Toda la semana anduve suspirando como estúpido, tratando de concentrarme en la escuela o la cocina para que la herida invisible dejara de doler, pero la realidad es que me va a perseguir por un largo tiempo, más que otras cosas que antes me han pasado. Al menos Irina no me ha molestado con otro trabajo ni tuve que estar pendiente de las hazañas malignas de sus primos.
En casa, Brody movió uno que otro mueble y pintó la madera de las sillas. No ha vuelto a tocar el tema de lo que ahora hago, tampoco me pregunta más de lo necesario y a veces siento que también carga con una herida tan profunda como la mía. Todo lo que me pasa es mi culpa. Primero le dije algo que jamás debió salir de mi boca y luego espero que alguien a quien aparté vuelva a recibirme como si no hubiera sucedido nada.
Dejo de escribir la lista de compras para el supermercado y me estiro lo más que puedo en la silla de la mesa de la cocina.
—El domingo me ocuparé del patio trasero —dice mi tutor
Salgo de mi casa pateando la puerta y lanzando mi bolso por las pequeñas escaleras. Las seis de la mañana, un sábado, otra vez. Irina espera por mí en una motocicleta. —¡Seis de la mañana! ¡dos sábados seguidos! —¡Sube de una puta vez, princesa! Agarro el casco color lavanda en la parte trasera de la motocicleta, luego observo a la reina del fastidio. —¿Qué? —Con una repentina sonrisita fingida, palmea el casco que debo usar—. ¿Muy macho para ti? —Es muy temprano para soportarte. Sin más energía para protestar, subo a la parte trasera de su Harley y como no tengo de d
Como en la noche los dos debemos asistir a la fiesta del socio del tío, tuvimos que pasar algunas horas buscando trajes para la ocasión. En eso tardamos más de lo que debíamos porque Irina no estaba convencida si debía usar traje o algún vestido corto, aunque estos los usa muy pocas veces. En mi caso, dejé que ella escogiera lo que sea y así poder acabar con la tortura de una buena vez. En el recorrido por diferentes tiendas de ropa esperaba preguntarle por qué en el almuerzo con el socio todo el mundo la miraba como si deseara que se equivocara una vez para poder sacar un arma y volarle la cabeza. Sé que no es normal que una chica se ocupe de estas cosas, pero jamás vi a nadie estar tan atento y lanzar tanto veneno por la mirada en un mismo ambiente. Por desgracia, no pude ni siquiera abrir la boca porque ella hablaba y hablaba de colores que le podrían quedar bien, si se veía más femenina con tal o cual modelo de vestido, si los tacones eran muy bajos, si el color caramelo
Observo los cuerpos bailando, sonriendo como si todo lo que hicieran estuviera bien y coqueteando con quien sea que le haga ojitos de desesperación. Las cosas típicas en este tipo de noches donde se puede fingir que todo está en orden y buscar algo que termine desordenando una vida hasta el momento tranquila. Amor o drogas, ambos son estupefacientes eficaces. Exhalo, colocando los dedos en mis sienes porque el dolor de cabeza me está matando. Dormí muy poco antes de venir aquí y tener que perseguir a la niña en botas altas por cada rincón donde pasaba a saludar; pero a pesar de eso le estoy agradecido por no introducirme más de lo necesario en todo este asunto. —Mason. De todas las personas que odio, ¿por qué tiene que seguirme justamente esta? Dejo caer mis manos para prestar atención a ese rostro angelical con perfectos labios rojos, ojos azules y tanto veneno oculto en medio de toda esa belleza. —Keelan, es una desgracia volver a verte.
Llegamos a mi casa a eso de las siete de la mañana del día siguiente. Brody ni siquiera estaba, cosa que me parece extraña porque normalmente aprovecha los fines de semana para ocuparse de su hogar. Al menos, cuando vuelva, no me matará porque ahora sí recuerdo avisarle a dónde estoy o al menos con quien. Al llegar a la cocina, Irina se sienta en la encimera y mueve sus piernas mientras yo termino de calentar un poco de caldo de pollo que encontré en la nevera. Podría haber cocinado algo, pero me pareció mejor agilizar la cuestión. —Eso huele fantástico —dice, espiando desde donde está—. No me vas a envenenar, ¿verdad? —No creo que el veneno sea suficiente para matarte. —Colombo, un ex socio del tío, se ha declarado enemigo de los Sídorov y Romano le dio su apoyo —cuenta, frunciendo el ceño—. Eso significa batallas por territorio, negocios y mujeres. ¡Por la m****a! ¡¿Por qué demonios los viejos tienen que ser tan ineptos?! Cont
Abro la puerta y en un instante toda la calma que logré recolectar en estos días se cae en pedazos. El principito está frente a mí, tan guapo con esos rizos delicados alrededor de su cara, y vestido casi por completo de blanco. Siento como si se estuviera formando un remolino en mi interior que, además de sacudirme por completo, me estremece tanto que debo plantar mis pies para no sentirme mareado. —¿Podemos hablar un momento? —me pide, espiando un poco por los costados—. A menos que estés muy ocupado. Supongo que cuando Brody abrió la puerta escuchó mis gritos y supuso que me estaba divirtiendo con alguien, pero eso no debería de importarle. Pasó mucho tiempo, estoy seguro de que tiene novio. —Podemos hablar —le digo. Al salir de mi casa, el viento chocando en mi cara casi parece una necesaria cachetada de advertencia para que no estropee más las cosas. ¿Qué se supone que haga ahora? Todo acabó antes de empezar. L
Deslizo mi mano detrás de su nuca y lo acerco hasta que nuestras respiraciones chocan una con la otra. —No es bonito lo que tengo guardado dentro. —Será difícil que me dejes de gustar. —El principito inclina su cabeza —. No quiero presionarte. Si todavía deseas estar solo y pensar sobre ciertas cosas, entenderé. —Más que estar solo, he querido reparar el error que cometí la primera vez que quisiste besarme. —Sonrío mientras admiro el brillo que hay en sus ojos—. Realmente debí aprovecharme de ti hasta el último minuto. Acaricio sus mejillas hasta que solo falta un milímetro para unir nuestros labios. Tal vez para darme confianza, el principito envuelve mi cuello con sus brazos y juega con los pequeños cabellos que rozan mi nuca. Dejo que mis labios vaguen por los suyos con calma, intentando probar si esto resulta cómodo y es querido tanto por él como por mí. El beso se vuelve íntimo cuando rodeo su cintura y no pongo ninguna objeción al momento
Ni siquiera llegué a reflexionar sobre mi primera cita con Liam por mucho tiempo porque mi tutor me dio otra cosa en qué pensar. Fue un bombardeo de información tras otro. Brody me contó un día que había conseguido novia hace mucho —dos años van de noviazgo y el cabrón lo mantuvo en secreto hasta ahora— y que ella siempre preguntaba por mí y cuándo nos conoceríamos. Quise quejarme porque no me había dicho algo al respecto, pero después recordé que por ese tiempo todavía intentaba sacarme la m****a que el viejo y el tonto dejaron enterrada en mis entrañas. Mucha atención no le iba a dar a esa buena noticia. También, yendo por el lado un poco más duro, estoy seguro de que Brody nunca supo cómo explicarle a su amada que el niño que cuida y cuidó durante tanto tiempo tiene más problemas y traumas que un soldado recién salido de la guerra. Sumando todo eso, entiendo por qué recién ahora está seguro de que aparento suficiente normalidad como para saludar a su nueva familia. <
Por lo visto tengo que ir sí o sí a ese almuerzo, aunque sea para demostrar que puedo seguir avanzando en esto de construir una vida decente lejos de lo que fue la violenta vida anterior y porque me merezco un tiempo en familia que nunca tuve. Atraigo hacia mí al principito y los dos caemos al suelo, aunque no resulta un problema porque la posición es cómoda: él descansa sobre mi pecho mientras yo acaricio su espalda. —Puedo preguntarle a Brody si no hay problema con que vengas conmigo —sugiero—. Me sentiría más cómodo de esa forma. —Por mí no hay problema, pero si no puedo ir, te presentas allí y comienzas a disfrutar de las cosas bonitas que están apareciendo en tu vida. —De pronto su rostro se ilumina —¡Deberías cocinar algo! Seguro conquistas a toda la familia con la exquisita comida que haces. —Es buena idea, pero estoy ocupado intentando conquistar a alguien más. El principito coloca su mentón encima de sus manos, poniendo su mejor