No le respondo. Entro al edificio y me apresuro a los ascensores. Ella me sigue. —Vete. —Le digo sin mirarla. —No, no voy a quedarme en la calle mientras espero a Simon. —Espéralo aquí, a mi apartamento no vas a entrar. Decido tomar las escaleras porque no pienso arriesgarme a que se suba conmigo en el ascensor. Cuando llego a mi piso, entro a mi apartamento y me encierro deseando retroceder el tiempo para no pasar por un momento tan amargo. Sin poder evitarlo, las lágrimas se hacen presentes y me dejo ir hasta el suelo contra la puerta. Mi madre no me ama, no sabe cómo amar a alguien. El que creí mi padre no pudo amarme porque no era suya. Y mis hermanos, los únicos que me aman, no están tan unidos a mí como creía. De todo, eso es lo que más me duele. Sé que ellos no harán ninguna diferencia, pero no puedo evitar sentirme triste. Tras un rato llorando, Simon me llama y me pregunta qué ha pasado. Y un gemido se escapa de mis labios. No sé si pueda hablar con él ahora mismo, no sé
No le respondo. Entro al edificio y me apresuro a los ascensores. Ella me sigue. —Vete. —Le digo sin mirarla. —No, no voy a quedarme en la calle mientras espero a Simon. —Espéralo aquí, a mi apartamento no vas a entrar. Decido tomar las escaleras porque no pienso arriesgarme a que se suba conmigo en el ascensor. Cuando llego a mi piso, entro a mi apartamento y me encierro deseando retroceder el tiempo para no pasar por un momento tan amargo. Sin poder evitarlo, las lágrimas se hacen presentes y me dejo ir hasta el suelo contra la puerta. Mi madre no me ama, no sabe cómo amar a alguien. El que creí mi padre no pudo amarme porque no era suya. Y mis hermanos, los únicos que me aman, no están tan unidos a mí como creía. De todo, eso es lo que más me duele. Sé que ellos no harán ninguna diferencia, pero no puedo evitar sentirme triste. Tras un rato llorando, Simon me llama y me pregunta qué ha pasado. Y un gemido se escapa de mis labios. No sé si pueda hablar con él ahora mismo, no sé
Me quedo en el sillón y trato de mantener mi mente en blanco mientras Mare vuelve, sin embargo, es difícil no recordar las palabras de Elise, lo que lleva a preguntarme quién es mi padre. Si es un Decker, solo hay dos opciones: August y German, los hermanos de Maximilian. August es el mayor de todos, su aspecto es muy similar al de Maximilian, aunque él es más bajo y usa barba; tiene un hijo de la edad de Sebastian y vive en Dresde con su esposa Renata. Ella es muy dulce, recuerdo que una Navidad me regaló unas golosinas a escondidas porque mis padres no me permitían comerlas. Fue mi cómplice en esa ocasión, siempre que la veía, le sonreía recordando nuestra travesura. German es el menor, tiene el cabello cenizo, ojos almendrados y facciones asimétricas. Es alto, atlético y carismático, siempre sonríe y bromea. No lo imagino teniendo una aventura con Elise, debía ser muy joven en esa época. Se casó recientemente con una bella pelirroja varios años menor que él. Antes de establecerse, e
Unos minutos más tarde, escucho que tocan la puerta y pienso que son Mare y Simon que han olvidado algo. Pero cuando abro, me llevo una gran sorpresa al ver a Nathan en el pasillo. Me lanzo a sus brazos y lo beso emocionada, estoy tan feliz de que esté aquí. —Me mentiste, dijiste que llegarías mañana. —Quise sorprenderte —responde sonriendo. —Gracias a Dios por eso. No sabes lo que ha sido este día. Deseaba verte. —Y yo a ti. —Me besa en los labios acunándome el rostro—. Sabes a tequila. ¿Estabas bebiendo? —Mare hizo margaritas. Larga historia —suspiro. —¿Has dicho que fue un mal día? —Frunce el ceño. —Sí, pero no tengo ganas de hablar. —Le rodeo el cuello—. Te extrañé. —Yo más. —Me toma por la cintura y me besa con pasión, cerrando la puerta detrás de nosotros. La ropa comienza a volar por todas partes y pronto estamos desnudos, en el sofá, él sobre mí. Todo sucede rápido. Nos pudieron las ganas, el deseo reprimido por la distancia. Pasamos al baño y hacemos buen uso de la du
Nathan se viste con su ropa y se va la cocina a preparar un desayuno rápido, necesita pasar por su apartamento a cambiarse por un traje para ir a la oficina. Yo elijo blue jeans, una blusa estilo hindú y botines bajos. Simon me llama y me quedo hablando con él en la habitación. —America se ha ido —murmura con la voz rota. ¡Al final lo hizo! Pensé que cambiaría de idea cuando hablara con él. —Lo siento mucho, Simon. Espero que regrese pronto y logre recuperarse —pronuncio conmovida, me duele escuchar a mi hermano tan triste. —¿Por qué no puede hacerlo conmigo? ¿Por qué necesita alejarse de mí? —Lamenta frustrado. Y no sé qué decirle, igual no hará ninguna diferencia que lo haga—. ¿Qué m****a se supone que haré sin ella? ¡America es todo mi puto mundo! —No se ha ido para siempre, ella volverá y estarán juntos otra vez —emito en tono conciliador, no debe hundirse en la desesperanza, necesita ser fuerte por los dos. —¿Y si no lo hace? —Su voz es un susurro quebrantado. Me parte el c
Nathan me busca en la galería antes de las seis, hoy es la inauguración de Inspiration y quiero llegar primero que todos. Estoy muy emocionada. Antes, vamos a su apartamento a vestirnos para la ocasión. Nathan elige un traje azul con camisa blanca y corbata gris que lo hace lucir guapísimo. Mi novio es todo un galán. Yo me pongo un vestido negro de falda corta –por encima de la rodilla–, cuello alto y sin mangas, con un precioso decorado de flores que inicia en el hombro y concluye en el bordillo de la falda en el lado izquierdo. En el derecho, el detalle va del hombro a la cintura. Fue pintado a mano por una artista local que hace bellezas en tela. Tengo varios bolsos y bailarinas decoradas por ella. Completo el look con zapatos rosa pálido punta aguja de tacón que compré especialmente para la ocasión, espero no terminar con un tobillo lesionado porque llevo tiempo sin usar tacones. Me dejo el pelo suelto en ondas, me aplico un poco de color en las mejillas y en los labios y rímel en
Nathan y yo nos reunimos con Gunther detrás del bar y le avisamos que estamos listos. Él nos indica que al terminar la canción que están tocando entraremos nosotros para dar el discurso de bienvenida y ofrecer el brindis. Y así lo hacemos. En primer lugar, agradezco a Nathan por haber creado Inspiration, a Gunther por el esfuerzo que ha hecho durante las últimas semanas para sacar todo adelante y, por último, a los asistentes por venir esta noche. Vuelvo a dar las gracias tras una ronda de aplausos y esperamos a que los mesoneros sirvan el champán para que Nathan dirija el brindis. Cuando todos obtienen una copa, inicia con un saludo formal y luego se dirige a mí, dedicándome unas palabras que no esperaba escuchar, suele ser muy reservado, esta es la primera vez que lo escucho hablar en público. —… Contigo tengo todo lo que siempre he querido, me has dado un motivo y una dirección. Me sentía perdido hasta que llegaste a mí. Tú eres Inspiration, Evelyn. Y brindo en tu honor porque sin
En menos de quince minutos, llegamos al moderno edificio de ocho pisos, sede principal de Müller Enterprise. Nathan me lleva de la mano al interior y cruzamos el amplio vestíbulo de pisos lustrados, ante la atenta mirada de la recepcionista, quien nos observa con mucha atención sin disimular su sorpresa. —Buenos días, señor Müller —dice poniéndose en pie cuando comenzamos a acercarnos. Es una mujer muy guapa, parece salida de una revista de modas. Sus labios voluminosos, pintados en un rosa claro, forman una sonrisa que no llega a sus ojos oscuros. —Buenos días, señorita Durand —pronuncia él con un movimiento de la cabeza sin detenerse a hablarle. Frío y distante. —¿Qué ha sido eso? —Le pregunto cuando entramos al ascensor, siento que me estoy perdiendo de algo. —¿Qué? —Me mira por encima del hombro pareciendo confundido. —¿Por qué fuiste tan indiferente con ella? —Porque así evito enviar señales equivocadas. Ya pasó una vez y no quiero que suceda de nuevo —responde serio, sin da