Hace un rato, mientras me duchaba, no podía dejar de traerlo a mi memoria y me dejé llevar por mi imaginación. Simulé que mis manos eran las suyas, que era él quien me acariciaba… Una recorrió mis pechos, pellizcó mis pezones, que se endurecieron bajo su toque, con la otra me froté el clítoris, moviendo mi dedo pulgar en pequeños círculos hasta a que el cuarto de baño se llenó de gemidos y de súplicas que llevaban su nombre grabado. Y no ha sido la primera vez, en más de una oportunidad, después de que me despido de él y cierro la puerta, voy a mi habitación y libero todo el deseo no consumado que acumulo cuando nos besamos. Pero ya no está siendo suficiente, estoy llegando a ese momento en el que me dejaré llevar y no habrá vuelta atrás. «Sí, creo que tienes razón». «¡OMG! ¡Mis oraciones han sido escuchadas! Dime que te has preparado, que no tienes una bestia peluda entre las piernas». ¡Se pasó! Mare es incorregible. «¡Estás loca! Hablamos después, te quiero. Besos a Simon».
Mi corazón late deprisa cuando escucho a Nathan cantándome al oído la canción que interpreta el músico. Y mientras lo hace, me guía en un baile suave que sigue el ritmo de la música. No tenía idea de que su voz podía ser más sexy, pero me ha demostrado que es posible. Escucharlo cantar no solo es sensual, también excitante. Mis bragas mojadas pueden probarlo. Solo tú puedes hacer todo este cambio en mí. Es verdad, eres mi destino. Cuando tomas mi mano, entiendo la magia que hacesTú eres mi sueño hecho realidad. La única y solo tú[1]. Cuando termina de pronunciar la última palabra, me besa en los labios con un roce tierno que me derrite el corazón. Es tan dulce, romántico y apasionado que está consiguiendo ganarse mi afecto a pasos agigantados. —Vamos, hay algo más que quiero mostrarte. —Entrelaza nuestros dedos y me lleva a una sala vip, a la que llegamos subiendo un juego de escaleras detrás del bar. Me encanta el estilo art déco de su diseño. Cuenta con dos espacios definid
Le rodeo el cuello y me fundo sobre él correspondiendo a su arrebato. Nuestras lenguas se encuentran y se rozan rítmicamente. Siento calor en mi sexo, una ardiente necesidad de obtener la misma atención que le da a mi boca. Tomo un puñado de su cabello en mi mano y profundizo el beso, dándole rienda suelta a la pasión. Hago descender mi otra mano en un viaje lento que inicia en su cuello y culmina en la pretina de sus jeans, y me atrevo a levantarle la camiseta para tocarle el costado del torso. Su piel es suave, cálida y tersa. Estaría encantada de verlo sin ropa, de tocarlo y besarlo también. Deslizo con suavidad mi mano hacia arriba y encuentro uno de sus pectorales, firme y demarcado. Sé que se ejercita a diario. Debe ser excitante verlo mientras fortalece sus músculos. —Evelyn. —Lo escucho murmurar con voz gutural. Lo sigo tocando a placer y él me besa febrilmente, incitado por mis caricias. Estoy tentada a desvestirlo, deseo tener la libertad de recorrer cada ondulación de su
Lo tomo del rostro y lo atraigo a mí por un beso. Le rozo los labios y le succiono el inferior propiciando un beso apasionado. Nuestras lenguas se encuentran y danzan entre ellas, codiciosas, queriendo más cada vez. Cruzo mis piernas alrededor de sus caderas y me muevo debajo de él, haciéndole saber lo que quiero. Me pide un momento para tomar otro preservativo y le digo que lo olvide, que estoy en control prenatal y que confío en que está limpio. Asiente con la mirada encendida. Entrelaza nuestros dedos y sube mis manos por encima de mi cabeza. Y dejando caer parte de su peso encima de mí, me penetra de súbito, carne con carne, sin la molestia del látex limitándonos. Nunca me gustó usar preservativo. Los dos nos movemos rítmicamente, él empuja y yo respondo, sincronizados. —Pertenezco a ti, todo mi ser es tuyo desde hoy y por siempre, Evelyn —pronuncia con la respiración agitada. Sus embates son cada vez más rápidos, mueve las caderas como si bailara dentro de mí, un baile erótico y
Cuando despierto en la mañana, me encuentro sola en la cama, la habitación está oscura, pero ya debe ser de día, siento que dormí muchísimo. Me levanto y lo primero que hago es ir al baño. Sonrío al ver la notita que me dejó en el espejo: «¡Te espero en la cocina, bellisima!». Orino y me aseo los dientes con un cepillo nuevo que me dejó junto al lavabo antes de reunirme con él en la cocina. —Buenos días, mia bella. —Me saluda volteándose a mirarme cuando me siente llegar. Usa pantalones sueltos oscuros y una camiseta blanca sin mangas. El cabello se le ve desordenado de una manera sexy. Todo él es sexy. El recuerdo de lo que hicimos anoche está tan fresco en mi mente que entro en calor, pero trato de disimular, Nathan va a pensar que soy adicta al sexo… ¡Aunque podría serlo! —Buenos días —respondo sonriéndole. Y me siento en un taburete detrás de la isla, no quiero distraerlo acercándome a él—. ¿Qué hora es? —Mediodía, no quise despertarte antes. —¡Dios, dormí muchísimo! ¿Y no ten
Al salir de la tienda, vamos por algo de comer y después Elliot me deja en Inspiration, debo reunirme con uno de los candidatos a encargado, el segundo que entrevistaré. El primero tenía conocimiento mas no experiencia. Guardo las bolsas en la oficina y espero en una de las mesas mientras llega. Quedamos a las tres, son las dos cuarenta y cinco. Le escribo un mensaje a Nathan diciéndole que ya estoy en el bar, pero sé que quizá no me responda hasta la noche, pasa casi todo el día ocupado. Gunther llega cinco minutos antes de la cita, viste casual, es bajo, de piel tostada, ojos oscuros y lleva el cabello rapado, estilo militar. Se presenta diciendo su nombre y me extiende la mano. Se la estrecho y lo invito a sentarse. Y de inmediato comenzamos a hablar del tema que nos concierne. Leí su curriculum y llamó mi atención que fue encargado de un bar importante en Frankfurt, el motivo de su renuncia fue personal. Le formulo algunas preguntas que él responde a mi satisfacción. Y luego lo po
No le respondo. Entro al edificio y me apresuro a los ascensores. Ella me sigue. —Vete. —Le digo sin mirarla. —No, no voy a quedarme en la calle mientras espero a Simon. —Espéralo aquí, a mi apartamento no vas a entrar. Decido tomar las escaleras porque no pienso arriesgarme a que se suba conmigo en el ascensor. Cuando llego a mi piso, entro a mi apartamento y me encierro deseando retroceder el tiempo para no pasar por un momento tan amargo. Sin poder evitarlo, las lágrimas se hacen presentes y me dejo ir hasta el suelo contra la puerta. Mi madre no me ama, no sabe cómo amar a alguien. El que creí mi padre no pudo amarme porque no era suya. Y mis hermanos, los únicos que me aman, no están tan unidos a mí como creía. De todo, eso es lo que más me duele. Sé que ellos no harán ninguna diferencia, pero no puedo evitar sentirme triste. Tras un rato llorando, Simon me llama y me pregunta qué ha pasado. Y un gemido se escapa de mis labios. No sé si pueda hablar con él ahora mismo, no sé
No le respondo. Entro al edificio y me apresuro a los ascensores. Ella me sigue. —Vete. —Le digo sin mirarla. —No, no voy a quedarme en la calle mientras espero a Simon. —Espéralo aquí, a mi apartamento no vas a entrar. Decido tomar las escaleras porque no pienso arriesgarme a que se suba conmigo en el ascensor. Cuando llego a mi piso, entro a mi apartamento y me encierro deseando retroceder el tiempo para no pasar por un momento tan amargo. Sin poder evitarlo, las lágrimas se hacen presentes y me dejo ir hasta el suelo contra la puerta. Mi madre no me ama, no sabe cómo amar a alguien. El que creí mi padre no pudo amarme porque no era suya. Y mis hermanos, los únicos que me aman, no están tan unidos a mí como creía. De todo, eso es lo que más me duele. Sé que ellos no harán ninguna diferencia, pero no puedo evitar sentirme triste. Tras un rato llorando, Simon me llama y me pregunta qué ha pasado. Y un gemido se escapa de mis labios. No sé si pueda hablar con él ahora mismo, no sé