Capítulo 31

A las tres en punto estoy en la puerta de la casa de Liam con una mochila llena de sus cosas. En todo el camino hasta aquí mi cuerpo atravesó todas las estaciones del año: sudé como loco, temblé de solo pesar que él podría solo sacar las cosas y cerrarme la puerta en la cara y hasta quise tener fiebre al imaginar que no me recibía, sino sus padres eran quienes recogían las cosas y yo me quedaba con ganas de verlo.

—¿Vas a entrar o solo me dejarás las cosas y te irás?

Vuelvo la vista hacia la puerta ahora abierta. Él está allí, con suaves rizos enmarcando su bonito rostro y rozando sus hombros. También están los mismos ojos expresivos que me persiguen en la noche.

Tengo que reconocer que lo extrañé… Lo extraño tanto.

—Si quieres que pase, lo haré.

Los dos caminamos en silencio hasta su cuarto. Cuando entramos, no se ve como si el apocalipsis hubiera sucedido. Todo está en su lugar y me sorprende la cantidad de almohadas y peluches que hay en su

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