CAPITULO V
LA FIESTA DE LAS MADRES
La madre de Martín, una sofisticada y picajosa mujer de setenta años, llegaba vestida de Armani, con un vestido estilo imperio y unos “Manolo Blani” de mil doscientos euros de tacón vertiginoso y joyas de diamantes en muñecas y cuello. Su visón negro le confería un aura de elegancia, que ella dominaba como nadie. La entrada fue escenificada como si de una actriz conocida se tratase, y las tres madres fruncieron el ceño disgustadas por perder el centro de atención de los cuatro rebeldes hijos.
-Hola, creí que no llegaba, el chófer se ha hecho un líoooo…soy Magdalena, la mamá de Martín, ¿Cómo va todo por aquí?-Preguntó sin interés sincero alguno, y mirando de reojo a las tres madres que le parecieron vulgares matronas.
-Hola soy Alfonsa, la mamá de Marla,-se presentó fingiendo una sonrisa de diez céntimos de euro.
-Yo soy Amadora la madre de Antoñito, es tan majo mi niño ¿verdad?...-se presentó produciendo una sensación agridulce en Magdalena.
-Yo soy Marciala, la madre de Ana, a ver si esto va mejor que la reunión túngida que me dieron un día los cuatro…-se quejó en espera de que picase el anzuelo la nueva.
-¡Ay no sé, no sé! Es que tengo tan poco tiempo con mis actos benéficos y esas cosas tan agobiantes…entre fiestas y actos sociales, me agoto…es que ya soy mayor, los sesenta ya no los cumplo hija…-se quitó diez años sin pensárselo dos veces.
La Marciala, se dispuso a convertirla y sacó sus mejores argumentos anunciándole el fin del mundo y las terribles desgracias, que se abatirían sobre los que no quisieran la casa, la vaca, y el río…Magdalena que lo tenía ya todo en la vida la miró como si un saltamontes le quisiera convertir en rana y solo cuando La Marciala le dijo las palabras mágicas entró en situación…
-Además se necesitarán personas cultas, que sepan gobernar a los que deban ser guiados…
-¿Ah síiiii? Mira eso no estaría mal que ahora los jóvenes son de un rebeldeee…yo no me puedo quejar de mi Martín ¿eh?, pero a veces me saca de mis casillas. Anda con unas compañías…
-¡Que me vas a decir hija!, a mi Ana le pasa parecido, no logro que se eche un novio decente y tenga hijos…
-Pues como todas, es que no nos hacen ni caso…mi Martín tuvo la oportunidad de casarse con Sofía, una chica monísima, que es de buena familia, ya sabes de dinero…pero decía que era gorda y bajita, ¡ay cuantas pegas para casarse!
-No te quejes, que es un chico mono y elegante, pero mira a mi Marla, está hecha un donut de chocolate, y no adelgaza ni a tiros, así ¿cómo se va a casar? ¡Si ni la miran los hombres…!
-Pues mejor mira-retomaba la iniciativa La Marciala-que así no comete pecados lujuriosos que le evitarán vivir en Babilonia con la casa, la vaca y el río…
-¿Pero que es todo ese lío que te traes con Babilonia y la casa, la vaca y el río? ¿Qué iba a hacer mi Martín con la vaca?
-Pues no sé, comérsela ordeñarla…
-¡¡Uuuuhhhh!! ¡Que ordinariez!, ¿y con el río?-La miró aterrada, ante la idea de tener que mancharse las manos ordeñando, o limpiando establos.
-Pues bebérselo cuando tenga sed…
-¿Y con la casa?
-Pues vivir en ella cuando se beba el río y se coma la vaca, ¿qué sé yo?, lo lógico…
-Pues no sé qué decirte hija, me parece poca cosa para mi Martín…
-Ya os dije que mi madre es de madera, solo le hacen tilín los lujos y los halagos, es a lo que está acostumbrada…-anunció Martín que entraba en desesperación.
-No temas, que mi madre tiene pa tós, ha traído las “Dormid” y si las abre, caen como moscas…
-¿Pues qué tienen esas revistas? Me das miedo hija-le recriminó Marla, asustadísima.
-Tienen una especie de virus mental, que te come las neuronas y te adormece, es mano de santo, pero si caes, es dificilísimo salir, te atrapa como una planta carnívora. -Ana que sabía de lo que hablaba, temía que “La Marciala” no hiciese gala de sus dotes de predicora.
-Si mi madre cae, te doy un besazo de muerte, me la quito de encima si se mete túngida, que estos no salen del “Salón del Cielo” en toda la semana…je je –se relamía pensándolo Martín, viéndose ya libre de ataduras maternas.
La Marciala sacó la revista “Dormid” y Magdalena comenzó a perder el brillo rebelde de mujer sofisticada, como hechizada. Se quedó mirando las infantiles ilustraciones que aparecían y que le recordaron los cuentos para niños de su infancia y las palabras dejaron de entrar en sus orejas maquilladas. Fascinada, cayó en manos de “La Marciala” y pronto las cuatro quedaron para ir juntas a una reunión túngida.
-Es la hora de coronar la fiesta, ahora les proponemos un viajecito juntas y ¡hala libres los cuatro!
La reunión en la cafetería “Londres” del lunes siguiente, resultó algo memorable. La mesa dieciséis, ya reservada como mesa privada de los cuatro amigos que caminaban por la vida a cuestas con sus madres, se iba convirtiendo en mítica. Incluso Jon se unía a ellos, pues temía que su madre una mujer terrible, acabase viviendo con él, que disfrutaba de un Loft amplio y soleado, al que solía llevar a sus conquistas y veía de esta forma amenazado su sistema de vida. Pero claro tenía que tenerla con él para pertenecer a tan exclusivo grupito…
-Bueno, parece que al fin hemos conseguido pasar la primera fase del plan, juntarlas a las cuatro…-se congratuló Marla.
-Sí, pero no cantemos victoria que si se hacen túngidas las tres con “La Marciala” nos hunden en la miseria. ¿Os imagináis a las cuatro predicándonos lo de la casa, la vaca y el río?
Los cuatro quedaron como conteniendo la respiración, al imaginarlas con las revistas “Dormid” y metiéndoles ideas raras en la cabeza a base de meter horas con ellos cuatro…
-¡Ah, no!, ¡eso sí que no!, tenemos que evitar ese desastre. –Se rebeló Ana que ya se veía sumida en un salón del cielo tragándose los estúpidos discursitos de los túngidos.
-Tenemos que montarlas en un autobús antes de que eso suceda…-sugirió Martín.
-Pues si las convencemos sería ganarles la partida…¿Qué os parece Roma para que vayan unos días?
-Noooo, que mi madre es túngida odia a los católicos, eso sería un error tremendoooo.
-Entonces ¿a dónde?
-A New York que allí está la sede de la secta túngida y tienen unos edificios lujosísimos, viven en él los que conceden las casas, las vacas y los ríos…
-Huy eso es muy lejos y muy caro…no sé yo si…
-Ponemos dinerito entre los cuatro y palla´…
-Hombre eso nos daría un margen pero creo que sería contraproducente…-sentenció Martín.
-¡Ay hijo, como no te explique mejor los mortales no entendemos ná de ná.
-Que si n o queremos que se conviertan a la fe túngida, es mejor enviarlas a un sitio neutral, en el que no haya religiones raras de por medio.
-Eso tiene sentido si…
-Pues pensemos en uno bueno, como…-se pasó la mano por la barbilla, pensativo, Antonio.
-¡¡Cáceres!!
-¿Eeeeeehhh?, ¿por qué Cáceres?-Preguntó de repente Marla.
-Pues porque allí echaban a los católicos a los leones los romanos en el circo, y si La Marciala es anticatólica…y además es barato y tiene muchas cosas que ver, y ¡¡se comeeeee!!
-Pues no se hable más ¡a Cáceres!, que el Inserso las lleve, aunque sea a costa de perder sus “cuidados”, ja ja ja ja –rió con ganas Marla.
Entre los cuatro trazaron la ruta que deberían seguir las cuatro augustas madres, para estar alejadas de sus vástagos por un tiempo, que les permitiría vivir libres de sus ataques típicos de madres típicas. Jon llegó con una nueva remesa de cafés y les invitó a esta segunda ronda, para tratar de ganarse su entrada en el club antimadre…era tanto el terror que se le metía dentro, cuando su madre le decía de irse a vivir con él…a ver si aquellos expertos le solucionaban algo y evitaba la llegada de la madre gobernadora a su Loft picadero…
-Tu puedes encargarte de conseguir los folletos del Inserso Marla…y yo me encargo de ver cómo convencer a mi mamá que es la más dura creo yo…
-Si se pone difícil te mando a la mía que a “La Marciala” no se le resiste nadie si abre la “Dormid”…
Los cuatro rieron al recordar como con la tal revista, adormeció a las tres madres restantes y estas cayeron en su telaraña como moscas a la miel pegadas.
-Sería maravilloso tener días libres de comentarios agrios, de típicos tópicos, de que no nos busquen más novios o novias, de poder respirar y salir y…-se lanzó entusiasmada Marla.
-Ya, ya… pero no sé si seremos capaces, es muuuy difícil, esto de enviarlas lejos sin que nos dejen siquiera instrucciones…-profetizó Ana sintiendo que el horizonte aún estaba negro, muy negro.
La fiesta les había dado ideas que ni en sus más osados sueños podrían haber imaginado. El primer día de trabajo, esperaron con ansiedad la llegada de la hora de descanso en que bajaban a la carrera a la cafetería Londres. La mesa dieciséis se llenó con los cuatro conspiradores que empezaron a elucubrar sus malas artes.
-¡Ay! Ha sido maravilloso verlas juntas, son como cuatro hienas dispuestas a merendarse a los rebeldes niños, por los que tanto se han sacrificado...y por los que han tenido que abandonar tantos proyectos...ligues...bueno eso no, que son muy decentes y sus maridos ellas presumen de que nunca las han visto desnudas...
-Mira por donde otro punto en común Marla, -le respondió Martín-Mi madre siempre presumía de eso, y es que ellas creen que si no les dan sexo ellos no lo tienen...ja ja ja ja mira que son ingenuas...ellos llaman a La Felisa y quedan para follar como locos. Después llegan a casa y ellas creen que se han acostumbrado a vivir sin sexo...como no las tocan, ni les piden ya que se desnuden para verlas en pelotas...ja ja ja ja.
-Oye Martín tu padre debió ser todo un don Juan...-le medio reprochó Ana.
-Sí, sí. Sí, te contase yo...pero todos son iguales tía que no hay diferencias...
-Es verdad, yo pillé a mi padre un día, por casualidad...iba al curro y le vi bajarse del coche y darse un morreo tremendo en un portal. Se metió con ella en él, y desde entonces le sometí a un seguimiento regular. Ja ja ja -rió abiertamente Antonio-, luego me recriminaba que yo era gay...¡qué cara más dura! pero era buen padre eso sí...
-¡Ay hijo! quien te entienda que te compre! Que yo no sé por dónde vas...
-Pues yo quiero saber que vamos a hacer con estas cuatro madres...je je me da un morboooooo. -Marla se frotaba las manos con fuerza.
-Lo primero-se acercó a los tres restantes Marla-es ir al Inserso y ver cómo convencerlas para que salgan de viaje.
-Eso será pan comido, se les dice que los túngidos tienen una reunión en Cáceres y van tras “La Marciala”...
-¡Huy, huy huy!, eso hay que tramarlo mejor, que de no haberla se dan la vuelta juntas y nos fríen...
-Sí, si no la hay...no lo había pensado.
-Es mejor decirles que son demasiado religiosos y que no es buen destino, con eso será suficiente para que nos lleven la contraria, como bien sabéis si s eles dice blanco hacen negro...
Marla se encargó de trazar las líneas maestras del viaje de las cuatro comadres y Martín le terminó de contar como era su madre.
-Es una mujer muy sofisticada y clasista, pero tiene poca consistencia en su carácter, quizás por esa razón cuando alguien se le impone con firmeza, accede a todo lo que quiere...
-Vaya pues no creía yo...-ironizó con cierto grado de sinceridad Marla.
-Es que da una imagen de fuerte que tira para atrás...-dijo Antonio, que veía como máximo obstáculo precisamente a la pija de Magdalena.
-Pues con “La Marciala” que no se pase que le endiñados "Dormid" en vez de una y la aletarga...ja ja ja no os imagináis como es mi madre, si no iba al salón del cielo, me daba unas nalgadas que pa qué. Y si me iba al baño ni decir, que me mataba a palos...
-Espero que no se maten por el camino...-pensó Ana que veía a las cuatro como comadrejas mordiéndose una a la otra...
-Noooo...loba a loba no se muerde, no tengas miedo, se enseñan los dientes pero no se muerden. Sabrán criticarnos a fondo y disfrutarán buscándonos novias a todos, que según dicen debemos sentar la cabeza y tener a la parejiiiita y engordar las mujeres y perder el pelo los hombres...ja ja ja ja anda que no son clónicas ni ná de ná...
-¡Ay qué miedooooo! pero si lo presentas como ineludibleeee. No, no yo me niego, que tengo otros placeres en mi vida y los niños no entran en mis planes...-aseguró Marla.
-Mira si la convierte en túngida, al menos tendrá la casa, la vaca y el río...que ahí es nada colega...ja ja ja ja -se carcajeó Antonio.
La mirada de Ana, triste y alicaída cortó las risas de sus tres amigos. Algo parecía estar yendo mal.
-Oye Ana, ¿qué te pasa?, no me digas que te ha vuelto a llevar al salón del cielo “La Marciala”...-temió lo peor Martín, más observador.
-No...es que me ha echado de casa, hasta que abandone a mis amigos mundanos...osea a vosotros.
La cara de Ana se descompuso en una pálida máscara y se echó a llorar sin que nadie pudiese evitarlo.
-¡Vamos!, ¡vamos! que algo se nos ocurrirá, será una pataleta de las que cogen las madres cuando no pueden controlarnos...
-Esta vez no...no sé qué hacer...
-Pues te quedas en mi casa y n o se hable más que ya pensaremos como escarmentar a esta madre rebeldeeee...
Marla que tenía el carácter de un hombre duro, se crecía cuando una madre como la suya le hacía alguna faena a una amiga suya. Era mucho más fácil enfrentarse a ella que a la suya eso por descontado.
-Esto puede poner en peligro el viaje de las comadres...-temió Antonio.
-Nooo...son muy sufriditas, añadirán la pena y la falsa emoción a sus críticas y mejorará la calidad de sus típicos tópicos. -Martín que ya se consideraba todo un experto trataba de esta manera de animar a Ana que compungida lloraba entre hipidos.
-Pues entonces tenemos que hacer compras que sino seré una carga y no quiero...
-¡Ay hija! mira que se te está pegando el tungismo ese...que tengo de todo en casa, hamburguesas, Pan, Leche, huevos, zumos y vino, si te quieres dar una borrachera de las que hacen época...
-Bueno…,-.bajó la cabeza Ana- como quieras...
-No te lo tomes a mal, es que estas madres van a acabar con nuestras vidas, si no hacemos algo...hasta hablo ya como la mía, se pega todo que es un placer...¡aaaaaaggggg!
-Creo que se ha terminado nuestra hora del recreo chicos, Ana te espero a la salida para que te vengas a casa...no te preocupes que todo irá bien mujer...ya verás.
Marla llevó a Ana a su casa y esta comprobó que su madre, era de todo menos ordenada. Tanto decir tonterías y tenía la casa manga por hombro, Ya se encargaría ella de cambiarlo todo...
-Como ves, mi madre es lo que yo llamo una rinconera...no hay forma de que ordene nada. Me paso el día tras ella. Deja los zapatos en cualquier lugar, el abrigo en la cama sin hacer, es un desastre, pero eso sí se queja de todo lo que hago como si fuese ella quien curra en la casa.
En ese preciso instante llegaba la madre de Marla y entraba como un elefante en una cacharrería. Dando voces y repartiendo órdenes a diestro y siniestro. Cuando vio que Ana estaba con su hija cambió de registro y suavizó el lenguaje y sus modales cuanto pudo.
-¡Holaaaa! Tenías que haberme dicho que venía tu amiga para ordenar esto un poco ¡que va a pensar de mí...!
-Pues que lo dejas todo manga por hombro ¡ja!, ¡como si solo lo hiciese hoy!
-¡Ay hija!, no tengas hijos nunca jamás, a mí me ha quitado años de vida esta niña, y no consigo que s eme case ni siente la cabeza. No sé qué será de ella cuando yo falte.
A Ana le pareció familiar cada palabra de la mamá de Marla, era como si estuviera con su propia madre.
-Bueno mira, esta será tu habitación instálate a tu gusto.-La llevó a una habitación llena de trastos que se amontonaban sobre una cama de cabecero tallado en madera, que había conocido mejores tiempos. Ana que no le tenía miedo al trabajo pensó como mejorarla y se puso a ello apartando cosas en un montón y liberando de objetos inservibles la superficie de la cama.
-Veo que no vamos a llevar de perlas...eres ordenadita y majetona como una misma...-se autoelogió ella misma.
Solo la madre de Marla se echó a temblar al ver que otra maniática del orden entraba en liza. En medio día la casa comenzó a brillar y el orden, que a la madre de Marla le pareció aterrador reinó en ella como tirano dominador.
CAPITULO VIEL VIAJE DE LAS COMADRESLa Marciala acostumbrada a mandar era la que había dicho que se podía llevar y qué no, al viaje de Cáceres, que se presentaba como una oportunidad inigualable, para planear las vidas de sus tres díscolos hijos. No podían dejar al azar su futuro y menos aún que eligiesen ellos lo que querían hacer…¡¡de eso nada de nada!, ¡vamos lo que faltaba! Pero si unían sus fuerzas, domarían a aquellos rebeldes que tantos dolores de cabeza les habían dado y les daban. El autobús era de lujo, un autopulman con baño, televisión y dos pisos como esos de Londres…”¡ay hija! Que, ¡son de modernos en el extranjero!, no sé si servirá pa matarnos”, había dicho al subir “La Marciala”, que era la líder natural del grupito de comadres. Pero la comodidad suavizó las críticas, casi en el acto de la tal señora, que se quedó dormida como un bebé, para dicha de sus tres acompañantes, que ya veían por qué camino iban a ir sus elucubraciones y mandatos.-¡Ay que dolor de cabeza te
CAPITULO VIICUATRO PERMISOS CARCELARIOS-Hola…¿estás sola?-A, Ana le pareció que todos los hombres se repetían con aquella manida frasecita de inicio.-Una chica como tú no debería ir por esos mundos de dios sola…es pecado. Je je –rió su propia gracia el recién llegado.-me llamo Pablo, ¿y tú?-Yo Ana, y…Ana iba a decirle que no, que no estaba sola, pero se abstuvo de hacerlo, para no cortar al ya de por sí, parco caballero.-¿Tomas algo conmigo?, ¡oh!, permíteme tutearte por favor, no eres tan mayor como para usar el usted ¿no te parece?-Claro, claro…hazlo si…así que te llamas Pablo…que bonito nombre. Tomare una Cocacola…Antonio, que se quedaba solo se tomó lo que le quedaba de la copa y se limitó a mirar a las tres parejas que ya estaban bailando sus vidas al son del amor…aunque Marla no se quedaría con Martín eso estaba claro, a pesar de que al sofisticado pijillo, le estaba encantando arrimarse a ella, que no sabía cómo evitarle, y a Antonio le entró una urgente risa, que a duras
CAPITULO VIIILA NOCHE MÁS OSCURALos cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana…aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: “Yo que tu no lo haría nene…”.-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico…-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre ta
CAPITULO IXUN CAFÉ EN SILENCIOLa cafetería Londres semejaba estar de luto, a pesar de que la famosa mesa número dieciséis estaba completa, y es que Ana, Antonio, Martín y Marla se tomaban el café, como si llegasen de un funeral. Todos esperaban que el otro contase su aventura de la noche anterior, pero solo pensaban en que las madres de los cuatro, estarían ya llegando a Madrid de vuelta de aquellos días que habían supuesto tan solo un balón de oxígeno para ellos cuatro. Fue Ana, quien quebró el hielo que entre ellos e formaba como un telón de miedo que les obligaba a quedarse callados.-Mi madre vendrá eufórica deseando meterme de nuevo en el “Salón del Cielo”, ay que miedo chicos…se terminó el permiso carcelario…-Pues habrá que trazar un plan de contraataque… -sugirió Martín.-No se me había ocurrido pero eso sería genial-respondió Marla, que ya se veía inmersa en una lucha cuerpo a cuerpo con las comadres.-¿Y si…y si les decimos que nos hemos hecho Budistas? “La Marciala” se m
CAPITULO XILA MESA NUMERO DIECISEISLa cafetería Londres recobraba su aspecto habitual, y sus clientes, casi siempre los mismos iban llegando a medida que sus trabajos les permitían un breve receso. Parecía que tras la tormenta del día anterior con las comadres y sus hijos, una paz pesada y densa se hubiese afincado en la cafetería. Los cuatro amigos se sentaban con sus tazas de café y se miraban echándose a reír ante la imagen que conservaban en sus mentes del día anterior.-Ayyyy…esto de tener madre…-quebraba el silencio Antonio.-¡Hijos que tenéis madres!, ¡cuánto tenéis que sufrir por ellas!-añadió en tono lastimero Martín.-Pues mi madre esta como en trance, por un momento ayer al llegar a casa, creí que iba allegar un platillo volante ya llevársela de verdad al cielo, para ponerle una casa una vaca y un río…mira que estaba callaaaada callaaaada, como si le hubiesen cortado la lengua.-Pero, ¿está bien?-Se interesó Martín, que había asumido el papel de padre protector de aquello
CAPITULO XILA TRAMA DE “LA MARCIALA”El alto y rubicundo varón, envarado y vestido con un traje de excelente corte, miraba desde su posición privilegiada a los que iban llegando a la sala, donde se iba a desarrollar el acto del día especial túngido. Su sonrisa estereotipada y artificial, encantaba a las mujeres, que iban llegando y también a algunos hombres, que disimulaban sus sentimientos a fin de poder acceder al “Nuevo Mundo”, al que no pasaría nadie que no señalasen los grandes líderes túngidos. Quinientos asientos, se alineaban en filas ante él en la sala de la Universidad Complutense de Madrid. En la plataforma, un atril de madera de caoba y cinco sillas contra el telón de fondo, indicaban que habría elegidos que saldrían a la palestra. Por la puerta fueron penetrando los más idolatrados “Predicores del Año” y entre ellos ¡”La Marciala”!, que se sentó en primera fila, acompañada de su hija Ana, que de nuevo vestía uniforme túngido, con una falda marrón hasta los pies y una blu
CAPITULO VIIILA NOCHE MÁS OSCURALos cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana…aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: “Yo que tu no lo haría nene…”.-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico…-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre ta
UN CAFÉ EN SILENCIOLa cafetería Londres semejaba estar de luto, a pesar de que la famosa mesa número dieciséis estaba completa, y es que Ana, Antonio, Martín y Marla se tomaban el café, como si llegasen de un funeral. Todos esperaban que el otro contase su aventura de la noche anterior, pero solo pensaban en que las madres de los cuatro, estarían ya llegando a Madrid de vuelta de aquellos días que habían supuesto tan solo un balón de oxígeno para ellos cuatro. Fue Ana, quien quebró el hielo que entre ellos e formaba como un telón de miedo que les obligaba a quedarse callados.-Mi madre vendrá eufórica deseando meterme de nuevo en el “Salón del Cielo”, ay que miedo chicos…se terminó el permiso carcelario…-Pues habrá que trazar un plan de contraataque… -sugirió Martín.-No se me había ocurrido pero eso sería genial-respondió Marla, que ya se veía inmersa en una lucha cuerpo a cuerpo con las comadres.-¿Y si…y si les decimos que nos hemos hecho Budistas? “La Marciala” se muere…perdona