CAPITULO III
LOS NO CUMPLEAÑOS
Todos esperaban ya el siguiente día, como se espera al terapeuta que cura una dolencia, en este caso de la mente, ya que los cuatro personajes que se daban cita en la cafetería “Londres”, tenían una vida, unas experiencias, y unos traumas, fuera de lo habitualmente común. Antonio llegó casi de la mano de Martín, y cuando los dos varones estuvieron a solas, antes de que los ciclones femeninos llegasen, uno de ellos tuvo una sorpresa, una inesperada y sorprendente visita. Se trataba de su amigo Felipe Manzano.
-¡.Martín!,… ¡que sorpresa! ¿Qué haces por aquí? Te hacía en uno de tus viajes de negocios…
-Pues no, esta vez no. Trabajo en la editorial de ese edificio cercano que se ve a lo lejos…-señaló el flamante edificio de la editorial Green Raimbow. ¿Y tú, que haces por estos lares?, cuéntame.
-Bueno no sé si sabrás que mi padre murió hace unos días y también mi hermana Merche…vengo de terminar de firmar los papeles de las herencias y esos rollos que son tan desagradables…
-¿Cuentos años tenía Merche? , era muy joven, lo siento mucho de verdad, les tenía aprecio a los dos, ¿qué les pasó?
-Tenía diecisiete, la vida es así de cruel…un accidente de coche en la autopista, ese que han dado en la tele hace un par de días, en el que un camión volcó y produjo un accidente encadenado…¡mala suerte!, te dejo tengo que acudir a la notaría en breve…me alegra haberte visto cuídate…
Felipe Manzano salió de la cafetería con la cabeza alta y como si el mundo no pudiese afectarle, ni en tan difíciles circunstancias. Cosa que aprovechó Antonio para inquirir de su reciente amigo…
-Se le ve que lo lleva muy bien, ¿crees que de veras siente la muerte de su joven hermana y la de su padre?
-Bueno eso de joven, joven era, pero no tanto como él dice…
En ese momento, entraban charlando animadamente Marla y Ana, que como ninfas cantarinas, se sentaban entre grititos y risas.
-Marla, Ana, se os ve superdivertidas, ya nos contaréis la razón, por lo menos a alguien le va bien hoy, a Martín le han dado una mala noticia y me iba a contar la historia de su amigo, que por cierto ni se ha presentado…
-Manzano, se llama Felipe Manzano…y es una historia que cuando os la relate, no os la vais a creer…
-Bueno después de lo de los túngidos, la casa, la vaca y el río…-dejó caer con sarcasmo Marla, que recibió las miradas de los presentes como rayos incineradores.
-Veréis mi amigo ha dicho que su hermana acababa de morir con diecisiete años, ¿verdad?-miró a Antonio.
-Sí, eso ha dicho, es una pena…le quedaba toda la vida por delante…
-En realidad le quedaban veinte años menos de los que parece…
-Como no te expliques no entenderemos nada de nada…menudo enigma tío…
-Pues el caso es que cuando los dos íbamos al instituto, teníamos quince años ambos, bueno el dos más, repetía curso por dos veces, hicimos amistad y pronto nos intercambiábamos los apuntes y cosas así, típicas de estudiantes…hasta ahí todo normal, pero…cuando un día me dijo que su madre iba a cumplir años, le pregunté que cuantos, y me respondió que treinta y nueve…bueno todo bien, pero al año siguiente me dijo que cumplía los mismos y pensé que como soy muy despistado, quizás había dicho otra cifra. Tengo la costumbre, de cuando dudo, escribir lo que no sé con certeza, y escribí la hora el día y la razón, el cumpleaños de su madre, en mi libreta de los recuerdos perdidos.
-¡Ay hijo, la libreta de los recuerdos perdidos…! Como si fueses el Serlock Holmes ese…ja ja ja –rió Marla, tratando de llamar la atención y recibiendo de nuevo dos ¡¡¡schsssssss!!!
-El caso es que tras cinco años de tiempo, le pregunté un día al decirme que su madre cumplía años, que cuantos y ¿qué creéis que me dijo?
Los tres respondieron al unísono” treinta y nueveeeeeee”.
-Pues eso, que le dije que no podía ser y le mostré mi libreta, para ver como su cara enrojecía como un tomate y su rabia salía despedida como rayos contra mí…descubría más tarde que su hermana, la que ha muerto y que me llevaba un año cuando yo tenía quince, ahora seguía teniendo cinco años más tarde, dieciséis y yo veinte…
-A ver, a ver, eso es imposible puede que se quiten años pero tanto como para eso…¡¡ufffff! es de locos.
-Que no, que no, que lo creen de verdad, no cumplen años, se los guardan, los tiran, o los meten en el banco, no sé, pero no los cumplen como los demás mortales. Acaba de morir la hermana que le sigue en edad y que le llevaba un año con diecisiete años, cuando era un año mayor que yo, cuando tenía quince…y él era mayor un año mayor que ella, veinte años después tiene diecisiete…de locos sí, pero lo creen…
-¡Ay que me vuelvo locaaaaa…para Martín, para, que esto no es normal…-le suplicó a gritos Ana, que ya tenía lo suyo con los túngidos- esa gente está de siquiatra…
-Mira no te lo negaré, pero ten en cuenta que solo le pasaba a las mujeres, los hombres, como él mismo, cumplen años cada año, eso sí que tiene bemoles…ja ja ja ja –se rió de buena gana de sus propias palabras Martín.- El ahora tiene treinta y cinco años y su madre treinta y nueve…¡hala discúteselo! Que te pone un piso en la Gran Vía….
-Pero a ver eso es una tontería, una madre tiene que ser mayor que su hijo, le ha parido, ¿o también eso lo discuten? No le pudo tener con cuatro años…ja ja ja ja esa gente está tonta no loca.
-Un día le dije todos esos argumentos y me puso a caldo colega, a caldo. Como ves le he preguntado la edad de su hermana, eso sí sin discutírselo, solo para contaros luego lo que ocurre en esa peculiar familia. La hermana pequeña. Que tienen otra, tenía ocho años cuando yo tenía quince y ahora tiene ocho y está casada y con un hijo…ja ja ja son la pera, digo la manzanaaaaa, ja ja ja ja.
-Aquí no hemos reunido los frikis, más frikis, del mundo mundial, colegas…que estas historias no le pasan a cualquiera. Marla tomaba la palabra para apoyar la historia de Martín, que cada día le gustaba más, y procuraba apretar el muslo contra el de él, con fuerza, a pesar de los sonrojos que le arrancaba a este.
-Es un tío estupendo, y en contra de lo que parece, un gran pintor y un frustrado político, pero un gran tío como persona. Yo le respeto y admiro, pero el tema no tiene desperdicio.
-Noooo, si lo cortés no quita lo valiente, pero que se le va la pelota seguro, vamos…-Marla estaba a punto de soltar una historia semejante a la lucha de los dinosaurios con el hombre, y cuyos protagonistas, rozaban la locura en términos de Maníacos depresivos.
-Tener un hijo con ocho años es para mirárselo chicos, y tener la edad de tu hijo más…¡huy que par de locaaaaaaasssss!
Jon se acercó con los pedidos habituales y todos se tomaron el tiempo necesario para ingerirlos con calma, iban controlando el tiempo de charla y el de café…Ana, Martín y él mismo, miraron a Antonio y Marla, como exigiendo sin decirlo, que relatasen sus historias, y es que a aquellas alturas ya estaban seguros de que ellos dos también tendrían las suyas, y que el destino, raro absurdo y caprichoso, les había reunido para tal fin.
-¡Huy que miedooooo! Estos dos quieren algo…ja ja ja ja –rió Marla a carcajadas.
-Cuéntanos Marla, que tú te guardas algo en esa cabecita loca…lo sé. Dinos porqué el destino te ha sentado con nosotros.
La cara de Marla pareció un poema ante tales palabras, y echándose a reír, pasó a relatarles con una voz de ultratumba, como si de un cuento de terror y no una comedia, estuviera a punto de salir de sus labios.
-Yo era delgadita entonces-simuló atusarse el pelo-, y con un mohín coqueto, que le quedó grotesco, prosiguió.-Era una de esas épocas en que una no sabe en qué currar, y se me presentó un trabajito, de esos que en otras ocasiones, me hubiera producido risa, hasta que me lo dijesen en broma. Pero hija estaba tan necesitada…así que entré a trabajar en casa de Felisa y su maridín…cagadina y cagadín…ja ja ja –se rió ella misma de lo que iba a contar.
-Huy esto va de miedo que lo sé yo….
Esta vez es a Antonio a quien miraron todos con desaprobación, que hacer hablar a Marla de algo que no fuesen lanzar puya era una heroicidad.
-Cuando conocía a Felisina, me pareció maja, sí, maja, de esas que son muy modernas y visten de misty sixty, unas estiradas majetonas…bueno pues de eso ná de ná. Una histérica del trapo y la manchaaaaaa…Un día se me acerca y me dice: “mira Marla, que he visto que te has dejado sin hacer una cosa. Ven que te digo, para que otro día no te olvides”. Yo me puse a pensar en qué sería la terrible falta y no acertaba ver qué era hasta que…me dice la muy sinsorga…que bajo la pata derecha del mueble bar hay una manchaaaaa, y con gesto histriónico y gritando como una posesa dice…¡¡¡hiiiii!!!,¡¡¡hiiiiii!!!,¡¡¡hiiiii!!!,¡la manchaaaaa!,¡la manchaaaaaa!. Yo me quedé mirándola como atontada, y vi que de broma ná de ná, era en serio. Pasé el trapo por la terrible mancha de dos kilómetros de grande y que nadie sino ella veía y se relajó.
-“¡Huy como ha cambiadooooooo!” Me retiré pensando que trabajaba para una loca, o para una enferma, o no sé si las dos cosas iban juntas…
-¡Ay qué miedo colega! Esa tía se sale de madre.-dijo Antonio que creía pasada la era de los dinosaurios, aquellos que se creían de mayor tamaño por sus dineros y lo evidenciaban, humillando a los que trabajaban para ellos.
-Pues no creas que otro día va y me dice: “ Ay que mira Marla, que estaba en el “trono”, y he visto que debajo de la manilla de la ventana hay una mancha…¡¡¡hiiiiii!!!, hiiiii¡¡¡¡,¡¡¡hiiiiii!!!!, me lleva allá y me pide que mire, que se ve mucho…, yo me agacho, miro por encima, por debajo, por el costado,…nada, que no veo ná de ná. Pero a pesar de tó paso el trapo y dice: “¡Como ha cambiadoooooo!”Y, yo ya no supe desde entonces, si era una enferma, una tonta, o una loca, pero las pelas me venían tan bien que tuve que aguantarme unos añitos hija…
-Yo creo que te toma el pelo, no puede ser que sea tan histérica, ¿verdad?, -les dice Ana, asustada por lo raro de la historia.
Los presentes se preguntan entonces quién es más tonta, si la Felisina, y sus histerias o Ana y sus ingenuidades. Las risas comenzaron a salir de sus gargantas y ni Jon que había estado atento a las palabras de Marla, pudo contenerse.
-No os creáis que cada día era una copia del anterior, Felisina y su maridín eran la monda lironda, colegas.
-Pero, ¿no les decías nada?, porque al menos yo, lo hubiese intentado…-añadió Martín acudiendo al rescate de Ana.
-¡Ay hija es que cuando le decía algo, que al principio lo intenté no creas, se me ponía como loca, y qué decir de su maridín, hija que mala lecheeeee, entre los dos, una con el ¡¡¡hiiiiii!!!y el otro con la recriminaciones paternales, con ese tonito tontú que me ponía ¡ay que me volvían loooocaaaaa!.
Las risas se fueron convirtiendo en la tónica general de las reuniones que sin cita previa, se daban en la mesa dieciséis…Cuatro vidas, cuatro sombras, cuanto atormentados por cuatro madres…pero aún quedaba por ver si Antonio, al que se volvieron los tres, que ya habían relatado sus tremendas historias, lograba alcanzar el grado de locura que las que le precedían habían sido capaces de tener.
-Vale, que me toca hablar, pues allá va mi historia, que creo que os encantará porque sois unos cotillas.-los tres se hicieron los tontos y fingieron mirar a otro lado, como si aquello nada tuviera que ver con ellos.-no es como la de Ana y los túngidos, ni como la de Martín y los no cumpleaños, nio tan siquiera como la de Felisina y su maridín de Marla…creo que…
-Venga, venga que estamos en ascuas…
-Pues veréis yo me casé hace nueve años con una mujer espléndida, de esas que solo salen en la tele enseñándolo todo, y ante las que los hombres se relamen de envidia…pues una de esas. Era dulce, y estábamos enamorados…
-Pero en el paraíso hubo tormenta…ya lo veo venir…-Marla en su línea se mostraba intransigente.
-No…no fue eso, es que desde pequeño sentí ese aguijón que me atormentaba y que me obligó a mantener mi sexualidad oculta bajo una pátina de exagerada heterosexualidad…pues eso, que sentía que me faltaba el aire y comencé a fijarme en chicos que me atraían y…-la cara de Antonio se iba enrojeciendo como un tomate maduro, y con la cabeza baja, fue relatando su vida en recuerdos que se entrecortaban inconexos.
-Bueno eso no es nada, yo también soy lesbiana y lo tengo asumido, la sociedad es muy hipócrita, pero a mí me da de lado…-trató de apoyarlo al ver que se retraía Ana.
-Sí Ana, pero tú no estabas casada con una mujer tan especial como era Herta. Me sabía mal quebrar la relación solo por egoísmo personal…
-Ya y ¿entonces?-le pregunta inquieta Marla.
-Pues un día me fui de marcha, solo, claro, no conocía a nadie. Y entré temblando de miedo en un local que frecuentaban solo gays…un chico rubio, de unos treinta, muy amanerado tomaba una copa en la barra y al verme entrar, como si fuese , carne fresca, se me acercó…guapooooo, me dijo, ¿de dónde sales túuuu? Mirad chicas, uno nuevo, está sin estrenar, enteritooooo, ja ja ja ja ja, me recordó a las putas cuando captan clientes y van al grano en cuanto un tío se les acercan…pues esa fue mi impresión…
-Buenooooo….pero si el chico masculino es el gay y el fino el hombretón…ja ja ja …-la gracia no fue reída, sino dejada a un lado…
-Que conste que no se es menos hombre por ser gay guapaaaa-remarcó la última palabra para dejar clara su posición.-y al rodearme tres tíos más me asusté y salí corriendo, no paré hasta la Gran Vía. Pero al entrar en una hamburguesería se me acercó un tío masculino, bien vestido y me dijo:
-He visto el mal rato que te han hecho pasar esas locas, lo siento, sé que la primera vez que se entra en un bar de ambiente, se sufre una sensación de agobio y terror…perdona, me llamo Iker, ¿y tú?
-Yo soy Antonio, le contesté, y se sentó frente a mí. El corazón empezó a latirme como loco, y sus ojos mee escrutaron como si fuese a penetrar en mi cerebro. desde aquel día, quedamos cada vez con mayor frecuencia y comprendí que tenía que decidir entre Herta y Iker…pero lo peor estaba por venir, mi madre…se quedó cinco meses, como un parto, fue la visita…Herta que antes le tenía cierto grado de afecto llegó a aborrecerla, porque le hacía la vida imposible, diciéndole que yo era su niño, que merecería una mujer mejor, que no sabía cocinar, y eso que lo hacía de maravilla, de hecho me costaría encontrar algo que hiciera mal, para ser sincero. Pero nada ella erre que erre, a lo suyo, hasta que un día estalló la gorda. Mi mujer llegó a casa muy contenta, porque un cazatalentos le había captado en unos grandes almacenes, y le había hecho fotos para una revista. La había llevado a los estudios, para que viera que se trataba de algo serio., y no podía parar de la ilusión que tenía dentro…es ahí donde mi madre puso el grito en el cielo, que ese trabajo era para mujeres ligeras de cascos, que si salían en bragas, que mira que una mujer casada hacer esas guarradas…Herta se echó a llorar como una descosida, y después pasó a gritarle a ella que se fuera, que quien se creía que era para decirle esas cosas…¡ay! no hubo manera de frenar aquello.
-Pero claro, a río revuelto ganancia de pescadores…-pronunció con sarcasmo Marla-así que te sirvió para…
-¿Por qué no cierras esa boquita linda querida?-le sugirió con ironía Ana, que hacía causa común con Antonio, al sentirse identificada con esta.
-Herta echó a mi madre, que no obstante volvió con un remango subiendo por las escaleras que daba miedoooooo. Dijo que la que se tenía que ir era ella, y Herta lo hizo, luego me enteré de que la mujer perfecta tenía un amante que le regalaba joyas caras y mi madre lo utilizó para cebarse en mí…
-¿Cómo te enteraste?, y ¿tu madre se enteró?, si es que tienen ojos hasta en la nuca hijo, que tías estas madres, lo mangonean todo si las dejamos.
-Y las dejamos…
-Pues leí unas cartas que iba a tirar al hacer limpieza, estaban caídas tras un armario, se ve que las guardaba sobre él, y un par de ellas se cayeron y quedaron atrapadas entre la pared y el armario. Mi madre que rebusca como una comadreja en todos lados, las leyó y se puso hecha una furia, la llamó loca, mala mujer, mandona, estirada, hija de mala madre, malcriada, y más cosas que no me atrevo ni a pronunciar.
-Y se quedó para ayudarte con la casa, la ropa y la comida…como si lo viera.-Añadió Ana.
-Se quedó. Y sí, eso mismo dijo, cómo lo sabes?
-Es que son clónicas las madres, conoces a la tuya, conoces a todas…que si con lo que me he sacrificado por ti…con lo que me he gastado en tu educación…que te merecías algo mejor…ya te lo dije…el mismo armamento de siempre hijo. –Marla se explayaba en sus deducciones.
-Desde entonces estoy condicionado por ella en todo. No sé como mandarla de vuelta a su casa. Parece que solo va para limpiar y vuelve a la carrera. ¡Ay! Va a terminar con m i vida amorosa y mi paciencia de hijo modelo…
-Yo que tu invitaba a ese tío con el que sales y follaba a delante de ella, eso no falla jamás, se escandalizan tanto que huyen a la carrera, y solo te dicen mal hijo y que has perdido a una madre. Lo ideal vamos,.-enarcaron las cejas los tres presentes ante la sugerencia alocada y verosímil, no obstante de Marla.
-Es que no conoces a mi madre, nos capa a los dos y a él le echa a los perros, que me la conozco, ¡ay qué pena! no, no quiero verlo eunuco perdido a mi chicote…
-Tú necesitas ayuda chaval, que lo sepas, y te la vamos a dar.
Ante la amenaza que salía de la boca de la atrevida Marla, todos volvieron la cabeza, como si no estuvieran allí. Estaban aterrados, Marla iba a soltar su plan, un plan de guerra atroz que iba a marcarles para siempre.
-Veréis se trata de dar una fiesta en casa de Antonio, con tu chico,-le miró para decir esto-y con todos nosotros, y llevar a nuestras madres a la fiesta. Cuando estén juntas, se distraerán con sus típicos tópicos, y veremos de enviarlas a un viaje de esos del Inserso…ja ja ja ja quiero verlas charlar como cacatúas a las cuatro sin poder detenerse…ja ja ja ja .
-Y llevaremos a las parejas de todos, ¡halaaaaaa! que se junten tós pa tóooooo….¡que pasada!.
Los cuatro se miraron, como si acabasen de descubrir la pólvora, y sonrieron, con esa media sonrisa irónica, que se les pone a los conspiradores en la cara, cuando ven a las víctimas listas para ser atrapadas…y empezaron a hacer planes.
-Bueno, y tú querida…¿Cómo lo llevas con los túngidos?...¿ya le han puesto a tu madre la casa, la vaca, y el ríoooo…?-inquirió Marla de Ana, que enrojeció aturdida, al comprobar que no se habían olvidado de su estrambótica historia…
-Bueno, es que…es que…
-Vamos, vamos…que seguro que ha pasado algo…no nos lo queremos perder…ji ji ji ji –rió por lo bajo Marla.
-El otro día. –se envaró Ana, que en realidad estaba deseando contar lo que le había ocurrido y que aun temblaba por el suceso.- el otro día llamaron a la puerta y fui a abrir, soy muy descuidada con esto, nunca miro por la mirilla, a ver quién llama, y me llevé el susto de mi vida. En la puerta aparecieron ¡¡dos túngidos!! Feos como demonios, vestidos con trajes de cuadros de los años de la Tana…y uno muy gordo, que debe ser el que dice mi madre que le llaman el “gordo bandejas”, porque solo piensa en comer. Tenía un aspecto de obeso mórbido y el otro era una espiga escuchimizada, con cara de ratón, muy afilada, ¡metían miedo! Me quedé espantada, y cerré la puerta de un golpe, para pasar los dos pestillos que tiene y quedarme petrificada, pegada a la puerta temblando y rezándole a Dios para que se fuesen de mi casa, eran una visión aterradoraaaaaa…-comenzó a llorar Ana, que estaba en shock.
-Bueeeeeno, ya pasó, ya pasó, ¡ea! ya pasó. –le dio unas palmaditas en la espalda Martín a Ana, como quien consuela a un niño pequeñito.
-No, si algún día te van a llevar a la Babilonia esa, y te van aponer a ordeñar a las vacas detrás de las casas y al lado de los ríos que les ponen a los adeptos de los túngidos. ¡Mira que te llevan!
-Ay Marla, mira que eres desconsiderada, que está en shock la pobre, es algo terrible que te visiten los túngidos oye…-le trató de ayudar Antonio, para así devolverle la ayuda prestada cuando él contaba su odisea con su mujer y su mamá.
-Es que hay máaaaassss…-alargó la palabra como quien espera sorprender-me ha dicho mi madre que quiere que vaya a una reunión de los túngidos en el “salón del cielo”.
-¿No irás verdad? Te llevan, sí, sí, te llevan, eso seguro, vaya si lo sabré yo…es para eliminar a los detractores, se hacía en tiempos de Franco, les daban el paseíllo, me lo decía mi abuelo, que de esto sabía mucho. “Salón del Cielo”…que pomposos…¡hiiiiii! me ponen de los nerviossss-escenificó Marla, con la rabia pintada en la cara y un gesto que aterró a los presentes, como si el espíritu de un demonio la hubiera poseído.
-Es que…es que…yo quería pediros que me acompañarais, yo sola no me atrevo, entre mi madre y los túngidos me ensanwichan y me llevan a Babilonia de esclava, poco menos…
-Pues vamos a ir contigo…¡¡a ver si se atreven con nosotros cuatro…!!
Los tres amigos de Ana, gritaron como si fuesen a ir a la guerra y Ana dejó de llorar para sentirse, por primera vez en su vida, realmente apoyada y querida. Hicieron preparativos ese día en sus respectivos trabajos, para al siguiente, acudir junto a Ana y su madre al “Salón del Cielo”. Se vistieron lo mejor que pudieron, para no ser rechazados por los túngidos, que evitaban en la puerta, que se colase nadie ¡extraño a sus ritos…Martín de traje de Hugo Boss, con un anillo de oro en cada mano, y perfumado, se acomodó en su coche Porsche, y salió en busca de Ana que le esperaría con su madre en el portal de su casa. Marla, perfumada con medio litro de colonia se vistió con un vestido negro largo y ceñido como una segunda piel y con unos taconazos de vértigo. Antonio, que no tenía trajes se embutió una cazadora de piel negra y unos pantalones del mismo color y se repeinó, que a los curas les gustaba eso mucho cuando era pequeño, y estos eran algo parecido…Ana por su parte eligió una falda cuyo dobladillo arrastraba por los tobillos y un polo amplio, que le cerraba el cuello y sobre el cual se echó un abrigo marrón, que le llegaba hasta los pies. Componía la viva imagen de la monja perfecta.
LA CASA, LA VACA Y EL RIOLos cuatro amigos, como los cuatro caballos del apocalipsis, se dirigieron al “Salón del Cielo”, dispuestos a apoyar a Ana en su forzada visita junto a su madre, a tan extraña reunión. A la entrada dos escuchimizados túngidos, saludaban con sonrisas de plástico a los recién llegados y les estrechaban casi sin fuerza las manos. Al llegar a su altura Antonio, este le miró serio y enarcando las cejas, le extendió la mano que el delgaducho túngido le estrechó temeroso. Martín hizo otro tanto con el compañero del portero y tras ellos entró como una diva la madre de Ana, una avejentada mujer de unos setenta años pasados ya, y con gesto adusto y santurrón. Ana temblando de miedo, entró sin osar mirar a los guardianes de la santidad del “salón”. Marla por su parte como una vorágine arrolladora, entró sin miramientos, despreciando las dos manos que le tendían los porteruchos túngidos. Se acomodaron en la fila tercera, por indicación de un mangoneante acomodador, que d
CAPITULO VLA FIESTA DE LAS MADRESLa madre de Martín, una sofisticada y picajosa mujer de setenta años, llegaba vestida de Armani, con un vestido estilo imperio y unos “Manolo Blani” de mil doscientos euros de tacón vertiginoso y joyas de diamantes en muñecas y cuello. Su visón negro le confería un aura de elegancia, que ella dominaba como nadie. La entrada fue escenificada como si de una actriz conocida se tratase, y las tres madres fruncieron el ceño disgustadas por perder el centro de atención de los cuatro rebeldes hijos.-Hola, creí que no llegaba, el chófer se ha hecho un líoooo…soy Magdalena, la mamá de Martín, ¿Cómo va todo por aquí?-Preguntó sin interés sincero alguno, y mirando de reojo a las tres madres que le parecieron vulgares matronas.-Hola soy Alfonsa, la mamá de Marla,-se presentó fingiendo una sonrisa de diez céntimos de euro.-Yo soy Amadora la madre de Antoñito, es tan majo mi niño ¿verdad?...-se presentó produciendo una sensación agridulce en Magdalena.-Yo soy
CAPITULO VIEL VIAJE DE LAS COMADRESLa Marciala acostumbrada a mandar era la que había dicho que se podía llevar y qué no, al viaje de Cáceres, que se presentaba como una oportunidad inigualable, para planear las vidas de sus tres díscolos hijos. No podían dejar al azar su futuro y menos aún que eligiesen ellos lo que querían hacer…¡¡de eso nada de nada!, ¡vamos lo que faltaba! Pero si unían sus fuerzas, domarían a aquellos rebeldes que tantos dolores de cabeza les habían dado y les daban. El autobús era de lujo, un autopulman con baño, televisión y dos pisos como esos de Londres…”¡ay hija! Que, ¡son de modernos en el extranjero!, no sé si servirá pa matarnos”, había dicho al subir “La Marciala”, que era la líder natural del grupito de comadres. Pero la comodidad suavizó las críticas, casi en el acto de la tal señora, que se quedó dormida como un bebé, para dicha de sus tres acompañantes, que ya veían por qué camino iban a ir sus elucubraciones y mandatos.-¡Ay que dolor de cabeza te
CAPITULO VIICUATRO PERMISOS CARCELARIOS-Hola…¿estás sola?-A, Ana le pareció que todos los hombres se repetían con aquella manida frasecita de inicio.-Una chica como tú no debería ir por esos mundos de dios sola…es pecado. Je je –rió su propia gracia el recién llegado.-me llamo Pablo, ¿y tú?-Yo Ana, y…Ana iba a decirle que no, que no estaba sola, pero se abstuvo de hacerlo, para no cortar al ya de por sí, parco caballero.-¿Tomas algo conmigo?, ¡oh!, permíteme tutearte por favor, no eres tan mayor como para usar el usted ¿no te parece?-Claro, claro…hazlo si…así que te llamas Pablo…que bonito nombre. Tomare una Cocacola…Antonio, que se quedaba solo se tomó lo que le quedaba de la copa y se limitó a mirar a las tres parejas que ya estaban bailando sus vidas al son del amor…aunque Marla no se quedaría con Martín eso estaba claro, a pesar de que al sofisticado pijillo, le estaba encantando arrimarse a ella, que no sabía cómo evitarle, y a Antonio le entró una urgente risa, que a duras
CAPITULO VIIILA NOCHE MÁS OSCURALos cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana…aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: “Yo que tu no lo haría nene…”.-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico…-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre ta
CAPITULO IXUN CAFÉ EN SILENCIOLa cafetería Londres semejaba estar de luto, a pesar de que la famosa mesa número dieciséis estaba completa, y es que Ana, Antonio, Martín y Marla se tomaban el café, como si llegasen de un funeral. Todos esperaban que el otro contase su aventura de la noche anterior, pero solo pensaban en que las madres de los cuatro, estarían ya llegando a Madrid de vuelta de aquellos días que habían supuesto tan solo un balón de oxígeno para ellos cuatro. Fue Ana, quien quebró el hielo que entre ellos e formaba como un telón de miedo que les obligaba a quedarse callados.-Mi madre vendrá eufórica deseando meterme de nuevo en el “Salón del Cielo”, ay que miedo chicos…se terminó el permiso carcelario…-Pues habrá que trazar un plan de contraataque… -sugirió Martín.-No se me había ocurrido pero eso sería genial-respondió Marla, que ya se veía inmersa en una lucha cuerpo a cuerpo con las comadres.-¿Y si…y si les decimos que nos hemos hecho Budistas? “La Marciala” se m
CAPITULO XILA MESA NUMERO DIECISEISLa cafetería Londres recobraba su aspecto habitual, y sus clientes, casi siempre los mismos iban llegando a medida que sus trabajos les permitían un breve receso. Parecía que tras la tormenta del día anterior con las comadres y sus hijos, una paz pesada y densa se hubiese afincado en la cafetería. Los cuatro amigos se sentaban con sus tazas de café y se miraban echándose a reír ante la imagen que conservaban en sus mentes del día anterior.-Ayyyy…esto de tener madre…-quebraba el silencio Antonio.-¡Hijos que tenéis madres!, ¡cuánto tenéis que sufrir por ellas!-añadió en tono lastimero Martín.-Pues mi madre esta como en trance, por un momento ayer al llegar a casa, creí que iba allegar un platillo volante ya llevársela de verdad al cielo, para ponerle una casa una vaca y un río…mira que estaba callaaaada callaaaada, como si le hubiesen cortado la lengua.-Pero, ¿está bien?-Se interesó Martín, que había asumido el papel de padre protector de aquello
CAPITULO XILA TRAMA DE “LA MARCIALA”El alto y rubicundo varón, envarado y vestido con un traje de excelente corte, miraba desde su posición privilegiada a los que iban llegando a la sala, donde se iba a desarrollar el acto del día especial túngido. Su sonrisa estereotipada y artificial, encantaba a las mujeres, que iban llegando y también a algunos hombres, que disimulaban sus sentimientos a fin de poder acceder al “Nuevo Mundo”, al que no pasaría nadie que no señalasen los grandes líderes túngidos. Quinientos asientos, se alineaban en filas ante él en la sala de la Universidad Complutense de Madrid. En la plataforma, un atril de madera de caoba y cinco sillas contra el telón de fondo, indicaban que habría elegidos que saldrían a la palestra. Por la puerta fueron penetrando los más idolatrados “Predicores del Año” y entre ellos ¡”La Marciala”!, que se sentó en primera fila, acompañada de su hija Ana, que de nuevo vestía uniforme túngido, con una falda marrón hasta los pies y una blu