El color de mi cara pasó por distintas tonalidades a lo largo de las últimas semanas, hoy tiene un tono verde claro, está cerca del final, según investigué. Nada que no se pueda cubrir con maquillaje, dijo Mare cuando hablamos más temprano. Las cosas entre ella y Simon parecen ir muy bien, se les ve más enamorados que antes, lo que significa muchas más muestras de cariño. No es fácil estar cerca de ellos estos días. Hoy saldremos los seis a celebrar su regreso en un pub que ella adora, no me gustan esos lugares, pero me viene bien salir después de pasar tantos días encerrada. Nathan insistió con que debía descansar y me ha mantenido prisionera en su apartamento, no me ha dejado hacer nada, hasta nos ha abstenido del sexo, pero ya estoy bien y no pienso seguir como Rapunzel en su torre.Me visto para salir y le escribo a Nathan que iré a mi apartamento por algunas cosas. Su respuesta no tarda en aparecer.«Puedo conseguirte lo que necesites».«Lo sé, pero quiero ir yo». Le envío un emo
EvelynJunto con entrar, la mirada de Nathan me encuentra y me recorre de arriba abajo con deseo. Ladeando una sonrisa, camina hacia mí y me toma de la cintura, atrayéndome a él por un beso que me deja saber cuánto le alegra verme.—Te ves preciosa —pronuncia mirándome con emoción, sus ojos brillan de una manera especial. Me deja sin aliento.—Y tú muy guapo. —Le rodeo el cuello y lo beso sin importar que nos miren. Me he vuelto atrevida, a veces, no me reconozco.Y hablando de atrevimiento… —Tengo algo para ti. —Abro mi bolso de mano y consigo lo que quiero darle. Lo envuelvo en mi puño y, con disimulo, lo pongo en su palma. Y sé justo en el instante que descubre que le he dado mis bragas, su expresión lo dice todo. Sus pupilas se dilatan y lo veo tragar saliva.Lo he puesto en jaque, es su turno de jugar.—¡Ahora sí estamos todos! —anuncia Mare mirando hacia la puerta, me giro y veo a Brandon detrás, en compañía de una rubia preciosa. Nos vimos un par de veces antes y solo comparti
EvelynEl cielo parece arder en llamas cuando comienza a caer el atardecer en Santorini, bañando las aguas de su majestuoso mar azul con matices dorados. Y lo contemplo con Nathan abrazado a mi espalda. He estado esperando este viaje con ansias desde que Mare dijo que había escogido este destino para renovar sus votos con mi hermano.Me enamoré de este lugar hace siete años cuando decidí emprender un viaje sola, cargando una mochila, una Polaroid y mis deseos de aventura. Recorrí casi toda Europa capturando los paisajes más hermosos que vi alguna vez, y luego los pinté creando una gran colección de obras que se vendieron muy bien. Es emocionante volver, y más en compañía de Nathan. Contaba los días para estar aquí y disfrutar del Sol, del olor a mar, de la playa, y poder visitar con él todos esos lugares que conocí y que lograron enamorarme.Nathan me besa detrás de la oreja y me mece en sus brazos con la melodía de Piú Bella Cosa sonando en su teléfono móvil. Es una canción preciosa
EvelynDoy un paso atrás y sonrío cuando veo concluida mi primera pintura en casi tres años. Pasé mucho tiempo negada a tomar un pincel, me autosaboteaba diciendo que la musa me había abandonado, que jamás volvería a ser la artista que fui, y en eso no me equivoqué, no seré la misma nunca más, soy otra versión de mí misma, como persona y como artista.La experiencia me ha enseñado que vivimos en un cambio constante, que lo que hoy fue, quizás mañana no será. He aprendido a aceptar las cosas como son y no como deseo que sean, claro, que gran parte de lo que nos sucede es consecuencia de nuestras acciones. Hay mucho que escapa de nuestro control, pero también hay mucho que depende de nosotros. Si no hubiera decidido hacer algo para salir adelante, seguiría como estaba, tal vez peor. También aprendí que nadie es autosuficiente, que siempre, siempre, hace falta alguien que te apoye, alguien que te diga “no te rindas”, alguien que te motive a continuar remando aunque sientas que no vas a n
EvelynUna hora más tarde, estoy sentada en un sillón frente a mis hermanos, que ocupan el sofá y me miran expectantes. Saben que les diré algo importante, pero no tienen idea de cuán importante. Se ven un poco asustados, la verdad. Ellos se preocupan por mí más de lo que deberían.—No sé cómo empezar… —Me mojo los labios y trago saliva. Me sudan las manos y mi corazón late con fuerza, estoy tan nerviosa que apenas puedo estar sentada. Siento la urgencia de beber una copa de vino, o tal vez algo más fuerte.—Tómate tu tiempo, Eve —pronuncia Simon en tono tranquilizador.Asiento y espero a estar lo más lista que pueda.—Hace unos meses, cuando Elise fue a verme en mi apartamento, me dijo que no soy hija de Maximilian —revelo de un tirón, de otro modo, no hubiera podido decirlo.—¿¡Qué!? —grita Simon abriendo mucho los ojos.—¡Mierda! —espeta Sebastian a su vez.Los dos están sorprendidos, no esperaba que fuera de otra forma, jamás se me llegó a cruzar por la cabeza que ella me diría al
Evelyn¡Al fin es viernes! Nathan regresa hoy y no puedo estar más feliz. Tuvo que alargar su viaje dos días por un problema que se presentó, pero finalmente regresa. Decir que me ha hecho falta sería un eufemismo. Hemos hablado todos los días por videollamada, pero no es lo mismo que tenerlo junto a mí, olerlo, sentirlo, que me toque, que me bese, que me haga el amor… Extraño despertar en las mañanas con él mirándome embelesado y que me diga: «buenos días, mia bella» y me bese sin importarle mi aliento. Extraño dormirme entre sus brazos y que me susurre: «te quiero, ten dulces sueños conmigo». Extraño gritarle desde el baño que presionó la pasta dental en el lugar incorrecto y él se disculpe. Y puedo seguir mencionando cosas que extraño de él, pero no terminaría nunca.Entro a la galería y saludo a Kerstin, quien me espera con mi dosis de café de cada día, la primera, porque al ritmo que llevo, para poder mantenerme en pie, debo tomar al menos dos más. Terminé mi segunda pintura aye
EvelynPedimos de comer los mejores shawarmas de la ciudad cuando me pica el hambre, me salté el almuerzo y estoy famélica. El repartidor no tarda en llegar y devoramos todo en menos de veinte minutos, no era la única hambrienta. Recojo los recipientes vacíos y los desecho en la basura mientras Nathan me prepara un banana split. Me encanta el helado y él me tiene tan consentida que siempre puedo encontrar en el refrigerador un recipiente con cada uno de mis sabores favoritos: chocolate, fresa y stracciatella. Tampoco faltan las cerezas, el sirope y las chispas de chocolate.—Gracias —pronuncio con una gran sonrisa cuando pone delante de mí el plato con mi postre. Le clavo la cucharilla a la bola de fresa y me llevo la porción a la boca ante su atenta mirada—. Ya, para de mirarme.—No puedo, estoy muy enamorado de ti — modula con una sonrisa sensual. Todavía no supero lo atractivo que es.—Tonto —pongo los ojos en blanco, pero me gusta cuando me dice cosas así.Me guiña un ojo y se ocu
EvelynLloro y sonrío.Un cúmulo de emociones sacude mi interior. Siento tantas cosas a la vez que la cabeza me da vueltas. La sensación es abrumadora.—¿Te arrepientes? —Me pregunta al notar mi cambio de expresión.—No, no. No me arrepiento. Quiero ser tu esposa, me casaría contigo hoy si fuera posible. —Tan pronto lo digo, su angustia se desvanece y una enorme sonrisa le ilumina la cara.—Podemos hacerlo.—No es lo que quise decir —giro los ojos.—Lo sé, bella. —Me atrae hacia él sujetando mis caderas—. Mereces una boda de ensueño, con todo lo que siempre has deseado, te lo debo después de la propuesta menos romántica de la historia.—¿Qué dices? Ha sido una propuesta hermosa —pronuncio con emoción—. Y no necesito una boda de ensueño, con que estés tú y las personas más importantes de nuestra vida es suficiente para mí. Imagino que invitarías a tu hermana, a Collette y a tus amigos.—Siendo honesto, lo único que quiero es que seas mi esposa, el resto es lo de menos.—¿Sabes qué? Tie