Ana abre los ojos sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Hoy era el día de su boda con Gregory, su alfa, el hombre que le había demostrado que el amor verdadero existía.—Buenos días, futura señora de Gregory —bromea Valentina, entrando en la habitación con una sonrisa traviesa.—Buenos días, mi amor —responde Ana, acariciando el rostro de su hija.—Mamá, estás temblando —intervino Diego, mirándola con preocupación—No te preocupes te llevaré al altar.—Es normal, cariño. Es un gran día. Y gracias por acompañarme —responde Ana con una sonrisa temblorosa.Mientras sus hijos la abrazaban, su madre, entra en la habitación con un equipo de estilistas.—¡A trabajar! Tenemos una novia que embellecer —exclama su madre, frotándose las manos con emoción.Ana ríe nerviosa mientras se deja llevar por el torbellino de maquillaje, peinado y vestidos. La maquillista, Britani, se acerca con sus brochas y una gran sonrisa.—Hoy es tu día, Ana. Vas a brillar como nunca —dice Britani, comenzando su
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