Capítulo 6

Marcelle

De algún cierto modo me molestó lo que me dijo el idiota ese de Hugo. No es que quiero que me vea con buenos ojos o le importe mi vida, pero no me gusta su manera tan hijaeputa de ser. No mide sus palabras al momento de referirse a mi.

 No lo he vuelto a ver desde la mañana,  pensé que se quedaría en casa unos días tras su largo viaje, pero no fue así. Tampoco es que me importe. 

—¿Pensando en Hugito? 

—Si, digo no —respondo rápido a Hanna.

—La primera es la que cuenta —dice riéndo —Espero que este fin de semana que pasaran solos, no se saquen los ojos —dice Hanna caminando a su clóset. 

—¿Cómo? 

—Oh, parece que mi madre olvidó avisarte que hoy nos vamos a Italia —hace una pausa y se gira a mirarme —Tengo un lanzamiento de una línea de maquillajes mañana y el domingo y hoy me voy a Italia con mis padres. 

—Lo peor que me pudo pasar, entonces deberé hacerle compañía a la cocinera y los demás para no aburrirme ni estar cerca de tu hermano. 

—Ah ellos tendrán el fin de semana libre, de hecho; ya se deben estar yendo. Nosotros partimos al aeropuerto en 20 minutos.

—¿Qué? Pero quizás podría irme a donde mis padres hasta que ustedes regresen —digo haciendo un puchero.

—No creo que mi madre permita eso. Además, no será tan difícil convivir con mi hermano, sin contar que nunca está aquí en casa.

—Ojalá y sea así.

Hanna sacó una pequeña maleta con su bolso, unos lentes y una cámara de video.  Me sonríe y camina hasta la puerta y me hace señal para que la siga y eso hago.

—Espero que no me extrañes —me dice dándome un abrazo.

—Dudo que lo haga —contesto deteniéndome en la puerta de mi habitación. 

—Más vale. Bueno, ya voy a bajar, mis padres deben estar esperando por mi. ¿No vas a despedirte? 

—No —contesto mirando la puerta de mi habitación.

—Bueno. Adiós —dice caminando hacia las escaleras.

Entro a mi habitación, me encierro y me tiro a la cama. Mejor todo estos días para dormir y estar encerrada. Quizás así las horas pasen rápido. Mi celular suena y veo que es el número telefónico de mi padre. Las manos me empiezan a sudar y lo pienso antes de contestar. Suspiro y contesto.

—Hola papi.

—Hola hija.

—¿Qué tal todo?

—Todo bien aquí.  ¿Cómo vas tú? —pregunta.

—Pues no es tan malo aquí.

—Que bien. ¿Cunado vendrás a visitarnos? 

—Este fin de semana quiero ir.

—Pues aquí te esperaremos hija. Tu madre te manda un beso.

—Dile que la amo y que pronto estaré por allá.

—De acuerdo. Yo igual te amo, cuídate —dice y cuelgo. Me pongo nostálgica.  Soy algo apegada a mis padres, son mi luz y lo que más amo en esta vida. Todo lo que hago es por ellos, porque merecen eso y mucho más. Ya quiero que mi padre pueda dejar de trabajar y descansar en casa y pasar más tiempo con mamá. 

Mi hermano es una gran persona, aunque se desvía de vez en cuando. Últimamente va poco a casa, y según lo que me contó mi mejor amiga, se anda involucrando con personas que no hacen nada bueno por su vida. 

Me acomoda mejor en la cama y decido dormir unos minutos.

*Hugo*

Ir a nadar un poco con Patricio me relajó un poco, llevo días estresado, con demasiados trabajos y proyectos en mente. La inauguración del centro comercial me tiene la cabeza a punto de estallar. No tengo nada en mente para ese día y falta un mes exacto, no le he dicho nada a mis padres porque es sorpresa y quiero que vean como puedo lograr cosas sin su ayuda. Si le cuento a Hanna, se los dirá y es mejor, faltando horas que se enteren y reciban su invitación.

Entro a la casa y recuerdo que mis padres están de viaje con mi caprichosa hermanita. Los empleados estarán libres este fin de semana y me tocará convivir con la casa fortunas Marcelle. No es mala persona, solo tiene un carácter algo fuerte y no mide sus palabras a la hora de hablar. 

Para su mala suerte, la manera en la que nos conocimos no fue la mejor, a sido un desastre. No se como a mi madre se le ocurre buscarme novia. ¿A caso que dejaré de ser el picaflor que anda de cama en cama? Pues no. Quizás tenga semanas que no aparezca en revistas saliendo con chicas diferentes, pero no he dejado de follarme las que quiero y cuando quiero.  Ya para muchos estoy en una relación, y no saben que es solo un absurdo y estúpido capricho de mi madre.  

Aún me pregunto, de dónde habrá sacado a esa chica y por qué ella aceptó.  De las dos no se sabe cuál está más demente.

Camino a la cocina bajo la oscuridad que envuelve la mansión, la luz de la luna se cuela por las enormes ventanas. Un olor a pastel o algo así, inunda mis fosas nasales. Camino despacio y me detengo en un lado de la puerta de la cocina.  Veo la silueta de Marcelle frente a la encimera comiendo lo que parecen ser cupcakes con desespero.  Me acerco despacio entre la oscuridad y ella saborea y sigue comiendo.  Me coloco detrás de ella y busco por el borde de la encimera uno de los botones para encender una de las luces led que no iluminarán más que en donde estamos. Se sobresalta y se gira hasta mi.

—¿Qué haces? —dice mirándome sorprendida y con los labios sucios de crema de vainilla.

—¿Qué haces tu? —pregunto desviando mi mirada de sus labios a sus ojos color canela.

—Co, co, comer —tartamudea  mirando el cupcake que tiene en la mano.

—¿De dónde sacaste eso?

—Yo los preparé. 

—Mi madre no te permite comer eso.

—En la mañana dijiste que te importa una m****a mi vida.

—¡Cállate! —digo tomando el que tiene en la mano y acercándolo a sus labios.

Ella me mira a los ojos y lo piensa antes de abrir sus labios. Una sensación extraña invade mi cuerpo. Ni entrepiernas se endurece cuando ella cierra los ojos y muerde el pastelito y sus labios quedan aún más sucios con la crema. Dejo el resto del pastelito en la bandeja y me acerco a sus labios. Mirando el movimiento de su boca y como su mirada viaja desde mis labios hasta mis ojos.  Su respiración está agitada. Levanta la mano para limpiar sus labios con sus dedos y la detengo. Tomo mi pulgar y limpio un lado y chupo mi dedo, ella me mira atentamente vuelvo a limpiar el resto con mi pulgar y lo meto en su boca. Ella lo chupa y cierra los ojos.

Acerco mi rostro aún más al de ella y siento su respiración en mi barbilla. Mi mano derecha se posa en su cintura y la izquierda en su nuca. Nuestros labios están a escasos milímetros. Me acerco y uno nuestros labios.

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