LA CASA, LA VACA Y EL RIO
Los cuatro amigos, como los cuatro caballos del apocalipsis, se dirigieron al “Salón del Cielo”, dispuestos a apoyar a Ana en su forzada visita junto a su madre, a tan extraña reunión. A la entrada dos escuchimizados túngidos, saludaban con sonrisas de plástico a los recién llegados y les estrechaban casi sin fuerza las manos. Al llegar a su altura Antonio, este le miró serio y enarcando las cejas, le extendió la mano que el delgaducho túngido le estrechó temeroso. Martín hizo otro tanto con el compañero del portero y tras ellos entró como una diva la madre de Ana, una avejentada mujer de unos setenta años pasados ya, y con gesto adusto y santurrón. Ana temblando de miedo, entró sin osar mirar a los guardianes de la santidad del “salón”. Marla por su parte como una vorágine arrolladora, entró sin miramientos, despreciando las dos manos que le tendían los porteruchos túngidos. Se acomodaron en la fila tercera, por indicación de un mangoneante acomodador, que dirigía el tráfico dentro de su reino. Al fondo una plataforma sobre la que reinaba un paisaje de una cascada de agua y al frente un atril alto y sin estilo, eran cuanto amueblaba aquel desangelado lugar. Marciala, la madre de Ana, erguida y con el pescuezo estirado a modo de gallina vieja, esperaba que el oficiante saliese a la palestra. Un encorvado señor entrado tanto en carnes como en edad subió a la plataforma y al darse la vuelta, Ana palideció. ¡Era el túngido que viera en su puerta!, ¡¡el “gordo bandejas”!! Este sonrió, soltó un chiste sin gracia para romper el hielo y tras decir unas cuantas tonterías, entró en el tema que ocuparía el discurso del día.
-“Hermanos y hermanas…” es preocupante para el cuerpo de líderes de “La Santa Hermandad”, el tema que los jóvenes están tratando con tanta desgana y despreocupación. Pero aún lo es más, el saber que lo practican, ¡¡los casados!! La pregunta es: ¿Puede la esposa fiel realizar felaciones a su esposo?...
Un murmullo de sorpresa llenó el aire y Marla se echó a reír a carcajadas sin contenerse.
-Aaaaaayyyy que me muero de risa, pero ¿Qué clase es esta de santos que habla de chuparle la polla al marido o no…? ayyyy que me mueroooooo….
-No si ya sabía yo que no era buena idea que viniese esta…-despreció su actitud Marciala.
-Señora por favor, respete al auditorio o sálgase de la reunión-le pidió el acomodador.
Marla calló tapándose la boca con la mano como pudo, y esperó acontecimientos. Entonces se levantaron manos y el discursante cedió la palabra a una vieja de arrugas como surcos y gesto de frustración permanente.
-“Hermana” Angela…
-Pues yo creo que no se puedeeeeeee…-alargó la palabra para así remarcarla con rabia, ante un marido que reía con evidente sarcasmo.
Grititos de apoyo y asco falseado, llenaron de nuevo el aire y Antonio asqueado salió de la reunión, donde un túngido, esperaba a los nuevos, para tratar de captarles con su revista “Dormid”.
-Estamos dejando en las manos de las personas-Antonio pensó que en efecto ellos no eran personas…-la revista “Dormid”, trata de temas actuales…vea, vea…es gratis.
Antonio cogió una para quitárselo de encima y salió a respirar aire afuera. Marla reía en silencio y Ana con gesto de no entender ná de ná, sentada junto a Marciala, que parecía disfrutar como una niña en su ambiente, miraba a ver si podía ir al baño sin molestar demasiado y así librarse de al menos parte del terrible y anodino discurso, pero había tres túngidos, sentados junto a su madre y ella estaba justo en medio, por lo que hubo de resignarse. Martín levantó la mano, y todos miraron a su persona, extrañados de que un hombre de su manifiesta clase alta, se dignase a asistir a su reunión. El “gordo bandejas”, dudó en concederle la palabra, pero ante la expectación levantada, lo hizo. Fue un error, porque Martín se puso en pie y dijo solemne:
-Creo que la religión debería ser considerada con mayor tacto y hablar de temas que se refieran a la Biblia y no a dedicar a interferir en las vidas privadas, e íntimas, de los adeptos o como los llaméis.
Se empezaron a oír voces en contra y a favor y se montó un maremágnum, que hizo imposible la continuación del acto. El chismorreo hizo sonrojar a Marciala, que veía como su triunfo se diluía en una vorágine de voces, gritos y cuchicheos malintencionados. Los tres amigos aprovecharon para escabullirse y salir reuniéndose con Antonio, que se había perdido lo mejor de aquel aberrante acto seudoreligioso. Se echaron a reír a carcajadas y Marla pudo al fin, liberarse de la tensión que le aprisionaba el estómago.
-Huyyyyy, pero si son unos cachondoneeeees, esos túngidos que temita han tratado colegaaaaaas.
-Pero Ana, ¿es de esto de lo que hablan estos túngidos?, ¿y la casa, la vaca y el río?–Le preguntó Martín muy digno él.
-Ay no sé, es que hoy han cambiado de tema, esto no lo había escuchado yo nunca…de esta vamos todos al gerenaaaaaaa…-empezó a lloriquear Ana.
-Esto se nos complica amigos, Marciala la madre de Ana, viene para acá…-dijo temiendo una regañina de las buenas Marla.
-Mira hija ¡¡esto no se puede tolerar!! Es de malas personas hacer esto…este hombre que has traído es el mismísimo anticristo, así no vas a conseguir la casa, la vaca y el río…
Oír esto y echarse a reír Marla y Antonio fue uno, y la cara de Marciala se puso primero roja, luego verde y sus palabras fueron afortunadamente ininteligibles, porque los cuatro reían a gusto y comentaban entre chanzas lo de la casa, la vaca y el río y chisteaban con chuparle o no “eso” al marido. Marciala se marchó con paso rápido y enfadada como una leona. Y Marla, Antonio, Martín y Ana, quedaron solos para planear como calmar a “La Marciala”.
Las reuniones en la cafetería “Londres”, se habían convertido en la terapia personal de los cuatro miembros que la conformaban, y aquel día en que la primavera comenzaba a hacer su tímida aparición, dejando ver algunos brotes de margaritas y reverdeciendo el césped, los cafés quedaron olvidados, enfriándose en sus tazas. Estaban trazando un plan para salir de ligoteo con el pobre Antonio, que no había conseguido borrar de sus mentes calenturientas la idea de tal despropósito…
-Tenemos que vestirnos para matar…-una cosa discreta…de negro por ejemplo…¿qué te parece Antoñitoooo?
-Si no es necesario, yo soy muy feliz así…de verdad-les suplicó con la cabeza gacha…
-¡Venga!, ¡venga!, que no es el fin es solo…un liguillo de esos de aquí te pillo y aquí te mato y luegoooo…lo que surja.
-¡Ayyy, que lo veo venir me vais a meter en unaaaaaaa…que las locas esas nos devoran, bueno a ti no, a mí y a Martín, que somos tíos…-intentó disuadir a las dos féminas que mostraban una sonrisa de satisfacción, que le hacía temer lo peor.
-Que no pasa nada hombre, vamos a un par de bares hacemos un casting de esos exhaustivos y el que pase los filtros, pa ti pa siempre…ja ja ja ja. -Marla estaba disfrutando con el sufrimiento de Antonio, más que con el plan que se veía muy verde.
-Pero mujer, ni que fuese un casting para “Gran Hermano”, tú te crees que esos tíos van a entrar en el juego como si nada…-le recriminó Ana un tanto ofendida.
-Pero vamos a ver los tíos, ¿no piensan con el rabo?.Pues los gays también son tíos, querrán meter o sacar, o lo que quiera que hagan…vamos digo yo…
-Ay ay ay… que me veo en comisaría tras una pelea de locaaaaas.
Los cuatro se echaron a reír, visualizaban la imagen de un Antonio metido en un berenjenal de cuidado, rodeado de locas amenazando devorarlo y se morían de risa. El no, claro…el temía lo peor, pero le compensaba saber, que al menos sería la segunda metedura de pata tras la reunión con los túngidos. La Marciala había dicho que los tales no les admitirían jamás en otra de sus reuniones…
Marla vestía su vestido negro largo y ceñido con un cinturón ancho y brillante de charol, y unos zapatos bajos con escaso tacón. No quería ser la que atrajese la atención. Martín más comedido, se había embutido en una cazadora de piel marrón, de Armani…claro, y unos pantalones beige, calzando unas botas marrones muy cómodas. Ana con vaqueros y camisa blanca de hombre, se cubría con una cazadora de tela naranja oscura y llevaba zapatillas deportivas rojas. Antonio que había sido “asesorado” por los tres “conspiradores” vestía camisa negra y pantalones negros, con botas a juego de tacón alto. Su chaqueta de tela, una americana entalladita le hacía parecer uno de aquellos macarras de los ochenta, muy pasadito de moda. Se dirigieron al primero de los bares seleccionados en un folleto gay de propaganda y entraron en él los cuatro. Una barra larguíiiiisima cerraba a la derecha el local. La luz violeta creaba una sensación agobiante y el exceso de gente, que se arracimaba en esta, les hizo sentirse en un mercado del sexo.
-Huy, huy, huy…aquel chavalito del extremo es guapísimo, que desperdicio chiquillos…bueno ¿Qué te parece a ti Antoñitoooo?-le preguntó maternalmente Marla.
-Y si digo que si…¿irás y le traerás de las orejas? Mira que eres…pues no…me gustan más hechitos.
-No hombre, soy burra pero no tanto…mira aquel es de los que parecen duros, tipo Clint Easwood…ese si ¿no?-insistía de nuevo dispuesta a conseguir un ligue gay para Antonio.
Marla se fue directa hacia el tío, que con barba de dos días y ataviado al más puro estilo Leather, se tomaba su Whisky a sorbos muy sonoros. Al verla tan cerca, se extrañó de que una tía se le dirigiese y la miró con asco.
-¿Qué pasa tía, te has perdido?
-¡Uhhhhh! que duroooo… no te creas tan importante machito, es solo que le gustas a mi amigo, aquel del extremo de la barra…si te mola dímelo y os presento.
El tipo la miró atónito y siguió la dirección de su dedo índice, para divisar a Antonio, que no estaba mal para su gusto. Pero que una tía les montase una cita ¡era demasiado! No está mal…-le respondió displicente.
-Oye tío es un tipo genial, inteligente y está fuera de este mundillo vuestro de te pillo te follo y te olvido ¿vale? –Y diciendo esto se alejó contoneándose satisfecha de su primera incursión.
Entretanto Ana había visto a un hombre que reía en compañía de otros tres, en un rincón, donde los neones les iluminaban, confiriéndoles un aura que remarcaba sus evidentes músculos. Se acercó a ellos y enseguida contactó al decirles que era una lesbiana que visitaba por primera vez un bar gay con un amigo.
-El es muy tímido, creo que le tendré que dar un empujoncito o se quedará solo en un rincón…¿me ayudáis chicos?
-Claro, ¿quién es tu amigo?, dile que venga, o mejor tráelo tú misma no te cortes.
Ana triunfante, se hizo acompañar de un empequeñecido Antonio, que vio como le tendían las manos los cuatro chicarrones, que con sus copas en las manos, veían con buenos ojos a uno más con quien confraternizar. Ana se retiró prudentemente a esperar el fruto de su “venta”.
-Chicos, creo que tenemos ligue múltiple a la vistaaaa…dijo por lo bajo a Marla y Martín que era constantemente asediado por diferentes tipos.
Los tres amigos abandonaron el local dejando solo con sus recién conocidos amigos a Antonio que pronto hizo migas con ellos hablando de sus gimnasios y las clases de body attack...
Llegaba el fin de semana y los cuatro amigos deberían hacer sus vidas dejando tras de sí, sus risas y proyectos alocados. Pero el lunes tornarían a la cafetería en que los cuatro volverían a reír. Era una isla en sus vidas y ansiaban la llegada de la reunión, que no por breve les resultaba menos agradable.
Los cafés y las cervezas, fueron de nuevo poblando la mesa número dieciséis, y Marla como siempre tomó la palabra para con una mueca sarcástica decir…:
-Espero que se lo pasasen bien Antonio y los tres chicotes, envidia que tenía yo de esos tres…¡que desperdicio madre!
-Antonio que llegaba entonces, se sentaba ante su cerveza y veía como le escrutaban con ojos aviesos…
-Que nooo, que no pasó nada de nada solo hablamos cotillas más que cotillas…
-Vamos no nos digas que no aprovechaste la ocasión y…
-Pues bueno algo sí que pasó pero fue poco, casi nada…
-¡Aaaaah! Así que no querías compartirloooo, con lo que nos costó encontrarte unos tíos como aquellos.
-Vale, vale, que sí, que tenéis razón el morenazo aquel me llevó a su hotel, estaba aquí por razones de negocios y bueno no entraré en detalles escabrosos…
-¡Ay hijo!, ¿por qué no? somos ya mayorcitos para no asustarnos…-le recriminó Marla con la insana intención de sonsacarle.
-Marlaaaaa…-le calló Martín a lo que ella por agradarle se quedó como una estatua.
-Ahora me siento culpable, tengo una relación con Iker…bueno da igual no me querrá ni ver con lo que pasó…-se quejó amargamente Antonio.
-¡Ah! pero, ¿pasó algo que no nos has contado? Chiquillo estás lleno de secretos…¡cuenta! ¡cuenta!
Síiii…-respondió bajando la cabeza Antonio,-estuvimos hablando de Herta, de mi madre y discutimos, se marchó y no se desde entonces nada de él. Mi madre está salvaje desde que Herta me dejó, no sé qué hacer con ella estoy incluso pensando en esa idea que tuvisteis de hacer una fiesta que la escandalice y se vaya lejos…pero no tengo agallas…
-Es que las madres nos arruinan, nos arruinan las vidas os lo digo yo…que mujeres no paran de tramar en contra nuestraaaaa….
Los cuatro se animaron y echaron suertes para ver quien organizaba la fiesta, el resultado fue que Antonio, era el elegido del destino, no hubo manera de evitarle la tensión que se le echaba encima. Pensaron en como engañar a sus madres respectivas y quedaron en que sería el sábado a la tarde cuando La Marciala no tenía reunión túngida, que se pasaba la semana dentro del “Salón del Cielo”. Llevarían cada cual lo que considerase adecuado, bebidas, tartas, canapés…todo valía. Cuando estuviesen juntas las cuatro las embarcarían en un viaje que las alejaría lo suficiente como para levantar sus vidas y trazar planes propios sin que ellas les condicionasen. Sería una tarea titánica, pero la conspiración, por una vez salidas de ellos cuatro y no de sus chantajistas madres, les producía en el estómago una agradable sensación que los dopaba.
-Entonces estamos de acuerdo, será el sábado a las seis de la tarde. Traed a vuestras atormentadoras madres y haremos de ellas mujeres hechas y derechas…ja ja ja ja…¿no dicen eso de nosotros ellas? Es que me sé sus típicos tópicos de memoria…
Aquel sábado iba a ser muy distinto de otros, en la casa del pobre Antonio se iban a dar cita las cuatro madres, las cuatro parejas y se iba a montar una de las buenas de esas que no se olvidan pronto…pues una de esas. Antonio, con la ayuda de Ana, que había acudido a ayudarle, para hacer causa común con este, había preparado trescientos canapés. Vamos una obra titánica que jamás hubieran llevado a cabo, ¡qué digo!, ¡ni pensado! en hacer.
La primera en llegar fue La Marciala, que vestía una falda hasta los pies y que le llegaba hasta el cuello…. en un color marrón que entristecía al que lo miraba. Bajo el brazo una carpeta amenazaba con reventar por el apretado contenido…¡¡doce revistas “Dormid”!. Nada más llegó La Alfonsa, madre de Marla, esta le endiñó un “Dormid”, y ella que era beata hasta la médula, emitió escandalizada un gritito: “¡Uuuuuuuuh!, ¡pero si son revistas herejeeeeees! ¡Quita, quita! que esas cosas son de demonios na más…ya te daré yo unos recordatorios del mi Amasio, que en paz descanse…eso sí que son cosas de la Virgen y no esas…La Marciala acostumbrada a ser la más santurrona del lugar, quedó como aventada, sin saber qué decir o cómo actuar, y se limitó a sonreír bobaliconamente.
-Oye Ana tu madre ha sido neutralizada, esto marcha…je je –le dijo satisfecho Antonio a su amiga.
-Pues eso no es fácil colega, que tiene unos arranques que no veas…
Entretanto, la madre de Antonio que había ido a comprar bebidas por si se necesitaban refrescos de cola y cosas así, llegaba con aires de grandeza. ¡Anda pues claro! en casa de su hijo ¡era la reina madre! Dejó las coca-colas en la mesa y vio que ya la ocupaban tres botellas de champán y dos de vino. Y dos de licores, que ni había visto en su vida. ¿De dónde habrían salido? A su hijo no le permitía beber esas cosas tan malas…
-Hola, soy Marciala, la madre de Ana…-se presentó la túngida mamá…
-¡Ay hija! Yo soy Alfonsa, la mamá de Marla,
-Pues yo soy Amadora la madre de Antoñito…es tan majo, ¿verdad?..
Las tres madres comenzaron a charlar animadamente como cacatúas del Caribe. Los cuatro amigos a su vez, se dieron cita en la ventana del salón, y riendo y conspirando, pensaron en el viaje que les podrían endiñar, para sentirse libres unos días. La Marciala, recuperada de su shock, ante La Alfonsa, sacó la artillería y colocó dos “Dormid” una a cada madre…
-Hijas que va a venir el fin del mundo y a las que somos madres buenas y sufridas, que nos hemos sacrificado tanto…nos van aponer una casa, una vaca, y un río en Babilonia…
Como si un ensalmo hubiera hechizado a las dos, abrieron las páginas en que descansaba el virus de los túngidos y La Marciala les hizo de guía, mostrándoles los dibujitos en que aparecían jóvenes “bien vestidas”, no como las de ahora…con sus maridos en primer lugar y varios hijos, que ese era el deber de las mujeres túngidas…
-Pues no creía yo…-dijo sorprendida La Alfonsa…que empezaba a sentir como la dosis de virus amodorrador, penetraba en su cerebro anticuado y típico.
-Yo era como tú, una mujer espiritual, pero equivocada, ¡vas a comparar la casa la vaca y el río, con lo que daban en la iglesia una Ostia pegajosa!, ¡esos paganazos!
-Yo es que sin ir a misa cada día, no puedo vivir…-casi dijo llorando La Alfonsa…
-¡Pero si nos pasamos la semana metidas en el “Salón del Cielo…”eso nada, nada, no es problema, estás invitada a una reunión túngida verás cómo te convence más…
-Yo me apunto, eso debe ser una hermandad y no lo que tenemos en la iglesia del santo rosario de la regla torcida…
-Pues vente, estáis las dos invitadas-se entusiasmó La Marciala, que veía como triunfaba en la reunión, ¡ella que era predicora de tiempo completo!
-Esto marcha. -Susurró en voz baja Marla, mientras se echaba al gaznate un canapé y lo empujaba con una copa de champán, que la hizo componer un gesto de amargura frunciendo el entrecejo.
-Las metemos en un bus a las cuatro y que se vayan…a América por ejemplo…-dijo sin pensar Antonio, que las quería lo más lejos posible.
-¡Hala hijo que exagerado! El Inserso no va tan lejos, con que vayan a Arguijuelas de abajo, me vale…-se conformó Ana, cuyas palabras rieron abiertamente haciendo sospechar a las cuatro ancianas madres.
-¿Qué, lo pasáis bien eh hijos?-se les acercó La Marciala, que deseaba convertirlos a ellos, que eran unos mundanos, rebeldes y paganos, cuyas vidas estaban muy lejos, de tener una casa, una vaca, y un río en Babilonia como ellas cuatro…-deberíais tomar ejemplo de vuestras madres, que van a visitarnos en el salón del cielo.
-¡Pero si nosotros ya hemos ido…!-se quejó Ana temiendo una segunda invitación en firme de su madre.
-Sí, sí, y que espectáculo disteis…de pena hija. Me duele decirlo, pero no vas a conseguir la casa, la vaca y el río, creo que más bien iréis al Gerena.
-Ah, pero ¿estos tres han ido a ese sitio tuyo?, ¡contadnos la experiencia, venga, venga…
-Sí. si, que os la cuenten, que si lo sé no les llevo, que vergüenza pasé hijas no os lo podéis ni imaginar…
CAPITULO VLA FIESTA DE LAS MADRESLa madre de Martín, una sofisticada y picajosa mujer de setenta años, llegaba vestida de Armani, con un vestido estilo imperio y unos “Manolo Blani” de mil doscientos euros de tacón vertiginoso y joyas de diamantes en muñecas y cuello. Su visón negro le confería un aura de elegancia, que ella dominaba como nadie. La entrada fue escenificada como si de una actriz conocida se tratase, y las tres madres fruncieron el ceño disgustadas por perder el centro de atención de los cuatro rebeldes hijos.-Hola, creí que no llegaba, el chófer se ha hecho un líoooo…soy Magdalena, la mamá de Martín, ¿Cómo va todo por aquí?-Preguntó sin interés sincero alguno, y mirando de reojo a las tres madres que le parecieron vulgares matronas.-Hola soy Alfonsa, la mamá de Marla,-se presentó fingiendo una sonrisa de diez céntimos de euro.-Yo soy Amadora la madre de Antoñito, es tan majo mi niño ¿verdad?...-se presentó produciendo una sensación agridulce en Magdalena.-Yo soy
CAPITULO VIEL VIAJE DE LAS COMADRESLa Marciala acostumbrada a mandar era la que había dicho que se podía llevar y qué no, al viaje de Cáceres, que se presentaba como una oportunidad inigualable, para planear las vidas de sus tres díscolos hijos. No podían dejar al azar su futuro y menos aún que eligiesen ellos lo que querían hacer…¡¡de eso nada de nada!, ¡vamos lo que faltaba! Pero si unían sus fuerzas, domarían a aquellos rebeldes que tantos dolores de cabeza les habían dado y les daban. El autobús era de lujo, un autopulman con baño, televisión y dos pisos como esos de Londres…”¡ay hija! Que, ¡son de modernos en el extranjero!, no sé si servirá pa matarnos”, había dicho al subir “La Marciala”, que era la líder natural del grupito de comadres. Pero la comodidad suavizó las críticas, casi en el acto de la tal señora, que se quedó dormida como un bebé, para dicha de sus tres acompañantes, que ya veían por qué camino iban a ir sus elucubraciones y mandatos.-¡Ay que dolor de cabeza te
CAPITULO VIICUATRO PERMISOS CARCELARIOS-Hola…¿estás sola?-A, Ana le pareció que todos los hombres se repetían con aquella manida frasecita de inicio.-Una chica como tú no debería ir por esos mundos de dios sola…es pecado. Je je –rió su propia gracia el recién llegado.-me llamo Pablo, ¿y tú?-Yo Ana, y…Ana iba a decirle que no, que no estaba sola, pero se abstuvo de hacerlo, para no cortar al ya de por sí, parco caballero.-¿Tomas algo conmigo?, ¡oh!, permíteme tutearte por favor, no eres tan mayor como para usar el usted ¿no te parece?-Claro, claro…hazlo si…así que te llamas Pablo…que bonito nombre. Tomare una Cocacola…Antonio, que se quedaba solo se tomó lo que le quedaba de la copa y se limitó a mirar a las tres parejas que ya estaban bailando sus vidas al son del amor…aunque Marla no se quedaría con Martín eso estaba claro, a pesar de que al sofisticado pijillo, le estaba encantando arrimarse a ella, que no sabía cómo evitarle, y a Antonio le entró una urgente risa, que a duras
CAPITULO VIIILA NOCHE MÁS OSCURALos cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana…aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: “Yo que tu no lo haría nene…”.-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico…-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre ta
CAPITULO IXUN CAFÉ EN SILENCIOLa cafetería Londres semejaba estar de luto, a pesar de que la famosa mesa número dieciséis estaba completa, y es que Ana, Antonio, Martín y Marla se tomaban el café, como si llegasen de un funeral. Todos esperaban que el otro contase su aventura de la noche anterior, pero solo pensaban en que las madres de los cuatro, estarían ya llegando a Madrid de vuelta de aquellos días que habían supuesto tan solo un balón de oxígeno para ellos cuatro. Fue Ana, quien quebró el hielo que entre ellos e formaba como un telón de miedo que les obligaba a quedarse callados.-Mi madre vendrá eufórica deseando meterme de nuevo en el “Salón del Cielo”, ay que miedo chicos…se terminó el permiso carcelario…-Pues habrá que trazar un plan de contraataque… -sugirió Martín.-No se me había ocurrido pero eso sería genial-respondió Marla, que ya se veía inmersa en una lucha cuerpo a cuerpo con las comadres.-¿Y si…y si les decimos que nos hemos hecho Budistas? “La Marciala” se m
CAPITULO XILA MESA NUMERO DIECISEISLa cafetería Londres recobraba su aspecto habitual, y sus clientes, casi siempre los mismos iban llegando a medida que sus trabajos les permitían un breve receso. Parecía que tras la tormenta del día anterior con las comadres y sus hijos, una paz pesada y densa se hubiese afincado en la cafetería. Los cuatro amigos se sentaban con sus tazas de café y se miraban echándose a reír ante la imagen que conservaban en sus mentes del día anterior.-Ayyyy…esto de tener madre…-quebraba el silencio Antonio.-¡Hijos que tenéis madres!, ¡cuánto tenéis que sufrir por ellas!-añadió en tono lastimero Martín.-Pues mi madre esta como en trance, por un momento ayer al llegar a casa, creí que iba allegar un platillo volante ya llevársela de verdad al cielo, para ponerle una casa una vaca y un río…mira que estaba callaaaada callaaaada, como si le hubiesen cortado la lengua.-Pero, ¿está bien?-Se interesó Martín, que había asumido el papel de padre protector de aquello
CAPITULO XILA TRAMA DE “LA MARCIALA”El alto y rubicundo varón, envarado y vestido con un traje de excelente corte, miraba desde su posición privilegiada a los que iban llegando a la sala, donde se iba a desarrollar el acto del día especial túngido. Su sonrisa estereotipada y artificial, encantaba a las mujeres, que iban llegando y también a algunos hombres, que disimulaban sus sentimientos a fin de poder acceder al “Nuevo Mundo”, al que no pasaría nadie que no señalasen los grandes líderes túngidos. Quinientos asientos, se alineaban en filas ante él en la sala de la Universidad Complutense de Madrid. En la plataforma, un atril de madera de caoba y cinco sillas contra el telón de fondo, indicaban que habría elegidos que saldrían a la palestra. Por la puerta fueron penetrando los más idolatrados “Predicores del Año” y entre ellos ¡”La Marciala”!, que se sentó en primera fila, acompañada de su hija Ana, que de nuevo vestía uniforme túngido, con una falda marrón hasta los pies y una blu
CAPITULO VIIILA NOCHE MÁS OSCURALos cuatro solteros de la cafetería Londres, estaban dispuestos a salir de pendoneo aquella noche, y tras enviar a sus respectivas madres a un viajecito de tres días, iban por fin a explorar el mundo ignoto, de los que son libres cada día de la semana…aquel permiso carcelario, como lo denominaba Marla, iba a hacer historia. Con sus nuevos trapitos bien colocados sobre sus cuerpos, y una amplia sonrisa en los labios, iban a buscarle novio a Antonio, ya que Marla había cedido su lugar, sacado a suertes con los dados en la mesa dieciséis de la cafetería Londres. La oscuridad cubría enteramente Madrid y el barrio de Chueca, se les ofrecía como una fruta madura lista para ser devorada. Caminaban por la calle como los cuatro jinetes del apocalipsis, en una película del oeste, como diciendo con su actitud: “Yo que tu no lo haría nene…”.-Oye cuanto chicote guapoooo, estoy a punto de cambiar de acera chico…-bromeó Marla que admiraba la belleza en un hombre ta