Morder, desgarrar sin piedad eran los pensamientos que cruzaban por la mente de Lukyan. Vengar la muerte de su familia, y de los lobos a los que él había querido. El odio lo consumía y quemaba por cada poro de su cuerpo quitándole el aliento. No había nada más.
El lobo frente a él se sacudía, más grande que lo que recordaba, más agresivo que en sus recuerdos, pero eso no le hizo temblar. Se movió lentamente hacia él erizando el pelaje del lomo y apuntando su morro al cuello. El omega era rápido, podía acabar con él.
Ryan, entonces, arremetió contra él. Lukyan esquivó su cuerpo moviéndose hacia la derecha, aun así, sintiendo la fuerza contra la que golpeó la nieve. Aquello era anormal. La cara del lobo se giró otra vez en su dirección y se lanzó directo hacia una de sus patas. Lukyan saltó sobre &e
Lucian corría como loco dejando atrás los dos lobos que cuidaban su espalda. Estaba siguiendo un rastro extraño cuando escuchó el aullido de su beta diciéndolo que Lukyan, el único Lukyan que conocía estaba con él, casi muriendo. El corazón casi se le quería salir de su pecho.¿Cómo podía estar él allí y en esas condiciones? ¿Qué demonios estaba haciendo Dante? Si fuera él no dejaría que él sufriera de esa forma.Gruñía mientras se acercaba al lugar que le habían indicado, pero solo había nieve, aun así, el olor del omega era leve. La nieve era un impedimento y se hacía más densa. Se detuvo un momento jadeando mirando de un lado a otro. No lo veía, y eso lo estaba alterando. Alzó la cabeza y aulló para ver si él le respondía, pero nada. Caminó
Lucian escuchó toda la historia y no sabía si la indignación que sentía era por lo que le habían hecho a Lukyan, o por la forma en que habían manipulado a todos los lobos, incluyéndolo a él. Todo había funcionado casi como Ryan lo había planificado y eso solo hizo que la sangre hirviera dentro de él.Lukyan podía sentir como la rabia estaba presente en aquel lobo. No por gusto era considerado el más fuertes dentro del Consejo y casi siempre daba la última palabra. Hacía gala a su nombre aunque nunca lo había visto realmente en acción. Se acomodó en la cama pero soltó un quejido nuevamente y llevó los dedos a su espalda para sentir una enorme cicatriz que se formaba.-No te muevas mucho- Lucian apretó los labios preocupado –No sé por qué pero no puedo sanar la herida en tu espalda. Es profunda y el tejido
Un silencio más helado que el viento frío que entraba por detrás de los recién llegados invadió la estancia. Todos los rostros se habían girado y miraban con atención la llegada de su reina y no era precisamente porque fuera él, sino por la compañía a su lado. Si Lucian, uno de los lobos más influyentes de todos, por no decir el más, estaba junto a él era por una razón.Dante se quedó mirándolos. Su pecho latía al saber que su esposo estaba de vuelta y vivo. Al despertar y no verlo y solo haber incertidumbre a su alrededor su cabeza se había hecho un lío.-¿A qué se refieren con que fue Ryan?- habló al fin. Su tono era neutral, frío, nada condescendiente, esto no incomodó a Lukyan.-Lo que dije alfa- alzó los ojos con seguridad -Ryan fue el que planificó todo--¿Acaso n
Lukyan abrazaba a su gran lobo mientras él lo hacía gemir. Con movimientos constantes que podían ser más fuerte pero la ancha espalda estaba tensa conteniéndose. Aun cuando él le había dicho que no podía contenerse medía su fuerza para no dañarlo. Su grueso brazo rodeaba su cintura cuidando de no lastimar su herida y manteniendo su posición en el borde de la mesa mientras la otra sobaba el muslo hasta sus nalgas, dejando sus dedos fijos en la piel blanca.Su olor lo envolvía, su boca lo devoraba, sus manos lo marcaban. Él solo podía entregarse a él. Sentirse querido, amado, protegido.Dante abandonó su boca para dirigirla al cuello, lamiéndolo con ansias. Sus dientes arañaban la piel y Lukyan tembló. El omega echó su cabeza hacia atrás cuando sintió su cuerpo llegar a la cúspide junto a su esposo. Dej&oac
Lukyan disfrutó el corto tiempo que pasó con sus hijos, pero tuvo que respirar agotado. Ellos se habían pasado tanto tiempo pegados a él que necesitó que Bastian se los llevara, aunque sea un momento, para poder descansar y pensar con claridad todo lo ocurrido. Además, cada vez que lo abrazaban o se colgaban detrás de su cuello lo lastimaban y él solo escondía la mueca de dolor, no quería que supieran con lo que estaba lidiando. Como resultado la herida pulsaba impidiéndole levantar los brazos.-¿Estás listo?- Dante entró a su habitación rato más tarde.-Si- le dijo se forma suave con los ojos cerrados y respirando pausado -¿Puedes recogerme el pelo?- lo miró por encima del hombro –No creo que pueda hacerlo yo mismo-Dante frunció el ceño y se acercó hasta estar detrás.-¿Te duele tanto?- se
Lukyan tuvo que esperar por lo menos dos minutos antes que todos los lobos alfas de aquella sala volvieran a calmarse. Él había cerrado los ojos en calma, sin dejarse perturbar. Sabía que esa iba a ser una pelea difícil de ganar pues, después de todo, no confiaban plenamente en su persona. Sintió el peso de la mirada de su esposo más no le respondió. Esto era algo que tenía que hacer le gustara o no por el bien de todos a su alrededor.Lucian por fin puso orden nuevamente y él abrió los ojos. En sus orbes no había ninguna muestra de que se echara hacia atrás.-¿Podemos seguir?- les preguntó inclinando la cabeza. Apenas la habían dejado continuar después de que les había pedido su sangre –¿Edgar, pudieras explicarles?-El lobo asintió con la cabeza y esperó la afirmación de Lucian para hablar.-La r
Un lobo en celo no era algo fácil con lo que lidiar y eso era algo que Dante sabía muy bien. Pero en celo y con la sangre de varios lobos poderosos corriendo por las venas era algo que se le iba de las manos. Dante podía decir ahora que estaba bajo el control de su esposo y mira que le gustaba.Lukyan era al único a la que le daría su sumisión si él se lo pedía.Lo tenía pegado a la pared de la ducha, inmóvil. Los labios del omega estaban enredados con los suyos de forma posesiva, pero Dante no permitiría estar solo en posición sumisa. Sus grandes manos se habían desplazado desde su cadera hasta sus nalgas apretándolas, y pegando sus erecciones crecientes. Sus lenguas tenían una batalla para ver quien tenía control y el alfa quería girarse para ponerlo entre su cuerpo y la pared, pero le era inútil.Los labios de Lukyan se separaron
Kaiser caminaba con su brazo sobre los hombros de uno de sus gemelos, Dmitri. El lobo se parecía más a su madre, que a él. Más bien sus dos hijos tenían el carácter de la madre. Ninguno había sacado su temperamento juguetón. Tal vez fue porque sus primeros cinco años se habían criado solos con ella, hasta que él los encontró de casualidad. Si no hubiera pasado ese día, no tuviera a sus adoradas bendiciones con él.Su esposa Aralia, era la loba más fuerte que había conocido, lo había entrenado y enseñado casi el 90% de todo lo que sabía. En tiempos de guerra habían terminado incluso y siendo ambos enemigos de fracciones diferentes. Pero ella fue capaz de proteger a sus cachorros de todo daño. La amaba y respetaba por eso, más de lo que la loba se imaginaba.Ambos dos se encontraron con su madre y hermano conversando de