Hugo
—Para todos eres mi prometida, así que asegúrate de llevar ese anillo a todos lados —digo señalando su mano mientras estamos sentamos en una mesa de un restaurante esperando que nos atiendan.
—Si,eso lo sé a la perfección —dice rodando los ojos.
Ella me ignora mientras utiliza su celular. Pensé que este viaje sería diferente, que quizás a esta hora estaríamos almorzando a gusto y no con ganas de matarnos. Ojalá y en la cena de esta noche no me haga la guerra y sepa fingir bien.
Comemos nuestro almuerzo sin dirigirnos la palabra, se nota lo incómoda y molesta que está. Pero realmente me da igual como ella se sienta. Ella juega con el anillo en sus dedos sin despegarme la vista. sus facciones son perfectas, tiene unas pestañas bien largas y pobladas. Ella levanta su vista y la voltea.
—¿Cuando nos regresamos? —pregunta volviendo a mirarme.
Hugo Ella corresponde a mis besos con la misma hambre que yo. Su cuerpo tiembla. Quizás de miedo, pero se que también de deseo. Su cuerpo está diferente a la primera vez que lo tomé, no está mal, está mejor. Sus libritas de más no la hacían menor que otras mujeres, al contrario. La tomo con una mano de la cintura para pegarla a mi y con la otra su nuca, la beso mientras le restriego mi dura polla. Me gusta como jadea en silencio y se aferra más a mi. —Quiero tomarte —digo en su oído. —Lo estás haciendo sin mi consentimiento —susurra. —Tu cuerpo y tus ojos me han dicho a gritos que quieres —digo apretando su trasero. —Por lo que veo, todo de mi habla y miente —hace una pausa y se relame los labios —realmente no quiero que me hagas nada —dice mirándome a los ojos. —Todas las mujeres desean que yo las toque —digo apretando su cintura. —No todas las mujeres somos iguales —dice mirándome a los ojos. —Y no todas las mentiras son creíbles —hago una pausa y dirijo uno de mis dedos a
MarcelleLlegamos al restaurante en donde es la reunión y la cena con unas personas que solo Hugo conoce. Alcanzo a ver sus amigos que estaban en la piscina. Bastantes amables, para ser tan adinerados.Caminamos agarrados de mano y sonreímos a los demás. Hay muchas personas en el restaurante, pero cada quien en lo suyo. Vamos a la mesa en donde están los demás y hay alrededor de unas 15 personas.Jamás ne imaginé estando con este tipo de personas y menos en estos lugares. —Hugo hermano —dice uno de los presentes y nos demás nos miran a nosotros.Hugo saluda a todos y yo hago lo mismo. Nos sentamos en la mesa y nos empiezan a servir la bebida. La señora que está del lado izquierdo de Hugo, le pone una mano en su muslo y él ni se inmuta, yo me acerco más a él y le quito la mano a la ofrecida. Él solo sonríe de medio lado y continúa tomando su vino. Tomo mi copa y hago lo mismo, sintiendo la pesada mirada de la señora sobre mi.Empiezan hablar de negocios, de bienes y raíces y yo solo
HugoEncuentro la billetera, la tomo y cargo a Marcelle para ir a emergencia. Salgo con ella en brazos, y un camarero me ayuda pidiendo el ascensor, pide una camilla por la radio y le agradezco. —Aquí hay una enfermería señor, podría darle los primeros auxilios y luego llevarla a la clínica más cercana. Asiento, el ascensor se abre y hay dos paramedicos con la camilla. La pongo sobre la misma, y ellos empieza a tomarle el pulso y la presión. —¿Nombre de la joven?—Marcelle—¿Marcelle qué?—No recuerdo —contesto extrañado.—¿Edad? —pregunta después de rodar los ojos.—27 creo, no se.—¿Qué comió?—No mucha cosa, hotcake, manzana, uvas, agua...—¿Desde cuando está así? —pregunta escribiendo sobre el papel.—Anoche estábamos estábamos una cena y me había dicho que se sentía mareada.—Bien. ¿Sabe si está embarazada? —pregunta mirándome fijamente.—Ni idea, tal vez. No se. Quizás —me enojo de brazos y ella tuerce la boca.—¿Usted que es de la joven? —pregunta entrecerrando los ojos.—
¿Qué harías si tu hermano mayor le roba a la familia equivocada?¿Si la única manera de que esa familia adinerada lo perdone, es sacrificando tu vida común y corriente?Marcelle por desgracia se verá en medio de un torbellino donde deberá sacrificarse para que el cabezota de su hermano no vaya a prisión y su madre muera del corazón.Por culpa de su hermano deberá renunciar a sus sueños y libertad para pagar la deuda que ella aceptó Quería ser la mejor repostera de su barrio pero ahora tiene que enamorar a un hombre con mucho dinero y poco corazón.
—Aquí es donde vive el ladroncillo de Fabián —dice una señora de unos 50 años, muy bien vestida y peinada. Luce fina y estirada.—¿Ustedes quienes son? —preguntaba los señores de la humilde casa que acaba de ser invadida por la señora y dos policías.La señora mira el lugar con asco, no disimula su cara de disgusto y se acerca más a los señores y le hace seña a uno de los policías quien carraspea y empieza hablar.—Buscamos a Fabian, le ha robado a la señora aquí presente un bolso de medio millón de dólares con algunas cosas dentro —dice el policía con un papel en mano.—¿Qué? mi hermano no pudo hacer hecho eso, debe hacer una confusión —dice Marcell saliendo de la cocina mientras sacude sus manos sucias de harina.–Se ha equivocado señora —dice la madre de Fabián horrorizada.—¡Oh! —la señora levanta la mano y de un bolso saca si celular —Aquí tengo el video. Me gusta hablar con pruebas —dice reproducción un video de la cá
Narrador Omnisciente Un día estás haciendo lo que mas te gusta, preparar pasteles para vender y al otro estás empacando para irte a la ciudad para pagar una deuda ajena. Si fuese a trabajar no habría ningún problema, pero no; es a enamorar a quien sabe quien.Frustrada y alterada se sentía Marcelle mientras empacaba algunas cosas. ¿Se preguntaba a qué hora despertaría de la pesadilla? Porque para ella eso era lo que parecía, una maldita pesadilla. ¿Como habría aceptado enamorar a alguien que ni conocía? ¿Como habría renunciado a su vida normal y su sueño de ser la mejor pastelera de su barrio o quizás de la ciudad entera?Pero todo lo había hecho por su familia, en especial su madre. Tenia claro que en cuanto viera a su hermano le rompería la cabeza hasta sacarle la sangre mala y hacerlo usar un poco más el cerebro. Sus travesuras eran cosas mínimas, como bromas, pero esta vez había rebasado los
Marcelle suelta su hermoso cabello canela que cae en la parte baja de su espalda. No le gusta como se ve y decide recogerlo todo en un moño alto sin dejar ni un mechón suelto. Suspira frente al espejo, ya se dió por vencida y tomará el riesgo de ser una buena novia.Se coloca un poco de labial y máscara de pestañas, que es lo único del maquillaje que sabe aplicarse.Toma su celular y mira la hora. Suspira cansada, lo vuelve a dejar en el tocador y sale para bajar a la cena. Luce un peinado con el pelo recogido,un vestido blanco hasta las rodillas, ajustado solo hasta la cintura, unos tacones negros y una pulsera que le regaló su amigaLlega al comedor y la chica que la confundió con la nueva empleada está sentada a la mesa con el celular y auriculares en mano. Segundos después aparece Carmen "su nuera"y un señor un poco más mayor que ella.—Toma asiento querida —dice la señora señalándole una de las sillas
Marcelle se pone un vestido floreado hasta abajo de las rodillas y recoge su pelo luego de la larga ducha que tomó. La noche de anoche fue intensa e incómoda. No sabe que le espera para hoy, quizás la señora la oriente o simplemente la deje en su habitación.Ya arregló la cama y abrió las cortinas para que la claridad entrase en su hermosa y enorme habitación.Los cristales están empañados por el frío. Marcelle se queda viendo parte del jardín y la alberca que se ve fría pero tentadora.La puerta de su habitación se abre dejando ver a un Hugo recién duchado, con traje bien planchado y entallado a su cuerpo.—¿A qué hora te largas? —pregunta acercándose a grandes zancadas.—¿A dónde? —pregunta Marcelle haciéndose la desentendida.—No me veas la cara de estúpido, muerta de hambre —dice tomándola del brazo.—En primero lugar a mi me hablas en buen tono, en segundo no me toques y en tercero soy tu novia y no me iré