Barbra. Mirándome al espejo con él ceño fruncido y la frente sudada. Trato de subirme mi pantalón negro del trabajo. Así que haciendo un movimientos de cintura suave de un lado a otro, logro subirlo con dificultad; y después abrocho el botón también con algo de inconveniente. Me observo en el espejo con los ojos aguados. No es drama. Siento una impotencia dentro de mi por ser así. A veces me gustaría ser como esas modelos hambrientas. Bueno, no tan hambrientas, pero así como las de Victoria Secret's. Tipo las hermosas rubias Barbara Palvin o Cara De levigne, que comen y no les engordan casi nada, aún teniendo dietas. Hay personas así. Pero no. Barbra Isabella Evans heredó el exagerado culo de su madre. Es mi problema. Cuando engordo, lo único que se esponja en mi es mi CULO. Razón de bajo autoestima en mi desde que tengo conciencia. Era difícil usar vestidos cortos, ya que se levantaban y al momento de comprar vaqueros también era un problema al subirlos. Hubo un tiempo en mi ado
Barbra.En cuanto entramos a la oficina impregnada de ambos perfumes caros que pertenecen a Jon y a Travis. Diviso al señor tomate frente a nosotros sentado sobre su cómodo y elegante sillón del escritorio. Jon no se molestó en entrar, así que simplemente nos encontramos nosotros tres. Travis con la mandíbula endurecida me observa a mi y a Ricardo. —¡¿Están locos, ustedes dos?! —refiere en un tono de reclamo—. Barbra, te di la oportunidad de ganarte el puesto que ahora posees y te encuentro... allí —levanta su mano para señalar a Ricardo y lanzarle una mirada de arriba abajo—, con este hombre... —lo interrumpo. —Se llama Ricardo y no es nadie extraño, es mi mejor y amigo íntimo —aclaro tranquilamente. —¡Oh, si. Ya veo lo íntimos que son! —suelta con molestia, esta vez con los ojos puestos sobre Ric nuevamente. —Con su permiso, señor. Mi compañera y yo no estábamos haciendo lo que usted creer. Travis soltando una risita irritante se recuesta del respaldo del sillón. —¡Por los ci
Ric y yo siempre frecuentamos este centro comercial y ya tenemos una mesa en específico que nos gusta, y que en frente tiene una linda vista a una pecera con un hermoso arcoíris de peces. En cuánto llego veo mi bolso sobre la mesa—es lo que usamos para dar a entender que está ocupada—, tomo asiento y veo a Ric de espaldas a mi entre el gentío que paga y pide sus respectivas pizzas. Mientras espero impaciente, reviso mi teléfono y reviso el SMS de mi cita confirmado que ira por mi a las 21h para la fulana celebración. La verdad no quería ir sola, ya que no conozco a nadie allí. Sólo a Jon, Travis. Betty no cuenta porque es una perra estúpida y mi ex, con quién al final también iré. En cuanto Ric llega con un plato que contiene dos trozos de Pizza de inmediato guardo mi teléfono y lo miro con una pequeña sonrisa. —Se ve y huele exquisito —sobo mis manos. Ricardo deja el plato en su lugar y me mira con una sonrisita. —Si… —mira los trozos con ojos brillantes—Tengo un hambre, amiga
Barbra. Con una simple excusa, dejo a los de la mesa, para después dirigirme al auto de quien estoy ya consiente que se va volver mi maldita perdición. No sé en que me estoy metiendo, pero en estos casos, no pienso en otra cosa más que dejarme llevar y disfrutar. Luego me tocará llorar por el golpe que quizás me vaya dar. Es raro salir ilesa de los errores. Y quizás este sea uno. Una hora después nos encontramos en un sitio de la ciudad. Con suavidad me recuesta de la pared del elevador, mientras nuestros labios bailan al son de lentos movimientos, saboreándolos con gusto. Sujeta mis mejillas y yo me aferro los bordes de su chaleco, atrayéndolo hacia mi, mientras profundizo ese beso. Cuando el ascensor se detiene abre sus puertas. Aún sin despegar nuestros labios salimos, pero en cuanto las luces del lugar se encienden, me alejo de ellos y abro mis ojos para mirar la linda sala con sofás de cuero, piso color gris oscuro, y cortinas altas que cubren lo que me imagino es una ventana
Barbra.El sábado por la noche después que salgo del trabajo me dirijo a la pastelería de siempre. Hoy es el cumpleaños de mis padres, los cuales nacieron el mismo año y el mismo día. Razón de pensar que son un amor para toda la vida. Nacieron para procrearme y vivir juntos hasta que mueran. Aunque no estoy en Alaska, todos los años les canto cumpleaños frente a mi laptop. Ellos saben que por mi trabajo no puedo viajar, es por eso que sin falta los días de su cumpleaños hago este tipo de detalles y en las navidades las paso con ellos. —Quiero uno de chocolate con fresas por encima, y que tengan un toper que diga feliz cumpleaños —explico para él chico castaño ojos verdes, quien me observa con atención desde el mostrador.Él chico asiente una sola vez y sin quitarme los ojos de encima vuelve hablar.—¿Color del toper, señorita Barbra? —refiere interrogativo y eleva sus cejas aun sin apartar su mirada.—Lo quiero de color... —desvío mis ojos a otra parte, pensado un color adecuado—. Na
Barbra.—¿Para qué me traes?Travis mira al frente.—Porque antes de ir lo que en realidad te traje, debo ver una partida de Póker que me conviene. Por supuesto que no te voy a dejar en el auto o deambulando en la parte de abajo. Después de todo te pedí que vinieras conmigo ¿No?—¿Cuanto apostaste? Digo, si vienes hasta este salón es por ese motivo ¿O me equivoco? —lo observo con atención.Arrastra sus ojos hasta los míos—Aposté 2.2 millones de dólares —expresa con tranquilidad.Levanto las cejas —Joder, ¿te estorba el dinero?Tarda en responder, pero segundos después lo hace.—Acepto que soy bueno. Desde muy pequeño se jugar cualquier juego que conlleve a ganar dinero. Mi padre me enseñó. Así que sé como funciona, aún así he perdido algunas, y si hoy o cualquier otro día lo hago, los recupero cuando la casa le gané la mayoría de los que apuestan y juegan en este lugar —hace una pausa y deja salir una sonrisa maliciosa—. Recuerda la casa siempre gana, y ser él dueño no esta tan mal. D
Barbra. En silencio miro como Naomi se gira y exhibe para mi, su vestido de bodas. Sólo lo vi en fotos y verlo de cerca lo hace ver mejor que en teléfono. Este es un modelo es ceñido al cuerpo y de encaje, con cuello redondo y sin hombreras, es muy sencillo. Me había comentado anteriormente que no le gustan las cosas tan exageradas. Pero se ve hermoso. Solo faltan unas pocas horas para que de el si en el altar. Y está colocándose el vestido nuevamente. Se nota en su expresión lo insegura que está. No la culpo, en estos casos los nervios se apoderan de la mujer. —¿Qué tal? —inquiere para mi mientras me observa con rostro interrogativo. —Se te ve hermoso —sonrío, mirando detalladamente su vestido blanco. —Es para ti, amiga. Hecho sólo para ti —acota, Scarlett quien está a mi lado y también mira el traje de la hermosa novia. —Cariño, no puedes decir, ¿qué tal? —espeta Ric, quien se acerca hasta ella y sujeta su mano—. Si escogiste el vestido, debes usarlo con esa sanción diva, hermo
Por el camino escucho una canción de rock que sintoniza la radio y trato de mantener los ojos puestos en la carretera. Cuando logro llegar tranquilamente bajo del auto y me adentro por la puerta trasera en donde puedo ver a mis queridos compañeros de trabajo en su labor y a Amy, ya que ella es quien quedó haciendo la suplencia a la jefa de cocina. —Señorita Evans, estoy dirigiendo todo como usted me lo indico —refiere mirándome algo nerviosa. Se me es imposible no mirar con atención y detallándome la cocina. Y también noto como algunos se enfocan en mi vestido Champagne de dama de honor. —Si, está bien. No te preocupes —espeto mirándola—. Jon y Travis, ¿se encuentran? —Soló el señor Masson quien acaba de llegar y el señor Jon salió hacer unas cosas —informa Amy. —¿No ha venido nadie más? —No —niega. Pero justo en ese momento, veo como el señor Frank entra a la cocina luciendo uno de sus tantos trajes elegantes. Es de un color verde el cual lo lleva acompañando con una linda c