VIII

Llevaba toda la tarde en el cuarto escuchando a su esposa, que le contaba toda esa historia de viajes en el tiempo. Leonardo pensó que, a los cincuenta y cuatro años, ella sufría demencia senil prematura, o bien había enloquecido. Volvió a mirar la foto de ella en 1987. De ella abrazada a ese hombre tan idéntico a él, al de ahora, al que veía cada día en el espejo. Más la miraba, más se conmocionaba. Fijo la vista en su esposa. Y ella, con sumo cuidado, le susurró:

—Sos vos.

Leonardo se puso a caminar por el cuarto, sin despegar los ojos de la foto. Su paso era lento. Su cabeza intentaba pensar en algo que lo ayudara a comprender la historia que su esposa, a quien conocía desde hace tantos años atrás, acababa de contarle. Por qué le decía eso. Y eso era cierto, por qué se lo había ocultado. Por qué se lo decía ahora.

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