Capítulo 89 ¡Eres mi único apoyo!Daniela entró a la habitación de los niños. Escuchó un llanto muy bajo. Se sentó a un lado de la cama donde reposaban los tres niños. Las gemelas parecían dormidas, las arropó y centró su atención en Fabián.—Sé que estás despierto, hermanito.—No quiero hablar ahorita.—Me puedes contar qué te pasa.—No quiero.—Por favor, siempre hemos hablado. ¿Qué haces despierto a esta hora?— ¡Sofía y Renato se van! Su papá irá a trabajar a otro sitio.—Lo lamento, hermanito.— ¿Tú lo sabías?,— le pregunto el niño de mal humor—Él me lo dijo.— ¿Por qué se van todas las personas que queremos? No los veremos más, al igual que a mamá y papá.—No será igual que mami y Federico, pero si se irán un poco lejos, lo lamento mucho, Fabián. Escucha, no es un consuelo, pero muchas personas pasarán por tu vida, unas se quedarán, otras se irán, así es la vida.— ¿Por qué se tienen que ir? Son mis amigos, son los únicos amigos que tenemos en la escuela. Renato es mi amigo y S
Capítulo 90 Necesito dinero.Felipe no sabía qué pensar. Una oleada de rabia lo sacudió. Agarró los brazos de Belinda y la alejó de él. En el sillón observó un abrigo que presumió era de ella. Esto le molestó. Le pareció premeditado el hecho de que haya venido hasta su habitación y se quitara el abrigo para tratar de seducirlo. Por supuesto, no pudo haber llegado allí semidesnuda. Conocía esa estrategia. Era una medida desesperada que otras mujeres habían utilizado! Dio unos pasos lejos de ella. Tomó el abrigo. Fue y se lo colocó encima, Sacó el teléfono de su bolsillo y llamó a Ernesto.—Ernesto, averigua quién dejó entrar a mi habitación a Belinda. Esto es una falta a mi seguridad personal.Belinda lo miró con la boca abierta.— ¡Felipe! ¡No soy cualquier persona!… además la puerta estaba abierta. Pensé que estabas dentro de la habitación. Me pareció extraño que no estuvieras. Revisé y no vi nada anormal, pero me sorprendió lo de la puerta.Felipe, con el teléfono aún en mano, obse
Capítulo 91 ¿Crees que puedes huir de mí?Ese domingo Daniela se despertó con un horrible dolor de cabeza, para colmo una de las compañeras se reportó enferma. Por esa razón, Daniela tuvo que acudir al hotel muy temprano en la mañana.La llegada de un grupo de turistas norteamericanos la distrajo momentáneamente. Eran un grupo ruidoso, llenos de energía, que irrumpió en el hotel con su entusiasmo.Los hombres y mujeres se acercaron a la recepción con sonrisas brillantes y el deseo evidente de disfrutar de sus vacaciones.—Buenas tardes, señores. Bienvenido a nuestro hotel.Daniela se mostró profesional, saludándolos con amabilidad y ayudándolos a registrarse. Había aprendido el inglés en su tiempo libre, lo hablaba en un modo fluido y lo practicaba con los turistas que llegaban, al principio le costó, pero fue familiarizándose… Sabía que eso la ayudaría a superarse profesionalmente.Entre las preguntas sobre los servicios del hotel y los detalles de sus reservas, Daniela no pudo evita
PrólogoEn el momento en que se enteró de que su padre había sufrido un accidente de automóvil. Felipe Ortiz acudió rápidamente a su lado sin saber si este estaría vivo o no cuando llegara. Él sabía de sobra que su mamá iba a necesitar su ayuda, mucho más si como temía su padre no lograba superar el accidente.Felipe era un hombre adulto de 35 años; no obstante, seguía sin entender como su madre, aun con todas las dificultades que enfrentaba su matrimonio por las infidelidades de su marido desde hace años, nunca le dio el divorcio a su padre, soportó todas y cada una de sus infidelidades. Estaba obsesionada con ser su esposa y no darles el gusto a las demás mujeres.Felipe fue el último en llegar al hospital y al hacerlo corrió a toda velocidad al lado de Eugenia, su madre, estaba escuchando la información sobre la evolución del paciente.La menuda figura de su madre estaba de pie con una expresión de sufrimiento, tenía los hombros caídos y la mirada en el suelo. Felipe le colocó una
Capítulo 1 Los hijos de mi padreFelipe Ortiz, conocido como uno de los empresarios más jóvenes y con mayor poder económico a nivel mundial, Presidente de la Corporación Ortiz/Atkins, lanzó con violencia el documento que había estado leyendo sobre el escritorio del viejo abogado de su padre. Algunos de los papeles que estaban sobre el escritorio cayeron sobre el piso.Observando fijamente al viejo abogado de su padre, se pasó la mano por el cabello con frustración, comenzó a hablar sin parar, lo que denotaba su estado de ánimo.— ¡¿Cómo es todo esto posible?! — Interrogó con tono autoritario— ¿Mi papá tenía 4 hijos más? — ¿Estás seguro de que son sus hijos? Mi padre ya era mayor ¿Cómo pudo tener la capacidad para tener más hijos? Ese hombre aun después de muerto, cómo puede seguir perturbando mi vida y la de madre.El abogado no estaba acostumbrado a que Felipe tomara esta actitud, con frecuencia era calmado; sin embargo, continuó explicando —Debo informarte que el primero es varón y
Capítulo 2 El futuro de los Cuatro niños. Daniela Blanco había permanecido sentada, y respondía amablemente a su prometido. .de pronto al escuchar sus últimas palabras se levantó bruscamente del sofá, su cuerpo tenso, sus ojos se oscurecieron. La ira la consumía como un fuego voraz.— ¿Adopción? ¿Te has vuelto loco? —le gritó, su voz cortante, como un cuchillo afilado. La idea de separarse de sus hermanos la llenaba de un dolor insoportable. Recordó la promesa que le había hecho a su madre en su lecho de muerte: cuidaría de ellos como si fueran lo más preciado del mundo.—. ¡Son mis niños! No los daré en adopción.Mateo, su prometido, la miró con una mezcla de frustración y cansancio. No pudo evitar hablarle con amargura.—Estamos a punto de casarnos, Daniela. Nuestra situación económica no nos permite mantener tantos hijos. Ganamos bien, pero cuando nos casemos solo estará mi sueldo, no será suficiente para tantas personas y encima un bebé.—Y ¿qué quieres que haga, Mateo? ¿Dejarlos
Capítulo 3 ¿Quién eres?Al escuchar esa pregunta, Daniela y Mateo dirigieron su mirada hacia la puerta de entrada de la casa. Ella se quedó atónita al comprobar que allí había un hombre de pie en la puerta, con una expresión iracunda.Tuvo que parpadear para combatir la luz del sol y ver más claramente al hombre. Cuando lo hizo, Daniela inmediatamente adivinó de quién se trataba. Las facciones eran inconfundibles, las veía todos los días en la cara de tres de sus hermanos.Este era un hombre extraordinariamente atractivo. Daniela se quedó contemplando en silencio. Tenía el mismo pelo negro, los impresionantes ojos negros y las mismas largas pestañas que veía en sus hermanos, pero en él sus pestañas le daba a su mirada un aire penetrante y turbador. lo reconoció, sin duda era el hijo mayor de Federico Ortiz. Era muy alto, casi uno noventa, y tenía una complexión atlética y musculosa. Incluso, el corte y el tejido de su traje lo hacían sobresalir. Indiscutiblemente, habría llamado la a
Capítulo 4 ¡No soy tu papá! ¡No me gustan los bebes! — ¡Ustedes se han equivocado! Seguramente se han estado burlando de mi padre incluso antes de su muerte—gritó Felipe dando un paso hacia adelante, su presencia imponente llenando el espacio. Su mirada desafiaba a Mateo, apretó sus puños amenazantes, Mateo retrocedió un poco, sorprendido por la intensidad del momento. A Daniela el desprecio en la voz de Felipe Ortiz la hirió profundamente. No permitiría que ese hombre hablara así de ella ni de su madre. Con una determinación renovada, alzó la cabeza. — ¡A mí no me vas a insultar! —dijo apuntándole con el dedo, dejando que sus palabras fluyeran con fuerza—. Tú no sabes nada de nada. ¿Quién crees que eres? Eres solo un desconocido ¿Qué sabes tú de lo que significa ser madre de los hijos de un hombre como Federico Ortiz y de los sacrificios que hay que hacer cuando tienes que cuidar de cuatro hijos? He hecho lo mejor que he podido —dijo, su voz temblando pero firme—. Estoy aquí, día t