CAPITULO IXUN CAFÉ EN SILENCIOLa cafetería Londres semejaba estar de luto, a pesar de que la famosa mesa número dieciséis estaba completa, y es que Ana, Antonio, Martín y Marla se tomaban el café, como si llegasen de un funeral. Todos esperaban que el otro contase su aventura de la noche anterior, pero solo pensaban en que las madres de los cuatro, estarían ya llegando a Madrid de vuelta de aquellos días que habían supuesto tan solo un balón de oxígeno para ellos cuatro. Fue Ana, quien quebró el hielo que entre ellos e formaba como un telón de miedo que les obligaba a quedarse callados.-Mi madre vendrá eufórica deseando meterme de nuevo en el “Salón del Cielo”, ay que miedo chicos…se terminó el permiso carcelario…-Pues habrá que trazar un plan de contraataque… -sugirió Martín.-No se me había ocurrido pero eso sería genial-respondió Marla, que ya se veía inmersa en una lucha cuerpo a cuerpo con las comadres.-¿Y si…y si les decimos que nos hemos hecho Budistas? “La Marciala” se m
CAPITULO XILA MESA NUMERO DIECISEISLa cafetería Londres recobraba su aspecto habitual, y sus clientes, casi siempre los mismos iban llegando a medida que sus trabajos les permitían un breve receso. Parecía que tras la tormenta del día anterior con las comadres y sus hijos, una paz pesada y densa se hubiese afincado en la cafetería. Los cuatro amigos se sentaban con sus tazas de café y se miraban echándose a reír ante la imagen que conservaban en sus mentes del día anterior.-Ayyyy…esto de tener madre…-quebraba el silencio Antonio.-¡Hijos que tenéis madres!, ¡cuánto tenéis que sufrir por ellas!-añadió en tono lastimero Martín.-Pues mi madre esta como en trance, por un momento ayer al llegar a casa, creí que iba allegar un platillo volante ya llevársela de verdad al cielo, para ponerle una casa una vaca y un río…mira que estaba callaaaada callaaaada, como si le hubiesen cortado la lengua.-Pero, ¿está bien?-Se interesó Martín, que había asumido el papel de padre protector de aquello
CAPITULO XILA TRAMA DE “LA MARCIALA”El alto y rubicundo varón, envarado y vestido con un traje de excelente corte, miraba desde su posición privilegiada a los que iban llegando a la sala, donde se iba a desarrollar el acto del día especial túngido. Su sonrisa estereotipada y artificial, encantaba a las mujeres, que iban llegando y también a algunos hombres, que disimulaban sus sentimientos a fin de poder acceder al “Nuevo Mundo”, al que no pasaría nadie que no señalasen los grandes líderes túngidos. Quinientos asientos, se alineaban en filas ante él en la sala de la Universidad Complutense de Madrid. En la plataforma, un atril de madera de caoba y cinco sillas contra el telón de fondo, indicaban que habría elegidos que saldrían a la palestra. Por la puerta fueron penetrando los más idolatrados “Predicores del Año” y entre ellos ¡”La Marciala”!, que se sentó en primera fila, acompañada de su hija Ana, que de nuevo vestía uniforme túngido, con una falda marrón hasta los pies y una blu
CAPITULO VIIILA NOCHE MÁS OSCURALos cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana…aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: “Yo que tu no lo haría nene…”.-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico…-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre ta
UN CAFÉ EN SILENCIOLa cafetería Londres semejaba estar de luto, a pesar de que la famosa mesa número dieciséis estaba completa, y es que Ana, Antonio, Martín y Marla se tomaban el café, como si llegasen de un funeral. Todos esperaban que el otro contase su aventura de la noche anterior, pero solo pensaban en que las madres de los cuatro, estarían ya llegando a Madrid de vuelta de aquellos días que habían supuesto tan solo un balón de oxígeno para ellos cuatro. Fue Ana, quien quebró el hielo que entre ellos e formaba como un telón de miedo que les obligaba a quedarse callados.-Mi madre vendrá eufórica deseando meterme de nuevo en el “Salón del Cielo”, ay que miedo chicos…se terminó el permiso carcelario…-Pues habrá que trazar un plan de contraataque… -sugirió Martín.-No se me había ocurrido pero eso sería genial-respondió Marla, que ya se veía inmersa en una lucha cuerpo a cuerpo con las comadres.-¿Y si…y si les decimos que nos hemos hecho Budistas? “La Marciala” se muere…perdona
CAPITULO XILA MESA NUMERO DIECISEISLa cafetería Londres recobraba su aspecto habitual, y sus clientes, casi siempre los mismos iban llegando a medida que sus trabajos les permitían un breve receso. Parecía que tras la tormenta del día anterior con las comadres y sus hijos, una paz pesada y densa se hubiese afincado en la cafetería. Los cuatro amigos se sentaban con sus tazas de café y se miraban echándose a reír ante la imagen que conservaban en sus mentes del día anterior.-Ayyyy…esto de tener madre…-quebraba el silencio Antonio.-¡Hijos que tenéis madres!, ¡cuánto tenéis que sufrir por ellas!-añadió en tono lastimero Martín.-Pues mi madre esta como en trance, por un momento ayer al llegar a casa, creí que iba allegar un platillo volante ya llevársela de verdad al cielo, para ponerle una casa una vaca y un río…mira que estaba callaaaada callaaaada, como si le hubiesen cortado la lengua.-Pero, ¿está bien?-Se interesó Martín, que había asumido el papel de padre protector de aquello
LA TRAMA DE “LA MARCIALA”El alto y rubicundo varón, envarado y vestido con un traje de excelente corte, miraba desde su posición privilegiada a los que iban llegando a la sala, donde se iba a desarrollar el acto del día especial túngido. Su sonrisa estereotipada y artificial, encantaba a las mujeres, que iban llegando y también a algunos hombres, que disimulaban sus sentimientos a fin de poder acceder al “Nuevo Mundo”, al que no pasaría nadie que no señalasen los grandes líderes túngidos. Quinientos asientos, se alineaban en filas ante él en la sala de la Universidad Complutense de Madrid. En la plataforma, un atril de madera de caoba y cinco sillas contra el telón de fondo, indicaban que habría elegidos que saldrían a la palestra. Por la puerta fueron penetrando los más idolatrados “Predicores del Año” y entre ellos ¡”La Marciala”!, que se sentó en primera fila, acompañada de su hija Ana, que de nuevo vestía uniforme túngido, con una falda marrón hasta los pies y una blusa gris que
CAPITULO XIILOS SECRETOS D E LAS COMADRESLa primera sesión de confidencias entre las comadres y sus vástagos, resultó un escándalo que a Jon el dueño de la cafetería Londres, se le antojaba rentable y deseado…sabía ya por experiencia que la gente acudía más por ellos que por sus cafés a su local, y francamente mientras consumiesen no le importaba.-¿Te acuerdas Alfonsa, hija, de cuando éramos niñas y nos daban dos perras gordas pa ir al cine? Éramos ricas entonces con aquella “perrillas”, luego vino la guerra, la postguerra, y ya ná tó se echó a perder…-Bueno todo, todo, no…-se retorció coqueta Amadora-yo aún recuerdo a un mozo bien plantao que me pretendió…tenía unos ojazosss…-Mamáaaa eso no me lo habías contadoooo-le dio un codazo, fingiendo enfado y echándose a reír a carcajadas, ante la imagen de su madre con un hombre haciéndole carantoñas, Antonio.-Pues no creas hijo, que yo también fui joven y tenía una cinturita de avispaaaa, y unos…unos…hizo un ademán evidenciando sus p