Capítulo 46 Búsqueda del tesoro—Sí —asintió Fabián, su voz llena de seriedad—. Mami siempre quería lo mejor para ti, para todos nosotros. Ella nos decía, no se aferren a las cosas materiales, solo la familia es importante.— ¡Mamita!, —exclamo Daniela recordando las palabras de su madre y admirándola porque supo transmitir su sabiduría a todos sus hijos.—Esas cosas son para recordarte que ella está contigo—intervino Ángela, mirándola con ojos inocentes que reflejaban sinceridad —. Pero si necesitas dinero, podrías usar algunas. Mami nos dijo.Daniela se quedó en silencio. Esas pocas joyas representaban tanto amor y recuerdos, pero también una posible solución a sus problemas.—Quizás podríamos pensar en eso más adelante —dijo finalmente, intentando mantener la calma—. Por ahora, prefiero mantenerlas cerca de mí.Los niños intercambiaron miradas entre ellos, pero aceptaron su respuesta.—Podemos hablar de nuevo más adelante, cuando estés más tranquila —sugirió Manuela, acurrucándose
Capítulo 47 Señor Ortiz, ¿Nos dejará marchar?—Sabes, desde que nos conocemos he tratado de entender cuál es tu molestia —dijo Javier, cruzando los brazos con una sonrisa desafiante—. Eres el hijo legítimo. Tu padre te reconoció como su hijo legal… incluso te heredó todo lo que le pertenece, mientras que a mí solo me dio un capital ínfimo para comenzar mi negocio. Entonces, ¿qué tienes en mi contra?La provocación en su voz molesto a felipe profundamente. La arrogancia de Javier siempre lo había irritado, pero en ese momento alcanzaba un nuevo nivel.—Lo que me molesta es tu constante interferencia en mi vida y en la de mi madre. Lucy y tú han hecho de esto un juego, y lo que más me duele es que mi padre ya no está y continúan con su acoso. No te cansas ¿Por qué no pasas la página? Ya somos hombres adultos.Javier se inclinó hacia adelante, su expresión tornándose más seria.— ¿Y qué esperabas? ¿Qué me quede de brazos cruzados mientras tú te haces con todo? No soy un niño, Felipe. Y t
Capítulo 48 Flotando en una nubeFelipe sintió un nudo en el estómago al escuchar el tono cortante de Daniela. Le debía una explicación. No sabía realmente por qué sus palabras y su tono le molestaban. Se acercó un poco más, tratando de suavizar su voz.—Daniela, necesito hablar contigo. ¿Podríamos ir dentro de la casa, por favor?Fabián observó a su hermana y contempló a Felipe con desconfianza. Se interpuso entre ellos, con los brazos cruzados y una expresión decidida.— ¡Déjala en paz! —dijo, su voz firme y protectora.Felipe lo escuchó con calma; El niño solo quería proteger a Daniela, pero él quería hablar con ella.—Por favor, Fabián —insistió Felipe, tratando de mantener la calma—. En verdad necesito hablar con ella un momento.—No. —Fabián lo apunto con el dedo, —tú estás aquí para hacerla sentir mal. No quiero que la hagas llorar.Daniela no quería más discusiones que inquietaran a los niños, pensó que mientras más rápido atendiera a Felipe, mucho más rápido se marcharía—Fab
Capítulo 49 No puede ser…Daniela se olvidó de lo que iba a decir y se acopló contra su cuerpo duro y musculoso. El silencio que siguió fue roto solo por algunos jadeos, gemidos y suspiros.Sus labios se encontraron en un beso ardiente y lleno de furia, como si el mundo exterior hubiera desaparecido. La intensidad de su deseo encendía cada fibra de su ser, y ambos se entregaron a la pasión sin reservas.Felipe la tomó por la cintura, sintiendo la suavidad de su piel bajo la tela ligera de su franela. La besó con fervor, como si cada roce de sus labios pudiera borrar las dudas y los miedos que los separaban.Daniela, sorprendida por la fuerza de su deseo, respondió con igual fervor, sus manos enredándose en el cabello de Felipe mientras lo atraía más cerca.Las emociones se desbordaban entre ellos, el sabor de sus besos era dulce, mezclado con anhelo y desesperación.Felipe y Daniela se separaron lentamente, sus frentes aun tocándose mientras recuperaban el aliento. El silencio que ant
Capítulo 50 Hablaremos a mi regreso—No puede ser… ¿Eres virgen? ¡Explícame eso! ¿No eres la madre de los niños? ¿Has estado mintiéndome?Daniela se bajó del mesón, buscó su ropa y se la colocó rápidamente. Estaba avergonzada y preocupada. Se culpó a sí misma. Se dejó llevar por la pasión. ¿Cómo pudo olvidarlo? ¿Cómo pudo olvidar la mentira que había dicho que era la madre de los niños? Ahora Felipe sabría qué le había mentido.En el jardín, los niños disfrutan de sus juegos. Fabián estaba atento a Renata, quien aplaudía con los juegos de las niñas. Ángela y Manuela jugaban un juego de manos. Ángela estaba sentada en un banco de madera, mientras Manuela estaba de pie frente a ella.Eugenia había salido a tomar el sol, sentada frente a una de las mesas del jardín.No muy lejos de allí, vio jugar a los niños sin ver por ninguna parte a su maldita madre o a su cuidadora. Una rabia inmensa la invadió al pensar que ellos eran el producto de la relación ilícita de Federico con esa mujer y d
Capítulo 51 Esa mujer me ha estado mintiendoEsa noche, la mansión de los Ortiz estaba envuelta en un silencio tenso, interrumpido solo por el suave murmullo del viento que atravesaba el jardín.Felipe, aun con la preocupación marcada en su rostro, regresó con Eugenia del hospital. Aunque lo que Eugenia tenía solo era un esguince, se quejaba tanto como si fuese a morir pronto, no permitiendo que Felipe se alejara de su lado.Georgina, siempre vigilante, se acercó solícita a Eugenia. Su expresión era preocupada.— ¿Cómo se siente, señora? Desea cenar o algo de beber. Yo misma se lo prepararé—preguntó con un tono de preocupación y nerviosismo.Eugenia se dejó caer en el sofá, sintiendo que el dolor en su pie era más leve. —Estoy bien, solo es un esguince. —balbuceo, recordando a Fabián. Ver a ese niño le hacía recordar no solo la traición de su marido, también su parecido innegable, era como volverlo a ver de nuevo.—Señora, no debería permitir que ese niño se le acerque. Es un peligro
Capítulo 52 No hay otra alternativaFelipe se despertó antes de las 7 de la mañana. La noche fue interminable para él. Con determinación, se vistió rápidamente y salió de la mansión. Espero a Daniela en la cocina mientras desayunaba. Ella le debía una explicación y hoy mismo tendría que dársela.Daniela era virgen. De ningún modo podía ser la madre de esos niños. Hoy mismo tendría que salir de dudas. Tendría que explicarle por qué lo engaño y quién es ella.Paso una hora y ella no llegó. Así que decidió ir hasta la casa de huéspedes. Ese lugar que había sido el refugio de ella y los niños en los últimos días.Al llegar, sintió una extraña mezcla de ansiedad y esperanza. Llamó a la puerta, su corazón latiendo con fuerza, anticipando lo que pudiera descubrir.Alicia, la niñera de los niños, abrió la puerta. Su rostro reflejó sorpresa al verlo allí, tan temprano en la mañana.— ¡Señor Ortiz, en que puedo servirle! —exclamó, con sorpresa y preocupación—Buen día. Necesito hablar con Dani
Capítulo 53 No te preocupes… estamos bien— ¿Y si él te encuentra? ¿Qué puede pasar?—preguntó Elisa, rompiendo el silencio con una voz suave, pero firme—. Felipe Ortiz es un hombre poderoso. No podemos subestimar su influencia.Daniela aún recordaba estas palabras mientras acariciaba al perrito que habían metido en su cesta. El pequeño ladró de alegría, feliz de estar fuera. Se portó muy bien en la propiedad de los Ortiz, y ahora, en su nuevo entorno, parecía disfrutar de la libertad.—Lo lamento, pequeño. Nos olvidamos de ti —dijo Daniela, sonriendo mientras lo sacaba de la cesta y lo sostenía en sus brazos. El perrito movió la cola, como si entendiera que, a partir de ahora, todo cambiaría.La llegada de Elisa interrumpió sus pensamientos.—Todo listo. Ya hablé con mi madrina —anunció con una sonrisa.— ¿Tu madrina? —preguntó Daniela, su curiosidad despertándose.—Vive en un pueblo no muy lejos de aquí. Está en la costa. Está lejos de donde ustedes vivían.— ¿La costa? —Daniela sonr