todos los que te conocemos seguirás siendo aquella niña tonta que bailaba en un tubo cada noche–.–Mi lugar es donde yo decida estar, no donde los demás quieren que esté–.
Salimos encantados del teatro con la presentación que habían dado los muchachos, fue un grupo de 5 chicos y chicas, que imitaron muy bien las canciones de nuestro artista querido.–Me causaba curiosidad el postor que te tenía tan en alto–dijo una voz a nuestras espaldas, volteamos a ver y Eliot se encontraba en la salida–.–Vamos –dijo Sebastián–. Aún no nos llevaban el auto, así que nos quedaba otra opción más que esperar–.–No tienen que ser tan descortés y actuar como si no me conocieran–dijo Eliot–.–Actuamos como alguien que no quiere hablar contigo, es una lastima que no entiendas las acciones de las personas–dije–.Se lanzó una risa irónica.–Sabes Mariana, pensé que era mentira que estabas con un buen postor, pero ya veo que toda esa grandeza y superioridad que sientes
Sebastián había notado que mi actitud cambió cuando miré que tenía el control de la situación, no entendía como había pasado, pero ¿Cómo fue posible que todo salió como el pensó que saldría? ¿acaso tiene todo premeditado? ¿acaso nuestro encuentro también fue planeado? No sabía donde me encontraba exactamente, pero me sentía que estaba caminando sobre arena movedizas y que en cualquier momento me podría hundir.–¿Estás bien? –preguntó.–No. La verdad no sé como lograste que todo saliera como lo planeaste–dije–.–¿De que hablas? –preguntó–.–De ayer, ¿Cómo sabias que Eliot llegaría y que la policía también? Todo me parece extraño–.–Mariana, ¿por qué dices
Erick y Sebastián comenzaron a comentar sobre el proyecto, temas legales y de proyección de Gastos y costos en los que yo me sentía casi en medio de la nada. Ahora entendía porque Erick me pidió quedarme. A pesar de su mal carácter, me había dicho que me enseñaría como ser una buena administradora para mi negocio y esa fue una de las muchas lecciones que me ha dado para estar preparada para cuando retome mi negocio nuevamente. Me involucraba a mí en temas del costo final y de arreglos que debían hacerse, sobre las reuniones en las que yo estuve presente. Samantha llevaba la parte legal e interrumpía cada vez que algo fuera en contra de lo establecido en los contratos, ya fuera de parte de EB Concesionarios o de parte del cliente.–Chicos, entiendo que debieron agregar estas cláusulas, ¿Por qué no lo hicieron? –preguntó Samantha–.–Di
Salí de la oficina de Erick, tomé mis cosas y seguía caminando rumbo a la salida del edificio. No sabía que pensar, que decir o que hacer. Todo me parecía tan confuso. Salí con Sebastián del edificio y su carro nos estaba esperando.–¿Vamos? –preguntó extendiendo su mano–.–No quiero ir contigo a ningún lado–dije enfurecida–. –¿Cuándo pensabas decirme sobre ese trato? ¿Qué otras cosas me ocultas? –.–Mariana, no te he ocultado nada, de haber sabido que ella estaría aquí, ni siquiera hubiera venido–.–¿Erick no te lo dijo? –pregunté–.–No lo hizo, es la verdad y bien, lamento no haberte dicho, realmente no es un tema que pase por mi mente a menudo, ni siquiera lo recordaba hasta que ella lo mencionó–.–No te creo y quiero estar sola, pensar, alejarme de todos–dije y comencé a caminar hacia la carretera–.–Mariana, no es seguro que andes sola, al menos deja que Ramón te acompañe–.–Quiero ir sola y lo haré bajo mi propio riesgo–miré un espacio en la