El glacial humano camina hacia el eslabón perdido que por poco no tiene enterrada la cabeza en el cuenco de cereal, un cuenco de unicornio con cuerno incluido. Irina y su secuaz sangriento intercambian algunas palabras, luego voltean hacia el lado donde estamos nosotros.
—Mason. —Miro hacia el glacial humano que pronuncio mi nombre—. Soy Jeffrey, el segundo al mando. Adler, el chiquito que no puede aguantar un bolso cargado de ropa, es el encargado de elaborar brillantes planes y quien tiene control sobre un porcentaje de los gorilas que viste abajo, y Wyatt es el tipo omnipresente que se ocupa de navegar por las profundas redes del internet para tener todo lo que queremos y se convierte en nuestros ojos cuando corremos a ciegas hacia la muerte.
Irina pone los ojos en blanco y sale de la habitación.
—Tú serás otro omnipresente en las misiones —sentencia Jef—. No te preocupes, no matarás a nadie. Ese es mi trabajo.
—Lo suponía.
El hielo con pie
Doce de la noche del domingo. Irina me arrastró de la cama porque era el único que se había pegado al colchón. Le repetí hasta el cansancio que pondría todas las quejas posibles porque me daba la gana y no le permitiría tratarme como un pedazo de m****a. Pronto Jef intervino en la pelea, apartando a la líder y dejando que protestara tanto como quisiera hasta que por fin se me agotaron las ganas de pelear y pudimos armarnos hasta los dientes, volver a repasar el plan de acción, y subir al auto que nos llevaría hacia la muerte. Subir al auto parece el único paso inofensivo, pero se trata de mucho más que solo poner el culo en el asiento trasero. En el auto de esta chica hay que mantener la cordura cuando un chico de dieciséis malditos años comienza a hablar de volar cabezas cada que acaricia un arma. Eso ya lo escuché en alguna parte, solo que la rata de m****a que lo decía sí tenía pesadillas en la noche después de volarle los sesos a un tipo y no se llamaba a sí mismo asesin
A medida que pasa el tiempo, las imágenes en las pantallas que observo se convierten. Pongo extremo cuidado a la hora de dejar de ver una para analizar otra. Noto que Jef se ha quedado solo para enfrentar a dos orangutanes que son el doble de su tamaño. —Jef… —No te preocupes, esto no es nada. Le hago una seña a Wyatt para que calibre mejor la imagen de la pantalla número cuatro. Ahora son cuatro tipos que rodean al asesino como si fueran lobos a punto de comerse a un conejo. En un abrir y cerrar de ojos Jef saca dos pistolas del cinturón y dispara como si estuviera lanzando agua en vez de balas mortales. Los sujetos ahora son coladores humanos. Pronto llegan otros dos hombres que ni siquiera logran acercarse al asesino porque caen heridos al instante. Jeffrey no se detiene, dispara sobre los cuerpos moribundos para asegurarse de que no vuelvan a levantarse. —Te lo dije —habla de nuevo, agitado—, no era para tanto. De pronto sus ojos a
Cierro la puerta de mi casa tan despacio como puedo. —Espero que tengas una muy buena excusa para aparecer a esta hora. Brody se encuentra apoyado en el borde del sofá de la sala. Su mirada es la de un perro buldog a punto de atacar y estoy más que seguro que sus manos ya se han fusionado a sus brazos de tanto tenerlos cruzados sobre el pecho. —¿Soy mayor de edad y puedo hacer lo que quiera? —Bueno, recoge tus cosas y vete de mi casa. —Sus dedos se entierran todavía más en los brazos—. Si ya estás tan grande para hacer tu propio camino, ¿qué estás haciendo aquí? Me recargo contra la puerta. —Lo siento. Brody señala la cocina con el pulgar. —Ve a la cocina, desayuna algo y hablemos de esto. Doy grandes zancadas hacia la cocina donde un nutritivo desayuno me da la bienvenida. Quizás Brody hizo todo eso para él solo, pero como aparecí mágicamente, la cosa debe compartirse. Alcanzo un tazón y me sirvo porciones igua
A las tres en punto estoy en la puerta de la casa de Liam con una mochila llena de sus cosas. En todo el camino hasta aquí mi cuerpo atravesó todas las estaciones del año: sudé como loco, temblé de solo pesar que él podría solo sacar las cosas y cerrarme la puerta en la cara y hasta quise tener fiebre al imaginar que no me recibía, sino sus padres eran quienes recogían las cosas y yo me quedaba con ganas de verlo. —¿Vas a entrar o solo me dejarás las cosas y te irás? Vuelvo la vista hacia la puerta ahora abierta. Él está allí, con suaves rizos enmarcando su bonito rostro y rozando sus hombros. También están los mismos ojos expresivos que me persiguen en la noche. Tengo que reconocer que lo extrañé… Lo extraño tanto. —Si quieres que pase, lo haré. Los dos caminamos en silencio hasta su cuarto. Cuando entramos, no se ve como si el apocalipsis hubiera sucedido. Todo está en su lugar y me sorprende la cantidad de almohadas y peluches que hay en su
Toda la semana anduve suspirando como estúpido, tratando de concentrarme en la escuela o la cocina para que la herida invisible dejara de doler, pero la realidad es que me va a perseguir por un largo tiempo, más que otras cosas que antes me han pasado. Al menos Irina no me ha molestado con otro trabajo ni tuve que estar pendiente de las hazañas malignas de sus primos. En casa, Brody movió uno que otro mueble y pintó la madera de las sillas. No ha vuelto a tocar el tema de lo que ahora hago, tampoco me pregunta más de lo necesario y a veces siento que también carga con una herida tan profunda como la mía. Todo lo que me pasa es mi culpa. Primero le dije algo que jamás debió salir de mi boca y luego espero que alguien a quien aparté vuelva a recibirme como si no hubiera sucedido nada. Dejo de escribir la lista de compras para el supermercado y me estiro lo más que puedo en la silla de la mesa de la cocina. —El domingo me ocuparé del patio trasero —dice mi tutor
Salgo de mi casa pateando la puerta y lanzando mi bolso por las pequeñas escaleras. Las seis de la mañana, un sábado, otra vez. Irina espera por mí en una motocicleta. —¡Seis de la mañana! ¡dos sábados seguidos! —¡Sube de una puta vez, princesa! Agarro el casco color lavanda en la parte trasera de la motocicleta, luego observo a la reina del fastidio. —¿Qué? —Con una repentina sonrisita fingida, palmea el casco que debo usar—. ¿Muy macho para ti? —Es muy temprano para soportarte. Sin más energía para protestar, subo a la parte trasera de su Harley y como no tengo de d
Como en la noche los dos debemos asistir a la fiesta del socio del tío, tuvimos que pasar algunas horas buscando trajes para la ocasión. En eso tardamos más de lo que debíamos porque Irina no estaba convencida si debía usar traje o algún vestido corto, aunque estos los usa muy pocas veces. En mi caso, dejé que ella escogiera lo que sea y así poder acabar con la tortura de una buena vez. En el recorrido por diferentes tiendas de ropa esperaba preguntarle por qué en el almuerzo con el socio todo el mundo la miraba como si deseara que se equivocara una vez para poder sacar un arma y volarle la cabeza. Sé que no es normal que una chica se ocupe de estas cosas, pero jamás vi a nadie estar tan atento y lanzar tanto veneno por la mirada en un mismo ambiente. Por desgracia, no pude ni siquiera abrir la boca porque ella hablaba y hablaba de colores que le podrían quedar bien, si se veía más femenina con tal o cual modelo de vestido, si los tacones eran muy bajos, si el color caramelo
Observo los cuerpos bailando, sonriendo como si todo lo que hicieran estuviera bien y coqueteando con quien sea que le haga ojitos de desesperación. Las cosas típicas en este tipo de noches donde se puede fingir que todo está en orden y buscar algo que termine desordenando una vida hasta el momento tranquila. Amor o drogas, ambos son estupefacientes eficaces. Exhalo, colocando los dedos en mis sienes porque el dolor de cabeza me está matando. Dormí muy poco antes de venir aquí y tener que perseguir a la niña en botas altas por cada rincón donde pasaba a saludar; pero a pesar de eso le estoy agradecido por no introducirme más de lo necesario en todo este asunto. —Mason. De todas las personas que odio, ¿por qué tiene que seguirme justamente esta? Dejo caer mis manos para prestar atención a ese rostro angelical con perfectos labios rojos, ojos azules y tanto veneno oculto en medio de toda esa belleza. —Keelan, es una desgracia volver a verte.