Hanna
Llegué a la inauguración y la cara de mis padres es un total poema. Tienen cara de querer asesinarme. Pero me da igual.
—¿Qué carajos haces aquí? —pregunta Marcelle cuando llegamos cerca de ellos.
—¿De dónde se conocen? —pregunto mirándolos a los dos. Ambos se miran con desafío y rabia.
—Hanna, explícame que haces con este tipo —dice mi madre entredientes.
—Es mi novio mamá —digo acercándolo a mi. Fabian les da una sonrisa.
—¿Te estás volviendo loca? —pregunta alterada.
—Carmen, luego lo hablamos,no queremos arruinar la inauguración, además por más que te alteres Hanna no lo va a sacar de aquí —dice mi papá señalando las sillas vacías para que nos sentemos.
—Tu siempre de apoyador —reprocha mi madre enojada.
—¿De donde se conocen ustedes dos? —pregunto a Marcelle y ella abre la boca y luego caya.
—Tenía entendido que mi hija estaba aquí por un estúpido capricho de la señora Carmen, no porque en realidad tuviera algo con el joven o porque tuviera interés en él —el señor Flavio hace una pausa y mira a su hija — ¿Oh hay algo que yo no sepa?—Señor, mi propósito era darle una lección a mi hijo, no que terminaran enamorándose, pero si así pasó, no somos quien para oponernos —dice la señora Carmen con una sonrisa.—Yo no me enamoré de Hugo y tampoco creo que lo haga, esto fue un trato, asi que es momento de que me marche —dice Marcelle poniéndose de pies —No me interesas Hugo —le da una sonrisa burlona.—Te recuerdo que fue un trato de 3 meses y aún no haz cumplido —dice la señora poniéndose de pies.—Realmente no le encuentro lógica a todo este drama y trato, Hugo es mayor, que haga lo que se le venga en ganas. No veo por que Marcelle aceptó un trato —dice Hanna enojada.—Por que tu amiguito
Hugo —Para todos eres mi prometida, así que asegúrate de llevar ese anillo a todos lados —digo señalando su mano mientras estamos sentamos en una mesa de un restaurante esperando que nos atiendan. —Si,eso lo sé a la perfección —dice rodando los ojos. Ella me ignora mientras utiliza su celular. Pensé que este viaje sería diferente, que quizás a esta hora estaríamos almorzando a gusto y no con ganas de matarnos. Ojalá y en la cena de esta noche no me haga la guerra y sepa fingir bien. Comemos nuestro almuerzo sin dirigirnos la palabra, se nota lo incómoda y molesta que está. Pero realmente me da igual como ella se sienta. Ella juega con el anillo en sus dedos sin despegarme la vista. sus facciones son perfectas, tiene unas pestañas bien largas y pobladas. Ella levanta su vista y la voltea. —¿Cuando nos regresamos? —pregunta volviendo a mirarme.
Hugo Ella corresponde a mis besos con la misma hambre que yo. Su cuerpo tiembla. Quizás de miedo, pero se que también de deseo. Su cuerpo está diferente a la primera vez que lo tomé, no está mal, está mejor. Sus libritas de más no la hacían menor que otras mujeres, al contrario. La tomo con una mano de la cintura para pegarla a mi y con la otra su nuca, la beso mientras le restriego mi dura polla. Me gusta como jadea en silencio y se aferra más a mi. —Quiero tomarte —digo en su oído. —Lo estás haciendo sin mi consentimiento —susurra. —Tu cuerpo y tus ojos me han dicho a gritos que quieres —digo apretando su trasero. —Por lo que veo, todo de mi habla y miente —hace una pausa y se relame los labios —realmente no quiero que me hagas nada —dice mirándome a los ojos. —Todas las mujeres desean que yo las toque —digo apretando su cintura. —No todas las mujeres somos iguales —dice mirándome a los ojos. —Y no todas las mentiras son creíbles —hago una pausa y dirijo uno de mis dedos a
MarcelleLlegamos al restaurante en donde es la reunión y la cena con unas personas que solo Hugo conoce. Alcanzo a ver sus amigos que estaban en la piscina. Bastantes amables, para ser tan adinerados.Caminamos agarrados de mano y sonreímos a los demás. Hay muchas personas en el restaurante, pero cada quien en lo suyo. Vamos a la mesa en donde están los demás y hay alrededor de unas 15 personas.Jamás ne imaginé estando con este tipo de personas y menos en estos lugares. —Hugo hermano —dice uno de los presentes y nos demás nos miran a nosotros.Hugo saluda a todos y yo hago lo mismo. Nos sentamos en la mesa y nos empiezan a servir la bebida. La señora que está del lado izquierdo de Hugo, le pone una mano en su muslo y él ni se inmuta, yo me acerco más a él y le quito la mano a la ofrecida. Él solo sonríe de medio lado y continúa tomando su vino. Tomo mi copa y hago lo mismo, sintiendo la pesada mirada de la señora sobre mi.Empiezan hablar de negocios, de bienes y raíces y yo solo
HugoEncuentro la billetera, la tomo y cargo a Marcelle para ir a emergencia. Salgo con ella en brazos, y un camarero me ayuda pidiendo el ascensor, pide una camilla por la radio y le agradezco. —Aquí hay una enfermería señor, podría darle los primeros auxilios y luego llevarla a la clínica más cercana. Asiento, el ascensor se abre y hay dos paramedicos con la camilla. La pongo sobre la misma, y ellos empieza a tomarle el pulso y la presión. —¿Nombre de la joven?—Marcelle—¿Marcelle qué?—No recuerdo —contesto extrañado.—¿Edad? —pregunta después de rodar los ojos.—27 creo, no se.—¿Qué comió?—No mucha cosa, hotcake, manzana, uvas, agua...—¿Desde cuando está así? —pregunta escribiendo sobre el papel.—Anoche estábamos estábamos una cena y me había dicho que se sentía mareada.—Bien. ¿Sabe si está embarazada? —pregunta mirándome fijamente.—Ni idea, tal vez. No se. Quizás —me enojo de brazos y ella tuerce la boca.—¿Usted que es de la joven? —pregunta entrecerrando los ojos.—
¿Qué harías si tu hermano mayor le roba a la familia equivocada?¿Si la única manera de que esa familia adinerada lo perdone, es sacrificando tu vida común y corriente?Marcelle por desgracia se verá en medio de un torbellino donde deberá sacrificarse para que el cabezota de su hermano no vaya a prisión y su madre muera del corazón.Por culpa de su hermano deberá renunciar a sus sueños y libertad para pagar la deuda que ella aceptó Quería ser la mejor repostera de su barrio pero ahora tiene que enamorar a un hombre con mucho dinero y poco corazón.
—Aquí es donde vive el ladroncillo de Fabián —dice una señora de unos 50 años, muy bien vestida y peinada. Luce fina y estirada.—¿Ustedes quienes son? —preguntaba los señores de la humilde casa que acaba de ser invadida por la señora y dos policías.La señora mira el lugar con asco, no disimula su cara de disgusto y se acerca más a los señores y le hace seña a uno de los policías quien carraspea y empieza hablar.—Buscamos a Fabian, le ha robado a la señora aquí presente un bolso de medio millón de dólares con algunas cosas dentro —dice el policía con un papel en mano.—¿Qué? mi hermano no pudo hacer hecho eso, debe hacer una confusión —dice Marcell saliendo de la cocina mientras sacude sus manos sucias de harina.–Se ha equivocado señora —dice la madre de Fabián horrorizada.—¡Oh! —la señora levanta la mano y de un bolso saca si celular —Aquí tengo el video. Me gusta hablar con pruebas —dice reproducción un video de la cá
Narrador Omnisciente Un día estás haciendo lo que mas te gusta, preparar pasteles para vender y al otro estás empacando para irte a la ciudad para pagar una deuda ajena. Si fuese a trabajar no habría ningún problema, pero no; es a enamorar a quien sabe quien.Frustrada y alterada se sentía Marcelle mientras empacaba algunas cosas. ¿Se preguntaba a qué hora despertaría de la pesadilla? Porque para ella eso era lo que parecía, una maldita pesadilla. ¿Como habría aceptado enamorar a alguien que ni conocía? ¿Como habría renunciado a su vida normal y su sueño de ser la mejor pastelera de su barrio o quizás de la ciudad entera?Pero todo lo había hecho por su familia, en especial su madre. Tenia claro que en cuanto viera a su hermano le rompería la cabeza hasta sacarle la sangre mala y hacerlo usar un poco más el cerebro. Sus travesuras eran cosas mínimas, como bromas, pero esta vez había rebasado los