Lukyan tuvo que esperar por lo menos dos minutos antes que todos los lobos alfas de aquella sala volvieran a calmarse. Él había cerrado los ojos en calma, sin dejarse perturbar. Sabía que esa iba a ser una pelea difícil de ganar pues, después de todo, no confiaban plenamente en su persona. Sintió el peso de la mirada de su esposo más no le respondió. Esto era algo que tenía que hacer le gustara o no por el bien de todos a su alrededor.
Lucian por fin puso orden nuevamente y él abrió los ojos. En sus orbes no había ninguna muestra de que se echara hacia atrás.
-¿Podemos seguir?- les preguntó inclinando la cabeza. Apenas la habían dejado continuar después de que les había pedido su sangre –¿Edgar, pudieras explicarles?-
El lobo asintió con la cabeza y esperó la afirmación de Lucian para hablar.
-La r
Un lobo en celo no era algo fácil con lo que lidiar y eso era algo que Dante sabía muy bien. Pero en celo y con la sangre de varios lobos poderosos corriendo por las venas era algo que se le iba de las manos. Dante podía decir ahora que estaba bajo el control de su esposo y mira que le gustaba.Lukyan era al único a la que le daría su sumisión si él se lo pedía.Lo tenía pegado a la pared de la ducha, inmóvil. Los labios del omega estaban enredados con los suyos de forma posesiva, pero Dante no permitiría estar solo en posición sumisa. Sus grandes manos se habían desplazado desde su cadera hasta sus nalgas apretándolas, y pegando sus erecciones crecientes. Sus lenguas tenían una batalla para ver quien tenía control y el alfa quería girarse para ponerlo entre su cuerpo y la pared, pero le era inútil.Los labios de Lukyan se separaron
Kaiser caminaba con su brazo sobre los hombros de uno de sus gemelos, Dmitri. El lobo se parecía más a su madre, que a él. Más bien sus dos hijos tenían el carácter de la madre. Ninguno había sacado su temperamento juguetón. Tal vez fue porque sus primeros cinco años se habían criado solos con ella, hasta que él los encontró de casualidad. Si no hubiera pasado ese día, no tuviera a sus adoradas bendiciones con él.Su esposa Aralia, era la loba más fuerte que había conocido, lo había entrenado y enseñado casi el 90% de todo lo que sabía. En tiempos de guerra habían terminado incluso y siendo ambos enemigos de fracciones diferentes. Pero ella fue capaz de proteger a sus cachorros de todo daño. La amaba y respetaba por eso, más de lo que la loba se imaginaba.Ambos dos se encontraron con su madre y hermano conversando de
Lukyan había decidido muchas cosas en los momentos que pudo tomarse para él mismo para pensar. Primero, no podía decirle todavía a su esposo sobre la criatura en su vientre. Sabía que él estaría re loco de contento, pero eso solo haría que sus preocupaciones fueran más. Como reina y su mitad, su trabajo era quitarle peso de los hombros, no ponerle más.Dante había sufrido la pérdida de varios intentos de cachorros, si le decía, en primera no lo dejaría participar en la guerra venidera y ese era un lujo que no podían darse, o sino no le hubieran dado la confianza de sus sangres. En segunda estaría pensando todo el tiempo en que su cachorro podría morir y él no quería verlo angustiado. Ahora era un momento decisivo. Se necesitaban todas las energías y las mentes centradas. El alfa tenía que dirigir a muchos lobos y él no podía ser una carga.Sobó su estómago con cariño y sonrió. Al menos se alegraba que sería él el que pudiera darle lo que más el alfa anhelaba. A pesar de que había adop
Lukyan se llevó la mano al pecho. A pesar de que su rostro se mantenía calmado como le habían enseñado, incluso si el mundo se le caía arriba, tenía una angustia que le quitaba el aliento. Cuando había sido reina, esta actitud se había reformado magistralmente-¿Qué ocurre mi reina?- la voz de Dante llegó a su cabeza y se maldijo, eso era lo que quería evitar.-Nada- le respondió suprimiendo sus emociones.-Puedo sentirte por nuestro lazo, estás preocupado--Dante, estoy bien- intentó sonreír mentalmente, pero le resultó imposible, estaba nervioso, nunca había tenido tantos individuos importantes para él con sus vidas en peligro –Es normal que esté algo intranquilo dada nuestra situación, pero puedo lidiar con eso-Dante se demoró en responder, pero cuando lo hizo su voz estaba llena de calidez.-Tranquili mi amor, yo volveré a tu lado-Esta vez él pudo sonreír.-Más te vale Dante, tengo algo importante que decirte--Qué tengas algo que decirme quiere decir que es más que importante,
Al escuchar aquella voz, Lukyan intentó retroceder sin éxito. Su alrededor se volvió totalmente gris y todas las conexiones que había creado con su manada se rompió. Todo se desvaneció, solo quedando su conciencia en un lugar vacío. Entrecerró los ojos y respiró profundo. Unos pasos se oyeron a su espalda y se giró lentamente sabiendo quien estaba ahí.-Mi hermoso lobo- Ryan se detuvo a unos metros de él con una extraña sonrisa en sus labios –Sabía que eras especial, que sobrevivirías y que encontrarías una forma de enfrentarme- se carcajeó escuchándose casi lunático- Eres el mejor--Ryan- la voz de Lukyan salió tranquila a pesar de la situación –Al parecer comer el corazón de Sylas te volvió más loco de lo que eras ya--¿Loco?- se carcajeó con más fuerza –Nunca he estado más cuerdo en toda mi vida, mi preciosa joya-Que la llamara con todas aquellas palabras solo hacía que se sintiera asqueado. Si viniera de su esposo no sería así, cuando Dante le decía cosas hermosas a su oído cuand
Los dientes de Lukyan se cerraron en torno a la carne y líquido caliente llenó su hocico. Un aullido desgarrador invadió la extensión de la zona de tal forma que todos se quedaron paralizados con la cola entre las patas y las orejas abajo.Ryan se sacudió intentando quitarse el lobo más pequeño de arriba y giró la cabeza agarrándolo de la pata, enterrando sus colmillos en la delgada piel, destrozando los delgados huesos y tirándolo a un lado. Lukyan aterrizó a unos metros de él y se incorporó escupiendo con asco un pedazo de carne que había llevado consigo. La pata que había sido mordida se reconstruyó con una velocidad increíble. La sangre de Lucian le había dado la capacidad de regenerarse y la fuerza en su cuerpo aceleraba este proceso.Por su parte la herida que había dejado en el cuello de Ryan no cerró como habían hecho las provocadas por Dante o Lucian. La sangre se derramaba en el suelo en grandes cantidades. El lobo gruñó fuertemente indignado.-Maldito- casi gritó en su ment
Solo había una cosa que podía hacer. Y esa era ganar. Por la manada, por todas las personas que confiaban en él, por sus hijos, por Lucian, por el cachorro que tenía que su vientre y por el lobo que le había hecho ver el mundo de una manera diferente. Por lo que no importara lo que pasara, él debía destruir a Ryan y más esencial, mantenerse con vida.Con esos pensamientos en su mente se abalanzó contra el enemigo. Esta vez enfocó todos sus sentidos y fuerza para dar los mordiscos necesarios. Sabía que mientras más él se demoraba más posibilidades había que Lucian y Dante corrieran peligro. Pero Ryan se movió muy rápido y sus dientes aterrizaron encima del omoplato. Estos temblaron al tener contacto con la superficie con poco músculo. Aun así, apretó y arrancó la piel de un tirón intentando hacer el mayor daño posible.Ryan gruñó de dolor y movió la cabeza para morderlo cuando una de las patas de Lucian cayó sobre su ojo enterrándose en este. El lobo más grande sacudió la cabeza y casi
Por primera vez en años, Lukyan se sintió durmiendo en una burbuja. Todo a su alrededor era irrelevante. No sentía nada, no pensaba en nada, solo había tranquilidad y fue un sentimiento gratificante. Si pudiera quedarse así por más tiempo sería maravilloso pero se dio cuenta que aquello estaba durando mucho y él tenía ganas de ver rostros familiares. Así que con más esfuerzo que el que pensaba abrió los ojos lentamente. Rápidamente el techo reconocible de su habitación con Dante se enfocó. Ah, estaba de vuelta. ¿Cuánto tiempo había estado durmiendo? Debía ser mucho pues su cuerpo estaba entumecido completamente y le dolía de todo. A pesar de que había estado durmiendo se sentía cansado, muy cansado, al punto de que los párpados volvían a pesar y amenazaban con cerrarse y no pudo evitarlo. Una mano cálida y grande se movía sobre su cabeza enredándose entre sus cabellos y dándole un masaje que lo tuvo dormida profundamente, otra vez. Para cuando logró desperezarse y que el sueño no fue